IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
WEGTGN
SECCO ENCABEZADOALEPH ENERGY ENCABEZADO
PRELASTKNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SACDE ENCABEZADOINFA ENCABEZADO
RUCAPANELMETSO CABECERA
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
PIPE GROUP ENCABEZADGRUPO LEIVA
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
BANCO SC ENCABEZADOPWC ENCABEZADO ENER
WICHI TOLEDO ENCABEZADOJMB Ingenieria Ambiental - R
WIRING ENCABEZADOCRISTIAN COACH ENCABEZADOCINTER ENCABEZADO
EVENTO LITIO ENCABEZADOBANCO SJ ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
OMBU CONFECATSERVICIOS VIALES ENCABEZADO ENER
DEBATE
Pagni: "Venganza de Versace" y "Las indisimulables piruetas de Cristina". Scibona: "No sólo economía"
29/09/2014

Venganza de Versace

La Nación

Por Carlos Pagni.

James Albaugh ha sido uno de los ejecutivos más gravitantes en la industria de Defensa de los Estados Unidos. Durante años dirigió esa área de negocios en la Boeing, donde también fue responsable de la venta de aviones comerciales.

Cuando se jubiló, American Airlines contrató a Albaugh como director. Y el fondo Blackstone, que invierte millonadas en Defensa, lo tomó como asesor. La coincidencia llevó a Cristina Kirchner a denunciar que American decidió vender tickets con 90 días de antelación empujada por Blackstone. A pesar de ser socio de YPF, Blackstone pasó a ser "buitre".

El complot parecía fantasioso. Pero hay un dato que podría confirmarlo: Blackstone compró este año el 20 por ciento de Versace. Como se sabe, la señora de Kirchner ha adquirido gravitación como compradora de artículos de lujo. Hace temblar a Hermès, Louis Vuitton y Bulgari. Pero Versace no está entre sus gustos. Y el buitre es un ave vengativa.

Otra vez se cumple la ley de la Presidenta: todo tiene que ver con todo.

Las indisimulables piruetas de Cristina

La Nación

Por Carlos Pagni.

Como Carlos Menem en 1999, cuando contrató la campaña de publicidad "Menem lo hizo", Cristina Kirchner dedica sus mejores energías a modelar la imagen que quedará de su administración. Es natural que alguien tan insistente en usar la memoria como insumo de la política quiera modelar los recuerdos del futuro.

El viaje que la llevó a Roma y Nueva York fue un laboratorio para ensayar esa tarea. Gracias a ese experimento se vuelven más evidentes sus ensoñaciones, y las dificultades que encuentra para realizarlas.

Un objetivo principal de la Presidenta en esta marcha hacia la puerta de salida es consolidarse en el cuadrante del populismo distributivo. La política internacional le presta servicios mucho más eficientes que la doméstica. No sólo porque, al tratarse de un país que perdió significación, los errores son casi inofensivos. Ella también tiene la ventaja de que, más allá de la frontera, nadie discute lo que dice.

Intentó demostrarlo por la vía del absurdo, emitiendo un tuit con una foto para demostrar que Barack Obama tenía los auriculares puestos mientras ella hablaba en el Consejo de Seguridad de la ONU. Una buena noticia: si el presidente de los Estados Unidos no contesta sus catilinarias, por lo menos las escucha.

La Presidenta demostró esa tarde que, en el ocaso de su mandato, no se conforma con enfrentar a los Estados Unidos. Ahora subió al patíbulo a Alemania, la mayor potencia europea. Vedada una nueva reelección, la abogada exitosa se postula como fiscal de Occidente.

El núcleo de los discursos sobre el terrorismo estuvo bien articulado. Influida por la conversación con el papa Francisco, denunció el fracaso de una estrategia que, de Clinton a Obama, se fue volviendo cada vez más draconiana frente a un enemigo cada vez más violento. Atribuyó el error a que las decisiones se toman entre pocos. En boca de alguien que no convoca siquiera a reuniones de gabinete, pareció una autocrítica. Falsa alarma.

Tal vez las presentaciones de la Presidenta habrían sido más consistentes si no hubiera equiparado a los especuladores financieros con los degolladores de EI, un insulto innecesario para George Soros, con quien se había reunido el día anterior. El kirchnerismo está fascinado con las metáforas ornitológicas. Ayer, los intelectuales de Carta Abierta, en una nueva declaración, descubrieron que, como en el viejo chiste, los periodistas también se vuelven "buitres" porque "capturan excedentes pulsionales".

