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DEBATE
Escribe Pagni: Anisedad y alianzas. Grondona: la Inversión. Muchnik: la Oposición
16/10/2014

Las ansiedades que genera el incierto juego de alianzas

La Nación

Por Carlos Pagni.

Es difícil comprender el curso que está tomando la política sin registrar algunos movimientos de los últimos quince días. Cristina Kirchner fue uno de los protagonistas de esas novedades. Contra la costumbre, sus intervenciones fueron silenciosas. No operaron sobre la simbología del poder, sino sobre una materia más contundente: la acumulación de fuerzas para atravesar la crisis.

La primera decisión de la Presidenta reprodujo su táctica habitual: cuando las aguas se agitan, ella tiende un cerco alrededor de Daniel Scioli. Comenzó por enviar a Axel Kicillof a La Plata para que revisara con el gobernador obras contra las inundaciones. Una excusa tan inesperada que subrayó el sentido de la visita: iniciar un nuevo ciclo de buena vecindad. Una semana más tarde, los "irreversibles" de La Cámpora, que solían trompear a cualquier feligrés vestido de naranja, dedicaron a Scioli y a otros jefes provinciales esa mímica amistosa que, hasta ahora, sólo regalaban a Bergoglio.

Apenas recibe un poco de cariño, el gobernador cae presa de una algarabía exagerada. Scioli fantasea con que la señora de Kirchner se comprometerá tanto con el destino del Frente para la Victoria que, aun a pesar de ella, terminará asegurándole el ingreso a un ballottage presidencial. La Presidenta, imagina Scioli, se sumará a su papeleta como candidata a parlamentaria del Mercosur, gobernadora o diputada bonaerense. Tal vez incluya en una lista a "mi Gordo", como ella llama al joven Máximo. Hasta podría completar la fórmula con un vicepresidente, premiando a Sergio Urribarri, en detrimento de José Luis Gioja o Eduardo Fellner.

Estas creencias, que no se apoyan en indicios contundentes, están modelando el proyecto presidencial de Scioli. Su candidatura comienza a insinuarse como una forma de reelección encubierta. Para ponerlo en términos de moda: Cristina Kirchner, que desde que le hablaron de un swap ruso de 10.000 millones de dólares está encandilada con Vladimir Putin, podría ver en Scioli a Dimitri Medvédev. La docilidad ayuda al parecido. Este escenario desvela a muchos inversores y banqueros. ¿La candidatura del gobernador garantiza, como se pensaba hasta hace poco, la cancelación del populismo más allá de 2015?, se preguntan.

Scioli está condenado a las ventajas y mortificaciones de ese continuismo. Según la última encuesta de Hugo Haime, el 40% de quienes lo aprecian son admiradores de Cristina Kirchner. Pero, según el mismo estudio, más del 50% del electorado quiere un cambio.

Es muy probable que, al descongelar a Scioli, la Presidenta no esté pensando en una ingeniería electoral, sino en la urgente necesidad de reunir al peronismo bajo su jefatura en un momento crítico. Ese objetivo explica otra decisión que ha tomado en estos días: la ratificación de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete. Contra los que apostaban a un repliegue del Gobierno, con el reemplazo de Capitanich por alguien de La Cámpora, la señora de Kirchner retuvo a un gobernador del PJ como una de las figuras más visibles de su equipo.

El reacercamiento a Scioli y la confirmación de Capitanich, entendidos como dos formas de seducir a la red federal del peronismo, pueden ser la respuesta a algunos desafíos inquietantes de gestión. El más grave es la curva recesiva. No hay que pasar por alto que, una semana antes de viajar a La Plata, Kicillof tuvo que dar explicaciones frente al gremialismo oficialista, cada vez más alarmado por la caída del nivel de actividad. También es probable que la Presidenta haya querido abrazarse a los cabecillas de su partido antes de reabrir la guerra contra el Grupo Clarín. Una precaución razonable, sobre todo en el caso de Scioli. Además están las inquietudes que genera el insidioso juez de Nevada. Cam Ferenbach. Investiga, a instancias de los holdouts, el presunto circuito de plata negra de Lázaro Báez, el socio de los Kirchner. Demasiada coincidencia entre los "buitres" y las revelaciones iniciales de Lanata. Todo cierra.

El juego presidencial sería, así y todo, incomprensible, si no se lo coloca a la luz de otro acontecimiento de las dos últimas semanas: la foto de Sergio Massa y Gerardo Morales en Jujuy. El alboroto que ese retrato produjo en UNEN relevó a los peronistas de dar explicaciones. Así quedó disimulado el trauma más agudo que produjo la reunión: Massa, que sigue siendo el candidato presidencial con mejor imagen en todas las encuestas, se puso al servicio del desplazamiento de varios gobernadores peronistas. Para no dejar lugar a dudas, la jugada se inició en el feudo de Fellner, el presidente del PJ nacional.

