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DEBATE
Cristina acusada de encubrir a Irán. Escriben: Santoro, Pagni, Wiñazki, Alconada Mon y Niebieskikwiat
15/01/2015

Pruebas pesadas contra Cristina, en medio de una "guerra" de espías

Clarín

Por Daniel Santoro.

Por lo menos desde el 17 de diciembre, Cristina sabía que Nisman estaba redactando en secreto su pedido de indagatoria. Por eso, descabezó preventivamente a la cúpula de la SIDE, incluyendo al jefe de Contrainteligencia y entonces asesor de Nisman, Antonio Stiuso. Y por esa misma razón, puso como segundo de la SIDE, al ex jefe de Gabinete de Alak, a Juan Martín Mena, el principal defensor jurídico del pacto con Irán que fue declarado inconstitucional por la Cámara Federal porteña. Algún espía le alertó a la Presidenta del escrito de Nismam. Pero la denuncia, basada en pruebas pesadas, no es producto de la “guerra judicial”. Es más, el fiscal no es querido entre sus pares. Aníbal Fernández, Secretario General de la Presidencia, dio una pista: “Esto es parte de la discusión dentro de la SIDE. Son manotazos de ahogado” y recordó que el año pasado Nisman fue a verlo “con Stiuso”. Pero de ahí a suponer que la acusación de Nisman es una venganza del espía echado es un reduccionismo, aunque su huella se lee entrelíneas en el dictamen. También, pensar que Nisman está solo o que eligió casualmente presentar su denuncia justo a una semana del atentado contra la revista Charlie Hebdo. La SIDE se quebró el 27 de enero del 2013 cuando Timerman firmó el pacto con Irán. Se dividió entre aquellos que defendían la acusación a Irán como autor ideológico del atentado contra la AMIA con Stiuso a la cabeza y aquellos que se alinearon con Cristina, quien siempre sostuvo la pista siria. En el dictamen se observa un esfuerzo para diferenciar la estrategia de Néstor respecto del atentado de la de Cristina. Nisman pone en boca de Rafael Bielsa, ex canciller de Néstor: “Cristina le dice a los familiares que los que negocian con Irán son empresas y no el Estado. Es un argumento pelotudo. La AMIA para Néstor era un tema sagrado”. Fue Néstor el que permitió que se le pidiera colaboración de inteligencia a la CIA y el Mossad, entre otros. Y de paso, Nisman le pega a Oscar Parrilli, actual señor 5 de la SIDE, al reproducir un diálogo en el que se le adelanta la firma el pacto con Irán a D’Elía y se le pide silencio de radio por diez días. El pacto, agrega, produjo una “severa perturbación” de la cooperación con los servicios de inteligencia occidentales y “terceros países han cesado” su envío de información, en una supuesta alusión a la CIA y el Mossad. Otra de las pruebas más pesadas de Nisman es el hecho que espías de la SIDE -cuyos nombres se mantienen en reserva- le dieron acceso a información reservada de la causa al “agente iraní” Jorge Khalil. Por ejemplo, Khalil, sabía que se iba a acusar falsamente a “unos fachos locales”, en lugar de los iraníes como autores intelectuales del ataque, e incluso le prometieron puestos de trabajo en Migraciones y favores de la AFIP. Otra prueba es que Rabbani, el ex agregado cultural iraní y principal acusado por la AMIA, fue el negociador principal del pacto y de los “acuerdos secretos” como la baja de las alertas rojas en Interpol contra los iraníes que debía conseguir Timerman. Y que Luis D´Elía negociaba con el ministro de Planificación, Julio De Vido, para, por ejemplo, mandar una delegación de YPF a Irán. Y hablaba por teléfono con Khalil desde la Rosada “por orden de la Jefa” o recibía instrucciones del Cuervo Larroque. D’Elía ya había sido investigado por el ex juez Juan José Galeano y el ex fiscal Eamon Mullen por sus contactos con la mezquita de Flores. Paradójicamente, Cristina que impulsó en 2004 la destitución de Galeano por encubrir la pista siria, cuando era senadora, ahora terminó acusada de encubrir la pista iraní.

Una bomba de efecto impredecible

La Nación

Por Carlos Pagni.

