IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
WEGTGN
SECCO ENCABEZADOALEPH ENERGY ENCABEZADO
PRELASTKNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SACDE ENCABEZADOINFA ENCABEZADO
RUCAPANELMETSO CABECERA
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
PIPE GROUP ENCABEZADGRUPO LEIVA
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
BANCO SC ENCABEZADOPWC ENCABEZADO ENER
WICHI TOLEDO ENCABEZADOJMB Ingenieria Ambiental - R
WIRING ENCABEZADOCRISTIAN COACH ENCABEZADOCINTER ENCABEZADO
EVENTO LITIO ENCABEZADOBANCO SJ ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
OMBU CONFECATSERVICIOS VIALES ENCABEZADO ENER
DEBATE
Oña: "Kicillof, el inflexible profesor No". Morales Solá: "El dilema radical". Van der Kooy: "Guerra fría de los K"
19/11/2014

Kicillof, el inflexible profesor No

Clarín

Por Alcadio Oña.

No hay por qué no creerle a Axel Kicillof cuando niega la caída de salario real, si el INDEC dice que desde enero la inflación acumula un 21,4% % y que los salarios privados en blanco han subido 27% promedio y 31% los de los empleados públicos.

Nadie tiene derecho, entonces, a reclamar un plus de fin de año. Tampoco tendrían de qué quejarse, si pudiesen, los trabajadores que están en negro: según el INDEC, sus sueldos crecieron 29%.

Para empezar, la inflación no es la que el organismo oficial cuenta, sino una bastante más parecida al 33,2% relevado por legistradores de la oposición en base a datos privados o al 41% anual que surge de las mismas fuentes. (Resulta imposible saber cuál es el índice anual del INDEC, porque lo oculta).

Al menos dos veces en el año, Kicillof rechazó la alternativa de subir el piso a partir del cual los salarios son alcanzados por el Impuesto a las Ganancias y en las dos venció a quienes, dentro del Gobierno, sostenían posiciones diferentes. El ministro de Economía considera regresivo que 15.000 pesos mensuales queden afuera de Ganancias.

Aun cuando el argumento de los 15.000 fuese atendible, incluso comparándolo con metros de países cercanos, el eje pasa por otro lado. Ocurre que una vez adentro, los mínimos verdaderos son $ 7.500 o $ 9.000 según los casos, y lo peor es que a partir de ahí las alícuotas suben por un ascensor. Los asalariados saben desde dónde parten, pero ignoran a qué tasa de la pirámide los llevará un aumento o si se lo comerá.

Llegado este punto, ya no hay interpretación progresista que valga. Y como el kirchnerismo siempre ha bloqueado cualquier proyecto para actualizar automáticamente los parámetros del impuesto, todo depende de la buena voluntad del poder central; encima, muy influido por ciertas ideas fijas del ministro.

Sería un contrasentido que Kicillof desconfiase del INDEC, porque depende de él y porque los números del organismo se acomodan a su manera de ver las cosas. Claro que además de salirle al cruce de los reclamos sindicales, podría preguntarse cómo es posible que si desde enero los ingresos reales promedio de 8 millones de trabajadores registrados, entre privados y estatales, han aumentado al mismo tiempo caiga el consumo.

Pasa, sencillamente, que la realidad muestra una película diferente. Hay un retroceso sistemático y generalizado de las ventas. No ya de autos, electrónicos o electrodomésticos y de bienes desplazados al rango de suntuarios sino en aquellos que pertenecen a la categoría de impostergables: M&S Consultores acaba de anotar para octubre una baja del 2% en la demanda de alimentos y otra del 7% en bebidas, que se agregan a las que venían de antes.

Quienes llevan años estudiando los cambios en el comportamiento de los consumidores advierten que la gente hace compras cada vez más reducidas y que, en ciertos casos, como las bebidas, hasta las segundas marcas ahora resultan difíciles de alcanzar. Todo de este mundo de bolsillos flacos e incertidumbres varias, también cuesta encontrar en las góndolas los cartelitos de los Precios Cuidados.

