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OPINIÓN
Scibona: Termómetros alterados. Pagni: visita que ayuda a Macri y a Obama
22/02/2016

Termómetros alterados

La Nación

NÉSTOR SCIBONA

 eL equipo económico acaba de atravesar su semana más intensa desde el fin del cepo cambiario. Mientras espera noticias de Nueva York que destraben el conflicto con los holdouts, febrero concluye en el plano interno de una manera muy diferente de la que imaginaba la Casa Rosada a comienzos de año.

Los termómetros muestran alteraciones y contrastes. Bajó la temperatura del poder adquisitivo de los salarios y de la actividad económica, en contraposición con el recalentamiento de la inflación y el dólar. Para colmo, los récords de calor y consumo eléctrico hicieron depender del termómetro los cortes programados de luz en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, que el decreto de emergencia eléctrica preveía para enfrentar los apagones del tórrido final de diciembre, o sea, mucho antes de los aumentos de facturas sin los subsidios y el congelamiento tarifario heredados del kirchnerismo. Y el manejo de otra compleja herencia K -el desmantelamiento del Indec- desembocó en el inesperado desplazamiento de la directora técnica Graciela Bevacqua apenas dos meses después de haber asumido.

Todo este cuadro obligó al gobierno de Mauricio Macri a un replanteo pragmático del cronograma y contenido de varias decisiones. No esperó al Congreso para subir por decreto el piso salarial y las deducciones del impuesto a las ganancias, retroactivos a enero, sobre los sueldos de los trabajadores en relación de dependencia (poco más de 10% del total) y dejar fuera del alcance del gravamen a unos 180.000 contribuyentes (y a unos 10.000 jubilados). Este "primer paso", como lo definió el propio Macri, fue producto de la negociación con los dirigentes de las tres CGT para atenuar en las próximas paritarias los reclamos de los gremios con mayores salarios del sector privado. Otro tanto ocurre con la decisión de duplicar el tope para extender las asignaciones familiares por hijo a asalariados no alcanzados por el impuesto.

En ambos casos, estas mejoras de ingresos no implican mayores costos laborales para los empleadores, ya que se compensan con un fuerte sacrificio fiscal (cercano a $ 80.000 millones anuales). El mismo efecto tiene la fuerte suba de deducciones (a $ 3000 mensuales) para promover el blanqueo del personal doméstico. Paralelamente, se puso fin al sistema kafkiano que en 2015 instrumentó Axel Kicillof y de hecho implicaba 13 mínimos no imponibles diferentes en los sueldos de $ 15.001 a $ 25.000 mensuales, además de eximir de Ganancias a quienes cobraban menos del rango inferior en agosto de 2013 aunque posteriormente lo hubieran superado con creces.

No obstante, este alivio casi inmediato de la presión tributaria sobre salarios contiene varios bemoles a más largo plazo. El principal, que Macri haya anunciado al día siguiente que no se modificarán hasta 2017 las escalas de Ganancias, previo debate legislativo. Esta novedad hace recaer en la futura marcha de la inflación la vigencia en el tiempo del nuevo MNI y las deducciones, que beneficia mayormente a quienes hoy perciben entre $ 24.000 y $ 36.000 brutos mensuales y tal vez apunte a ponerles un techo indirecto a las paritarias por la vía impositiva. Otro es el bajo MNI establecido para los trabajadores autónomos ($ 7053 mensuales para solteros y $ 13.682 para los casados con familia tipo) que se computará en 2017 y no compensa la fuerte desactualización de los últimos años, que condenó a muchos a pagar la alícuota más alta, pese al freno a la evasión que implica la facturación electrónica obligatoria. En estos casos, una compensación podría venir con la suba del MNI de Bienes Personales, que desde 2007 se mantiene en $ 305.000 y equivale ahora a apenas US$ 20.000.

Por otro lado, queda por ver qué proporción de esta mejora salarial promovida antes de las paritarias podrá volcarse a reactivar el consumo o al pago de las mayores tarifas eléctricas a partir de marzo. Esta incógnita mantiene por ahora en suspenso la suba de tarifas de gas natural, prevista para el mes próximo y que podría trasladarse a abril, al igual que los precios de los combustibles ajustados a un dólar de $ 15. No por casualidad, Hugo Moyano pasó a ser un interlocutor privilegiado de la Casa Rosada: en el costo de los fletes inciden el aumento del gasoil y también los salarios del gremio de camioneros.

