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ANÁLISIS
Oña: La pesificación estilo K va en bicicleta
15/06/2015

La pesificación estilo K va en bicicleta

iECO

Por Alcaldio Oña

El Gobierno está logrando, al fin, pesificar la economía. Solo que eso huele a milagro de corto plazo, atado con alambres y montado sobre una impresionante bicicleta financiera.

Dice un especialista que ha visto unas cuantas temporadas semejantes: “La gran sorpresa es la calma del blue, aunque haya una emisión que derrama pesos por todas partes. Otra rareza es que todo el mundo esté en pesos. Las tasas de interés son altas, pero no altísimas para explicar un fenómeno así”.

¿Y qué ocurriría si se trata de una calma chicha, a la espera del momento oportuno para pegar el salto?, le preguntó Clarín.

Respuesta: “El Gobierno ha logrado desarmar el fantasma de devaluación. Seguirá tirando por lo menos hasta la elección y si aparecen presiones cambiarias usará las reservas sin miramientos para dispararles con un cañón”.

En sus palabras emerge, justamente, el corto plazo. Y clarito, en números de un informe de la consultora Ecolatina.

Dice que desde diciembre el stock de plazos fijos subió 26,5% y que en mayo se aceleró al 35,5%. Pero el dato más significativo es que el 80% del incremento correspondió a depósitos menores a 90 días y, entre éstos, la mayor parte a 60 días o menos. 

Obvia, la explicación de estos movimientos es el aumento de las tasas de interés que el Banco Central les impuso a las entidades financieras, con el evidente propósito de correr la demanda de dólares hacia las colocaciones en pesos. Y un derivado, que aún los depósitos llamados minoristas, de los particulares, optaron por los plazos más cortos.

El combo revela que así sean inferiores a la inflación real, mucha gente ha resuelto aprovechar las tasas cercanas al 23%, pero sin arriesgar demasiado como lo prueba, en simultáneo, la caída de las colocaciones a un año. 

Eso mismo puede ser interpretado de dos maneras. Una: que los ahorristas están dispuestos a recoger la ganancia y a pegar el salto al dólar cuando crean que ha llegado el momento. La siguiente: que en el fondo el fantasma de la devaluación sigue presente, más o menos cercano, aunque no se descuelgue durante este gobierno.

Hasta ahí llega la pesificación que han edificado Axel Kicillof y Alejandro Vanoli, el jefe del Central. Más claramente, que logran contener al blue apelando a una bicicleta financiera clásica.

Para bancos y grandes operadores el menú son letras del BCRA que pagan 26% anual y bonos del Tesoro Nacional, al 27/28%. Nada parecido a la inflación que cuenta el INDEC y menos, al esquema de tasas bajas para alentar la producción del manual de Kicillof.

Habría que sumar la venta de dólares vía AFIP, que en la primera semana de junio ascendió a US$ 196 millones, equivalente al 44% de todo el mes pasado. Y agregar que pese a todo el paralelo sigue arriba de los 12 pesos. 

Puro jubileo de patas cortas para salir del paso, esa es toda la ciencia del tándem Kicillof-Vanoli. Acostumbrada a ver especulaciones en el centro del mundo, la Presidenta no dice una palabra sobre una especulación enorme que tiene bien cerca suyo.

Desde luego, tampoco el ministro de Economía dirá nada sobre su propio remedo de la patria financiera, ni encontrará parentesco alguno entre su receta y las del denostado neoliberalismo de los 90. Menos con la tablita de Martínez de Hoz.

Y como el plan es tirar, se han llegado a usar nuevamente los recursos del Fondo de Garantía de los Depósitos, engrosado gracias al aumento combinado de tasas y depósitos, para sostener la compra de títulos públicos. A fines de abril, en esa caja había $ 18.600 millones.

Cosas del universo kirchnerista, el año pasado las ganancias promedio de los bancos subieron nada menos que 57% respecto de 2013: fueron las mayores de la región y superaron, incluso, a las de las economías desarrollas con Estados Unidos adentro.

Para que se entienda mejor de dónde sale buena parte de semejantes utilidades, la tenencia de títulos públicos aumentó 106% –350% desde 2008– y ya representa casi la mitad de todos los préstamos del sistema. 

Varias puntas juegan al interior de este cuadro: una es que cada vez más el financiamiento al Gobierno ocupa espacios de la actividad económica privada; otra, que la inversión está frenada y la tercera, al fin, que el Gobierno ha pasado a ser una poderosa fuente de negocios. Tómelo o déjelo, esto también pasa. 

Nada amenaza la rentabilidad de los bancos, aunque tal vez pronto se les pida un aporte a la gesta oficialista: participar de un programa de micro créditos para particulares que se sumará a la demanda generada por los incrementos salariales y al paquete de planes y de movidas preelectorales. Pregunta inevitable: ¿serán préstamos a tasas subsidiadas por el Estado?

Dos etapas clave aparecen en el horizonte cercano: las primarias de agosto y las presidenciales en octubre. Y un interrogante común a ambas consiste en saber si rebrotarán las presiones cambiarias, más o menos previsibles según la interpretación de varios especialistas.

Está descontado que Kicillof-Vanoli pondrán las reservas que sean necesarias para mantener las presiones bajo control, aunque la pérdida misma de reservas las incentive. Antes, a caballo de los medio aguinaldos, restará a la caja la venta de dólares-AFIP y no sería una buena contribución al contexto que el Gobierno las trabe para conservar divisas.

Ya se sabe de sobra que el después no forma parte de las preocupaciones del Gobierno, porque todo sirve para llegar con los motores funcionando a todo vapor. Y poco importa que el después sean Daniel Scioli presidente, Axel Kicillof ministro de Economía y un campo minado.


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