El atentado contra la AMIA, que no ha sido esclarecido 20 años después de haber sido perpetrado, volvió a convertirse ayer en el campo de una batalla judicial y política. La metáfora es desafortunada, pero inevitable: la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra varios encumbrados funcionarios y dirigentes del oficialismo, entre los que se encuentra Cristina Kirchner, por haber negociado con Irán la provisión de petróleo a cambio de la impunidad de los acusados por el ataque terrorista, es una bomba de profundidad. Sus efectos irán aflorando con los días. Tiene, por supuesto, una gravedad institucional extrema: ningún jefe de Estado en ejercicio fue acusado de ser cómplice de un atentado terrorista.

También afecta la fisonomía internacional del país. Es un nuevo eje para la campaña electoral. Y abre una hendija hacia el submundo del espionaje, donde distintas facciones del oficialismo tramitan un indescifrable ajuste de cuentas. Sin embargo, si se lo pudiera leer con los ojos de las víctimas, los de quienes fueron inmolados el 18 de julio de 1994, los de sus familiares, los de sus amigos, el escrito de Nisman es una demostración más, si faltaba alguna, de que la denegación de justicia ha transformado al de la AMIA en un crimen en cámara lenta que no termina de consumarse.

La presentación del fiscal Nisman es relevante no porque altere, sino porque verifica de manera escandalosa lo que ya se conocía. La suspensión de las investigaciones por la destrucción de la mutual judía había sido denunciada por el fallecido Pepe Eliaschev en marzo de 2011, cuando descubrió las negociaciones de Héctor Timerman con el régimen de Mahmoud Ahmadinejad. Esa primicia se confirmó con el pacto con Irán, que prevé que una Comisión de la Verdad integrada por los propios iraníes revisaría el expediente.

La novedad de Nisman es que denuncia como encubridores del atentado y pide que se indague a la Presidenta, al canciller, al diputado Andrés "Cuervo" Larroque, a personal de la Secretaría de Inteligencia (SI), a los dirigentes Luis D'Elía y Fernando Esteche y al iraní Jorge Yussuff Khalil. Además de esa frontera procesal, Nisman mueve otra, informativa: sobre la base de información de inteligencia, explica que la señora de Kirchner modificó las relaciones con Irán para obtener petróleo en medio de la crisis energética. Según Nisman, ella dio la orden de desviar las pesquisas judiciales para conseguir crudo a cambio de granos. La condición del régimen de Ahmadinejad para ese trueque, que Timerman habría aceptado, era que se cancelaran en Interpol los pedidos de captura de los imputados iraníes.

Si ese objetivo no se produjo, sostiene Nisman, fue por la resistencia de esa agencia internacional. Así se explicaría que Teherán no haya ratificado el entendimiento, como admitió Cristina Kirchner en septiembre de 2013 ante la ONU. Nisman ayuda a descubrir, con pruebas muy persuasivas, las intenciones del misterioso giro frente a Irán. Son las mismas que habían señalado la oposición y la prensa independiente cuando se conoció ese pacto.

Las acusaciones de Nisman alcanzan a numerosas figuras del poder. La Presidenta, quien habría montado una diplomacia paralela cuyos gerentes serían los demás imputados. D'Elía, por ejemplo, aparece en una conversación telefónica asegurándole al iraní Khalil que la Presidenta ya había autorizado la conciliación. Pero también quedan salpicados Oscar Parrilli, el nuevo secretario de Inteligencia, que habría informado a D'Elía del acuerdo con Teherán; Julio De Vido, que realizaría el intercambio comercial; Miguel Galuccio, que haría intervenir a YPF, una empresa de tiene como accionistas a fondos estadounidenses, en pacto, y hasta el general César Milani, ya que se planeaba vender armas.

La denuncia plantea varias incógnitas institucionales. Fue radicada en el juzgado de Ariel Lijo, quien ya procesó a Amado Boudou por la compra de Ciccone. Como Lijo está de vacaciones, lo subroga María Servini de Cubría, que en 2013 declaró la inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura. Sin embargo, el que abrirá la jugada es el fiscal Diego Iglesias, que quedó a cargo de la pesquisa. Es el funcionario con quien Alejandra Gils Carbó reemplazó a Guillermo Marijuan en la fiscalía de la seguridad social.

