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La muerte del periodista Carlos Vernazza. Su último informe por Brasil 2014
02/08/2015

Murió Carlos Vernazza, un apasionado maestro del periodismo

Los Andes

La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) lamenta el fallecimiento del Profesor Carlos Vernazza, un maestro apasionado del periodismo, quien además de representar durante varios años al diario El Tribuno de Jujuy en la institución, fue el subdirector del Noticiario de la Prensa Argentina, la revista institucional de Adepa.

Nacido el 19 de mayo de 1941 en Esperanza, Provincia de Santa Fe, Carlos Vernazza egresó como profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional del Litoral. Proveniente de una familia de trabajadores, se pagó sus estudios universitarios trabajando como mozo en los veranos en las sierras de Córdoba.

Llegó a Salta como un joven profesor de geografía y se dedicó a la docencia durante 14 años antes de entregarse por completo al periodismo. En 1969 ingresó como periodista en el diario El Tribuno, de Salta. En ese matutino fue Jefe de Redacción y luego ocupó el cargo de Subdirector. Además, publicó periódicamente notas sobre viajes en distintos diarios del país: El Tribuno, de Salta, El Litoral, de Santa Fe y Nueva Rioja, entre otros.

Entre 2000 y 2012 fue el subdirector editor de la revista institucional de Adepa, el Noticiario de la Prensa Argentina. Allí se destacó por su ejemplar trabajo, que incluyó decenas de entrevistas a figuras del periodismo nacional e internacional, y artículos sobre aspectos de la vida institucional del país.

En 2005 Vernazza editó un libro denominado "El periodismo, esa pasión", con 22 reportajes a destacadas figuras del periodismo, las letras, políticos y educadores. Apasionado de los viajes, recorrió cerca de 100 países, y en muchos lugares pudo viajar en los grandes trenes del mundo, otra de sus pasiones.

Vernazza dictó conferencias en todo el país, entre ellas en once universidades públicas y privadas. Invitado por el Centro Carter, ofreció una conferencia en Caracas, Venezuela, que reunió a más de 200 periodistas. También dictó un seminario en el diario La Nación, de Costa Rica y participó, además, de nueve Congresos Mundiales de Periodismo.

El presidente de Adepa, Guillermo Ignacio, le rindió un homenaje especial a Vernazza en la reunión de Consejo Ejecutivo realizada, jueves 30 de julio. “Gracias a su tarea y compromiso en Adepa tuvimos la dicha de apreciar y disfrutar todos los conocimientos que tenía Vernazza como periodista, historiador, geógrafo e inquieto viajero. Lo recordaremos por siempre con muchísimo afecto y amistad”, señaló Ignacio.

A modo de homenaje, el presidente de Adepa recordó un viaje conjunto realizado por un grupo de directivos de medios a Gran Bretaña, en marzo del año 2000, en el que también participó Vernazza. “Carlos realizó un trabajo brillante luego de ese periplo, que se denominó “En búsqueda de la excelencia”, donde volcó las experiencias allí recogidas. A partir de ese trabajo, a su regreso, entendimos que nadie era mejor que él para conducir la revista de Adepa, algo que llevó adelante con una gran dedicación, vocación y cariño, y que de alguna manera se transformó en el hijo que no tuvo”.

Desde Adepa destacamos el compromiso invalorable de Vernazza con la institución y con los principios éticos del periodismo, lo que hace que su partida sea una sensible pérdida para la profesión.

Adepa le hace llegar su pesar y profundo dolor a la familia, a sus amigos más cercanos y a sus colegas por la pérdida de este destacado y admirado colega.

Su último informe

El Mundial de las polémicas

Nunca, salvo durante la Segunda Guerra Mundial, se dejó de organizar un Campeonato Mundial de Fútbol. Por su expectativa y audiencia supera incluso a los Juegos Olímpicos.

Brasil ya tuvo la ocasión, en 1950, de organizar este acontecimiento. Pero, al perder la final con Uruguay, sufrió su mayor frustración deportiva. Si bien desde aquel entonces nuestros vecinos ganaron cinco títulos, el dolor por el “Maracanazo” sigue vigente.

La iniciación del próximo Mundial está precedida de fuertes disputas y polémicas. Incluso con manifestaciones públicas numerosas, que protestan contra el millonario gasto que demanda la organización. Ni siquiera Sudáfrica, mucho más pobre que Brasil, tuvo tantos problemas previos.

La presidenta Dilma Rousseff recibió de su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, dos legados difíciles de concretar: dentro de poco el Mundial de Fútbol y en 2016 los Juegos Olímpicos.

Casi dos presentes griegos

En Brasil, hoy protestan muchos: los pobres, los políticos, la policía civil y hasta las Fuerzas Armadas. Por eso, para tratar de asegurar el orden durante la totalidad de los partidos ya se dispusieron 170.000 agentes, de los cuales 57.000 pertenecen a las Fuerzas Armadas.