Alianzas similares serán reproducidas con otros radicales: Julio Martínez en La Rioja, José Cano en Tucumán, Eduardo Costa en Santa Cruz. Así se termina de desbaratar la hipótesis en la que basaba su conducta buena parte del oficialismo: la presunción de que, amenazado por otra fuerza política, el peronismo se reuniría en un mismo proyecto de poder. Esta idea fue la que motivó, dos meses atrás, el encuentro entre Scioli y José Manuel de la Sota, un episodio que quizá también haya aconsejado a la Presidenta revalorar su vínculo con el gobernador de Buenos Aires. En Jujuy, Massa disipó cualquier ensoñación conciliadora. Días antes de fotografiarse con Morales, comunicó al riojano Luis Beder Herrera: "Los esperé hasta ahora. ¿No vinieron? Lo siento. Ya tiré la llave". Cuando, el domingo pasado, Eduardo "Wado" de Pedro pidió "el regreso de los que se fueron", porque "para conseguir veinte años de gobiernos progresistas hace falta la unidad del peronismo", ya era tarde. Los gobernantes del PJ están ahora amenazados por una doble Nelson: la estrategia recesiva de Kicillof se agrava por el separatismo de Massa.

La ansiedad intelectual lleva a calcular antes de tiempo las consecuencias que estas alianzas cobijan para los alineamientos presidenciales. Ese ejercicio impide detenerse en dos vectores cruciales que hoy rigen la política. El primero es el predominio de las dinámicas territoriales. Ni el Frente Renovador, ni Pro, ni la UCR o UNEN son hasta ahora autosuficientes de alcance nacional. La única organización de ese tipo, y ahí radica una de sus fortalezas, es el Frente para la Victoria, que se amalgama con recursos del Estado. En este marco aparecen urdimbres electorales cuyo sentido se agota en la escala provincial. Los grandes beneficiarios de esta federalización son los radicales, que todavía cuentan con una red de distribución a la que Massa y Mauricio Macri se conectan para disimular su falta de estructura en muchísimos distritos. Para diciembre de 2015, la UCR administrará alrededor de diez provincias a través de alianzas de distinta geometría. Ese fenómeno se irá advirtiendo en el transcurso de los meses.

El otro factor sin el cual es imposible prever el desenlace de la competencia presidencial es el calendario electoral. Al menos en seis provincias -Tierra del Fuego, Neuquén, Córdoba, Santa Fe, Chaco y Salta- los comicios locales se anticiparán a los nacionales. En algunas habrá primarias obligatorias. En otras, como Río Negro, esas internas se celebrarán antes que las nacionales, aunque los comicios generales sean simultáneos. Esta diversidad refuerza el componente territorial de la disputa.

Hay que tener también en cuenta que para agosto del año próximo están previstas las PASO nacionales. Recién entonces se sabrá de qué manera las alianzas provinciales se proyectan sobre las carreras de los candidatos a presidente. Habrá que estar más cerca de esa instancia para conocer cómo capitalizaron Massa o Macri las asociaciones que realizaron para las elecciones de gobernador. Esta incógnita es inseparable de otra: si UNEN, y sobre todo el radicalismo, ofrecerá, además de una liga de agrupaciones provinciales, una candidatura atractiva para la Presidencia.

Para resolver ese problema, que es central en la UCR, no basta con la logística del voto. Nadie puede descartar que si no logra construir una candidatura, un discurso y un programa, el radicalismo -o, en todo caso, UNEN- pase a ocupar un rol similar al que hace años desempeña el Partido del Movimiento Democrático Brasileño. En Brasil, el PMDB coloca al vice de casi todos los presidentes, integra sus gabinetes y controla varios estados como socio indispensable de coaliciones muy variadas. Por ejemplo: hoy, como principal aliado del PT, ese partido ocupa la vicepresidencia, cinco ministerios, seis gobernaciones, cuatro vicegobernaciones, 72 diputaciones y 20 senadurías federales. Sin embargo, en más de un tercio de los distritos brasileños sus dirigentes apoyan al opositor Aécio Neves (PSDB), contra Dilma Rousseff, a quien secunda el titular de la agrupación, Michel Temer.

En el año 2001 se derrumbó el sistema de partidos que había predominado, con variaciones mínimas, desde 1983. Una tendencia natural del intelecto lleva a pensar que ese aparato se reconstruirá sobre su viejo molde. La historia puede tener otras ideas. En estos días se registran decisiones cuyas derivaciones últimas no conocen ni siquiera aquellos que las toman. Es la consecuencia de una organización que se ha pulverizado: pocas veces hubo tanta incertidumbre.

