IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
WEGTGN
SECCO ENCABEZADOALEPH ENERGY ENCABEZADO
PRELASTKNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SACDE ENCABEZADOINFA ENCABEZADO
RUCAPANELMETSO CABECERA
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
PIPE GROUP ENCABEZADGRUPO LEIVA
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
BANCO SC ENCABEZADOPWC ENCABEZADO ENER
WICHI TOLEDO ENCABEZADOJMB Ingenieria Ambiental - R
WIRING ENCABEZADOCRISTIAN COACH ENCABEZADOCINTER ENCABEZADO
EVENTO LITIO ENCABEZADOBANCO SJ ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
OMBU CONFECATSERVICIOS VIALES ENCABEZADO ENER
DEBATE
Morales Solá: "Tiempos de la Justicia que resultan funcionales al poder". Tenembaum: "Scioli, Pagni y la teoría del perrito faldero"
15/04/2015

Tiempos de la Justicia que resultan funcionales al poder

La Nación

Por Joaquín Morales Solá.

Una buena noticia podría resultar mala en los laberintos de los tribunales. Ayer, la Cámara Federal aceptó por unanimidad la apelación del fiscal Germán Moldes ante la Cámara de Casación para darle vida a la denuncia que hizo Alberto Nisman cuatro días antes de morir. Los jueces de la Sala I de la Cámara Federal (Jorge Ballesteros, Eduardo Farah y Eduardo Freiler) demoraron inexplicablemente su decisión y la causa podría caer en manos del fiscal de Casación Javier de Luca, un militante de Justicia Legítima que entrará de turno mañana. Moldes anunció que hoy hará una presentación desesperada, a primera hora de la mañana, para que durante la jornada el expediente sea elevado a Casación. Hoy estará todavía de turno el fiscal Ricardo Wechsler, un funcionario considerado independiente.

Esa Sala de la Cámara Federal, con antecedentes de cercanías al oficialismo, trató hace una semana la recusación de Moldes, a quien confirmó. Es usual que los tribunales consideren las recusaciones y, cuando las rechazan, no demoren más de un día en resolver sobre si aceptan o no las apelaciones. Un días después, el jueves pasado, el juez Freiler se manifestó sorpresivamente indispuesto por problemas en el estómago. Se fue y no volvió hasta ayer, ya muy cerca de la fecha en que entrará a jugar el fiscal De Luca. Aun así, no se explica por qué los otros dos jueces no resolvieron la apelación si terminaron tomando una decisión por unanimidad. En un tribunal de tres jueces, con dos es suficiente cuando ellos están de acuerdo.

El fiscal De Luca trató de "gánster" a Moldes y criticó duramente la marcha del 18 de febrero. Si la denuncia de Nisman terminara en sus manos, como es probable, puede anticiparse de antemano que la rechazará. La denuncia de Nisman moriría en ese instante. No podría acceder a la Cámara de Casación sin el acuerdo del fiscal. A pesar de las apariencias, hubiera sido mejor que la Cámara Federal rechazara la apelación de Moldes para que éste pudiera recurrir en queja, en el acto, a la Cámara de Casación. Todavía hubiera estado de turno el fiscal Wechsler. Pero resultó que la buena noticia es mala por el manejo de los tiempos que hizo, tal vez premeditadamente, la Cámara Federal. Fue una operación perfecta en la que los jueces entretejieron el almanaque con la aceptación de las presiones oficiales.

Con la denuncia contra la Presidenta a punto de morir, no puede negarse que toda la saga del caso Nisman está en franca decadencia. El Gobierno ha logrado, por izquierda o por derecha, que se hable más de la vida privada del fiscal muerto que de su denuncia por encubrimiento de terroristas contra las más altas autoridades de la Nación. Una foto de Nisman rodeado de mujeres y la información de una cuenta en el exterior eclipsaron las escuchas telefónicas que mostraban en el centro del poder a un submundo habitado por marginales, que cultivan una violencia filonazi. La propia muerte del fiscal entró (gracias, en parte, a las permanentes trifulcas entre la fiscal Viviana Fein y la ex mujer de Nisman, la jueza Arroyo Salgado) en un cono de sombras del que difícilmente volverá a salir. El caso Nisman en cualquiera de sus variantes, que escandalizó el verano de miles de argentinos, se apaga sin remedio.