San Pablo, un infierno

Días atrás estuve nuevamente en San Pablo, una megalópolis con 22 millones de habitantes que se autotitula “capital económica y cultural de América Latina”. Este estado produce por sí mismo el 40% del Producto Bruto Interno (PBI) de todo el país. Recordemos que la tierra de Vinícius de Moraes es la sexta potencia económica del mundo.

San Pablo tiene una circulación de más de cinco millones de vehículos, y a pesar de que dos números de la patente se eliminan cada día, el tránsito es infernal. Ello sin perjuicio de que la ciudad posee doce líneas de subterráneos y un aceptable servicio de trenes de cercanías.

En la visita a esta ciudad encontré todo tipo de desórdenes y actos callejeros. Un ejemplo vale: las dieciséis estaciones urbanas de ómnibus fueron tomadas por los choferes durante varias horas, provocando un caos que recuerda al cuento de Julio Cortazar “La autopista del sur”.

La protesta fue tal, que la autopista Dutra, que une San Pablo con Río de Janeiro, llegó a tener una cola de automóviles de 165 kilómetros. La convocatoria para manifestarse o cortar rutas y calles se hizo a través de las redes sociales, en muchos casos por grupos de ultraizquierda. Por eso el gobierno se vio obligado a crear un Centro de Defensa Cibernética, ya que los hackers invaden todo tipo de portales, incluso los oficiales.

Esta inmensa ciudad no tiene el récord de homicidios en América Latina, pero sí el de robos.

Además, la vida nocturna es mínima y desdice aquel eslogan que asegura San Pablo “nunca duerme”.

Vendrán muchos menos

Según los cálculos previos, unos 600.000 extranjeros iban a venir a presenciar el Mundial de Fútbol. Pero a pocos días de su inicio, esa cifra parece reducirse a la mitad.

San Pablo, donde se jugará el partido inaugural del anfitrión contra Croacia, tiene hasta hoy apenas un 45% de ocupación hotelera. Hay varios motivos para explicar por qué no vienen los del hemisferio norte:

a) El país está lejos del centro económico del mundo;

b) Por la inseguridad latente

c) Por los elevados costos, incluso para los europeos.

Otro factor decisivo es la elección de las sedes, ya que en Brasil serán doce y distanciadas unas de otras por varios miles de kilómetros. Por ejemplo, desde Porto Alegre hasta Manaos son necesarias seis horas de vuelo, una duración similar a la del viaje entre Buenos Aires y Caracas.

Demasiado gasto

Si bien las obras fundamentales como las de las autopistas, aeropuertos y alojamiento quedarán para usos posteriores, es tal el costo de lo que se hizo que la gente pobre no tolera semejante inversión frente a sus insatisfechas necesidades.

Tengamos en cuenta que el 30 por ciento de los brasileños es pobre y el salario mínimo ronda los 400 dólares mensuales, salvo en San Pablo donde es un treinta por ciento superior. Por eso, hasta la policía y el Ejército hicieron huelga, y observan atónitos lo que consideran un despilfarro injustificado. Así y todo, Brasil está realizando un esfuerzo ciclópeo para organizar este torneo, a pesar de ser el segundo país con la peor distribución de la riqueza en el planeta.

Dilma está sola

La mandataria de Brasil, que en su primer año de gestión obtuvo una popularidad superior a la del propio Lula, ahora está en decadencia porque la gran bonanza económica disminuyó, entre otros motivos porque su país, líder del Mercosur, sufre una retracción en las exportaciones hacia Argentina. Además, porque a pesar de ser miembro prominente del G20, se le achicaron las compras de China e India, pilares de la economía del orbe.

Dilma se siente sola, ya que los gremios, la oposición y el pueblo le reprochan permanentemente los enormes gastos que genera la organización del Mundial. Pero eso sí, el que siempre está a su lado apoyándola es Lula. Es que la inmensa mayoría se niega a reconocer que el torneo de fútbol más importante del mundo da cuantiosas ganancias, sobre todo gracias a los ingresos por el turismo, la televisación y lo que aporta la FIFA.

Espectáculo planetario

Recordemos que el primer campeonato se realizó en Uruguay, en 1930, donde asistieron 548.000 espectadores. Más reciente, en Alemania 2006 y en Sudáfrica 2010, se vendieron cerca de 3,5 millones de entradas. Y gracias a la televisión, el campeonato de Estados Unidos, en 1994, fue visto por más de 3.000 millones de personas. Es decir, casi la mitad de la población del planeta.

A pesar de todo esto, lo que más me llamó la atención es que los brasileños, hasta ahora, demuestran poco entusiasmo por el Mundial. Aunque, por supuesto, aseguran que serán campeones por sexta vez.

En Río hay un ejército de niños

El litoral

La nueva generación, en especial, vive asombrada ante la aparición de nuevos inventos tecnológicos. No sólo Internet o Twiter le generan una gran atracción, sino también proyectos que hoy parecen disparatados.

Amazon, la mayor librería virtual del mundo, anunció que a partir de 2018 entregará 15 millones de paquetes diarios a través de aparatos no tripulados, llamados drones, que en apenas treinta minutos recibirá el comprador.