La inversión de la mirada

La Nación

Por Mariano Grondona.

El Vaticano mira de otro modo a los gays, las lesbianas y las parejas de hecho. Así resulta del borrador del documento publicado en Roma por el sínodo de obispos bajo el título "Informe después de la discusión", sobre la condición de los homosexuales. La Iglesia, en dicho documento, llega a decir que esta condición tiene "aspectos positivos", lo cual contrasta con su condena invariable durante siglos.

El asunto ha dado margen a un arduo intercambio de opiniones entre los padres de la Iglesia, pero esta vez ha habido además dos novedades cruciales: en primer lugar, se ha descorrido el velo de una aparente unanimidad que ya nadie pretende; en segundo lugar, que no son los conservadores sino los reformistas quienes, esta vez, han prevalecido.

¿Se podría decir, entonces, que el tradicional dominio de los conservadores en la Iglesia se está diluyendo? ¿Que llegó el turno de los renovadores? ¿O es demasiado temprano para formular este tipo de conclusiones? Los observadores han asistido en todo caso a una discusión doctrinaria intensa y abierta, y ésta es una novedad que implica una diferencia en favor de una suerte de apertura, de sinceramiento, de transparencia, en el interior de una institución dos veces milenaria.

En verdad, las instituciones de larga permanencia atraviesan dos situaciones contrapuestas. Durante períodos afiebrados, que a veces hacen temer convulsiones insuperables, tiemblan y se retuercen. Al cabo de un tiempo, empero, renace la calma. Pero no por largo tiempo. La inquietud volverá, probablemente detrás de un nuevo rostro, con sus nuevas propuestas.

Ésta es la manera, en suma, en que nosotros los mortales salimos al encuentro de la inmortalidad. Amagamos, probamos, insistimos, nos rectificamos. Es nuestra manera de decir que todavía somos. Es nuestra manera de afirmarnos en nuestra inestabilidad, es la manera de estar ciertos en medio de la incertidumbre. Se podrá sospechar de este método por definición inseguro, vacilante. Tiene una compensación: es auténtico. Somos hasta ahí, hasta donde somos. Más allá es fantasía. O es soberbia.

En cualquier caso, el borrador del Vaticano abre un sendero insospechado, porque puede ser leído desde la otra punta. Es, de un lado, la confirmación de que no somos casi nada. Pero, al lado de nuestra casi nada, somos algo. ¿Qué es ese algo que somos, que pese a todo somos? ¿Hay una chispa divina en medio de nosotros?

Se ha quebrado una larga tradición en materia de documentos eclesiásticos. Antes del pronunciamiento que estamos comentando, las cosas se escribían en blanco o negro. El documento bajo nuestra lupa hoy sostiene, empero, que hasta la homosexualidad podría albergar ingredientes positivos. ¿En qué quedamos entonces? ¿Podría haber algo bueno en la homosexualidad? ¿Podría el bien convivir con el mal? No hay entre nosotros un bien que sea tan puro que no lo disipe una migaja de mal, ni un mal al que no lo redima una fulgurada de bien. Somos intermedios, somos vacilantes, somos finalmente, indeterminados.

Esta última afirmación podría dar lugar a una conclusión. ¿Es que no podemos optar por el bien o por el mal? ¿Es que estamos condenados a la ambivalencia? Venimos acostumbrados a los juicios morales categóricos. Hasta el pronunciamiento del Vaticano que estamos comentando, la homosexualidad estaba mal. Podíamos comprender al pecador, pero no podíamos absolverlo. ¿Están las cosas más claras hoy, que podemos absolver al pecador incluso sin comprenderlo?

Por siglos, en Occidente se consideró que ser gay estaba mal. Pero ahora el propio Vaticano viene a reconocer que algo bueno puede haber en los gays. ¿Nada es absoluto entonces, todo es relativo? En la antigüedad, había dos monstruos llamados Escila y Caribdis en cuyas garras caían los navegantes de modo tal que la desgracia les resultaba inexorable. Si se es gay, ahora, ¿se cumple este destino? ¿No hay salida?

Una manera de eludir este dilema sería reducir a la condena moral el íntimo recinto de las conciencia. Ser gay o no serlo sería en tal caso una opción de la libertad. Pero ¿quién podría en tal caso escapar del drama moral? El infractor ¿ante quién debería responder? Otra pregunta en todo caso se avecina. El vencedor ¿es el que tenía la razón? Todos pensamos que los griegos vencieron a los persas porque la historia cabalgaba con ellos.

También hubo, sin embargo, victorias injustas. Pero no diríamos por eso que la historia es ciega. Quizás la historia sea, al fin y al cabo, una combinación misteriosa de talento y destino.