Otro caso que podría darle una buena noticia al Gobierno es la situación del juez Claudio Bonadio, recusado por la familia Kirchner como magistrado a cargo de la investigación por presunto lavado de dinero en los hoteles de los Kirchner. El comúnmente llamado "caso Hotesur", que es el nombre de la empresa familiar que administra los hoteles. Bonadio fue recusado por la sobrina de la Presidenta, Romina Mercado, hija de Alicia Kirchner y presidenta de la empresa. La Cámara Federal rechazó la recusación del juez, pero los Kirchner apelaron ante la Cámara de Casación, donde la fiscal Gabriela Baigún, también de Justicia Legítima, apoyó la posición de la familia presidencial y pidió que se apartara a Bonadio. Un espectáculo grotesco están dando muchos fiscales, que están donde están para investigar, pero son ellos los que militan para desviar las investigaciones o para, directamente, no investigar.

El juez Bonadio es uno de los magistrados más temidos por el cristinismo. Considerado inmanejable por el poder político, el Gobierno ha gastado tiempo y energía en apartarlo del caso. Primero, recurrió al Consejo de la Magistratura, donde no pudo avanzar, y ahora trata de desplazarlo en las instancias superiores. La situación de Bonadio en la Cámara de Casación está en manos de tres jueces: Luis María Cabral, Ana Figueroa y Gustavo Hornos. Se sabe que Cabral no acepta apartar al juez, que Figueroa sí está de acuerdo con su desplazamiento y la incógnita se encierra en Hornos, que no anticipó su voto. "La situación está un 55 por ciento a favor de Bonadio y un 45 por ciento en contra", dijeron fuentes de Casación. La paridad de las posibilidades es enorme. La moneda está en el aire. La decisión sobre el futuro de Bonadio en esta causa se resolvería el jueves o el viernes.

El propio secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, habría conversado personalmente con algunos de esos jueces. En los tribunales, no pudieron precisar si habló con Figueroa o con Hornos, pero descartaron que lo haya hecho con Cabral, cuya posición ya se conoce. La causa sobre lavado de dinero es la más grave que tiene la Presidenta en la Justicia, porque refiere a su responsabilidad personal en un delito presunto. La denuncia de Nisman, aun si prosperara, quedaría siempre encerrada en el debate sobre si el tratado con Irán fue una decisión política o un delito. El lavado de dinero no es una decisión política.

JUSTICIA FLEXIBLE

Con jueces y fiscales tan flexibles, ¿por qué la Presidenta no intentaría un copamiento de la Corte Suprema de Justicia, que es donde, en la mayoría de las veces, no escuchan sus pedidos? El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dijo que el proyecto de ampliación de la Corte a nueve miembros (ahora son cinco, aunque sólo hay cuatro) no estaba a estudio prima facie. ¿Qué quiere decir prima facie? A primera vista o en principio. Todo muy relativo. Fue una aclaración demasiado tibia para una noticia tan importante, que provocó varias declaraciones oficiales del propio presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti. De paso, Fernández aprovechó para ofender de manera grosera e irrespetuosa al juez de la Corte Carlos Fayt, sólo porque es un hombre de 97 años. La bronca del Gobierno con la Corte existe, prima facie.

Hay un aspecto de la información que Aníbal Fernández esquivó. El plan del Gobierno no prevé, en efecto, que sea la Presidenta la que firme ese proyecto de ampliación de la Corte, porque fue ella la que redujo el número de miembros del tribunal. El proyecto sería presentado por senadores o diputados oficialistas (preferentemente senadores) para evitarle a Cristina Kirchner la odiosa comparación con Menem, que también elevó el número de miembros de la Corte de cinco a nueve. La ampliación de la Corte conlleva siempre el propósito de cambiar la mayoría preexistente en el más alto tribunal del país. Es decir, de ponerlo mediante una mayoría automática al servicio de los intereses personales de los que gobiernan..

Scioli, Pagni y la teoría del perrito faldero

El Cronista

Por ERNESTO TENEMBAUM.

