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ANÁLISIS
Escribe Saharrea: mentiras internas y despidos en Barrick. La verdad salvará la actividad
19/09/2015

MENTIRAS INTERNAS Y DESPIDOS EN BARRICK

Tiempo de San Juan

Sebastián Saharrea

Recién el martes de esta semana, más de dos días después de que se produjo el derrame de solución cianurada en los ríos iglesianos, la gerencia San Juan tomó real dimensión del episodio. Antes, lo único que recibían desde su staff en Veladero era que no había sucedido nada, y por eso –aseguran- se produjo el error en la comunicación. Hasta que un dato en una medición los alertó y se decidieron: suspendieron sobre el fin de semana a la planta gerencial del proyecto encabezado por su jefe y se tramita en estas horas sus despidos mientras enfrentan el complicado frente judicial que se avecina.

Eso justifica, según lo que revelan las investigaciones internas de Barrick, semejante giro en la valoración del incidente que realizó la empresa. El domingo y el lunes, una vez producido el derrame y generada la bola de nieve con rumores de todo tipo, Barrick comunicó que no se había registrado derrame de ninguna solución cianurada al río, mientras que el martes por la noche y el miércoles especialmente terminó admitiendo que se trataron de al menos más de 6 containers de líquido contaminante vertidos en el río.

¿Qué ocurrió en el medio? Según la investigación interna abierta en la empresa, lo que sucedió fue lisa y llanamente un engaño montado por parte de la gerencia del proyecto Veladero, que trabaja con todas sus oficinas y responsables en la propia mina, en perjuicio de la conducción de San Juan. Lo que se ocultó fue que un error humano en el manejo de una compuerta había ocasionado un derrame, que en un momento marcó niveles de mineral en el río Las Taguas aunque ya está controlado por completo.

Aseguran los investigadores internos que todo el tiempo los gerentes de Veladero comunicaron a San Juan que no había existido ningún derrame sino apenas una filtración en una cañería, pero de igual modo la gerencia general de San Juan decidió salir a monitorear los ríos por su propia cuenta.

La ficha les cayó el martes cuando uno de esos análisis de laboratorios les dio niveles más altos de los normales a 70 kilómetros del proyecto, lo que no coincidía para nada con la versión de la gerencia de Veladero de que no existía derrame alguno. Allí fue donde comenzaron las fricciones entre la sede local y el staff de Veladero que es su subalterno, a quien le pedía explicaciones sobre cómo podía ser que no haya ocurrido nada si el nivel del río les estaba dando niveles altos.

Ese dato fue el que generó el vuelco de campaña en Barrick. Lo primero que hicieron ese mismo martes fue activar un mecanismo de provisión de agua a las localidades posiblemente afectadas, Angualasto, Chinguillo y Malimán, pese a que los niveles fueron bajando a medida que pasaba el tiempo por las propias características de la solución que tiende a desaparecer.

Y luego fue modificar el contenido de sus comunicaciones públicas, admitiendo la presencia de un derrame. Pero a la vez, crecía el cortocircuito entre San Juan y Veladero dentro de la propia Barrick para determinar lo que realmente había ocurrido.

Hasta que el jueves por la tarde consiguió subir una delegación de las oficinas centrales de la empresa para comunicarles la suspensión a los responsables del funcionamiento del valle de lixiviación de Veladero, donde se produjo un error humano en el manejo de una compuerta, que es lo que generó el derrame al río.

En estas horas se concreta el despedido del gerente general de Veladero, Antonio Adames. Es una decisión tomada, quedan flecos por formalizar. También otros responsables, cuya identidad y cargo no fueron revelados aún por razones judiciales y sólo se sabe que son otros 4. Es que todos ellos, como también los máximos responsables de la compañía en San Juan deberán responder ante la justicia penal, que investiga si hubo delito de contaminación y quiénes son los responsables.

El miércoles llegó a la provincia una delegación de altos funcionarios enviados directamente desde Toronto por la casa matriz de Barrick. Ellos son los que decidieron el cambio de rumbo en el manejo de la crisis y los alcances de la investigación interna sobre los responsables de lo que presumen como un grave engaño. También decidirán dónde se corta la cadena de responsabilidades internas, además de hacerse cargo de crear las condiciones para continuar con la operación del proyecto.

EL MOTIVO UNA COMPUERTA

Una filtración de una cañería en un valle de lixiviación no puede generar de ninguna manera la llegada de la solución cianurada al río, para que eso ocurra deben suceder otras cosas. Eso fue lo que levantó sospechas en la sede central de Barrick cuando percibieron los niveles del río el martes, que los llevaron a establecer los motivos del derrame.

Y el motivo, según sus propios análisis, es error humano en la operación de una compuerta. Así de sencillo, no una rotura de un caño, que suelen ocurrir y está la situación montada para contener cualquier desperfecto en las cañerías que transportan las sustancias, que son muchas.