Además, marzo es un mes en que la inflación tiende a subir por servicios con ajustes postergados y rubros vinculados al comienzo de las clases (colegios privados, canasta escolar). Por el flanco cambiario, se reduce la oferta de divisas hasta el arranque de la cosecha en abril, ante lo cual el BCRA estrenó su intervención en el mercado con ventas para moderar la suba y seguir absorbiendo pesos. Aun así, no pocos especialistas rescatan que el traslado a precios de la devaluación de diciembre fue hasta ahora muy inferior al de enero de 2014.

Tal vez todos estos factores expliquen el inesperado cambio en la conducción técnica del Indec. Los índices de precios no sólo son un termómetro de la inflación, sino también una suerte de análisis clínico para determinar su evolución en distintos rubros. De ahí que al Gobierno le resultara difícil de digerir que el organismo no difundiera un índice oficial durante los ocho meses que estimó Bevacqua sin cubrir ese bache durante las paritarias. Máxime cuando la oposición reactivó el IPC-Congreso, técnicamente no comparable. El titular del Indec, Jorge Todesca, convocó días atrás a cuatro ex directores del organismo a un virtual comité de crisis donde se coincidió en la necesidad de elaborar un indicador provisorio basado en el IPC de la Capital Federal, con el agregado de precios del Gran Buenos Aires. No era precisamente el índice de "primer mundo" al que aspiraba Bevacqua. Pero puertas adentro del Indec se afirma que no hubo forma de convencerla de la alternativa de aceptar ese IPC de transición, mientras ella trabajara en un indicador más completo. Y que cuando Todesca la acusó de encerrarse en una "torre de marfil", aludió a su obsesión por elaborar un IPC totalmente nuevo, a costa de demorar la reconstrucción de otros índices (PBI, precios mayoristas o las canastas básicas que determinan la pobreza e indigencia), así como el calendario de publicación de 36 indicadores. La estrategia de Todesca sería remontar el costo político de haber desplazado a Bevacqua activando otros indicadores. De hecho, acaba de revelar para 2015 un déficit comercial de US$ 3000 millones por primera vez en 16 años, a contramano de los superávits mensuales que anunciaba el kirchnerismo.

 

Una visita que ayuda a Macri... y a Obama

La Nación

CARLOS PAGNI  

LAagenda diplomática oficial demuestra el interés que despierta el doble experimento que se cursa en la Argentina, con un significado de alcance regional: la transición de un régimen autoritario a otro pluralista, y de una economía Estado-céntrica a otra más competitiva.

Como contrapartida de este atractivo, Mauricio Macri concede una importancia creciente a la política exterior, apostando al protagonismo del país en varios frentes. Pasado mañana recibirá a François Hollande. Ese día, Alfonso Prat-Gay partirá a la cumbre de ministros de Economía y banqueros centrales del G-20, en Shanghai, donde se reunirá con sus colegas de Alemania, el Reino Unido, Italia y Francia. Mientras ocurran esas entrevistas, el Presidente estará presentando al papa Francisco, en Roma, una iniciativa humanitaria para los refugiados sirios, cuya pesadilla es, acaso, la mayor preocupación internacional del jefe de la Iglesia. El punto de fuga del cuadro es la llegada de Barack Obama, el 23 de marzo.

En la Cancillería temieron que el anuncio de ese viaje eclipsara la recepción a Hollande. La visita del presidente francés es clave para la política de mayor apertura económica de Macri. Francia, cuyo proteccionismo agrícola es legendario, arrastra los pies en las tratativas por un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. En el Gobierno esperan una señal de Hollande para acelerar el intercambio de propuestas, antes de que las condiciones políticas empeoren. Para julio la presidencia del Mercosur corresponderá a Venezuela, que no participa del acuerdo. Y en 2017 los franceses irán a elecciones. Sería raro que la canciller Susana Malcorra no hubiera analizado estos pormenores con la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, con la que ayer mantuvo una teleconferencia.

