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OPINIÓN
Scibona: vuelvan dólares. Canedo: Se corre el telón
17/12/2015

Una fuerte apuesta a que vuelvan a aparecer los dólares

La Nación

Néstor O. Scibona

Las diferencias están bien a la vista. El cepo cambiario fue la primera medida que aplicó Cristina Kirchner 40 días antes de iniciar su segundo mandato para tratar de cuidar las reservas del Banco Central y culminó con un rotundo fracaso, tras la pérdida de más de US$ 23.000 millones en cuatro años de estancamiento económico. Su anunciado final, junto con la unificación y devaluación del tipo de cambio oficial, es ahora la primera decisión económica de envergadura adoptada por el gobierno de Mauricio Macri con el objetivo exactamente opuesto: recuperar las reservas y liberar a la actividad económica de la combinación de atraso cambiario y controles que la mantuvo encorsetada durante todo ese período.

El anuncio de Alfonso Prat-Gay fue incluso más allá de lo esperado. A partir de hoy, el esquema cambiario no sólo se retrotrae a octubre de 2011, sino que además repone el límite de 2 millones de dólares mensuales para compras de empresas y particulares, que se suponía iba a estar inicialmente restringido. Paralelamente desaparece el encaje del 30% para el ingreso de capitales del exterior, vigente desde hace diez años.

La medida más esperada tras el triunfo de Macri tendrá hoy su primer test de confianza en el resucitado mercado único y libre de cambios (MULC). El ministro evitó arriesgar una cotización de referencia para el dólar. Sin embargo, sostuvo que para exportadores, empresas, inversores y ahorristas el valor no era el del oficial de $ 9,80, sino los $14,25 del contado con liquidación, la única operatoria legal y relativamente libre que sobrevivió al cepo. Sólo en los próximos días se irá conociendo el techo y el piso de la banda de "flotación sucia" que establecerá el BCRA. El escenario ideal para el Palacio de Hacienda sería que el dólar se ubique inicialmente cerca de $ 15, para luego descender aunque no por debajo de $ 13.50. Un dólar inicial en torno de $ 14 implicaría un ajuste cambiario de nada menos que 43%; o, a la inversa, una devaluación del peso de 30%.

Para evitar una alta volatilidad que afecte las expectativas cambiarias, el BCRA dispondrá a corto plazo de una masa crítica que Prat Gay estimó entre US$ 15.000 y 25.000 millones, entre préstamos de bancos extranjeros; conversión a dólares de parte de los yuanes del swap chino; anticipos de cerealeras a cuenta de próximas exportaciones (400 millones diarios durante tres semanas) y de empresas locales que planean inversiones.

Aunque no está exenta de riesgos, la principal apuesta oficial es que reaparezca la oferta genuina de dólares, ausente durante el último año y medio a causa del fenomenal atraso del tipo de cambio real, el mayor desde 1980. De ahí que previamente el Gobierno dispuso eliminar las retenciones para casi todas las exportaciones (salvo las del complejo sojero, con una reducción de 5 puntos porcentuales y minero, aún pendiente de resolución) y dejar sin efecto todos los permisos previos (ROE, cupos, etc.).

La suba del tipo de cambio es un fuerte incentivo para liquidar dólares. Y en muchos sectores, para desempolvar proyectos de inversión frenados por el atraso cambiario. Los turistas extranjeros podrán cambiar sus monedas en bancos y casas de cambio o volver a utilizar tarjetas de crédito para sus pagos. Y también los argentinos que atesoraron dólares en blanco -con permiso de la AFIP- para guardarlos en cajas de seguridad o colchones, tienen ahora la posibilidad de reingresarlos al circuito económico, ya sea para aplicar a consumos postergados, reactivar el alicaído mercado inmobiliario o depositarlos en el sistema financiero. Por caso, el Banco Santander Río hizo punta al anunciar una suba de las tasas de interés para plazos fijos en dólares (4% anual a 30 días; 4,65% a 90 días y 5% a un año), que calzará con créditos a pymes exportadoras (a una tasa de 6.5% anual).

