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ANÁLISIS
Oña: cuánto nos salen los Yuanes. Scibona: la isla de la fantasía
04/10/2015

¿Cuánto nos salen los yuanes chinos?

CLARÍN

Alcadio Oña

Tal vez no sean los US$ 5.000 millones en yuanes que el Gobierno pretendía inicialmente sino alrededor de 2.000 millones, o quizás esos 2.000 millones ya hayan entrado. Lo cierto es que todo suma, cuando manda la urgencia de sostener las reservas.

El monto final se conocería esta semana, después de las conversaciones que el jefe del Banco Central, Alejandro Vanoli, mantendrá con autoridades el Banco Popular de China en Lima, donde coincidirán por el encuentro anual del Fondo Monetario. Y al parecer medió una gestión previa de Cristina Kirchner ante el presidente Xi Jinping, durante la reciente Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York.

Fue el embajador chino en Buenos Aires, Yang Wanming, quien el martes pasado sacó a la luz algo que era un secreto a voces, aunque jamás admitido acá: dijo que el Gobierno “quiere ampliar” el crédito que su país le acordó a la Argentina en octubre de 2014.

Wanming también habló de la reunión entre Cristina y Jinping y del contacto en Lima. Y detrás del hecho mismo de contar todo asoma, clara, la confirmación de que el financiamiento será ampliado, pues ya con todas las cartas a la vista un rechazo de Beijing dejaría muy mal parada a la propia Presidenta.

Finalmente, lo que ingrese vendrá bien para mostrarle al mercado un stock de divisas firme, aunque en verdad sea bastante poco firme. Y vendrá bien, de paso, para tranquilizar a Cristina Kirchner, cada vez más inquieta por una eventual disparada del dólar blue y por la visible presión contra las reservas.

Como parte del tironeo que inquieta a la Casa Rosada, el Central debió vender cerca de US$ 1.800 millones en septiembre, el peor registro desde noviembre de 2013, o sea, antes de la devaluación de comienzos de 2014. 

Fue la prueba de que existen operadores avezados que están yendo sobre los dólares del BCRA, un ejercicio de anticipación conocido cuando esa caja flaquea.

La pregunta es por qué, aún así, las ventas casi no repercutieron en las reservas. “Desde algún lugar entró plata”, dice un especialista.

Sigue: “Quizás se reactivó la línea del Banco de Francia, solo que prestarle a un país con problemas de repago requiere, allí, una decisión política fuerte. Otra es que China puso efectivamente los 2.000 millones de dólares, lo cual coincide con los 1.800 millones”.

Todo junto explica que el Gobierno apele nuevamente al salvavidas chino; nada gratuito por cierto. O, mejor dicho, que haya pedido una ampliación del crédito de US$ 11.000 millones, ya prácticamente agotado e incorporado a las reservas. 

Después de un uso intensivo en lo que va del año, el último dato conocido revela que la partida de yuanes supera US$ 10.000 millones y representa un tercio del activo en divisas del Central. Pero si se agregan fondos privados que también están de prestado, el porcentaje ajeno crece al 67%. 

Así de desarmado, el Gobierno afrontará hoy el pago de US$ 5.900 millones por el Boden 2015. Y días después se sabrá si eso pone en juego cerca de 3.000 millones del Banco Central, como han calculado varios analistas.

En algún momento Axel Kicillof tanteó con bancos europeos la alternativa de canjear el Boden por bonos nuevos a largo plazo y achicar el costo de la operación. Al final, todo se redujo a la oferta de un título menos pretencioso, al 8% anual, con la idea de recuperar lo que sea posible.

Para el anecdotario de la deuda del Boden quedan los 600 millones que, en agosto de 2007, se colocaron en Venezuela y terminaron en ganancias enormes de bancos presuntamente vinculados a funcionarios del gobierno. Fue uno de los tantos negocios poco transparentes que el kirchnerismo anudó con Hugo Chávez, como la compra de combustibles y la famosa aduana paralela.

