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OPINIÓN
Scibona: números escurridizos. Olivera: tregua de los empresarios
28/02/2016

Números escurridizos

La Nación

Nestor Scibona

Las expectativas sobre el esperado discurso de Mauricio Macri, cuando pasado mañana inaugure las sesiones del Congreso, no pasan sólo por el sinceramiento de la herencia económica recibida del cristinismo que dio por sobreentendida en su mensaje del 10 de diciembre. Ni tampoco por aclarar que en 10 semanas no pueden resolverse los desbarajustes acumulados en 12 años. El Presidente prevé hablar más del futuro que del pasado. Pero sería conveniente que no saltee el presente. Aquí, los avances logrados con el viraje de la política exterior e incluso con los acuerdos para apuntalar la gobernabilidad se entremezclan con los primeros costos políticos de los cambios económicos.

La política fiscal también recibe críticas por izquierda y por derecha. En el Gobierno se defienden de los cuestionamientos al gradualismo para bajar el déficit fiscal y su efecto inflacionario, aclarando que muchos números de la economía no están cerrados y resultan escurridizos en el corto plazo. No sólo por el desmantelamiento del Indec. En las vertiginosas 10 semanas de gestión, no ha pasado una sin que en el sector público aparecieran gastos impagos, deudas ocultas, desvíos de fondos, subsidios cruzados, sobreempleo injustificado, sobreprecios o compromisos de asistencia a provincias no imputados en las cuentas de 2015. La situación más crítica se verifica en Santa Cruz, que algunos funcionarios nacionales no dudan en calificar de fiscalmente inviable, incluso para pagar los sueldos en los próximos meses.

La principal herramienta para reducir el gasto público (en 1,5% del PBI) es la quita de subsidios a la electricidad (alrededor de 1 punto), aunque los nuevos precios del mercado mayorista aún no cubren los costos de generación. Pero a ese ahorro fiscal de unos $ 50.000 millones hay que restarle casi 10% por el subsidio (de 10 dólares por barril) a la exportación de petróleo en el primer semestre en los yacimientos chubutenses.

En cambio, en la Casa Rosada aseguran que podrán cumplir con la baja adicional del déficit primario (0,8% del PBI) prevista para este año y que enero cerró con superávit. Sin embargo, la novedad es que no se prevé modificar el presupuesto nacional para 2016 (salvo para ampliar el endeudamiento externo en alrededor de 30.000 millones de dólares), a fin de discutir partida por partida, ejercer un mayor control y evitar el despilfarro de gastos. Un criterio similar se aplicará con las provincias, que recibirán $ 8000 millones pendientes a cambio del acuerdo para distribuir en cinco años la devolución del 15% de fondos coparticipables que CFK extendió por DNU a todas a comienzos de diciembre, Macri derogó con otro DNU y hubieran significado $ 80.000 millones en 2016.

Si bien estos acuerdos parecían impensables hace un par de meses, la necesidad de contar con fondos para asegurar la gobernabilidad puso en la misma vereda a Macri y a los gobernadores del PJ no cristinista. Esto facilitará la derogación de las leyes cerrojo y de pago soberano ya que, paradójicamente, el acuerdo con los holdouts pasó a convertirse en la clave de la política de gradualismo fiscal. Pero esta urgencia por recursos financieros no es ignorada por los fondos más duros (NML y Aurelius), que tiran de la cuerda en busca de alguna ventaja adicional de último momento. La diferencia es que el juez Griesa volvió a ponerse del lado de la Argentina, como había ocurrido hasta 2010, y la nueva política exterior favorece ahora al gobierno de Macri.

Quizás el próximo fin de este conflicto pueda ser un punto de inflexión para blanquear esa herencia y derribar mitos instalados por el cristinismo. Por caso, la consigna "Patria o Buitres" tuvo un costo extra en intereses no inferior a los 6000 millones de dólares y multiplicó al de cualquier campaña electoral. Todo a cambio de dejar al país en un virtual estancamiento económico, al margen del financiamiento internacional para mejorar su infraestructura y de reducir las inversiones internas y externas.

Una tregua de los empresarios mientras Macri aprende

La Nación

Francisco Olivera

Una de las reuniones de gabinete de la semana pasada dio pie a un reproche de Macri: les cuestionó a sus ministros estar trabajando de manera "aislada". Casi una herejía en el credo Pro. No va a ser tan fácil, con todo, revertir esa costumbre. Primero, porque a algunos funcionarios les cuesta bastante escucharse el uno al otro sobre esas mesas que juzgan largas para el cara a cara, y donde transcurre lo que han llegado a llamar "charlas de café extendidas". Segundo, porque empiezan ya a trascender internas que podrían aplacarse sólo ante ataques externos bien visibles. Con el peronismo en proceso de recomposición, se insinúa aquí la trampa con que la oposición chilena acorrala a Bachelet: cuanto más sola la deja en escena, más paga la presidenta en imagen por sus errores. No por nada Macri prefiere confrontar con La Cámpora.

