Según la NASA, este es el verano más caliente de la Tierra desde cuando empezaron a llevarse registros de la evolución del clima. En el Perú las elecciones del 10 de abril incrementan la temperatura algunos grados más.
La encuesta de Ipsos del pasado domingo trae importantes novedades. Ha bajado el respaldo electoral del elenco estable: Keiko Fujimori rompió finalmente su prolongado estancamiento, bajando de 33% a 30%; PPK retrocedió de 13 a 9; Acuña tuvo la caída más espectacular, de 13 a 6, desmintiendo a quienes creían que la denuncia de sus plagios no le iba a hacer mella. Alan retrocedió de 8 a 5, abriendo dudas sobre si logrará superar la valla electoral o si pasará por la humillación de llevar al Apra –con todo y alianza con el PPC– a perder la inscripción en el registro de partidos políticos.
No es de descartar que decida en algún momento retirarse de la contienda, lo que podría significar para el PPC un triste final para su crisis, que se convertiría en terminal. Alejandro Toledo ha llegado al borde de la desaparición con 2%, y es poco probable que logre remontar este resultado, más aún protagonizando episodios penosos, como el de su ininteligible entrevista radial con Raúl Vargas, por culpa de una “faringitis”.
Los candidatos que están a la baja –Keiko, Alan, PPK, Toledo y Acuña– tienen una cosa en común; forman parte del elenco electoral aprobado por los poderes fácticos a fines del año pasado, entre los cuales debía elegirse al próximo presidente del Perú. El control de más del 80% de la prensa escrita por el grupo editorial El Comercio, más de media docena de páginas web y la proscripción de cualquier voz disidente en una TV monopolizada por los grupos de poder permitiría invisibilizar cualquier candidatura que atentara contra la continuidad tan cuidadosamente orquestada. Esta vez la derecha económica no volvería a pasar por los mismos sobresaltos sufridos en las dos elecciones anteriores.
El resultado está a la vista: solo tres candidatos incrementaron su respaldo, y, lo más importante, muestran una clara tendencia a continuar creciendo. Julio Guzmán subió de 5% a 18%. Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea llegaron al 4%, a un punto de diferencia de Alan García. Dado que la encuesta de Ipsos tiene un margen de error de 2.3%, se ha producido un cuádruple empate entre Acuña, García, Mendoza y Barnechea, por el cuarto lugar, con los dos primeros en bajada y los dos últimos en subida.
Somos testigos de una radical reconfiguración del escenario político peruano, que en esencia constituye el fin de los proyectos electorales surgidos a mediados del siglo XX.
Las dos próximas semanas serán pródigas en reacomodos y en la redefinición de estrategias electorales, pero serán también tiempo de decantación de las nuevas tendencias (está por ver qué decide el JNE sobre la candidatura de Guzmán), y se podrá tener un panorama algo más claro con la encuesta de GfK, de fin de mes.
Guzmán y Mendoza tienen en común la novedad que representan. Barnechea cultiva la misma imagen, a pesar de haber sido candidato del Apra para la alcaldía de Lima (lo derrotó Alfonso Barrantes), patrocinado por Alan García en 1983 y haber sido elegido parlamentario por el Apra en 1985. Su biografía actual pone el énfasis en su renuncia al Apra, silencia sus periódicas reapariciones por el entorno del partido de la estrella durante periodos electorales, cuando había la posibilidad de pescar una candidatura presidencial, y enfatiza una cercanía casi de discípulo con Fernando Belaunde (en justicia esta cercanía se dio con Haya).
Debe cambiar el destino de parte de los fondos con que las empresas apoyan a los candidatos (el presidente de la Confiep reconoció que los empresarios suelen apostar hasta a tres candidaturas). Posiblemente se seque el apoyo a Toledo y estos fondos sean mejor aprovechados apostando a Guzmán y Barnechea, que con variantes se afilian a la continuidad del modelo.
Verónika Mendoza queda excluida del reparto, pero ha logrado galvanizar el apoyo de la izquierda y el raid de exitosos mítines que viene realizando a lo largo y ancho del país, la amplia presencia en las redes sociales, así como el ingenio con el que se suple la falta de recursos para propagandizar su candidatura, la ponen en una situación expectante. No tener fondos es parte de la identidad de ser de izquierda, pero lo es también compensar la falta de plata con el respaldo popular.
Y con el apoyo de Aldo Mariátegui, por supuesto.