Más allá de las curiosidades, quedaron al desnudo los dos inconvenientes que encuentra Cristina Kirchner para embellecer su imagen internacional antes de abandonar Olivos: el pacto con Irán y el pasaje del odio al amor en la relación con el Papa. Dos vueltas de carnero que impiden asegurar que, de repente, los "buitres" no mutarán en "ruiseñores".

En la ONU la Presidenta siguió tratando de justificar el mayor papelón de su política exterior: el acuerdo con Mahmoud Ahmadinejad. Para disculpar el extravío, alegó que también los Estados Unidos modificaron su trato con Irán. Es cierto. Pero esa comparación es inconducente, porque a ella no se le cuestiona con quién negocia, sino qué negocia y con qué beneficios. Cristina Kirchner negoció someter la causa AMIA al arbitraje político de una "comisión de la verdad" integrada por aquellos a los que ella misma había imputado. Y no logró resultado alguno.

El otro giro que la señora de Kirchner pretende disimular antes de irse es el que dio frente a Francisco. La política vaticana convirtió a un argentino que encabezaba la lista de enemigos de la Presidenta en una de las figuras más populares del planeta. Los católicos atribuyen la decisión al Espíritu Santo. Un complot fuera de escala, por el que la señora de Kirchner corre el riesgo de no ser identificada como la fundadora de un nuevo orden global, sino como "la enemiga del Papa". Lleva un año y medio tratando de revertir la situación. La semana pasada dijo que EI la amenazó por ser "amiga del Papa". Se entiende por qué Obama y Hollande, a pesar de bombardear Siria, no fueron intimidados: no son amigos del Papa. Los regalos de los irreversibles de La Cámpora casi convierten la residencia pontificia en la "Unidad Básica Santa Marta". Y Luis D'Elía, que el día de la elección del Pontífice la interpretó como una confabulación antibolivariana, lloriqueó un tuit porque no lo subieron al avión. Por lo menos los profesores de Carta Abierta, más vigorosos en su autoestima, no dedicaron a esta conversión en masa ni una estrofa de su pronunciamiento.

Jorge Bergoglio acepta la pirueta, que esta semana arrojará su primer dividendo. Los diputados sancionarán la reforma del Código Civil sin desafiar las posiciones irrenunciables de la Iglesia. (Carta Abierta sigue en silencio.)

Esta flamante veneración reivindica al Papa en una controversia personal. Las acusación de haber sido cómplice de la dictadura en la persecución de dos jesuitas salió de las entrañas del kirchnerismo. La formuló el presidente del CELS, Horacio Verbitsky, en tiempos en que la Presidenta huía del tedeum metropolitano. Las imputaciones fueron tan insistentes que forzaron al Vaticano a emitir una desmentida en la inauguración del pontificado.

La Presidenta está despejando este problema. La reconciliación con Bergoglio tuvo como puente inicial a Alicia Oliveira. Antigua abogada de Verbitsky y ex directora de derechos humanos en la Cancillería, Oliveira siempre defendió la inocencia de Bergoglio. Cristina Kirchner aspira a fortalecer esa versión, impulsando una visita de Estela de Carlotto a Roma y reconociendo la trayectoria humanitaria de Oliveira.

El Photoshop sobre el retrato kirchnerista tiene una dificultad: la vuelta a casa. La Presidenta regresó a un país cuya producción industrial cayó en agosto, según FIEL, un 9,7% interanual. Las ventas en shoppings, 9%. La recaudación del IVA, descontada la inflación, 8,5%.

Axel Kicillof agrega recesión. Como el Banco Central ya no puede financiarlo sin violar su carta orgánica, colocó un bono por $ 10.000 millones que no estarán disponibles para la actividad privada.

El frente financiero sigue incierto. La semana pasada varios fondos de inversión enviaron observadores a Buenos Aires. Regresaron a sus bases con más preguntas que las que habían traído. Y una novedad: por lo menos uno de esos fondos está estudiando la posibilidad de recurrir a los tribunales a comienzos de noviembre para que se les paguen sus bonos reestructurados al precio fijado para el vencimiento. Si esta posibilidad, todavía hipotética, se verificara, el panorama se agravaría. Salvo que la Presidenta, como insinúan sus compañeros de viaje, haya recibido de Soros una receta milagrosa para el conflicto con los holdouts.

Sin nombrar a Sergio Berni, Carta Abierta critica la política frente a los conflictos sociales con un argumento habitual en Alberto Fernández: no es lo que soñaba Néstor Kirchner. Pero la curva recesiva defrauda la promesa del crecimiento con inclusión. Y la inflación desató una polémica riesgosísima entre la Casa Rosada y la gobernación bonaerense, que el ministro obturó visitando a Daniel Scioli.