Mientras esto sucede, la mayoría de los jóvenes lee muy poco, tan poco que sólo un 0,3 por ciento de los argentinos compra un libro por año.

Pero más allá de Amazon y los avances tecnológicos, queremos ocuparnos hoy de la pobreza de nuestro vecino Brasil, que muy pocas veces es tema de conversación, incluso entre los universitarios.

El país de Dilma enfrentará en apenas tres años y medio, dos desafíos a nivel universal que no sólo representan un gran esfuerzo económico, sino un poder de organización propio del primer mundo.

Y aquí viene el gran desafío: hoy la séptima potencia del mundo no vive su mejor momento porque su producción decayó y la actual presidenta no tiene la cintura política de Lula.

Los grandes problemas

Brasil sufrió en las últimas semanas grandes protestas por la organización del Mundial de Fútbol y de los Juegos Olímpicos. Es que los pobres, frente a la magnitud del gasto, el mayor en la historia deportiva de todos los tiempos, se rebeló porque el beneficio que podrían dejar estos dos acontecimientos no llegará al pueblo. A eso hay que sumarle una corrupción creciente, fruto de la gran cantidad de dinero que circula.

Desde hace sesenta y tres años, los brasileños, quizás el país del mundo con mayor pasión por el fútbol, viven atragantados, con el corazón doliente, porque en 1950, frente a doscientos mil espectadores, quedaron sin palabras cuando el modesto Uruguay le ganó la final. Fue el célebre “Maracanazo”.

Si bien Brasil conquistó cinco campeonatos mundiales, quizás una hazaña inalcanzable, 2014 debería ser para ellos el año de “la venganza”. Y en el mismo estadio.

Pero no le será fácil porque aparte de los grandes gastos, las obras están atrasadas y el clima social permanece encrespado. Según el secretario de la Fifa “a Brasil habría que darle una patada en el trasero, por su irresponsabilidad”.

Un país injusto

Nuestros vecinos forman parte del país más injusto de la Tierra: a pesar de haber logrado integrar el reducido lote de las potencias mundiales, tienen la peor distribución de riqueza del orbe. Lula hizo una gran obra que continúa ahora Dilma, y lograron que 16 millones de personas salieran de la pobreza. Pero no alcanza.

Y no sólo en lo social, ya que el país de Tom Jobim vive aprisionado por el narcotráfico.

Un narcotráfico que tiene sus bases más sólidas en las favelas de las grandes ciudades, y en especial en Río de Janeiro.

Para tener una idea de la magnitud de su número, hay que saber que sólo en Río hay 968 favelas registradas. Esto, según el gobierno, fue aprovechado por los narcotraficantes, que perseguidos por la policía militar inventaron una estrategia inesperada: reclutar a niños de entre 10 y 15 años para convertirlos en vendedores de la cocaína y otras drogas.

Los niños, como ya ocurrió varias veces y en especial el domingo último en las playas de Copacabana y Leblon, formaron verdaderos ejércitos, de centenares de miembros que saquearon no sólo a los turistas sino a todos los que estaban allí.

Los testigos quedaron asombrados por la agresividad que mostraron los imberbes; y la policía mucho no pudo hacer, porque como son menores no pueden ser atacados, ni siquiera con balas de goma.

Los niños soldados, según José Beltrame, secretario de Seguridad de Río, que logró fama hasta hace pocos días por lograr la “pacificación de las favelas” tuvo que reconocer que no se puede reprimir así nomás a estos niños.

Beltrame admitió que detuvieron a más de mil niños de diez años, los llamados niños soldados, que fueron entrenados por los narcos incluso para manejar armas pesadas.

¿Qué hacer?

Como dijimos, Brasil tiene una falla estructural, un talón de Aquiles muy difícil de cambiar. El país está dividido en dos partes fácilmente reconocibles para quien lo visite. Es uno de San Pablo al sur, y otro de Río de Janeiro al norte.

Los sociólogos le llaman Belindia, porque la zona meridional tiene niveles de vida comparables con Bélgica, mientras que la otra se parece mucho a la India.

Rocinha, la favela más popular de Río, aunque no la más poblada, pasó a ser desde hace pocos años un elemento turístico más. Este periodista, junto a un grupo de extranjeros, conducidos por un guía pudo recorrer con total tranquilidad esta villa, estratégicamente ubicada, a muy pocas cuadras de los grandes hoteles y residencias de los ricos.

Me llamó la atención de que en Rocinha exista un canal de televisión propio, varias emisoras de radio, una sucursal de Citi Bank y, créase o no, otra de Mc Donald’s. Allí la seguridad es casi absoluta, porque la policía militar es implacable en su manera de proceder.

Pero en el resto de las 967 favelas, las cosas no son así. Si bien el gobierno viene trabajando desde hace años para tratar de frenar una ofensiva de los narcotraficantes que no saben de contemplaciones.

El Mundial se hará, como se hizo en Sudáfrica a pesar de todas las predicciones, pero el eventual espectador deberá contemplar que aparte del alto valor de las entradas va a un acontecimiento que puede significarle más de un disgusto


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