Por el flanco de la demanda, potencialmente alimentada por la herencia de inundación de pesos, el Gobierno también tomó una serie de precauciones para contenerla, fragmentarla o desalentarla. La más potente fue subir en 8,5 puntos porcentuales el piso de las tasas de interés en pesos (al 38% anual a corto plazo y declinantes en los próximos meses). También acordó la reestructuración de los controvertidos contratos de dólar futuro, junto con la compra de las posiciones netas de los bancos en moneda extranjera. A la vez, dispuso cancelar el stock de deuda comercial (unos 5000/7000 millones de dólares de importaciones impagas) con la opción entre un cronograma de pagos o un bono en dólares negociable en el mercado local. Para el flujo de futuras importaciones, el principal freno está en la suba del tipo de cambio oficial, que disuade compras especulativas, aún con el próximo fin de los permisos previos (DJAI) y su reemplazo por licencias automáticas y no automáticas en 2016. De esta manera, busca además restarle presión a la eliminación de los controles previos de la AFIP y los anticipos a cuenta de Ganancias para la compra y venta de divisas por ahorristas e inversores.

Así y todo, para que este esquema resulte sustentable en el tiempo, aún falta descubrir cartas importantes que aseguren su consistencia. El cepo fue un corralito al revés, para emitir pesos sin límite, mantener atrasado el tipo de cambio y tratar de frenar sin éxito la salida de divisas, a costa de paralizar su ingreso. El Gobierno todavía debe definir y anunciar su política fiscal, monetaria, salarial y de subsidios.

Se corre el telón sobre el dólar y los precios

Clarín

DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO

Alfonso Prat-Gay dijo que, cuando hablaban entre ellos, calculaban que eran necesarios US$ 10.000 millones para levantar el cepo cambiario y volver a un mercado único cambios.

Agregó que en las próximas semanas esperan juntar entre US$ 15.000 y     US$ 25.000 millones para llevar adelante la política de “flotación sucia” del dólar a la que vuelve desde hoy el país.

Sin embargo, el flamante ministro de Hacienda y Finanzas no fue muy preciso a la hora de decir cómo llegarían a juntar esas sumas.

Si lo fue, en cambio, cuando habló de plata contante y sonante de las cerealeras, que se comprometieron a liquidar US$ 400 millones por día en las próximas tres semanas, hasta llegar a un monto de US$ 2.000 millones.

Pero no sólo con esos US$ 2.000 millones contarían Prat-Gay y el Banco Central para salir a la cancha y jugar el partido del dólar.

El Banco Central avanzó para convertir en Londres en dólares los yuanes del Banco Central de China.

Por esa vía, el Central ya contaría con otros US$ 3.000 millones y podría llegar a obtener hasta una cifra cercana a los   US$ 10.000 millones.

Además, después de haber encaminado el ríspido tema del dólar futuro, habrían logrado que más bancos se sumen para un préstamo garantizado contra bonos del Central por más de US$ 10.000 millones.

De esas operaciones es que surgiría lo que en el Gobierno denominan “poder de fuego” para enfrentar los movimientos del dólar y estabilizar el precio de la divisas.

¿Y cuánto va a costar el dólar desde hoy? Fue la insistente pregunta que ayer se hacían operadores, empresarios y funcionarios y la población en general partiendo de la certeza de que los $ 9,84 del dólar oficial de ayer ya pasaron a la historia.

Prat-Gay dio una pista, por lo menos de lo que se supone que creen, al hablar del precio del denominado dólar “contado con liquidación” que ayer arrancó la rueda en $ 14,20 y en algún momento bajó hasta $ 13,90. ¿Será ese el precio de hoy?

En la Casa Rosada, un alto funcionario dio la pista de que aspiran a que “esté por debajo de $ 15”.

Y el telón se correrá hoy con la música de trasfondo de que el “contado con liqui” y el dólar bolsa, algo por encima de $ 14 podría ser una cifra guía para el arranque.

En realidad, y aunque no lo confiesen públicamente, varios funcionarios son lo que preferirían una disparada de la divisa (¿16 pesos?) para que luego del Banco Central demuestre que tiene fichas suficientes para ganar la pulseada y llevarlo por debajo de $ 15.