Para ser casi un octogenario, el hombre se mantiene bien. Lleva con cierta dignidad –y no es algo que sea sencillo, como se sabe– el dolor de ya no ser. El miércoles pasado, en un café de la avenida Callao me señaló la nota que Carlos Pagni había publicado en la tapa de La Nación y que se titulaba: "Scioli: el Cámpora de Cristina". Es un enfoque equivocado, dijo. Revolvió el café –cargado, doble– y opinó:

–¿Usted conoce la teoría del perrito faldero?

–No. Pero puedo imaginar de que trata.

–No es la misma cosa.

Entonces, me contó una vieja anécdota.

En 1983, cuando volvió la democracia, Santiago del Estero era tierra dominada por un viejo caudillo peronista que se llamaba Carlos Juárez. Su mujer, Marina Aragonés, ‘Nina’, unos treinta años menor que él, era ministro de su Gobierno. Tenía fama de cruel e implacable. Otro de los ministros se llamaba César Iturre. Por entonces, los santiagueños contaban, con esa cadencia tan cómplice y tan taimada, que el tal Iturre debía su lugar en el entorno del poder a que, todas las tardes, le paseaba el perrito faldero a la señora Nina. Tan indiscutible era su lealtad que, en 1987, en lugar de pelear su reelección, Juárez colocó a Iturre en la gobernación: total, semejante pusilánime iba a ser todo lo que él quisiera. "Iturre al Gobierno, Juárez al poder", era el lema.

Todo salió horrible. Dicen que el primer día del nuevo Gobierno, doña Nina convocó a su despacho al flamante gobernador para que le paseara el perrito. "De ninguna manera –respondió Iturre–. Soy el gobernador y usted mi ministra. Si tiene algo que hablar conmigo, la recibiré con gusto en mi despacho". Ese gesto, que fue tomado como un desplante, desató una guerra que duró años y terminó, como se verá al final de esta nota, de una manera realmente atractiva.

El octogenario peronista, sonrió después de contar esa vieja historia.

–Busque en la historia del peronismo: en Florencio Varela, en La Rioja, en todos lados. Los maltratados, cuando llegan al poder, son los peores. Pagni se equivoca: Scioli no será el Cámpora de Cristina sino su verdugo.

El análisis político a veces incluye una alta dosis de audacia porque consiste, en gran parte, en leer las señales de la realidad para poder pronosticar el futuro, que –como dicen las abuelas– es lo más difícil de pronosticar. El autor de estas líneas jamás osaría ponerse al altura de un talentoso periodista como Carlos Pagni y menos de un octogenario peronista, de esos que saben por viejos y por peronistas, o sea, que son de los peores. Pero tal vez esta introducción sirva para señalar que hay dos miradas extremas acerca de cómo será la relación entre Cristina y Scioli, si es que el gobernador vence el maleficio que afectó a todos los que lo antecedieron en su cargo y llega a la Rosada.

Por un lado, existe la teoría setentista: Scioli repetirá la historia de Cámpora. Es un timorato, un pelele, un títere, un pusilánime, un cobarde. Y por el otro, la teoría del perrito faldero, según la cual, tiene tanto resentimiento acumulado que le bastará llegar al poder para, sutilmente, cobrárselas una por una.

Los defensores de una y otra hipótesis tienen muchos argumentos para sostener su posición.

Quienes creen que Scioli será igual a Cámpora apoyan su punto de vista en una percepción que comparten los sectores más extremos del kirchnerismo y su espejo, su hermano mellizo, su sombra, el antikirchnerismo. Esto es, que Cristina es muy poderosa y lo será siempre, que tarde o temprano volverá a ejercer el poder y que nadie podrá gobernar sin ella. Así las cosas, Scioli solo podrá llegar si se agacha lo suficiente y le concede la vicepresidencia, el control del Parlamento y un futuro de impunidad. Será así un rehén durante todo su mandato: si no pide permiso para respirar terminará en un tris de patitas en la calle. Basta mirar la historia reciente para encontrar elementos indiscutibles: Cristina le hizo de todo a Scioli y, dicen los que sostienen este percepción, este siempre agachó la cabeza y reaccionó como un felpudo.