Sobre una banda de incrementos salariales que va del 28 al 32%, o sea, bastante parecidos a los de las paritarias, el Iaraf, un instituto dedicado a analizar cuentas públicas, calcula que el combo inflación-Ganancias provocará una pérdida de ingresos de entre 11 y 13%. Muchísima en apenas un año.

Jorge Capitanich se adelantó ayer a un planteo de los gremios del transporte, con el latiguillo de que un cambio en Ganancias “no forma parte del proceso de discusión”. Los dirigentes sindicales se fueron del Ministerio de Trabajo sin haber conseguido ni un plus salarial ni el anuncio de que el medio aguinaldo sería exceptuado de Ganancias. Y dejaron picando el lanzamiento de medidas de fuerza.

Es en principio notable que aflojar el torniquete fiscal sobre el trabajo ni siquiera forme parte del “proceso de discusión”, cuando la presión impositiva bate récords históricos y el gasto público, también récord de récords, crece al 47% anual, muy por encima de los salarios del INDEC y del mayor de los índices de precios privados.

Frente semejantes registros parece bien poco el costo que representaría subir el piso de Ganancias a 20.000 pesos: no más de 4.000 millones anuales, según estiman algunos especialistas. Y si la idea del Gobierno consiste en evitar recortes a los planes sociales, está claro que podría evitarlo sacando recursos de alguna de las tantas rutas por las que se filtra la plata grande del Gobierno.

Rechazar el plus de fin de año para los trabajadores del transporte también equivale a ahorrarse recursos públicos, porque el grueso de sus salarios depende en los hechos de fondos que saldrán del Estado.

Pero dentro del mismo espacio aparece una vara diferente: el Banco Nación, presidido por el camporista Juan Ignacio Forlón, les ofrece un bono de 4.500 pesos a sus empleados, justamente para compensar la caída del salario real que Kicillof niega. El Nación guía las negociaciones del resto de las entidades.

Por otros motivos, la magnitud del gasto público deja pedaleando en el aire un antiguo apotegma del ministro: que se trata de una pieza clave y contracíclica para movilizar la economía. El kirchnerismo la ha usado todo el tiempo y, si la cuestión es lo que hoy pasa, casi ni hace falta contrastar un gasto que vuela con una actividad sumergida en la recesión.

Para el caso, alcanza un par de estadísticas fuertes del INDEC: la producción industrial acumula catorce meses consecutivos en caída y de los últimos nueve, la construcción marcó bajas en seis. Descontada la inflación real, también arrojan datos negativos las ventas en súper e hipermercados y el monto de los préstamos a empresas y particulares.

Sólo hay miniplanes para atender el frío de la actividad, nunca un programa articulado. Y está por verse en cuánto pueden recortar la caída del PBI algunas mejoras tardías de las últimas semanas. Cuestión de magnitudes, retroceso de la economía habrá de todos modos en 2014 y remezones proyectados a 2015, también.

El dilema radical abona los sueños de permanencia del kirchnerismo

La Nación

Por Joaquín Morales Solá.

El kirchnerismo está instalando la certeza de que ganará en primera vuelta en las presidenciales del próximo año. Según el exótico sistema de ballottage argentino, único en el mundo, el oficialismo necesitará para alcanzar ese objetivo sacar más del 40 por ciento de los votos en la primera vuelta con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. También ganaría en primera vuelta si lograra en esa ronda electoral el 45 por ciento de los votos. Por debajo del 40 por ciento, deberá ir a una segunda vuelta con el segundo mejor votado sin importar la diferencia de votos entre uno y otro. No hay hoy ninguna encuesta que respalde la triunfal aseveración del kirchnerismo, pero ya se sabe que éste no necesita de la realidad para instalar una verdad propia.

Esas seguridades comenzaron a difundirse antes de la cumbre del radicalismo del lunes último. Daban por descontado, por lo tanto, que sucedería lo que más le conviene al oficialismo: la fragmentación de sus opositores. Los dirigentes radicales decidieron en esa reunión que no irán ni con Mauricio Macri ni con Sergio Massa, sino con sus propios candidatos predominando en UNEN. Ésa es la historia oficial. Los que saben leer los elípticos discursos radicales sacaron la conclusión de que la puerta cerrada fue la que conduce a Massa. "La de Macri quedó entreabierta, aunque sólo entreabierta", dijo un veterano de esos cónclaves radicales.

