Por Armando Torres
El canciller que hoy amonestó a los gobiernos de los Estados Unidos e Israel acusándolos de interferir en asuntos internos de la Argentina, es el mismo que con un alicate violó y se incautó de material propiedad del Gobierno de Estados Unidos que llegaba a la Argentina para ser utilizado en maniobras oficiales conjuntas entre fuerzas de la Argentina y norteamericanas. No es el canciller Héctor Timerman, por cierto, una persona tomada muy en serio en el concierto internacional.
No dejó claro Timerman cuáles son las interferencias en los asuntos internos que están haciendo los diplomáticos de esos países destinados en la Argentina. ¿Será que los embajadores o personal diplomático superior tengan previsto participar en la marcha de mañana en homenaje a la memoria del fiscal Nisman? ¿El gobierno argentino está saliendo al cruce de eso? Se sabe, eso sí, que ambos países ofrecieron ayuda de inteligencia para el esclarecimiento del caso de la muerte violenta del fiscal. ¿Habrá sido eso considerado una injerencia?
Pero la sobreactuación de hoy de Timerman quedará en la historia no por el hecho de haber advertido a los Estados Unidos e Israel, ni de haberles solicitado que incluyan la causa AMIA en sus negociaciones con Irán, sino por la absurda imputación a la Justicia argentina de no haber completado el proceso de investigación y condena de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA. En cartas dirigidas a los cancilleres de esos dos países, Timerman denunció que por defección de la Justicia argentina ninguno de esos atentados pudo ser esclarecido.
No tiene lógica diplomática esa acción: si el gobierno de Cristina Kirchner pretende que esos dos países no intervengan en los asuntos internos de la Argentina, ¿para qué el Ejecutivo argentino se dirige a los cancilleres de los Estados Unidos y de Israel comentándoles de una situación interna: la morosidad del Poder Judicial de la nación en los dos atentados terroristas?
Está claro que la Justicia tiene su parte de responsabilidad en la lentitud del trámite de ambas causas, pero es más evidente que las demoras tienen que ver no sólo con la actuación de la Justicia, sino también del Ejecutivo, desde Menem a la fecha, y del propio Poder Legislativo, que en el caso de la AMIA ratificó el Memorandum de Entendimiento con Irán, otorgándole al país de los acusados un virtual papel definitivo apuntado a exculpar a los inculpados.
Después de haber fracasado en su delirante intento de someter al Poder Judicial, la presidenta se encuentra ahora en una campaña, al parecer infructuosa, de hostilizarlo, principalmente mediante el recurso de la Procuradora General, Alejandra Gils Carbó, y del canciller, ambos funcionarios que, como otros burócratas kirchneristas, están listos para cualquier servicio, inclusive con alicates. El propósito central de las comunicaciones de hoy a Estados Unidos e Israel, se enmarca en esa campaña: fue asestarle un nuevo golpe a la Justicia, disfrazado de admonición a dos gobiernos.
