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OPINIÓN
Scibona: cuadratura del círculo. Oña: 2016, atado a US$
16/08/2015

La cuadratura del círculo

La Nación

Por Nestor Scibona

En el "círculo rojo" las apuestas comenzaron a dividirse, aunque están lejos de redondearse. Habituados a los números, los empresarios más pragmáticos del establishmentconcluyen que, tras el resultado de las PASO, Daniel Scioli está más cerca de ganar en primera vuelta que Mauricio Macri de acceder al ballottage y aumentar sus chances presidenciales.

No es lo que la mayoría esperaba hasta hace un par de meses, cuando impulsaban la utilitaria alianza electoral para precipitar el fin del ciclo kirchnerista, desechada por el líder de Pro al negarse a una interna con Sergio Massa. Sin embargo, no son pocos los que ahora apuestan a un second best. O sea, que Macri abra más el juego y logre aglutinar en octubre a buena parte de los votantes opositores dispersos entre los menos ideologizados y/o más perjudicados por el "modelo K". Una tardía e incierta alquimia política a la que el massismo le subió el precio cuando aseguró que serán tres fuerzas y no dos las que competirán, pese a los casi 10 puntos que separan a UNA de Cambiemos.

En la hipótesis de máxima, esto significaría negociar qué piezas (candidaturas) podrían sacrificar en uno y otro lado del tablero para no favorecer al FPV, especialmente en el distrito bonaerense donde no hay ballottage. Y en la de mínima, que supone un escenario de segunda vuelta, un acuerdo para apoyar al candidato opositor más votado y asegurarle respaldo legislativo. Las encuestas indicarán en las próximas diez semanas si se trata de una posibilidad real, parcial o una fantasía.

Las miradas van hacia otro lado entre los empresarios que, aun sin comulgar con el oficialismo, prevén que Scioli ganará en octubre. Toman nota de las versiones según las cuales el actual gobernador ya habría ofrecido integrar en un "gabinete de coalición" a José Manuel de la Sota (Cancillería); Jorge Sapag (Energía) y Francisco De Narváez (Seguridad). Es decir, a políticos que ya quedaron fuera de la contienda electoral y, en alguna medida, le permitirían subir su techo electoral. También vislumbran en ese esquema mayor pragmatismo y flexibilidad para negociar cambios inevitables en la política económica y, especialmente, estímulos a la inversión privada y pública.

Pero esa hipótesis deja de lado otras realidades. Por un lado, no asegura que sume a los votantes por De la Sota, que en Córdoba hizo una campaña de fuerte perfil antikirchnerista y correría el riesgo de perder los diputados propios que comparte con Massa en UNA. Por otro, supone que Scioli resolvería relativamente rápido el conflicto político-ideológico con el kirchnerismo duro, para disponer de mayor margen propio de maniobra.

En la 2» Convención del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE), realizada el jueves, dos analistas políticos pusieron en duda ese timing. Carlos Pagni destacó que, por personalidad, "Scioli es tan fóbico al conflicto, como Cristina Kirchner al disenso político". De ahí que juzgó que el candidato del FPV buscará "embalsamar" el conflicto si la economía lo deja, mientras arma una "transversalidad propia" con gobernadores del PJ. A su turno, Rosendo Fraga recordó que la conflictividad está explícita en las advertencias de Máximo Kirchner ("el kirchnerismo entregará el Gobierno, pero no el poder") y de Cristina ("si el próximo Presidente no gobierna bien me obligará a volver en 2019"), más la propuesta de La Cámpora de llevar a CFK como senadora nacional en 2017. Y consideró que, como la idea de Scioli es contar para entonces con un poder legislativo propio que le permita aspirar a su propia reelección, le llevará tiempo concretarla.

Paralelamente, en medio del politizado debate por las inundaciones bonaerenses, pasó casi inadvertido que la ausencia de obras hídricas también tiene que ver con esa interna. Según un informe de la ASAP, la ejecución del presupuesto provincial en 2014 muestra que el 95% del gasto se concentró en pagos de salarios y compras estatales, en tanto que el 5% restante se destinó a inversión pública, pese al fuerte aumento real de la recaudación impositiva. Fue la fórmula que aplicó Scioli para asegurar su candidatura sin depender de los fondos de la Casa Rosada. Las encuestas hicieron el resto hasta que CFK decidió bendecirla, aunque no recibió al gobernador tras su triunfo en las PASO.