En rigor, varios discursos apuntaron que una alianza de los radicales con Pro podría significar el triunfo en las elecciones presidenciales y la conquista de siete u ocho provincias para gobernadores del radicalismo. Nadie contradijo esa aseveración. Sólo Gerardo Morales ofertó una alianza con Macri y con Massa juntos, que es lo que Massa viene proponiendo tanto a radicales como al propio Macri. Varios radicales descubrieron que esa fórmula es, al mismo tiempo, promovida por lo que ellos llaman el "establishment económico y financiero". La propuesta de Morales significaría, de concretarse, la disolución de UNEN. Ni Elisa Carrió ni muchos radicales cercanos a Macri tolerarían una alianza con Massa. El propio Macri la desestimó también ante los mensajeros de Massa.

El problema de los radicales es que las preferencias sociales se inclinan por tres candidatos (Daniel Scioli, Macri y Massa) y ninguno de ellos es radical. Eso asegura, con números más o menos iguales, la unanimidad de las encuestas. El tucumano José Cano fue el más duro y directo cuando se dirigió a la mesa donde estaban los presidenciables radicales: "Muchachos, ustedes no miden nada", les asestó. Cano ya hizo su acuerdo provincial con Massa. La intensa discordia radical dejó en evidencia también cierto vacío en la conducción nacional del partido. La próxima expectativa es la reunión de la convención nacional, pero eso sucederá entre febrero y marzo. Demasiado tiempo.

Tal vez aquella puerta entreabierta con Macri la vean los que se resisten a reconocer al radicalismo como una confederación de partidos provinciales. Una confederación que perdió en los hechos su condición de partido nacional. Es la conclusión que quedaría si se llevara a la práctica la receta del lunes: una fórmula presidencial del radicalismo, pero con las provincias liberadas a hacer sus propios acuerdos con otros candidatos presidenciales. Son por lo menos ingenuas las declaraciones que insisten en que esos acuerdos locales no afectarán el compromiso de los radicalismos provinciales con la propuesta nacional de ese partido. ¿Por qué, entonces, Massa apoyaría a Morales en Jujuy o a Cano en Tucumán? ¿Por qué Macri haría en Córdoba una alianza provincial si los radicales cordobeses votaran por un candidato presidencial que no sería él? La reciprocidad de los pactos políticos no está en discusión; es lo que existe desde que la política existe.

La falta de una política nacional de alianzas sería un gesto suicida del radicalismo. Massa ya acordó con los radicales tucumanos, jujeños y misioneros. Tal vez le agregue en las próximas semanas otros acuerdos con provincias del Norte. Macri tiene un acuerdo casi cerrado con los radicales de Córdoba y está trabajando en el mismo sentido en Santa Fe y Mendoza. Carrió se encamina hacia un acuerdo con Pro en la provincia de Buenos Aires. Irá con fórmula propia en la Capital (Martín Lousteau-Fernando Sánchez) para enfrentar a Pro, pero será una competencia acordada. Quieren polarizar entre ellos y no dejarle lugar al peronismo.

No sólo el radicalismo se desgaja; lo mismo le pasa a UNEN. Carrió anunció ayer su retiro de UNEN nacional. "No estoy dispuesta a presenciar el aniquilamiento de una idea exitosa, como fue UNEN", dijo. El presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, cree que sigue abierta la posibilidad de un acuerdo amplio que incluya a Pro, pero lo quiere, dice, tras un trámite ordenado. Otros radicales consideran imposible esa alianza: "El radicalismo se partiría", dicen. Lo mismo sucedería si acordaran con Massa, aclaran. ¿Dónde están los radicales antiacuerdistas si casi todas las dirigencias provinciales radicales están acordando con Macri o con Massa? Misterios del radicalismo.