Un episodio acaso permita vislumbrar el destino de la denuncia de ayer: hace más de un año el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, fue puesto al tanto por personal de la SI sobre algunas pruebas decisivas contra los iraníes.

Nisman pone énfasis en que Cristina Kirchner utilizó a espías de la SI que se comunicaban con el diputado "Cuervo" Larroque y con el piquetero D'Elía para que, a su vez, ellos informaran sobre el plan de impunidad a los iraníes. ¿Relevará la Presidenta a esos espías del secreto profesional para que declaren en la causa? Si no lo hace, fortalecerá las sospechas. Si lo hace, se expondrá a que esos agentes aleguen que recibían órdenes de ella.

Las imputaciones de Nisman tienen una gran verosimilitud. Innumerables movimientos externos del Gobierno podrían encontrar en ellas una buena explicación. Además del cambio de postura frente a Irán, se aclararían otras piruetas. Por ejemplo, que la Argentina haya dejado de presidir el organismo especializado en terrorismo del Consejo de Seguridad de la ONU, como acaba de señalar el embajador Roberto García Moritán. O que se pusiera tanto empeño en incorporar a Sergio Berni al consejo de Interpol, sacrificando candidaturas más relevantes, como la de Susana Ruiz Cerruti a la Corte de La Haya. ¿Fue para que Berni tramite la derogación de las alertas rojas excluyendo a la Policía Federal? Misterios.

Hay otra conducta del kirchnerismo sobre la que Nisman estaría echando luz: la ambivalencia ante la masacre de Charlie Hebdo. Timerman se comportó con una indefinición digna de Daniel Scioli en sus vinculaciones con Clarín: firmó el libro de condolencias, pero ni siquiera contestó la invitación francesa a sumarse a las autoridades en la marcha de repudio; envió en su lugar a la embajadora en París, aunque participó de la manifestación como simple ciudadano.

El fiscal del caso AMIA tuvo un gran sentido de la oportunidad. O, como recomienda la licenciada Saintout, del contexto: la incriminación de encubrir un atentado iraní encuentra a Cristina Kirchner sumergida en una nube de ambigüedad en relación con el terrorismo islámico.

Parada sobre la denuncia de Nisman, la oposición reforzó sus viejas acusaciones. Hasta Sergio Massa y Elisa Carrió coincidieron. El Gobierno reaccionó como de costumbre. Scioli dijo que lo que se le atribuía a la Presidenta era "inconcebible", lo que no siempre significa "falso". Randazzo reprochó la neutralidad. El entrerriano Urribarri alertó contra un golpe. Y Aníbal Fernández propuso, como de costumbre, un argumento ad hominem. Dijo que la recriminación de Nisman era una venganza de Antonio "Jaime" Stiusso, el espía desplazado por Parrilli de la SI. Es muy probable que sea cierto. Pero eso no atenúa el rigor de los reproches. Sólo explicita una puja de poder. Fernández corrobora que la causa AMIA es, desde su origen, el campo de combate de los servicios de inteligencia, como quedó demostrado cuando se designó como segundo de Parrilli a Juan Martín Mena, un estudioso de ese caso.

Ahora falta una explicación de la Presidenta. De ella, que recurre a Twitter para justificar los negocios de Hotesur o presentar una mascota, debe esperarse una aclaración cuando se le imputa encubrir el mayor crimen de la historia.

El activismo de los espías, que otorga al expediente el aspecto de arenas movedizas, inspira interrogantes sobre la jugada del fiscal. ¿Por qué denunció recién ayer episodios que fueron detectados hace tiempo? ¿Se podría haber evitado lo que ahora se ventila si se hubieran expuesto estas novedades mucho antes? ¿O hubo que esperar, como quiere Fernández, la jubilación de Stiusso? ¿O que Gils Carbó estuviera a punto de remover a Nisman?

También cabe preguntar si Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, las anteriores autoridades de la SI, informaron a la Presidenta lo que estaba sucediendo, aun cuando ella estuviera involucrada. Sobre todo si, como sostiene Nisman, esa secretaría estaba infiltrada por los iraníes. El fiscal denunció a su ex colega Héctor Yrimia por haber colaborado en armar una pista falsa. Y arguye que Yrimia, que otrora tuvo a su cargo la investigación, puede hacer coincidir el nuevo relato con la prueba que consta en el expediente. Si fuera así, ¿Yrimia estaba elaborando una patraña o logró demostrar una pista alternativa?