Ahora que está en marcha la cuenta regresiva hasta las elecciones del 25 de octubre, Macri resolvió finalmente acentuar su perfil opositor ante empresarios, a contramano de los consejos de su asesor Durán Barba. De ahí que en el último almuerzo del Cicyp reclamó por anticipado la renuncia de Alejandro Vanoli al Banco Central y de Alejandra Gils Carbó como procuradora general. Y completó su promesa de levantar el cepo con la de volver a un mercado cambiario único y libre. También ese mismo día, en la Convención del CPCE, su asesor económico Carlos Melconian destacó que ese objetivo será parte de una política fiscal y monetaria más afín a la de un país normal para bajar la inflación. A la vez, planteó la necesidad de reformar la Carta Orgánica del BCRA para limitar la emisión y de utilizar el endeudamiento externo para obras de infraestructura que mejoren la competitividad. Más audaz, Martín Redrado, del equipo de Massa, propuso una ley de prescindibilidad para depurar las miles de designaciones en el Estado por nepotismo y falta de justificación o idoneidad, que Melconian prefirió transformar en una "ley de dignidad" para retiros voluntarios. Aun así, se sabe que el ex presidente de Shell Juan José Aranguren trabaja en la selección de una masa crítica de 300 funcionarios en condiciones de ocupar cargos clave si Macri alcanza la presidencia, así como en la reubicación o desplazamiento de militantes designados en la frondosa burocracia kirchnerista.

Quizás esta incipiente apertura discursiva comience a marcar diferencias con la campaña previa a las PASO, donde los asesores económicos de los principales candidatos -del oficialismo y la oposición- se dedicaron principalmente a atender la demanda de información de fondos de inversión extranjeros. También explique la favorable reacción inicial de los mercados a los resultados electorales del último domingo, interrumpida por la devaluación china que -sumada a la crisis brasileña- agrega más incógnitas a la cuadratura del círculo del modelo K y sus posibles salidas a partir del 10 de diciembre.

2016, atado a un paquete de dólares

Clarín

Por Alcadío Oña

Una fue la insistencia en que mantiene firme la idea de levantar el cepo y la otra, una definición que sonó a música para un auditorio de 400 personas, entre las cuales había empresarios, banqueros y diplomáticos extranjeros. Dijo Mauricio Macri, el miércoles pasado ante el Consejo Interamericano de Comercio y Producción: “El mercado va a fijar el tipo de cambio. Veremos qué dice el flujo del mercado sobre un dólar de equilibrio”.

Por todos los implícitos que lleva incorporados, ese fue el punto central de su mensaje. Y así es definitivamente, aunque hayan retumbado más el planteo de que Alejandro Vanoli, el actual jefe del Banco Central, debería presentar su renuncia después de diciembre y el anticipo de que no lo tendrá en cuenta.

En las propias palabras de Macri luce bastante claro que liberar el tipo de cambio o dejar que lo fije el mercado equivale a terminar con el cepo cambiario. Pero ni una cosa ni la otra serían posibles sin un fuerte paquete financiero del exterior, que refuerce las reservas, le ponga marco a las expectativas y permita contener cualquier disparada del dólar. A eso le llamó “qué dice el flujo del mercado sobre un dólar de equilibrio”.

El problema dentro del problema es que alcanzar un acuerdo rápido con los fondos buitre parece condición necesaria, o lo es del todo, pues sin eso difícilmente vendrán los 10.000 o 15.000 millones de dólares que, según un ex directivo del Central, requeriría el operativo. ¿O tocará stand by del FMI?

Arreglar con los holdouts tampoco parece tarea sencilla.

Dice un especialista: “Para empezar habría que limpiar la cancha de obstáculos. Derogar, aquí, las leyes que traban el acuerdo, lo cual podría hacerse con un decreto de necesidad y urgencia. Y, en simultáneo, conseguir que la Justicia de Nueva York levante las barreras que han impuesto los fallos de Griesa”.

La traducción completa arroja que liquidar el cepo no es un paso que sea posible de un día para el otro, por más empeño que pongan los economistas de Cambiemos. De todo eso hablaron, en Nueva York, emisarios de Macri.

Algo en cierto sentido similar hay en la hoja de ruta de Daniel Scioli, solo que ahora sometido a un debate público: frente a la idea sostenida por Miguel Bein de un ajuste gradual del dólar, algunos puntos por arriba de la inflación, su copiloto Mario Blejer afirmó que “en el mercado cambiario no hay gradualismo”, como si fuese asesor de Macri. Mal momento para el gobernador, seguro, y... ¿despedida de Blejer?