CÁLCULO OFICIALISTA

La división opositora es una buena noticia para el Gobierno. Una fórmula de UNEN que orillara el 10 por ciento de los votos, que es lo que pronostican las encuestas actuales, les quitaría fuerza a los candidatos presidenciales opositores. El triunfo en primera vuelta, que predice el kirchnerismo, se explica de esa manera. Hay algo peor para los opositores: la primera vuelta de las elecciones integraría un futuro Congreso básicamente peronista, con un considerable bloque cristinista. El único proyecto electoral en serio de la Presidenta es ahora la integración de las listas de candidatos a diputados y senadores nacionales. Quiere militantes convencidos, ideologizados y, si es posible, fanatizados. "No queremos réplicas de Díaz Bancalari, que fue capaz de sucesivas lealtades con Menem, Duhalde, Néstor y Cristina. Queremos tropa propia", dicen los intérpretes presidenciales.

La oposición, sobre todo el radicalismo, está haciendo posible cualquier ilusión cristinista de conservación del poder. Nunca se sabrá si los largos éxitos del kirchnerismo fueron obra de sus méritos o de las desorientaciones de sus opositores.

La tregua radical y la guerra fría de los K

Clarín

Por Eduardo van der Kooy.

Dos de los vectores influyentes de la despojada política argentina trazaron en las últimas horas algunas líneas en el territorio electoral. Hubo para muchos gustos. En la oposición, la Unión Cívica Radical decidió colocarle un respirador artificial a la coalición del Frente Amplio y UNEN que la exhibe como principal protagonista. En el oficialismo, un vecindario bravo donde conviven kirchneristas y el PJ, la organización La Cámpora, que tiene a Máximo Kirchner como símbolo, pareció dejar en claro hasta qué punto pretende empedrar el camino de Daniel Scioli hacia su candidatura presidencial.

No existen casi dudas de que el radicalismo, en su asamblea del lunes, logró ganar tiempo. Un reseteo abrupto en la coalición, ahora mismo, hubiera tenido serias consecuencias políticas. Para esa floja amalgama y para el propio partido. Habría que reconocerle al senador Ernesto Sanz una dosis de sensibilidad al darse cuenta sobre el filo de lo que podía ocurrir. Un escalón más abajo se podría ubicar por el mismo motivo al jujeño Gerardo Morales. El también senador de la UCR tiene un acuerdo en su provincia con Sergio Massa para contar con su apoyo en la pelea por la gobernación. Ese trato se mantiene firme aunque esterilizó la idea de extender su proyecto para concederle al Frente Amplio y UNEN la posibilidad de una recuperación en el verano.

El freno de Sanz, más proclive a abrir el espacio al macrismo, en afinidad con Elisa Carrió, también sirvió para que su figura fuera preservada. Nadie se animó a cuestionarlo como conductor del partido. Tampoco nadie le endilgó, al menos en las deliberaciones públicas, su aproximación a Mauricio Macri. Sanz seguirá en la cima cuando en marzo la Convención Nacional defina los pasos a seguir.

El tiempo acostumbra a tener, en todos los órdenes, un valor inapreciable. ¿De qué hubiera servido un estallido inmediato de la coalición? ¿Quién hubiera estado en condiciones de conducir o sacar provecho de esa previsible diáspora? Seguro que los radicales, no. En esas condiciones, a lo mejor, hubiera funcionado con mayor naturalidad la capacidad de inhalación del macrismo o del massismo.

El tránsito de fin de año y del verano podría producir modificaciones en la escena general. La Argentina política acostumbra a mutar de manera imprevisible y con mucho vértigo. Antes de producir alguna metamorfosis traumática, el radicalismo optó por esperar la evolución de los acontecimientos. A saber: 1) Cómo llegará Cristina Fernández y su gestión a marzo, vinculada sobre todo a los problemas económicos y los escozores sociales. 2) Qué impacto podría tener un agravamiento del cuadro en el FPV y en la candidatura casi cantada de Scioli. 3) En ese caso, cómo continuaría la tendencia electoral de Macri y de Massa, que parecen compartir bolsones similares.

Esa observación, a un año de las elecciones, sonaría atinada. Aunque sería también una forma de eludir la introspección en el universo del Frente Amplio y UNEN. Los radicales conjeturan que su maniobra del lunes le permitirá conservar el peso interno que fue cuestionado por socialistas y por Pino Solanas desde que se entornaron las puertas con Macri y Massa. Es probable que eso suceda mientras perdure la tregua. Aunque subsistan varios un interrogantes: ¿qué sucederá en marzo si la realidad electoral de la alianza sigue siendo la de hoy?, ¿mantendrán los radicales la influencia para provocar algún golpe de timón? ¿Cómo absorbería Carrió, siempre una mecha de pólvora, este paréntesis?