Es lo que hay. Y entre lo que hay, la cara onerosa de los yuanes:

– Asociadas a Electroingeniería, una compañía amiga del poder, empresas chinas se alzaron con la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz. Según el Presupuesto Nacional de 2016, saldrán no menos de $ 43.700 millones, el doble del valor al que habían sido licitadas en agosto de 2013; al actual tipo de cambio oficial, son 4.634 millones de dólares. Serán financiadas por bancos chinos y buena parte de la infraestructura será adquirida en China. Un ranking de obras prioritarias elaborado por la propia Secretaría de Energía las había colocado en los últimos lugares de la tabla.

– En una operación directa y sacada de apuro, desde China vienen también los vagones incorporados estos años a los ferrocarriles. La Argentina paga un anticipo al comienzo de la construcción y el resto a la entrega: contado rabioso. Nada se fabrica en talleres locales.

– Por contrato, a China se le compra el equipamiento para el Belgrano Cargas con un costo financiero del 8% anual.

– Finalmente, una relación comercial privilegiada. Desde 2008, el balance de divisas es claramente deficitario para la Argentina. Y las importaciones desde China zafan de las restricciones que se imponen a otros: hoy crecen 2%, mientras las compras a la Unión Europea caen 12%; un 11% al NAFTA que integra Estados Unidos; el 13 % a Chile y 11% las de Brasil.

Queda claro que los yuanes son cualquier cosa menos baratos. Y si por alguna razón el Gobierno quiere convertirlos a dólares reales y utilizarlos para pagar deuda externa, corre una tasa de interés del 7%.

Negociadores con siglos de experiencia, los chinos saben calibrar las necesidades de la otra parte. Y obviamente no desperdician las oportunidades.

Beijing ha querido acordar condiciones similares con Brasil, como equipos e incorporación de técnicos y mano de obra propios, pero el intento chocó contra una pared y debió tomar otros caminos. También se frustró su idea de convertir a la Argentina en cabecera de playa para operaciones en la región.

De todos modos y cada cual a su modo, nadie deja pasar los beneficios de las conexiones con el coloso asiático.

Pero pertenece a nuestro mundo de complicaciones que entre el Boden 2015, el pago de un bono de la provincia de Buenos Aires y el dólar ahorro las reservas brutas puedan caer alrededor de US$ 5.000 millones en octubre. Bien por debajo de los 32.453 millones de fines de septiembre.

El costo de esa movida queda al desnudo en la decisión de facilitarles a los tenedores de Boden la posibilidad de reinvertirlos en bancos locales, una manera de incorporar parte de esos dólares al stock nominal del BCRA o de encubrir la caída real.

Más de lo mismo fue amenazar a las aseguradoras con un garrote semejante al que se descargó sobre los fondos comunes de inversión. Soterrado y a la vez suficientemente público para que surta efecto, el objetivo consiste en forzarlas a vender sus tenencias dolarizadas para bajar el llamado contado con liqui y pegarle al blue.

Son manotazos que dejan al descubierto un temor evidente: que el paralelo se dispare y meta ruido en el último tramo de la batalla electoral. Mejor dicho, que le juegue en contra al oficialismo.

Importa nada si en el intento el Central sigue perdiendo reservas. Cuidar el patrimonio de la principal institución financiera del país no ha demostrado ser, al final, una preocupación del cristinismo. 

 


 

La isla de la fantasía

LA NACIÓN

Nestor O. Scibona

"No fue magia", es el más recurrente latiguillo de Cristina Kirchner en sus no menos recurrentes discursos por cadena. La magia, en todo caso, está en la oratoria para mostrar logros -reales y supuestos-, borrar fracasos o transformar en ajenos los errores propios. Otro tanto vale para su política económica, convertida en una sucesión de trucos y parches para disimular la herencia que dejará el kirchnerismo tras nueve años de inflación de dos dígitos anuales, cuatro de estancamiento del PBI, inversión y creación de empleos privados, más su correlato en la pobreza que afecta a casi tres de cada 10 habitantes y desapareció de las estadísticas oficiales.