Toda política exterior es política doméstica. También el viaje del presidente de los Estados Unidos se encuadra en esa regla. Sobre todo para Obama, que dedica lo que le queda de mandato a modelar su legado y garantizar a su partido la continuidad en el poder. La estadía en Buenos Aires le proporciona, desde esta perspectiva, varias ventajas. La más inmediata es que equilibra la histórica pero a la vez desafiante visita a Cuba. Con esa iniciativa Obama imprimió una huella perdurable en las relaciones internacionales de su país. Pero ese sello, anacrónico punto final de la Guerra Fría, plantea riesgos en la discusión electoral. La condena a la dictadura de los Castro es una bandera del Partido Republicano. Sobre todo, del candidato Marco Rubio, nieto de exiliados en Florida. El jueves pasado, por ejemplo, cuando Obama excusó su inasistencia al funeral del muy conservador juez Antonin Scalia, desde las filas de Rubio le reprocharon "que pueda hacerse tiempo para ir La Habana". Al día siguiente Obama homenajeó a Scalia en la sede de la Corte.

Extendido a Buenos Aires, el viaje a Cuba se transforma en una gira regional. Obama no aparecerá sólo como el presidente que se acercó a un régimen autocrático. Será también el que concurre a un país que, agotada la aventura populista, se reencuentra con las reglas del Estado de Derecho y del mercado. La reivindicación de los derechos humanos que Macri y Obama encabezarán el 24 de marzo cobra densidad en esta perspectiva. La izquierda nacionalista la interpreta como un malentendido, tan absurdo como fue, para la oposición al kirchnerismo, que la Universidad de La Plata condecorara a Chávez por su lucha por la libertad de expresión.

Hay un problema de traducción. A los que lo critican por su camaradería con los Castro, Obama les devuelve una foto con Macri, quien con el colombiano Juan Manuel Santos integra el exclusivo club de presidentes latinoamericanos que condenan los vejámenes del venezolano Nicolás Maduro a las libertades públicas. La explicación más esclarecedora sobre esa postura la ofreció Malcorra en una presentación ante el Council on Foreign Relations de Nueva York , el pasado martes 9.

Si quisiera personalizar el contrapunto, Obama podría explicar que viaja a la Argentina a vengar a George W. Bush, hermano de un republicano que, hasta anteayer, pretendía sucederlo. En noviembre de 2005 Bush soportó la humillación de Kirchner y Chávez con el aplauso de Lula da Silva. Su sucesor vuelve al escenario de esos maltratos cuando los proyectos de aquellos tres caudillos intentan salvarse del naufragio.

El Departamento de Estado aspira a dar vuelta esa página en un nivel menos anecdótico. Supone que el encanto de Obama, de su esposa, Michelle, y de sus hijas, que lo acompañarán a Buenos Aires, atenuará la animadversión de un sector de la opinión pública hacia los Estados Unidos, que el kirchnerismo agudizó. Otro desafío para traductores: cualquier simpatizante norteamericano de Obama se asombraría de que fuera agasajado por un político clasificado en la derecha, hijo de un ex socio de Donald Trump. Y no por alguien con ensoñaciones izquierdizantes, como Cristina Kirchner. La paradoja se repite con el socialista Hollande.

La prolongación del viaje a Cuba tiene beneficios ostensibles para Macri. Es el respaldo definitivo de Obama a su gestión para sacar a la Argentina del default. Ese aval ya había sido manifestado por el secretario del Tesoro, Jack Lew, y por las sigilosas gestiones del embajador Noah Mamet y del ministro Kevin Sullivan, representantes de Washington en Buenos Aires. También por el detalle de que Martín Lousteau haya sido recibido por Obama antes de obtener el acuerdo del Senado. El juez Thomas Griesa, influido por el special master Daniel Pollack, se incorporó al nuevo cuadro al anunciar que, apenas se derogue la ley cerrojo, dejaría de considerar a la Argentina en rebeldía. ¿Cuánto influyó en ese éxito de Prat-Gay y del secretario de Finanzas, Luis Caputo, la posición del gobierno estadounidense? Difícil calibrarlo. Pero las declaraciones de Lew figuraron en el reclamo argentino para el restablecimiento del stay. Como adelantó ayer LA NACIÓN, el acuerdo es inminente.