La denuncia de Nisman es un homenaje póstumo a Eliaschev. Un homenaje paradójico porque, cuando el mismo fiscal le tomó declaración, dejó trascender que el periodista no logró justificar el acuerdo con Irán que había publicado.

Desde la oficina de Nisman organizaron la información con un criterio político. Se explicó, por ejemplo, que para iniciar negociaciones con Teherán la Presidenta debió esperar a que muriera su marido, que representaba un escollo para esa marcha atrás. Esa explicación, montada en la premisa albertofernandiana "esto con Néstor no pasaba", parece elaborada a la medida del massismo. Pero tiene deficiencias. La posición oficial frente al caso AMIA fue, en todas sus versiones, competencia de la esposa en la división matrimonial del trabajo. Y D'Elía hablaba con el principal imputado de la masacre, Moshe Rabbani, como consigna Nisman, en vida del ex presidente. No lo hacía en secreto. Lo entrevistaba por una radio financiada por el Gobierno.

Estos detalles permiten sospechar que la aguja de la verdad sobre el tristísimo atentado contra la AMIA está perdida en un pajar de manipulaciones. La prueba más contundente es que Cristina Kirchner es el segundo presidente acusado por encubrir ese ataque. El primero fue Menem. A ella se la acusa de querer salvar a los iraníes. A Menem, de querer involucrarlos. Ambos casos fueron promovidos por el mismo fiscal, Nisman; ante el mismo juez, Lijo, y con el soporte del mismo equipo de espionaje.

Dos años de escuchas al Gobierno

Clarín

Por Nicolás Wiñazki.

La denuncia completa sobre el caso AMIA que realizó Alberto Nisman no se difundió ayer de modo oficial. El escrito contiene partes que fueron clasificadas como "secretas".

Hay documentación que quema. La investigación del fiscal duró dos años e incluyó el seguimiento de espías de la Secretaría de Inteligencia (SI) comprometidos con esta trama; y también la grabación de las comunicaciones telefónicas de los principales acusados de haber realizado un "plan criminal" para despegar a Irán del atentado cometido en Buenos Aires el 18 de julio de 1994.

Clarín confirmó está información gracias a fuentes judiciales.

El nombre de los agentes de la SI acusados por Nisman está bajo resguardo de la Justicia porque así lo determina la ley.

Lo mismo pasa con sus conversaciones grabadas; y con el seguimiento de sus movimientos vinculados al caso AMIA, realizados por colegas suyos que debieron investigarlos por pedido judicial.

El resumen de la denuncia de Nisman que se conoció ayer a través de los medios incluye, por ejemplo, varios párrafos de textuales de conversaciones telefónicas del ex piquetero Luis D'Elía, al que el fiscal identificó como privilegiado interlocutor entre el Gobierno K y el régimen iraní.

Fuentes de la Justicia dijeron a este diario que el fiscal escribió lo que escribió porque tenía el respaldo documental para hacerlo: los audios de las escuchas de las conversaciones de D'Elía son solo algunas de las pruebas que recolectó Nisman. Ese material aún no trascendió.

Lo mismo pasa con las intervenciones del teléfonos de otros de los involucrados de esta historia, como el líder de Quebracho, Fernando Esteche. Y sobre todo un personaje que pasará a tener un protagonismo central en el caso: es Jorge "Yussuf" Khalil, identificado por la Justicia como un agente "orgánico" de la República de Irán, que actuó en el país con mayor influencia política que el agregado comercial de ese país.

Los movimientos y las charlas telefónicas de "Yussuf" -es muy probable que ese no sea su nombre real- fueron registrados por espías argentinos que trabajaron para la causa AMIA.

El accionar de la SI en esta investigación es similar al juego de varias partidas de ajedrez en simultáneo. Según la hipótesis judicial, hay espías que trabajaron para encubrir el atentado a la AMIA; otros lo habrían hecho para concretar el pacto entre los Estado K e Irán; y otro grupo de agentes trabajó para seguir y escuchar a sus colegas y a los iraníes bajo sospecha.