¿Qué está haciendo la oposición?

El Cronista

Por Daniel Muchnik.

Los indicadores económicos y sociales muestran un país jibarizado con respecto al pasado (2004-2007, los años del ‘alivio’) y con dificultades crecientes. De todo tipo, internas y externas y en todos los campos de la actividad donde uno se proponga investigar. Si este diagnóstico se admite como valedero conviene preguntar ¿qué proponen los que pretenden suceder al kirchnerismo-cristinismo?

Una respuesta podría ser: hay que esperar hasta superar las internas (en realidad son pugnas, y otras veces ataques de narcisismos) y saber quienes son los candidatos, a quienes van a representar y si ya están preparando planes alternativos para escapar del brete en el que nos metieron. Pero esperar quizás conlleve algunos riesgos y es que la sociedad llegue a descreer totalmente de la política y de los políticos y vote anárquica, ciegamente en el 2015.

Si los políticos que se presentan como los adversarios de todos los perjuicios causados por el cristinismo no generan esperanzas de cambio y de mejoría estamos en el horno. Y si no es de mejoría, que digan las cosas por su nombre y sin vueltas. Abiertamente. Si alegan que decir la verdad quita votos significará que no valen como políticos y que le están causando daño inimaginable a la democracia.

Se escuchan críticas, necesarias por otro lado, pero convendría responder al gobierno que despliega acciones autoritarias cómo se debe dar vuelta la crisis de este casi final de 2014 o cómo se pueden solucionar las maldades más acuciantes. Por ejemplo: ¿Qué propuestas tienen para acabar con la inflación? La respuesta de "acabar con la desbordada emisión" no es suficiente. Ya han aparecido economistas de la oposición reconociendo públicamente que frenar el proceso inflacionario llevará entre dos y tres años. Estupenda sinceridad. Pero, concretamente, nadie dice o insinúa que herramientas utilizarán, que caminos eligirán para que la curación de la epidemia.

Es cierto que los problemas económicos pueden solucionarse en cierto período de tiempo pero el estado del país es enmarañado, de una complejidad preocupante. Y todo indica que se llegará a fines del 2015 con la lengua afuera. Por ejemplo faltan dólares para cubrir los requerimientos de la producción y hasta de los elementales productos vinculados a la sanidad. Faltan jeringas y agujas y guantes para los mínimos procedimientos médicos.

El gobierno descarta la entrada de ciertos productos por exagerado capricho de algunos pocos funcionarios. Los perjudicados tienen que ir a explicarle a los que deciden para qué sirven determinadas mercaderías imprescindibles. Como en los peores momentos de las últimas décadas. Los dólares no se inventan y mucho menos cuando en la caja quedan cada vez menos. El déficit de la balanza comercial no genera ingresos. Y después están las repercusiones porque los empresarios se cubren como pueden y hacen lo imposible por no entrar en mayores pérdidas.

Frente a estos hechos el gobierno no actúa, como si los problemas no estuvieran presentes. Porque pretenden creer en sus propias estadísticas. Y en sus propios diarios subvencionados que le están diciendo que todo marcha bien. Que los empresarios no saben ser empresarios. Y los productores del campo tampoco saben operar. Lo dramático es que en el oficialismo siguen creyendo que son los empresarios los que provocan la inflación y no sus personales decisiones. Entonces la Casa Rosada exige del Parlamento la Ley de Abastecimiento intervencionista para castigar a los ‘malos directivos’.
Por sobre todas las cosas están los dilemas sociales de los que la oposición tampoco habla. Todo se ha denigrado de manera acelerada. La inseguridad es grave y eso no se revierte ni con los fusiles de las fuerzas especializadas. Ya no se polemiza si determinados delitos son protegidos o no. Si hay garantismo o no. Si los jueces se equivocan o no. Cualquiera observa lo que pasa a diario y se siente como si estuviera en el Far West y sin ‘sherif‘ a mano. El narcotráfico, amparado por políticos y por algunas figuras de las mismas fuerzas de seguridad actúa como quiere y donde quiere. Con impunidad. Y con acusaciones muy graves del gobierno a la oposición y de la oposición a la Casa Rosada y a los Ministerios.Todo junto en medio de la corrupción.

¿Qué hacer con la carga de un sistema impositivo retrógrado? ¿Qué decisión adoptarán los futuros responsables del Estado con respecto a los subsidios? ¿Qué pasará cuando le quiten a unos para dárselos a otros? ¿Cómo revertir la pobreza que se lleva puesto el 27 por ciento del total de la población? ¿Podrá encontrar las varitas mágicas un sólo partido o una sola representación política? Gane quien gane ya tendría que poner las barbas en remojo, pronto, porque el tiempo pasa rápido en la Argentina.

 


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