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POLÍTICA Y ECONOMÍA
Bonelli: ¿hay un plan global?. Zlotowiajda: fiesta en Pergamino
18/12/2015

Más allá del cepo ¿hay un plan económico global?

CLARIN

MARCELO BONELLI

Alfonso Prat-Gay respiró tranquilo anoche: superó el primer test de la unificación cambiaria y la amplia eliminación el cepo.

Ayer se comunicó con el Presidente y le brindó un informe completo. Así le dijo: “Mauricio, el mercado respondió muy bien.” En su evaluación, el ministro ponderó la tranquilidad con la cual operó el sistema y que la cotización se mantuviese dentro de los valores que pretendía el Banco Central. Prat-Gay también informó a Macri un dato clave: que el BCRA no intervino para fijar el precio y que eso hace más sostenible el valor del nuevo dólar. 

Las principales entidades empresarias salieron a apoyar la decisión: lo hicieron desde Adrián Kaufmann Brea de la UIA hasta Adelmo Gabbi de la Bolsa. Hubo un aval, pero todos reclamaron conocer un plan global. Así lo dijo Kaufmann Brea: “Esto normaliza la economía. Ahora hace falta conocer muchas medidas complementarias.”
La buena reacción del primer día no elimina las dudas e interrogantes de la audaz decisión: ayer hubo una devaluación del 42 % y eso puede recalentar los precios. En especial si las naftas acompañan al nuevo dólar. El punto es es que Cristina Kirchner dejó la caja vacía de dólares y un atraso cambiario que estancó la economía.

Macri decidió evitar hablar de esa herencia. El Presidente y su ministro siguen las instrucciones de Jaime Durán Barba: no ahondar en la calamitosa crisis que dejó Cristina, con la intención de evitar que la sociedad tome conciencia de los graves problemas por enfrentar.
La liberación cambiaria fue más amplia que lo previsto y se adoptó sin cerrar cuestiones claves para la solidez del programa.
Los informes de Wall Street ponderan la medida, pero también hablan de las decisiones pendientes. Así lo expresan los informes confidenciales del JP Morgan, el Itaú y Nomura Bank.

El equipo de Prat-Gay debe elaborar un programa global, que tiene que encarar los siguientes desafios:

– Una política fiscal y monetaria que reduzca en forma paulatina el déficit de siete puntos del PBI. Sin esto, ninguna pauta cambiaria soporta.
– Una estrategia para moderar a mediano plazo el fuerte aumento que tuvo la tasa de interés. Lo impulsó el BCRA para contener eventuales corridas cambiarias. En el cortísimo plazo se soporta, pero, de persistir, el alto costo del dinero podría generar una fuerte recesión.
– Lograr que el aumento de precios sea solo fruto de la exacta incidencia de la devaluación.
– La combinación de tasas altas y una caída del salario real puede estancar aún mas la economía.
Prat- Gay conoce los desafíos inmediatos, pero divide la situación en dos etapas. Su prioridad es consolidar la apertura del cepo. Lo habló en la Convención Industrial en un diálogo que mantuvo a solas con Paolo Rocca. El influyente Diego Videla aprovechó el encuentro para hacer una aparición fuerte en la UIA.

También Francisco Cabrera aceptó una sugerencia de Osvaldo Cornide: se mantendrán vigente el plan doce cuotas, para mitigar el alza de las tasas.
Ahora Prat-Gay está abocado a terminar de cerrar el paquete de ayuda financiera y hacer efectivo su ingreso como reserva real al Banco Central. Aunque el ministro habló de un colchón de 20.000 millones de dólares, lo firme es el aporte de las cerealeras y la conversión de yuanes por 3.300 millones de dólares.

La colocación de títulos públicos entre un consorcio de bancos internacionales sufrió alguna demora por la crisis del dólar futuro. Los negociadores del JP Morgan y el Deutsche frenaron todo después de que Federico Sturzenegger quiso aplicar un desagio a los contratos.

Hubo comunicación directa de algunos banqueros con el propio Mauricio Macri. El Presidente se involucró y abrió una etapa de negociación al ubicar como interlocutor a Mario Quintana.

Los bancos extranjeros encabezados por Enrique Cristofani, del Santander, comunicaron que no iban a colaborar con el gobierno otorgando un préstamo de hasta 9.500 millones de dólares mientras que el BCRA propiciaba desagiar las ganancias por las compras del dólar futuro. 

La intervención de Quintana –actual secretario de Gabinete y ex titular de Pegasus– ayudó a sofocar la crisis y encaminó una solución. Ahora esta todo en vías de acuerdo. Pero el aporte de fondos para fortalecer reservas sufrió una demora de varias semanas.

La cuestión reflejó –como en otras cosas– ciertas desinteligencias en la primera semana de gobierno. La propia modificación de la ley de ministerios paralizó a algunos funcionarios y al staff de carrera.

Ocurre con la estrategia política que Macri quiere impulsar para del desarrollo de comercio exterior. La Cancillería perdió facultades tradicionales y delega tareas en tres ministerios: Producción, Agricultura y Hacienda.

Pero el traspaso sucede cuando ese ministerio posee algo que no tienen los otros: la estructura para llevar adelante la política, las propias embajadas que dependen de Susana Malcorra.