El Gobierno, entonces, fue investigado por el propio Gobierno.

Ayer, el primer funcionario nacional que habló públicamente sobre esta cuestión fue el secretario General de la Presidencia, Aníbal Fernández: vinculó a la investigación de Nisman con una interna de la SI.

Según fuentes de Inteligencia y de la Justicia, uno de los agentes que más trabajó en la hipótesis de que el Regimén Islámico de Irán era responsable del atentado a la AMIA fue el ex Director General de Operaciones de la SI, conocido como Jaime Stiuso: fue despedido de su cargo por decisión de la presidenta Cristina Kirchner.

Ex funcionarios de ese organismo aseguraron que el Gobierno perdió el control de los espías cuando se hicieron públicas las primeras negociaciones entre el canciller Héctor Timerman y el régimen iraní que conducía Mahmud Ahmadineyad, un negador del Holocausto. Quien primero informó sobre esa cuestión fue José "Pepe" Eliaschev en el diario Perfil. En su momento, Timerman reaccionó ante esa investigación acusando a su autor de ser un "pseudoperiodista".

Nisman golpeó con su denuncia no solo a la Presidenta, a la que le pidió al declaración indagatoria. También rozó a su hijo, Máximo. Uno de los investigados por el fiscal es uno de los mejores amigos del heredero K, el diputado Andrés "El Cuervo" Larroque.

Escuchas que contradicen la versión oficial: "La reunión se hizo a pedido de Cristina"

La Nación

Por Hugo Alconada Mon.

En público y ante la prensa, el canciller Héctor Timerman anunció que la reunión con su par iraní del 28 de septiembre de 2013, en Nueva York, se celebraría a pedido del régimen de Teherán. Esa fue la versión oficial. Pero ayer el fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, expuso la otra versión, que durante esos mismos días corrió por los canales "paralelos" que iban de Buenos Aires hasta el corazón mismo del poder en Teherán: "La reunión se [hizo] de apuro a pedido de Cristina".

Ese es apenas un ejemplo -entre muchos otros- de "la mendacidad y el doble discurso" que según el fiscal "han sido la regla" en las negociaciones que la Argentina mantuvo con Irán desde que la Casa Rosada viró su posición sobre el atentado contra la AMIA. Ese giro, según Nisman, comenzó a fines de octubre de 2010, sólo horas o días después de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.

Así, para el fiscal, las negociaciones que el Gobierno mantuvo con el régimen iraní corrieron por dos carriles simultáneos, el público y el secreto, según surge de escuchas telefónicas que recolectó Nisman. Estos dos carriles muchas veces resultaron contradictorios.

"Era tan terrible lo que se pretendía esconder -el encubrimiento de terroristas prófugos- que se recurrió a cualquier medio para lograr ese objetivo", abundó el fiscal. "No se reparó en mentir y/o engañar públicamente al Parlamento, a los damnificados, a las instituciones judías, a los familiares y a la ciudadanía toda, si ello podía contribuir a mantener oculto el plan encubridor. Tanto es así que, mientras transcurrían las negociaciones diplomáticas públicas, el plan de impunidad avanzó solapadamente a través de canales paralelos de comunicación y negociación con Irán."

EL PAPEL DE D'ELÍA

El 27 de septiembre de 2013, por ejemplo, un día antes de la reunión en Nueva York, el líder piquetero Luis D'Elía sirvió de canal de comunicación junto al operador iraní en Buenos Aires, Jorge Khalil, para llegar a Teherán. En particular, a Mohsen Rabbani, uno de los principales acusados por el atentado en Buenos Aires, que permanece en Irán.

"Tengo un mensaje urgente del gobierno argentino, para pasar allá urgente [a Teherán], antes de mañana? Estoy en la Casa de Gobierno ahora? No hay asunto más importante que éste, creémelo. Necesito que hables con el sheik de allá [por Rabbani]. Mirá que es muy grosso lo que tengo, ¿eh?".