En la primera hipótesis, tal vez la definitiva, el problema consiste nuevamente en cómo enfrentar las expectativas de futuros ajustes, y la salida tampoco suena muy diferente: con financiamiento externo que refuerce ese dique de contención que significa tener un buen stock de reservas. Para más datos, también Scioli habría mandado una misión a Nueva York.

¿Y qué ocurriría con los fondos buitre? Scioli ha iniciado un proceso de deskirchnerización con la vista puesta en octubre donde entra, justamente, negociar con los holdouts según parámetros distintos a los planteados por la Presidenta y Axel Kicillof. Insinuarlo apenas, ya generó cortocircuitos con la Casa Rosada.

Vale aclarar, finalmente, que tanto el modelo de Macri como el de Scioli contemplan una quita de la deuda. Y que sea cual fuesen sus políticas cambiarias, al interior de ambas existe una devaluación, directa de entrada o gradual. 

Pero si el punto es cómo está la relación entre el gobernador y Cristina Kirchner, dos comentarios registrados el domingo pasado en el Luna Park explican unas cuantas cosas.

Uno cuenta que a Scioli se lo notó de muy malhumor, pese a que festejaba un buen resultado en las PASO. Y el otro, que el motivo habría sido un llamado de la Presidenta seguido de un diálogo áspero donde el eje fue al principio, pero solo al principio, el trato a Aníbal Fernández: trascartón, dice el comentario, el gobernador se mostró poco dispuesto a tolerar retos y dejó traslucir que él es, al fin, candidato de todo el oficialismo y además un candidato con altas chances de ganar. 

Dos días después Scioli cometió el error de viajar a Italia. El resto, incluida la sugestiva alusión de Aníbal al papel del “Estado nacional” en las inundaciones bonaerenses, es historia conocida o tal vez un capítulo de una historia más prolongada.

Es parte del proceso de deskirchnerización el volumen que han tomado, entre otros, el ex jefe del Central Mario Blejer, la ministra de Economía provincial, Silvina Batakis y, sobre todo, Miguel Bein, convertido hace rato en asesor estrella del gobernador. Ya evidente, allí no tiene lugar Axel Kicillof, ni siquiera una mención.

Lo tiene en cambio Miguel Peirano, el último ministro de Economía de Néstor Kirchner, aunque su elección no sería Industria sino conducir un banco de desarrollo estatal dedicado a financiar proyectos de inversión en sectores clave y, a la vez, ser consultor en el relanzamiento de las relaciones con Brasil. Todo, organizado por Rafael Perelmiter, de lejos el hombre de mayor confianza de Scioli, fiscalista y partidario de controlar el gasto público.

Encaminar el frente externo no es todo, pero es mucho pensando que sin esa pata cualquier plan económico nacería rengo. Y muchísimo, ante un mundo que, ahora sí, se ha puesto de punta: desde la recesión brasileña, la caída del precio de la soja y la guerra de devaluaciones en países competidores de la Argentina, hasta el achicamiento de las famosas tasas chinas.

(En esta página pueden advertirse las devaluaciones de algunas monedas contra el dólar. Y se excluye expresamente al peso argentino, porque las enormes diferencias en la tasa de inflación vuelven inconducentes las comparaciones).

El ingreso de capitales representa oxígeno y margen de maniobra para empezar a resolver los graves desajustes que deja la era kirchnerista. Pero nada sería posible con un cepo que frena todo, así sea desmontado al ritmo que cada cual elija. Y menos todavía cuando, con tal de tirar, se están quemando reservas en cantidad: unos 1.000 millones de dólares lleva vendidos el Banco Central en apenas catorce días, mientras el blue sigue vivito y coleando en la zona de los 15 pesos.

Según el panorama que trazan algunos especialistas, a fin de año el stock neto en manos del Central quedaría reducido a unos US$ 3.600 millones o a no más de 11.400 millones si se computan los depósitos en divisas de los particulares. Adentro están los yuanes de China, las letras colocadas en el mercado, los Cedin y algún otro concepto: todo deuda, al fin y al cabo.

Resulta notable, sin embargo, que hasta ahora falten candidatos o economistas de los candidatos fuertes dispuestos a hablar de semejante herencia. ¿O piensan que si lo hacen estarán desnudando planes y decisiones futuras?

Evidentemente, pesa la relación costos versus beneficios, el temor a destapar ciertas cartas antes de tiempo. Y flota, siempre presente, aquella famosa frase de Carlos Menem, muy menemista por cierto: “Si les decía lo que iba a hacer, no me votaban”. O la osadía de afirmar que la convertibilidad era insostenible, de Eduardo Duhalde en plena campaña electoral contra Fernando de la Rúa, que le salió carísima aunque fuera cierta.


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