Marcos Peña es testigo y protagonista de varias de estas ebulliciones que, si se atiende a la otra pata de Cambiemos, los radicales, resultan incluso mayores. "Me piden meter más gente nuestra en todos lados", le confesó el miércoles en el Senado Daniel Salvador, vicegobernador bonaerense, a su correligionario pampeano Juan Carlos Marino, a quien le recordó que la UCR tenía en la provincia 41 intendentes. "Esto da de lleno en mi discurso", se quejó hace unos días Julio Martínez, ministro de Defensa, apenas se enteró de que el Gobierno bajaría retenciones a la minería. Bastante más gráfico y directo fue el chaqueño Ángel Rozas durante un asado en Olivos organizado por el jefe de Gabinete. Luego de escuchar al anfitrión alentarlos con que debían tomar a Macri como un hombre accesible, le advirtió delante de todos: "Todo muy bien, pero nosotros necesitamos mojar el pancito; hasta ahora lo vienen mojando solamente ustedes".

El problema de este aprendizaje es que parte de expectativas altas. Ramiro Tagliaferro, intendente de Morón y marido de María Eugenia Vidal, pareció anteayer casi disculparse al respecto, mientras exponía delante de ejecutivos y políticos en un almuerzo organizado en el Sheraton por la Red de Acción Política, que preside Alan Clutterbuck. "Uno llega con la fantasía de todo lo que quiere hacer, pero después asume y se encuentra con que hay pagos de hasta cinco meses atrasados", dijo.

Es cierto además que el capital es de paciencia corta. Pero, hasta ahora, no se oyen en cámaras empresariales demasiados lamentos por la derrota de Scioli, el candidato que varios de ellos, ahora asiduos visitantes de la Casa Rosada, no sólo preferían, sino que respaldaron. Esta reconfiguración de afinidades no exime a nadie de preocupación, quejas silenciosas y, desde ya, discusiones con los nuevos funcionarios. Hay viejos recelos de ambos lados. Días atrás, Cilfa, cámara que agrupa a los laboratorios, desistió de emitir un comunicado de respaldo al Gobierno luego de una advertencia que le llegó desde dentro del macrismo: mal puede apoyar públicamente una entidad cuyos miembros acaban de subir hasta 30% los precios.

El diálogo se recompuso cuando Cilfa acordó bajar 21% esos valores. Y los supermercados explotaron ayer al enterarse de que, como en tiempos de Guillermo Moreno y Augusto Costa, se los volvía a multar con ocho millones de pesos.

Son sólo gestos. El primero de Macri hacia ellos fue poner fin a las extravagancias. "Antes éramos mala palabra", explicó un propietario hotelero. Pero incluso en los sectores fabriles más necesitados de protección empiezan a despejarse miedos al advertir que, hasta ahora, viene ganando en el Gobierno el ala menos propensa a una gran apertura de la economía. Algunos lo analizan desde un antecedente familiar: como el grupo Macri se fue en los años 90 de Brasil con pérdidas cuantiosas con las que no pudo contrarrestar su fracaso en el Correo, es improbable que el heredero no haya escarmentado.

Esta tregua económica será tanto o más exigua que la que parece dispuesto a dar el peronismo en el plano político. "Ellos pensaban que ganaban las elecciones por 80% y lo hicieron por 50 más uno: es el momento de hacer un pacto de gobernabilidad", anticipó en la intimidad el senador Miguel Pichetto. "La están pifiando: además de gerentes, Macri debería tener políticos para tender puentes", cuestionó Luis Barrionuevo anteayer, en la reunión de todas las CGT en la sede de Azopardo.

Pero los empresarios integran corporaciones de naturaleza distinta. Por lo pronto, y a diferencia del peronismo, están condenados al altruismo: el fracaso del oficialismo no supone para ellos ninguna oportunidad. Creen además estar frente a la última alternativa de un gobierno racional. Es una apuesta. Algunos hasta celebran las internas del Gobierno: dicen que Cristina Kirchner no tuvo jamás grietas en el gabinete, pero que justamente aquel pavor de su entorno a corregirla fue lo que la llevó a persistir en errores inverosímiles. Más que un rapto de pluralismo, parecen ganas de que funcione.


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