Los autores de la nueva Carta proponen una gran intervención al comercio exterior. No se enteraron de que ya se produjo. El Banco Central sólo destina dólares a las caudalosas importaciones de combustibles a las que obliga la soberanía energética. Los fabricantes de bienes exportables deben pagar sus insumos con la paridad del contado con liquidación, $ 14,70, y liquidar sus ventas con la oficial de $ 8,50. Por eso son cada vez menos los que se animan a vender sus productos: no saben si podrán volver a fabricarlos.

Los exportadores brasileños también son alcanzados por el cepo. El problema se advirtió en Nueva York. Cuando Cristina Kirchner pidió una entrevista con Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil, que está en campaña electoral, alegó problemas de agenda. Las reuniones trimestrales de alto nivel entre los dos países están suspendidas. Es una complicación externa más inmediata que la de Medio Oriente, que la Presidenta no consigue maquillar.

Las dificultades para que la retórica internacional haga juego con la economía doméstica son cada vez más exigentes. Los intelectuales de Carta Abierta intentan resolver el dilema apelando a una pócima a la que ellos mismos apelaron durante el derrumbe del socialismo real: para que "el modelo" funcione, "hay que diseñar una nueva humanidad". El propio documento reconoce que, sin reelección, queda poco tiempo.

A los intelectuales de Carta Abierta les convendría leer el discurso de Cristina Kirchner ante el Consejo de Seguridad. Encontrarían este párrafo: "La lógica indica que si yo estuve observando una determinada metodología para combatir un problema y ese problema, en lugar de desaparecer o disminuir, aumenta y se agrava, tengo que revisar la metodología porque algo no está andando bien". Extraño consejo. Tal vez habló sin escucharse.

El problema no está sólo en la economía

La Nación

Por Néstor O. Scibona.

La Argentina no sólo tiene alta inflación, brecha cambiaria, recesión e incipiente destrucción de empleos privados como consecuencia de los crecientes desequilibrios macroeconómicos que viene arrastrando en los últimos años. También esos problemas se agudizan ante las evidencias de que el gobierno de Cristina Kirchner no piensa corregir el rumbo hasta el final de su mandato (no tiene un candidato presidencial propio con chances de ganar las elecciones de 2015) y, quienes pueden, buscan cubrirse de futuros sobresaltos.

El road show "antibuitre" que CFK llevó a la ONU, junto con sus denuncias sobre "terrorismo financiero" a treinta meses del primitivo fallo del juez Griesa, sólo sirvieron para corroborar aquellas presunciones. Si el Gobierno nunca admite los problemas concretos, atribuye siempre los errores propios a culpas ajenas y sus consecuencias a conspiraciones internas o externas, cualquier decisión para enfrentarlos puede ser imprevisible, inverosímil o traumática. Ya ocurrió con el default parcial de la deuda hace casi 60 días. Y este mes con la ley de "Pago Soberano", que amenaza con ampliarlo y extenderlo.

Con credibilidad escasa, también abundan las paradojas. Si hubiera que atenerse a sus números, el proyecto de presupuesto produciría en 2015 un fortísimo ajuste fiscal y reduciría la inflación a menos de la mitad. Pero ya nadie cree que el gasto público crezca apenas 18% en un año electoral, después de una década en que vino aumentando al 30

35% anual y en siete meses de 2014 ya subió 41%. En cambio, muchos operadores dieron por cierta la versión del desdoblamiento formal del mercado cambiario para pagar importaciones, que el Banco Central debió desmentir cuando el dólar paralelo rozaba los $ 16. La razón es que ese desdoblamiento ya existe de hecho, para los importadores (no todos, obviamente) que pueden acceder al dólar "contado con liquidación" a casi $ 15 (75% más caro que el oficial) para saldar pagos pendientes. El resto queda sometido al racionamiento de divisas que -también de hecho- aplica el BCRA. A la inversa, resulta difícil creer que las mayores exigencias de información sobre quienes viajan al exterior aparezcan justo ahora para mejorar la política migratoria. Cuando menos sería tardío: en el X Congreso Provincial de Economía, organizado días atrás en Rosario por la Fundación Libertad, el ex diputado Eugenio Burzaco recordó que Joaquín "Chapo" Guzmán -líder del Cartel de Sinaloa y el narcotraficante más buscado en el mundo hasta que fue capturado este año en México- ingresó y salió dos veces de la Argentina, en 2008 y en 2010.