El sistema en el que trabaja la solución cianurada es un circuito cerrado entre la pila de lixiviación, donde hay caños matrices que empalman con otros que van por abajo del mineral, y que en consecuencia es continuamente pasada por arriba por los camiones fuera de borda. Esa pila de mineral rociada por la solución tiene un declive hacia una compuerta que comunica con los piletones, desde donde se bombea el líquido nuevamente al circuito.

Por el borde del valle (o pila, o playa) de lixiviación corren dos canales que sirven para que el agua que baja de la montaña o la nieve desagüen al río y si toma contacto con el valle de lixiviación, se incorpore al flujo que se bombea en el circuito. Por eso el canal conecta con la compuerta, que debe estar regulando la dirección de la sustancia.

Esa compuerta, según el expediente interno de Barrick, estuvo durante un lapso indeterminado de tiempo derivando la solución cianurada al cauce del río y no, como debía a los piletones para ser reutilizado. 

Se trata de un estricto error humano, que en Barrick aún no quieren calificar de otra manera: si fue un accidente, si fue un descuido, falta de atención o concentración, o directamente un boicot. Se conocerá a medida que avancen las investigaciones, tanto de la empresa como de la justicia.

Conocer la verdad, la única forma de salvar la actividad

Tiempo de San Juan

Sebastián Saharrea

Se sabe, el desconocimiento y la desinformación suelen alumbrar monstruos de dos cabezas muy difíciles luego de desmontar.

Eso es lo que pasó con el derrame en Veladero, que asombrosamente movilizó más a los pobladores de Jáchal que a los del departamento donde está asentado el emprendimiento minero: Iglesia. Esa combinación fatal entre un incidente ambiental por una fuga de cianuro más un insólito silencio de más un día y la difusión posterior de información incorrecta, no tuvo más remedio que hacer epicentro en una sociedad sensibilizada por la implacable acción de las redes sociales y el vacío informativo.

Parece extraño, pero un incidente cuyo impacto ambiental se determinará con el tiempo se conoció mediante una cadena de whatsapp. Y como es lógico, cualquier desborde alarmista de estas herramientas sin firma ni responsable se propaló también sin límite durante las más valiosas horas: las primeras.

La justicia y la propia empresa Barrick tendrán ahora la responsabilidad de devolver la tranquilidad, desbordada por esas horas. Y tiene una sola manera: hundir hasta el hueso la investigación no sólo para establecer con exactitud qué fue lo que pasó sino los motivos por los que ocurrió lo que ocurrió, y por supuesto los responsables.

Detrás de esos pasos no sólo estará la necesidad de justicia y el alivio de los pobladores cercanos, sino también el destino mismo y el futuro de una actividad que dejó (y deja) dividendos jugosos, pero debe hacerlo sin reclamar la contraprestación de pasivos ambientales severos. La historia misma del debate sobre minería sí o minería no, no sólo en San Juan sino en el resto del mundo, y que en la provincia ha escrito un capítulo más a un costo infinito para quienes defienden la actividad (defendemos) como una necesaria herramienta de progreso.

Lo mismo que sucedió con San Juan y Jáchal con la publicación de la Revista Rumbos que Diario de Cuyo decidió no distribuir ante las falacias de sus aseveraciones. Fue en junio de 2009, es decir hace más de seis años, y la sensación que queda a estas alturas es que no hemos aprendido nada de aquel episodio que marcó claramente cómo el tráfico informativo desde la metrópoli (la Capital Federal) hacia el resto del país se realiza sin mediar consulta ni chequear datos temerarios, como que una ciudad entera se estaba envenenando con boro y arsénico producto de la actividad minera. Y que la gente deambulaba con sus tumores a cuestas por las calles jachalleras.

Esta vez, la propia actividad minera acaba de servirle en bandeja a aquellos clásicos y permanentes detractores (que los hay en gran número, muchos de ellos bienintencionados) una perlita reivindicatoria. Porque a diferencia de aquel episodio informativo ante el que muchos reclamaron con el argumento de la libertad de expresión, poniendo por encima ese derecho aunque los datos sean probadamente falsos y su contenido apocalíptico implique la posibilidad de una literal estampida, ésta vez el dato fue verdad.

Gracias, caja de empleados, habrán podido agradecer en el campamento de los críticos mineros: un episodio real, de un alcance incierto, que evidentemente pone en jaque a la actividad propiamente dicha no sólo en la provincia sino también en el país.

Anillo al dedo también para la acción informativa de los medios nacionales, casi siempre amplificada por el alarmismo y la inexactitud de la información. Claro que esta vez, beneficiados por el patinazo y las demoras en la información correcta. Vasos comunicantes con aquel episodio de Rumbos, esta vez los medios nacionales volvieron a no hacer pie en el análisis de los datos sobre una actividad que no alcanzan a comprender.