A fin de 2015 cerrarán con poco más de los casi 9000 millones de dólares en encajes "intocables", ya que respaldan los depósitos en moneda extranjera en el sistema bancario. Pero la deuda con el sector privado (por importaciones impagas y giros bloqueados de utilidades) se aproxima a 20.000 millones, sin contar otros pasivos ocultos ni en litigio con losholdouts. La diferencia a favor es que esta vez no hay descalce de monedas entre depósitos y préstamos ni está afectada la solvencia del sistema financiero, como en el estallido de la convertibilidad. En contra, que el cepo cambiario y el default parcial de la deuda mantienen cerrada la puerta al ingreso de capitales e inversiones externas.

La contundencia de estos datos contrasta con la percepción de una parte de la sociedad, inducida a creer que habita una suerte de isla de la fantasía. El economista Enrique Szewach define este fenómeno como una "crisis asintomática", donde los problemas existen, pero no son evidentes para todos.

En esto tiene mucho que ver la política de Axel Kicillof, intensiva en gasto, empleo público, salarios indexados, controles, tipo de cambio bajo, tarifas y créditos subsidiados e inflación reprimida. Así, muchos pueden comprar bienes o pasajes al exterior en cuotas sin interés junto con dólar turista, y no todos dólar ahorro (con permiso de la AFIP) para atesorar o hacer diferencias en el mercado paralelo, al menos hasta las elecciones.

Claro que a costa de agravar los problemas que recibirá el próximo gobierno. Entre ellos, la escasez de divisas del BCRA, camuflada por los swaps chinos (reservas "prestadas" a corto plazo), restricciones para importar, pérdida de competitividad y retroceso de exportaciones. Para estos casos, el argumento oficial es que "el mundo se nos cayó encima". Como si otros países no tuvieran que lidiar con un contexto externo más desfavorable y que no parece transitorio.

En la Conferencia Anual de FIEL, el economista argentino Guillermo Calvo -que se hizo célebre en 1994 por haber pronosticado la devaluación mexicana que disparó el efecto tequila- sostuvo días atrás que la actual situación económica argentina es insostenible en el tiempo. Aunque dijo no esperar ajustes dolorosos como los de la era pre-kirchnerista (2002), fue más lejos que los candidatos presidenciales que, a lo sumo, apenas insinúan esa perspectiva.

En el caso de Daniel Scioli, porque está inhibido de sincerar la herencia de CFK, en su dilema entre asimilarse al kirchnerismo para evitar prematuros conflictos internos o diferenciarse para captar votos independientes. Y en el de Mauricio Macri y Sergio Massa, porque tienden a evitar malas noticias para no desalentar a potenciales votantes indecisos. En última instancia, sus asesores económicos suelen ser más precisos ante auditorios especializados, aunque luego sus diagnósticos y propuestas se filtren a través de la prensa.

En la reunión de FIEL, donde no estuvo Miguel Bein (ausente con aviso por un viaje a Nueva York para conocer a su nieta recién nacida), hubo cruces civilizados entre otros dos economistas. Por caso, Carlos Melconian advirtió que no es posible pagar el 82% a los jubilados con el Fondo de Garantía de la Anses, ya que en un 78% está constituido por papeles (títulos y acciones). Y que establecer una regla fiscal para no gastar más de lo que se recauda, igual implicaría un ajuste de $ 200.000 millones debido a la inercia del gasto público indexado.

A su turno, Martín Redrado se pronunció en contra de "recetas facilistas" (como otro blanqueo, desdoblamiento cambiario o un rápido arreglo con los holdouts) destinadas a conseguir dólares "para seguir tirando", en vez de amortiguar la corrección de desequilibrios macroeconómicos.

Las coincidencias se extendieron a la necesidad de promover la inversión y fortalecer el mercado local de capitales. Pero no hubo tiempo para debatir normas polémicas como la de la CNV sobre Fondos Comunes de Inversión. O el cambio de leyes con candado kirchnerista y que van a contramano de aquellos objetivos. Entre ellas, las de pago soberano, el blindaje de participaciones accionarias en poder de la Anses o la transferencia a Arsat de la última licencia de 4G, sólo para torpedear la venta al Grupo Clarín de la filial local de Nextel en nombre de promover la industria satelital.


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