Pero, a ciencia cierta, salvo el Presidente, algunos ministros, el titular del Central y el jefe de la mesa, nadie sabe cuál es el valor del arranque de la divisa que determinaría el primer salto devaluatorio importante después del de enero de 2014.

El telón de estas obra se corre a las diez de hoy, pero el Banco Central hace más de 48 horas que empezó a definir el escenario que viene.

La primera movida en esa línea fue el martes, cuando aceptó subir a 38% anual la tasa de las letras que le ofrece al mercado para el plazo de 35 días.

La señal para bancos, empresas y particulares fue que estaba dispuesto a aceptar una suba de 9 puntos en la tasa de interés que venía pagando para aumentar el atractivo de las colocaciones en pesos.

Los bancos respondieron rápidamente, las tasas para depósitos a plazo fijo treparon del 28 al 31% anual para colocaciones a 30 días y las pymes debieron pagar 41% para descontar cheques.

Fue sólo el principio. Desde hoy, las entidades financieras volverán a un sistema libre de tasas de interés como forma de tentar a los depositantes a quedarse en pesos e, incluso, en atraerlos tanto para que se desprendan de parte de los dólares ahorrados para pasarse a pesos.

El atractivo de las tasas de interés se hace fuerte cuando existe la creencia de que se le ganará a la devaluación.

En el Gobierno insisten en que tienen “poder de fuego” y que la enorme masa de pesos que aún anda dando vuelta por la economía, terminará resultando insuficiente para inquietar al mercado de “flotación sucia” en el que, aseguran, el Central tiene capacidad desde hoy de fijar un precio estable para el dólar.

Poder garantizar un dólar estable después de la fuerte suba que tendrá el dólar oficial para pasar a ser “único” es uno de los grandes desafíos que tiene el nuevo gobierno y donde reside uno de los mayores temores de la política económica.

Ese desafío está concentrado en qué dimensión tendrá el traslado a precios de la devaluación.

Buena parte de los productos esenciales de la canasta familiar (harina, aceite, carne, etc.) se regían por el dólar oficial y desde hoy por el único.

Además, en el intento de mejorar la competitividad y, se presume, en el de devaluar menos al peso, el Gobierno eliminó las retenciones a las exportaciones de maíz, trigo, carne y a todas las exportaciones regionales y rebajó 5% las de la soja.

Menos retenciones y dólar más alto implican un traslado de ventajas importantes para los sectores exportadores pero, simultáneamente, riesgos grandes para el bolsillo de la gente.

Según las mediciones privadas, y obviamente antes de la devaluación, la inflación de las primeras tres semanas de diciembre fue de 3,1% con un pico de 4,1% en el rubro alimentos.

¿Qué nivel de inflación se debería esperar con el nuevo dólar?

¿Será de 8% desde hoy hasta mediados de febrero? Dentro del Gobierno apuestan a mucho menos pero se niegan a arriesgar algún número.

El traslado a precios de la devaluación será otra batalla de las próximas semanas y, probablemente, una de las más difíciles a pesar del intento oficial de arrancar 2016 gestando en forma acelerada un acuerdo de precios y salarios.

Para sentar las bases, en el Central creen haber desactivado la “bomba” de emisión que incubó Alejandro Vanoli con las operaciones de dólar futuro.
Creen que con la decisión “voluntaria” del ROFEX de aceptar recortes de $ 1,25 y $ 1,75 en las operaciones de futuro y, además, con el cobro anticipado del 35% de Ganancias en las operaciones que hicieron las empresas, se “salvan” de emitir $ 15.000 millones.

Por otra parte, al obligar a los bancos a venderle su posición en dólares al Central a $ 9,70 y con el cobro anticipado de Ganancias a las empresas, también la emisión de pesos queda muy acotada.

Una vez cerrado el tema del dólar futuro y diciendo que hay “poder de fuego” cambiario, el gobierno de Mauricio Macri sale al ruedo apostando a que sacar el cepo de un plumazo sea un camino rápido hacia una situación de “normalidad”. 
Se corrió el telón y hoy empieza otra función.


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