El momento más álgido de la relación fue durante el año 2012. El gobierno nacional le achicó al máximo el presupuesto a la provincia y le sublevó a los gremios docentes que pararon las escuelas por cuarenta días. Se metió en el drama de las inundaciones para acusar al gobernador de ocultar el número de muertes. Lo acusó de golpista porque se había sacado dos fotos, una con Moyano y otra con Macri. Como sucede en estos casos, la segunda línea del kirchnerismo competía por ver quien insultaba con menos originalidad: clarinista, noventista, menemista, destituyente. Y, por si fuera poco, la izquierda K descubrió que Scioli violaba los derechos humanos, con esa cualidad tan oportuna según la cual los amigos nunca matan a nadie –aunque lo hagan–, y los enemigos sí –aunque no lo hagan– y los amigos que pasan a ser enemigos violan los derechos humanos solo cuando se transforman de una cosa en la otra, y los enemigos que pasan a ser amigos dejan de violarlos gracias a esa conversión.

Scioli siempre bajó la cabeza. Y sus diputados levantaron la mano para aprobar cualquier disparate: desde el acuerdo con Irán, las leyes antiterroristas o el blanqueo.

¿Por qué reaccionaría distinto de ser presidente? ¿No sería el títere ideal?

Quienes creen, en cambio, en la teoría del perrito faldero –los agredidos son los peores– también tienen con qué defenderla. Según ellos, la obsecuencia, la paciencia, la sumisión de Scioli fueron apenas una estrategia y no un rasgo de caracter: solo se trataba de esperar, de aguantar, de llorar a escondidas, hasta que llegara el momento. Al fin y al cabo, Scioli fue siempre una piedra en el zapato de Cristina. Ella quiso desplazarlo de la gobernación y no pudo. Quiso evitar que llegara a la candidatura, y no está pudiendo. Y si no pudo frenarlo cuando ella era Presidenta, ¿por qué podría en el momento en que se inviertan los roles? Ella patalea, insulta, amenaza pero no puede con él. Scioli abarca, según esta visión, un universo más amplio que el de la jefa kirchnerista. Bastan un par de ejemplos: debe ser el único político que tiene buena relación con Estela de Carlotto y con Héctor Magneto, con la Cámpora y con la Sociedad Rural. En ese horizonte, Cristina será un vértice, apenas una pata de una mesa donde Scioli, de llegar a la presidencia, tiene más cartas que jugar.

Es posible que Cristina lo odie y lo desprecie a Scioli más que él a ella: al fin y al cabo, es una mujer de sentimientos más intensos. Esa pasión –o desmesura– puede jugar a favor de ella o esa parsimonia, esa paciencia, a favor de él.

Es difícil saber cual de los dos enfoques será más acertados: si Scioli será como ese delegado al que Perón designó presidente, solo para maltratarlo y destituirlo o si será como ese ministro que paseaba el perro de la mujer del gobernador para enfrentarlo a muerte después. Probablemente, el péndulo oscile de un extremo al otro, dependiendo de las circunstancias. Lo que es seguro es que si Scioli es presidente, estos detalles nos entretendrán durante un largo tiempo y, en algunos momento –el peronismo es el peronismo– habrá tiro, lío y cosa golda. La misma dinámica del país empujará hacia ello. Sin ir más lejos, Cristina dejó trascender esta semana que analiza volver en el 2019 –fecha en que el próximo presidente podría ser reelecto– y que le disgusta mucho Martín Insaurralde, el principal candidato de Scioli para la provincia.

Queda contar el tétrico final de César Iturre, el ministro que paseaba el perrito. Su enemigo acérrimo, el poderoso caudillo Carlos Juárez, logró volver al poder. Aterrorizado, Iturre se fue del país el mismo día que Juárez volvió a ser gobernador. Pasó algunos meses en el Paraguay hasta que cierto día, sorpresivamente, apareció muerto en su cama. En el 2004, su hijo logró que exhumaran el cadáver. Lo está analizando el prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense. El hijo de Iturre estaba convencido que a su papá lo asesinaron sicarios de Juárez, por medio de la aplicación de una inyección letal. Juárez y los suyos también terminaron mal, envueltos por el escándalo de un crimen espantoso que estremeció a su provincia.

No es una moraleja ni un pronóstico, faltaba más.

Es solo una historia más, muy poco conocida, de las tantas que existen en este país tan prolífico.


Vuelva a HOME

;