¿Cuál era ese mensaje? Según expuso Nisman ayer en su dictamen, que la Casa Rosada necesitaba "ciertos pronunciamientos públicos por parte de Teherán, aunque fueran falsos, porque serían funcionales al plan de impunidad". Por eso, tras escuchar a D'Elía, Khalik avisó a Teherán que la Presidenta "necesita que el gobierno iraní junto con el gobierno argentino mañana anuncie la conformación de la Comisión de la Verdad. Y también que se defina el día, en el mes de enero, en que el juez argentino pueda viajar a Teherán".

Así, mientras Timerman afirmó luego ante la prensa que el Gobierno había "recibido una llamada de la República Islámica de Irán solicitando tener una reunión", los mensajeros iraníes reservados indicaron lo contrario: "La reunión se hace de apuro, a pedido de Cristina".

A lo largo del dictamen de 300 fojas de Nisman, sin embargo, la Presidenta no aparece con voz propia en ningún mensaje reservado. Sí, en cambio, en numerosas alusiones de D'Elía y Khalil, como también de otros dos interlocutores oficiosos: el diputado nacional y líder de La Cámpora, Andrés Larroque, o el líder de Quebracho, Fernando Esteche.

En uno de sus mensajes interceptados, por ejemplo, Khalil le informó a Teherán sobre un encuentro en La Matanza en el que discutieron posibles intercambios comerciales. "Fui a hablar con D'Elía y le dije todas las propuestas y de la Cancillería, también, lo que me había propuesto. Y él lo elevó al «Cuervo» Larroque, el de La Cámpora, el jefe de La Cámpora. Y ya iban a hablar con Cristina."

Con Esteche, en cambio, el emisario iraní habló sobre cómo reencaminar la causa AMIA. Según el líder de Quebracho, debían avanzar sobre un "nuevo enemigo", y como "no van a poder decir que fueron los israelíes", porque no sería creíble, entonces debían armar una hipótesis falsa pero verosímil. Hasta el punto de trazar "una conexión de fachos locales".

Así, mientras por un lado los iraníes buscaban que Interpol levantara las circulares rojas contra sus ciudadanos con pedido de captura internacional como presuntos responsables por el atentado, los argentinos buscaban petróleo.

En esa línea, Nisman detalla una reunión entre el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y D'Elía, quien luego le informa a Khalil: "Ellos están dispuestos a mandar a la gente de YPF con nosotros a hacer negocios allá [por Irán]. Está muy interesado en cambiar lo de aquéllos [por el petróleo] por granos y carne". Y remató: "La reunión fue porque lo pidió la jefa, ¿eh? Estamos al más alto nivel".

Para eso, aunque en público el kirchnerismo negaba que se acercara a Irán por razones comerciales -e indicara que sólo buscaba impulsar la investigación sobre la AMIA-, en privado planteaban lo contrario. Así, Khalil comunicó a Irán la necesidad de la Presidenta, según Nisman, a través de De Vido: "Acá hay luz verde para hacer las operaciones y mandar a la gente, el tema es que quieren que se apure el memorándum. De Vido entiende que para dar un paso en esto, o sea oficial, de Estado a Estado, tiene que haber firma del memorándum, porque, si no, siguen los privados, nada más? como están laburando. O sea que se firme primero el memorándum para empezar a hacerlo de Estado a Estado", remarcó.

FUERTE REVÉS

Visto desde la perspectiva iraní, el planteo argentino era muy distinto del anunciado en los discursos públicos de los funcionarios argentinos. Por eso, el canciller Alí Salehi resumió así el mensaje de Timerman tras su primer encuentro en Alepo, Siria, en enero de 2011: "La Argentina ya no está más interesada en resolver aquellos dos atentados; en cambio, prefiere mejorar sus relaciones comerciales con Irán".

Las negociaciones secretas registraron un fuerte revés, sin embargo, cuando Interpol rechazó levantar las circulares rojas. Para Irán fue un duro contratiempo, en especial porque según Nisman rompía con el supuesto acuerdo secreto que habría sellado Timerman, quien siempre negó que exista.

Khalil se encargó de transmitir la reacción de Teherán a sus interlocutores argentinos. "Hay un poquito de desazón de allá", les comentó. "Me parece que el ruso éste de mierda [por Timerman] se mandó alguna? Estaba firmado algo, donde estaba el tema de las cautelares", añadió en alusión a las circulares de Interpol. "Timerman no cumplió con algunas cosas. Esto es así de claro -insistió-. No cumplió con algunas cosas."