Una de las claves estaría en la capacidad convicción que observe la coalición. Otra radicaría en la posibilidad de que sus presidenciables, el radical Julio Cobos y el socialista Hermes Binner, mejoren su puntuación actual de votos. Sobre el ex vicepresidente mendocino y ex gobernador de Santa Fe recaería parte de la suerte que corra el Frente Amplio y UNEN cuando pase el verano.

Si ese repunte no sucediera, sería dificultoso que la cohesión se mantenga ante la idea de sectores radicales –con Sanz y Morales al frente– de empujar a la coalición a una competencia más amplia. Morales confió que, casi, casi, todo debería ser revisado en esa alianza. En la asamblea de San Fernando quedaron además al desnudo resistencias rígidas. Algunas complicadas de explicar. Ricardo Alfonsín, por ejemplo, repitió sus reparos a cualquier acercamiento con Macri. La historia está fresca: el propio Alfonsín hizo en el 2011 en Buenos Aires un pacto con Francisco de Narváez. Entonces criticó a los dirigentes “que no se atreven a tomar medidas para no pagar costos”.

Los radicales y la coalición persiguen al fin, el mismo objetivo que Macri y Massa: ser los contendientes finales contra el kirchnerismo en un presunto balotaje. Está claro que en aquel segmento se descuenta hoy que el candidato del Gobierno accederá a la última partida. También que ese candidato sería Scioli. Aunque nadie atine a pronosticar en que estado político arribaría a la lucha el gobernador de Buenos Aires.

Ese interrogante inquietaría más a los opositores que al mismo Scioli. El mandatario no piensa en cómo sino, simplemente, en llegar. Aunque la Presidenta lo quiera cercar políticamente. “En el poder y con el lápiz rojo en la mano toda esa historia puede cambiar”, auguran los entusiastas del sciolismo.

Tal vez por esa razón, el gobernador ni se inmutó con los movimientos de La Cámpora en los cinco actos con que los precandidatos celebraron el día de la militancia. Fue claro que las fichas de la organización de Máximo, el hijo, se dirigieron sobre Florencio Randazzo. Al ministro del Interior y Transporte le montaron el escenario de Río Gallegos, donde fue acompañado por Eduardo De Pedro. El diputado camporista es uno de los jóvenes con más frecuente llegada a Cristina.

El ultrakirchnerismo, a través de esos gestos, intentaría equilibrar la balanza en la interna del FPV. Allí, por su popularidad de arrastre y la protección del pejotismo, prevalece claramente Scioli. El empuje camporista a Randazzo respondería a la necesidad de recortar, al menos, esa diferencia. Para que Scioli no disfrute, de ningún modo, de sensación de libertad.

Dirigentes de La Cámpora se habían mostrado semanas atrás con el gobernador. ¿Un cambio ahora repentino? Nada de eso. El juego promete ser así de zigzagueante. Una palmada y un palazo. Una especie de guerra fría pero jamás de guerra declarada. Tampoco esos dirigentes tienen otra manera de asustar al gobernador.

Sergio Uribarri, de Entre Ríos, bajó su pretensiones hasta la vicepresidencia, aunque se exhibió como presidenciable en el acto del militante que hizo en Capital. Estuvo acompañado por el Movimiento Unidos y Organizados, de la piquetera Milagro Sala. Pretendería ser visualizado como halcón. Agustín Rossi, el ministro de Defensa, le añadió al lanzamiento de su libro (“Un hombre de palabra”) un módico mitin en Temperley. Julián Domínguez, el titular de Diputados, anduvo por Baradero.

Scioli fue a Mendoza y se rodeó del pejotismo. Con un invitado llamativo: el ex canciller Jorge Taiana, promovido a candidato por el Movimiento Evita.
Tampoco nada cambiará en esa interna, como en la UCR, hasta pasado el verano.


Vuelva a HOME

;