Aún así, nada de esto permite dar respuesta al principal interrogante: qué hará el Gobierno para reducir la brecha cambiaria de 80

90% entre el dólar oficial y sus cotizaciones paralelas. Otro salto aislado del dólar oficial (como ocurrió en enero, con el ajuste real ya diluido por la mayor inflación que provocó) también se trasladaría a precios y no descomprimiría al blue, ya que el BCRA deberá emitir hasta fin de año unos 110.000 millones de pesos para cubrir el rojo fiscal. Tampoco podrá dejar de racionar la demanda de divisas, ante la necesidad de pagar importaciones energéticas impostergables. Si, en cambio, optara por subir las tasas de interés para absorber más pesos y restarle demanda al dólar, agudizará la recesión. Por ahora no hizo ni una cosa ni la otra; lo cual, con tasas muy negativas frente a la inflación, es una invitación a huir del peso.

APUESTAS INCIERTAS

Sin embargo, acaso lo más paradojal es que, a contramano del radicalizado discurso oficial "anti buitre", los bonos argentinos bajan, pero no se desploman. Los mercados no descartan todavía que el gobierno de CFK busque algún arreglo en 2015 con los holdouts para salir del default y conseguir algo de financiamiento externo para aliviar la transición hasta las elecciones, sobre todo ante la caída de los precios de la soja y el estancamiento de Brasil. Esta incierta perspectiva condiciona, incluso, los pronósticos de los analistas locales para 2015 en materia de PBI, inflación y tipo de cambio.

Pero si el default se extiende, aún cabría la posibilidad de que los acreedores externos (holdins y holdouts) prefieran esperar a 2016 antes que acelerar el cobro de bonos defaulteados e iniciar juicios contra la Argentina: muchos descuentan que cualquiera sea el gobierno que suceda a CFK buscará negociar una salida más sensata que mantener al país con reservas escasas (equivalentes hoy a sólo cuatro meses de importaciones) y mercados externos cerrados.

Uno u otro escenario no alcanzan a modificar demasiado el peso de las hipotecas que la administración K dejará de herencia al futuro gobierno. Entre ellas, el actual déficit fiscal de 5% PBI, con presión tributaria récord; alta emisión del BCRA para financiarlo; 65% del gasto público concentrado en dos rubros (jubilaciones y subsidios a la energía y transporte); déficit externo de cuenta corriente (con superávit comercial declinante, afectado por el déficit de divisas en energía, automotores, electrónica y turismo); cepo cambiario; tipos de cambios múltiples de hecho y fuerte distorsión de precios relativos (tarifas, paridad cambiaria real, salarios, etc.)

Con esta perspectiva, también los mercados descuentan cambios previsibles para 2016. Pocos creen que un futuro gobierno no aplicará un plan de estabilización económica para bajar la inflación; racionalizar gradualmente los subsidios; poner fin al gasto discrecional; aplicar una reforma impositiva a favor de la producción y el empleo; devolver autonomía al BCRA, eliminar los controles cambiarios y reunificar el tipo de cambio; desmantelar el andamiaje intervencionista sobre la producción; reconstruir el ahorro en pesos y el mercado local de capitales o reinsertar a la Argentina en los mercados comerciales y financieros del mundo para estimular la inversión, recuperar la infraestructura y promover una industrialización competitiva.

La incógnita es quién lo hará y con qué instrumentos. Es cierto que por ahora la táctica de la oposición es apostar en silencio al desgaste de la gestión de CFK. Pero también lo es que ningún precandidato a sucederla tiene el triunfo asegurado en primera vuelta. Y, por lo tanto, probablemente necesitará el respaldo de acuerdos con otras fuerzas para transformar propuestas en políticas de Estado, que a su vez requerirán reglas e instituciones estables para hacerlas perdurables. Entre ellas, estadísticas confiables; presupuestos en serio, con reglas fiscales y control de gestión para evitar el derroche de recursos; transparencia para evitar la corrupción y el "capitalismo de amigos", etc. Para eso también será necesario recuperar valores (terminar con la confrontación política, sincerar la realidad, aplicar leyes para todos, premiar la educación, tener políticas articuladas de seguridad y lucha contra el narcotráfico y cambiar la cultura del clientelismo). La Argentina tiene potencial de recursos naturales y humanos para salir a flote. Pero sin indicios sobre la estrategia para reorientarlos, el tránsito económico puede convertirse en una travesía por el desierto en buena parte de los 13 meses que faltan hasta las elecciones.


Vuelva a HOME

;