CONTACTOS SECRETOS ESCUCHAS

Canciller iraní, Alí Alehi: "La Argentina ya no está más interesada en resolver aquellos dos atentados; pero en cambio prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán"

Luis D'Elía, sobre la Presidenta: "Necesita que el gobierno iraní junto con el Gobierno argentino mañana anuncie la conformación de la Comisión de la Verdad...."

D'Elía, tras reunirse con el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido: "Ellos están dispuestos a mandar a la gente de YPF con nosotros a hacer negocios allá"

Emisario iraní, Jorge Khalil: "Desazón. Estaba firmado algo, donde estaba el tema de las cautelares. Timerman no cumplió con algunas cosas. Esto es así de claro"

CONTEXTO

En enero de 2011, y por orden de la Presidenta, el canciller Héctor Timerman se reunió en secreto con su par iraní en Siria, y cuando la prensa reveló el encuentro, lo negó

Al día siguiente, 28 de septiembre de 2013, Timerman se reuniría con su par iraní; según el canciller argentino, porque Teherán así lo había solicitado

Al anunciar y defender el memorando con Irán, el Gobierno siempre insistió en que sólo buscaba impulsar la "causa AMIA" y negó cualquier interés comercial

Según la versión oficial, el memorando era el único documento que el Gobierno negoció con Irán; por lo que el oficialismo negó que hubiera anexos secretos

El pacto con Irán fue un giro con costos

Clarín

Por Natasha Niebieskikwiat.

El 26 de marzo de 2011 un artículo del diario Perfil del fallecido periodista José Eliaschev provocó con su título y contenido otro de los grandes enojos del gobierno: "Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados", aseguraba, lo que luego fue confirmado en parte por funcionarios iraníes y nunca por el Gobierno argentino. Tras más de dos años de negociaciones, confesaron funcionarios persas, el gobierno de Cristina Kirchner y el ya extinguido de Mahmud Ahmadinejad rubricaron su memorandum de entendimiento (MOU) en Etiopía. Fue el 27 de enero de 2013. Cristina se encontraba en una cumbre de América Latina y Europa, en Chile. La presidenta decidió anunciarlo por Twitter, con alegría y como uno de sus grandes logros.Presidenta y canciller defendieron el pacto a capa y espada por considerarlo una puerta para "hacer justicia" tras 19 de años entonces de injusticia. Ese día la Argentina daba otro de sus giros habituales de 180 grados en política exterior que bastante daño le han hecho afuera como adentro. En primer lugar, sus protagonistas lo rechazaron.Desde el mundo diplomático, numerosos extranjeros preguntaban a diestra y siniestra qué quiso hacer Cristina con el saliente Ahmadinejad, lo que le ha traído más problemas que réditos. Cristina negoció este memorandum con un presidente impopular a nivel internacional, con un fuerte enfrentamiento con Occidente. Un populista que se pavoneaba negando el Holocausto. Voces accesibles del Gobierno han sostenido siempre a este diario que antes que una alianza con Irán del tipo que tienen Venezuela, Bolivia y otros países de la llamada Alternativa Bolivariana para America Latina (ALBA), Cristina quería una postura "internacionalmente diferenciada" al enfrentamiento de las potencias con Irán, como la que buscó el Brasil de Lula da Silvia, y que también fracasó. Pero ni Argentina tiene el juego internacional de Brasil, ni Brasil tuvo su AMIA.Siendo senadora, la propia Cristina se manifestó más inclinada a seguir la pista siria antes que la iraní, la que sí abrazó su marido Néstor Kirchner. El Departamento de Estado ha llegado a destacar un giro argentino en sus tradicionales aliados con su diálogo con Irán. Y se manifestó excéptico sobre el éxito del pacto. Estados Unidos dio su propio giro en la política exterior hacia Irán, la que Cristina siempre quiso equipar -con reproches públicos incluidos en Naciones Unidas. Nada menos comparable. Después, Teherán cambió el "malo" Ahmadinejad por el "bueno" Mohamed Rohani. Pero es el "bueno" es quien no ha mostrado mucho compromiso con su colega argentina para avanzar con el trastabillado MOU.


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