Y allí está el punto, y en ningún otro lado más, para la supervivencia de la actividad. La minería tendrá que comprender –ya lo debería haber hecho ante toda la evidencia recolectada- que en este bendito país debe lidiar contra la incomprensión del gran público (más de la mitad de la población nacional amontonada en Buenos Aires) y la realidad de que los flujos informativos son impiadosos y unidireccionales: de allá para acá. Son pocos –lo demostró aquella nota de Rumbos- que se toman el trabajo de bajar al terreno, pagarse un viaje y analizar el fenómeno de manera más integral. Son todos –o casi- los que bajan el pulgar de modo ligero sobre datos incorrectos.

Se verificó entonces y se volvió a ver ahora. Esta vez se leyeron/escucharon informaciones realmente asombrosas. Es entonces la información y la comprensión del eje informativo nacional lo que determine la permanencia o no de una actividad que se realiza muy lejos de los centro del poder y que éste no alcanza a comprender. Sería bueno que en tiempos menos turbulentos emprenda su trabajo más neurálgico, aunque ahora deberá limitarse a atajar penales justamente por no haber hecho su trabajo a tiempo.

Alimentó sensiblemente a los que no la entienden y a los que sí la entienden e igual buscan destruir a la minería, el manejo del hecho concreto. Sólo los involucrados sabrán las razones por las que no se comunicó en tiempo el episodio, y por el que se dieron luego apenas explicaciones generales y sin detalle. Y luego información errónea, tanto peor.

Hasta ahora, seguramente, que se judicializó. Con la acción de un equipo de fiscales y de un juez, el espacio de las certezas deberá ir dejando de lado al espacio de las apreciaciones. Juega a favor la ciencia exacta: los valores de contaminación hallados, el daño ambiental, es o no es. También la búsqueda de las razones del desperfecto: no puede haber duda sobre el componente que falló, las tuercas que se desajustaron, y si ocurrieron como consecuencia de un relajamiento de los controles de la empresa o por el fallo de algún protocolo de protección. Peor aún, si fue como producto de un engaño desde la gerencia Veladero de Barrick a la gerencia general de San Juan, con un sugestivo fallo en el manejo de una compuerta incluido.

No se pondrá en el banquillo de los acusados, pero el hecho de que la advertencia a la población llegara por medio de las redes sociales y no por los mecanismos institucionales merece no sólo –como se ya ha señalado- el sitio más alto en el podio de las razones por semejante alerta, sino también algún planteo a futuro. A primera vista, no parece que la decisión de dar o no dar la información con rapidez pase en una compañía del tamaño de Barrick –regulada por estrictos protocolos corporativos- por un staff local. Hay demasiado celo de las altas esferas, motivada posiblemente por el monitoreo global de cada paso que da la empresa en cualquiera de sus destinos: un incidente ambiental en San Juan repercute en toda la línea mundial, empezando por la cotización de sus acciones.

Puertas afuera de Barrick hay toda una cadena industrial esperando las novedades. Están los que forman parte de la diaria de Veladero, en medio de un paréntesis y algo de angustia sobre su propia fuente laboral. Están los proveedores de todo tipo que llevan bienes y servicios hasta la mina, que reproducen una cadena de valor en todo el circuito provincial y nacional, y también aparecen impacientes frente al incidente. Hasta un equipo de fútbol en Primera, San Martín, debería estar en alerta sobre su main sponsor.

Están, por supuesto, los pobladores más cercanos y los no tanto, los más importantes a proteger de cualquier riesgo eventual, lógicamente. Angustiados por lo que ocurrió, buscando certezas. Podrán obtenerlas de una investigación judicial que debe ser imparcial y a fondo, amén de rápida. Que apenas se inicia, pero será el tablero en el que se seguirá tramitando la mayor parte de la atención pública: en el resultado de sus pericias y el avance de su investigación penal. Ya dio un primer paso: paralizar la actividad en la pila de lixiviación donde ocurrió el hecho. Deberá otear el horizonte, tiene un peso fuerte sobre sus espaldas.

Y están también los que dieron la vuelta olímpica ante el episodio. Los que estaban esperando que alguna vez tropezara la actividad minera y se encontraron con el derrame servido en bandeja. Son los que vienen poniendo carteles desde hace tiempo que el agua vale más que el oro, mandamiento presuntamente novedoso. Servilleta al cuello, están de parabienes porque lo estaban esperando desde hace tiempo y porque además los manejos del incidente puertas adentro de la empresa no fue otra cosa que alimento para las fieras.

En fin, están todos. Ahora, a esperar por la verdad. Dicen que las crisis son oportunidades. Con permiso del ex rector la UNSJ Benjamín Kuchen, quien acuñó la frase en el programa "13 de miércoles”, mismo día mismo canal: de las crisis se sale, se salen bien o se sale mal; y hay que hacer todo lo posible para salir bien.


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