Jorge Manceñido*
La Licencia Social es la aprobación tácita que la comunidad le otorga a un proyecto, avalándolo con su apoyo para que se desarrolle bajo su escrutinio.
En la actualidad se observa un número creciente de proyectos de diversa naturaleza (minería, energía, turismo, etc.) que ven revocada su licencia social basándose tanto en aspectos concretos como intangibles.
Resulta necesario indagar en las causas de descontento social que en muchos casos se contraponen a los potenciales beneficios generados por el proyecto, llegando a opacarlos en la percepción de la comunidad.
La minería ha acompañado a la humanidad en su evolución, estando presente desde las formas más básicas de comunicación a la fabricación de las herramientas y utensilios que comenzaron a diferenciar al hombre de los animales.
En la vida moderna toma una dimensión e influencia mayúscula manifestando su omnipresencia en casi todas las actividades de la vida cotidiana.
Como madre de industrias, resulta fundamental ya sea por los productos minerales esenciales para sustentar la calidad de vida actual como por su participación en los procesos productivos de todo tipo de productos tanto minerales como biológicos.
No obstante no logran las actividades de origen evitar los rótulos de percepción negativa en la sociedad, que se van convirtiendo en aceptación en relación a los productos o servicios que generan dichas actividades.
El término desarrollo sostenible se refiere a los mecanismos socio económicos que la sociedad adopta para satisfacer sus necesidades y lograr su bienestar presente, sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras.
En consecuencia el concepto no es aplicable a un proyecto específico ni a una actividad aislada como la minería, sino que debe considerarse como un contribuyente o socio, junto a otros esfuerzos productivos, dentro del marco legal definido por los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades.
No importa cuán ambientalmente amigable sea el desempeño de una mina o cuán socialmente responsable resulten sus actividades. Si los esfuerzos productivos no se orientan al logro de objetivos mayores que involucren a todos los stakeholders su contribución al desarrollo sostenible de la comunidad puede diluirse. Lo que resulta sostenible, entonces, es la contribución del conjunto de todos los stakeholders, no las actividades independientes unas de otras.
El alto impacto de algunas de las actividades relacionadas con la minería (uso del agua, residuos peligrosos, cambios en el uso de la tierra, consumo de energía, etc.). han impulsado a las compañías mineras a la implementación de acciones y programas para reducir, minimizar y compensar los efectos socio-ambientales de esos impactos con el propósito de liberar de conflictos al desarrollo de los proyectos. Estos esfuerzos pueden ser sinceros y efectivos, no obstante pueden resultar insuficientes para lograr el reconocimiento social como “sostenible” de las operaciones.
Para comprender el rol de un proyecto minero en el desarrollo de una comunidad es preciso encontrar respuestas para otros interrogantes en primer lugar.
¿Cómo puede una actividad productiva de alto impacto/relativa baja duración contribuir al desarrollo sostenible de una comunidad?
¿Cómo puede una actividad productiva, que se agota en el tiempo, insertarse en la cultura local como una actividad valorada y apreciada por sus integrantes por su contribución a sus objetivos e intereses?
La aproximación tradicional adoptada por las compañías mineras y validada por gobiernos y ONG´s se basa en un diagnóstico amplio de necesidades y deseos de las comunidades dentro del área de influencia de cada proyecto. Estos diagnósticos proveen una guía y objetivos específicos para materializar en inversión social los presupuestos a lo largo de la vida útil de los proyectos, aspirando a poder desarrollarlos sin focos de conflictividad que amenacen su evolución y rentabilidad.
Las inversiones sociales en salud, educación, infraestructura, etc., sumado a los objetivos primarios de generar beneficios económicos tangibles para las comunidades locales (empleos directos e indirectos, oportunidades de negocios para proveedores locales, aportes generados por el pago de impuestos y tasas) constituyen el núcleo de los esfuerzos para lograr la percepción de sustentabilidad y el mantenimiento de la ansiada licencia social.
Las compañías mineras se enfocan en conocer y comprender las necesidades y deseos de las comunidades para poder contribuir con su aporte al logro de sus objetivos. Sin embargo pueden resultar cambiantes y volátiles, modificándose en función del contexto socio-económico y la evolución del tiempo y las circunstancias.
En los diálogos con la comunidad al iniciar un proyecto minero, el foco del mensaje de los directivos se centra en los beneficios e impactos favorables asociados al desarrollo del emprendimiento. Las comunidades en tanto se preocupan por las pérdidas potenciales que el proyecto puede generar.
Una vez que la gente identifica pérdidas que pudieran afectar los valores y cultura propios de la comunidad los miedos inician una escalada que va amplificándose y alcanzando a diversas instancias del avance del proyecto.
Los temores involucran emociones fuertes que no pueden ser contrarrestados sólo en base a la razón. Todos los esfuerzos comunicacionales realizados para transmitir la seguridad de diseño de los diques de colas, la protección y resguardo de las fuentes de agua y la implementación de los estándares más avanzados de gestión ambiental resultan insuficientes para controlar el crecimiento de la preocupación social por la pérdida de un sitio sagrado o del acceso al agua, una vez que estos temores se instalan en la comunidad.