Esta diplomacia financiera podría tener para Obama una agradable proyección local. Sobre todo si le advierten que el líder de los acreedores que aún rechazan el ofrecimiento argentino es Paul Singer, del fondo NML. Es el mayor mecenas de Rubio, el candidato del establishment republicano para frenar el ascenso de Trump y derrotar a los demócratas. De manera que hay un plano subterráneo en el que Obama y Macri pelean contra la misma persona. En el caso de Obama, por la plata que esa persona pone. En el de Macri, por la que pretende sacar.

Así como Obama aprovechará el paso por Buenos Aires para centrarse, Macri lo utilizará para moverse hacia la izquierda. Conversará con su visitante sobre la relevancia de Cuba en el ajedrez de América del Sur. En especial en el acuerdo de paz de Colombia. El papel constructivo de Raúl Castro en esa operación ha sido el principal estímulo para que Washington revea su posición frente a la isla. Macri aspira a contribuir con ese proceso. Malcorra, amiga de su colega colombiana María Ángela Holguín, estudia un programa de cooperación para el aprovechamiento de la tierra por parte de las FARC. Los cubanos están al tanto del proyecto. No debería sorprender que Malcorra acelerara las tratativas con La Habana antes de que Obama pise la Argentina. ¿Hay un insumo más valioso para el marketing progre que cultiva Marcos Peña?

La restauración del vínculo con los Estados Unidos comenzará por el punto del mayor cortocircuito: la política de seguridad. Cristina Kirchner determinó la ruptura el 10 de febrero de 2011, cuando Héctor Timerman irrumpió, alicate en mano, en un avión de la Fuerza Aérea norteamericana para incautar equipos destinados a entrenar a agentes de la Policía Federal. Timerman dijo que quería prevenir un atentado. Pero estaba proporcionando al régimen de Mahmoud Ahmadinejad la prueba de que la reconciliación que había ofrecido en Aleppo, diecisiete días antes, era sincera.

Macri, que identificó el combate contra el tráfico de drogas como uno de sus objetivos, pretende recuperar la colaboración norteamericana, en la línea que siguió con la Metropolitana. La reconstrucción formal del puente comenzará mañana, cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su vice, Eugenio Burzaco, viajen a Washington para ver a funcionarios del FBI, de la DEA y del Departamento de Seguridad Nacional. Van en busca de respaldo técnico e inspiración para un rediseño del aparato de seguridad que Macri anunciará en el Congreso el 1º de marzo.

El Gobierno prefiere enfatizar las negociaciones económicas. A pesar del carnalismo, las empresas norteamericanas fueron protagonistas secundarias del ciclo menemista. Y retrocedieron con los Kirchner. El viaje de Obama desencadenará anuncios de inversión. Sobre todo en energías alternativas. Alcanza con repasar los intereses del embajador Mamet en su Twitter para advertir la importancia que conceden los demócratas a esa revolución ambiental y geopolítica.

La llegada de Obama no estará acompañada por novedades comerciales estridentes. El Gobierno analiza una revisión arancelaria, pero para el mediano plazo. Abrirá entonces un gran signo de interrogación: ¿Macri impulsará, mediante una flexibilización del Mercosur, un tratado de libre comercio con los Estados Unidos?

El viaje de Prat-Gay a Shanghai será, más allá de las reuniones con colegas, una instancia discreta de otra novedad diplomática: el reajuste de las relaciones con China. En su centro está el contrato por las represas licitadas por Julio De Vido para Santa Cruz. La adjudicataria fue Gezhouba, asociada a Electroingeniería. Macri ordenó al ministro Juan Aranguren reformular el convenio, que carece de un plan técnico. Devidismo explícito. Los chinos negocian con algunas desventajas. El swap monetario se irá volviendo prescindible si la Argentina recompone sus reservas. Además, no quieren repetir su experiencia en México, donde un escándalo forzó la anulación de la licitación del tren Querétaro-DF: sus socios locales habían obsequiado una mansión a la esposa del presidente. Electroingeniería, del ultrakirchnerista Gerardo Ferreyra, está envuelta con De Vido en el affaire de Petrobras.

Curiosa peripecia. Macri tensa la cuerda con el país del que su padre fue lobbista principal durante el kirchnerismo. Un gesto de loable independencia. Y una demostración de que, como en el triángulo con Obama y Trump, las relaciones exteriores pueden ocultar una misteriosa dimensión psicoanalítica.


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