También Martín Lousteau está atentó a la cuestión. El embajador necesita su oficialización porque lleva adelante sondeos importantes en Washington. Se trata de un acercamiento con el Tesoro de EE. UU. y con la Reserva Federal. En silencio, la Argentina busca un aval de Washington a la política económica.
Primero se trabaja en un apoyo político que favorezca las negociaciones financieras en Manhattan.

Pero también se sondea otra cuestión. Con total discreción se busca un swap de la Reserva Federal para superar el problema de las limitadas reservas del Banco Central. 

Fiesta en Pergamino

EL CRONISTA

MARCELO ZLOTOGWIAZDA

 Fiesta en Pergamino

Indisimulables rostros de alegría se vieron en Pergamino el lunes pasado cuando desde ese lugar Mauricio Macri anunció la rebaja de 5 puntos en las retenciones a la soja y la eliminación para todo el resto de la producción agropecuaria y de las economías regionales. La felicidad es mucho mayor a partir del formidable aumento del dólar que disparó el levantamiento de las restricciones cambiarias dispuesto por la nueva conducción económica.

No era para menos. Recibieron un inusitado combo de devaluación y disminución de retenciones, cuando lo habitual en la historia argentina era que las retenciones al campo se imponían para neutralizar el impacto de elevados precios internacionales o para que los efectos de un dólar más alto beneficiara a la industria pero nada o menos al sector que produce las materias primas para la alimentación.

Es indiscutible que la gente de Pergamino no atravesaba su mejor momento. Según datos de la Compañía Argentina de Tierras el valor de la hectárea en la zona ronda los u$s 14.500, menos que el pico de algo más de 17.000 que había alcanzado en 2011. Es cierto también que ahora se requieren alrededor de 800 quintales de soja para adquirir una hectárea frente a un promedio histórico de 500. Y no hay duda de que esa situación era resultado, entre otras causas, de la caída de los precios internacionales, del atraso cambiario y del mantenimiento de elevadas retenciones.

Pero aún así, la transferencia de recursos para el campo es descomunal. Considerando que el complejo sojero exporta u$s 20.000 millones por año, la rebaja de 5 puntos en el impuesto junto con un aumento del 40% en el dólar (si logran estacionarlo en el nivel que pretenden), el ingreso adicional que recibirán será mayor a los $ 60.000 millones anuales a valores de hoy. A eso se agrega el ingreso extra para el resto de los productos agropecuarios.

Había consenso acerca de que casi todas las economías regionales requerían asistencia. Lo mismo para la actividad cerealera, e incluso también para la producción sojera de zonas periféricas. Pero lo que les dieron es muchísimo. Ni hablar para los productores de Pergamino, Salto, Rojas, la conocida zona núcleo, que con sus elevadísimos rendimientos tienen motivos de sobra para festejar, ya que si bien no atravesaban su mejor momento, lo que recibieron de regalo es demasiado.

Todo lo anterior es clave para responder a la segunda pregunta secuencial que queda abierta con la nueva política económica, si es que el primer interrogante sobre la cotización del reflotado dólar libre se dilucida acorde a las intenciones de Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger. La segunda pregunta es cuánto de la devaluación se traducirá en inflación. O, más precisamente, cuánto más subirán los precios a partir de ahora por sobre lo que ya venía ocurriendo debido a que la devaluación no sólo se veía venir sino que fue claramente anunciada con mucha anticipación.

Antes de que se concretara la devaluación una de las principales empresas de alimentación ya había encarecido su lista un 12% como consecuencia, aseguran, de incrementos de costos. Su directorio tenía decidido que una vez efectivizada la devaluación trasladarían a precios el ulterior incremento de costos.

En ese caso, como en la economía en general, el traslado a precios será indudablemente mayor que el que habría sido si el combo devaluación con menos retenciones no hubiera sido tan extraordinariamente generoso. La explicación es sencilla: el precio en el mercado interno del trigo, del maíz, de la soja y, en general, de cualquier producto exportable, está en relación directa con lo que el productor obtendría si lo exportara; y lo que el productor recibe por la exportación es mayor cuanto más alto cotice el dólar y cuánto menos le descuente el fisco por retenciones.

Hay que tener en cuenta que también habrá impacto en los precios domésticos por encarecimiento de importaciones. El brusco salto en los medicamentos, productos con alto componente importado, es apenas un ejemplo. A eso habrá que sumarle, además, el reajuste tarifario, una medida tan necesaria como delicada en su implementación, y con fuerte peso en el presupuesto familiar.

La tercera pregunta en la secuencia es sobre los salarios y la reacción sindical ante el alza del costo de vida. Antonio Caló ya salió con los tapones de punta reclamando un bono compensatorio de $ 5000 y Hugo Moyano se sumó al pedido sin especificar monto.

La convocatoria para enero de una mesa tripartita para intentar un acuerdo económico social o el gentil pedido a formadores de precios y supermercadistas para que se comporten responsablemente, son acciones débiles y voluntaristas frente a la turbulencia de que lo que se desató, que no es otra cosa que una febril pugna por la distribución del ingreso, en la que por el momento, los únicos claros ganadores son el campo y quienes tienen activos dolarizados. Prat-Gay fue insistente en mostrar que cuenta con respaldo suficiente para pulsear en el mercado y domar al dólar. Nada dijo en su presentación acerca de medidas compensatorias para los que ya están perdiendo y no tienen los rostros de alegría como en Pergamino.



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