Los temores constituyen una de las principales barreras al diálogo franco para la superación de conflictos entre los proyectos y las comunidades anfitrionas. La gente tiende a reaccionar con mayor intensidad frente a posibles pérdidas que ante potenciales ganancias.
La conservación de la licencia social es un proceso dinámico que rara vez permite cubrir los temores de pérdidas con inversión social. Es necesario comprender los temores con empatía y abordar la solución a través de procesos transparentes y de construcción de confianza dónde la comunidad pueda reconocer una preocupación genuina por resolver la cuestión de fondo que los inquieta.
Muchas veces la modificación oportuna de un aspecto del proyecto puede ahorrar costos significativos en la ejecución y avance así como en gastos estériles de intentos de compensación económica, publicidad o relaciones públicas que no resuelven el conflicto y amplifican la brecha proyecto-comunidad.
La aversión a las pérdidas se enraíza en lo profundo de las mentes humanas e impulsan a las comunidades hacia el mantenimiento del modo de vida histórico que los caracteriza.
La historia evolutiva de la comunidad por generaciones, sin la presencia y las bondades que ofrece el proyecto minero, avala esta posición. El proyecto es visualizado como un nuevo vecino circunstancial que no permanecerá por siempre junto a la comunidad.
Para superar estas barreras es imprescindible indagar acerca de los valores que la comunidad considera como no negociables, las amenazas que percibe en relación al proyecto y lo que teme perder.
Sólo mediante una aproximación sincera que demuestre preocupación genuina por las preocupaciones y temores de la sociedad pueden desarrollarse estrategias honestas que brinden confianza a la comunidad.
Cuando se logra incluir entre las aspiraciones genuinas de la compañía las preocupaciones de la comunidad y se gestionan con máxima prioridad pueden superarse estas barreras y construir confianza, un valor esencial para el sostenimiento de la Licencia Social.
La metodología de Appreciative Inquiry, desarrollada en Case Western Reserve University para la construcción conjunta de futuros deseados compartidos en organizaciones y comunidades, sin importar el número de integrantes, constituye una herramienta poderosa para la inserción y gestión positiva de proyectos mineros en comunidades, particularmente en aquellas sin historial cultural previo de minería.
La metodología, en franco auge y crecimiento desde su desarrollo en los ochenta, ha resultado clave en proyectos de resonancia de alcance global tales como:
United Nations Global Compact (UNGC)
United Religions Initiative (URI)
Business as Agent of World Benefit (BAWB)
Transformaciones de ciudades / regiones (Imagine Chicago, imagine Nepal, etc.)
Y en procesos de transformación positiva mediante construcción social conjunta en diversas Empresas y ONG´s.
Consiste en la búsqueda cooperativa de lo mejor de las personas, la Organización y su entorno.
Se concentra en el descubrimiento sistemático del núcleo de recursos y posibilidades que se abren a partir de la indagación apreciativa de historias de éxito.
La intervención se enfoca en la imaginación e innovación colectiva a partir de lo mejor de la organización / comunidad (núcleo vital) y no en críticas y diagnósticos (supuestos déficits).
Se asume que toda organización cuenta con abundantes capacidades positivas que cuando se hacen visibles y se orientan a un objetivo compartido de mutuo beneficio logran movilizar cambios insospechados para otros enfoques tradicionales.
Las fases de A.I.: El ciclo de las “4 D”
Discovery: Apreciando lo que le da vida al sistema hoy (focalizar en lo mejor de nosotros en el presente y el pasado: los momentos de excelencia)
Dream: Envisionando los resultados de lo que podría ser el futuro (desafiar el estado actual mediante la imaginación de un futuro más valorado y vital: “lo que el mundo está requiriendo”)
Design: Co-construyendo la estructura ideal y las proposiciones provocativas que reflejan las características buscadas de la organización / comunidad (definir la estructura elemental y construir colectivamente las imágenes positivas concretas que describen la organización / comunidad que queremos)
Destiny: Sustentando la transformación mediante la creación de un sentido colectivo de destino (aprender continuamente, ajustando e innovando para alinear las interacciones con la construcción del futuro compartido)
Diferencias de enfoques de intervención
Conclusiones
El desarrollo de la minería moderna impulsa el crecimiento y desarrollo
La conciencia y tecnología disponible permite contar con operaciones responsables
Los organismos de control y la participación activa de las comunidades son claves para el desarrollo de una minería ambiental y socialmente responsable
La gestión efectiva de los temores de la comunidad por la minería requiere:
Comunicación confiable y oportuna
Relacionamiento temprano y positivo con la comunidad
Construcción conjunta sobre la base de valores compartidos y futuro anhelado por la comunidad
* Consultor Principal y Director, SUXESS Competitividad Sustentable
