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OPINIÓN
Oviedo: El ojo del huracán K. Bonelli: La hermandad. Olivera: Inflación obliga a revisar teoría
21/03/2016

El ojo del huracán K

Jorge Oviedo

La Nación

Los que tuvieron la desgracia de tener que soportar un huracán aseguran que un peligro es creer que ya pasó cuando lo que está pasando es el ojo de la tormenta, una zona de aparente calma que hace creer que se terminó la tempestad. Cuyanos y originarios de la zona sísmica de la Argentina, como este cronista, sabemos que las réplicas son una trampa que espera con nuevos sacudones a quienes creen que ya pasó el temblor o terremoto.

Algo parecido sucede con la estela de destrozos económicos que dejaron los Kirchner. Un ejemplo es la inflación, para cuyo encubrimiento se incurrió en no menos de ocho años de destrucción sistemática de uno de los mejores sistemas estadísticos del mundo.

Pese a que se logró una salida bastante decorosa del cepo cambiario y de que se vislumbra algo parecido con los bonistas litigantes en Nueva York, todavía hay perturbaciones en el mercado cambiario, aunque su magnitud ha disminuido notablemente.

Pero, sorpresivamente, aun sin el inconcebible cepo y sus múltiples tipos de cambio -uno para el turismo, otro para atesorar- ha persistido un "mercado blue" que hasta el viernes último permitió hacer el famoso "puré" con el que algunos minoristas, durante el cepo, lograban comprar dólar oficial y venderlo en el informal para obtener una ganancia en pesos, que aún a algunos les resulta interesante. Hay pocas justificaciones hoy. Lo primero a notar es que el mercado libre está abierto y que quien tiene el dinero en pesos y en blanco no tiene la prohibición de acceder a las divisas. El objeto no parece ser sólo la ganancia, sino también, como mínimo, la elusión de tributos, sin duda injustos por excesivamente elevados, evitando declarar parte del patrimonio.

Hay financistas que dicen que todo es producto del cepo. Quien compró en el bluecuando existían las ilegales prohibiciones ahora tiene problemas para declararlo. Y espera, dicen, el blanqueo que todos los candidatos presidenciales anunciaron. Macri fue uno de ellos y ratificó la medida cuando ya había sido elegido. Pero, como señaló Francisco Olivera en su columna en LA NACION el sábado último, todo se postergaría para después del fin del embrollo en los tribunales de Nueva York.

Y, como observó Marcelo Anidjar, la Argentina aún tiene pendiente la oportunidad de armar un mercado de capitales propio, aunque sea en moneda extranjera, con jurisdicción en tribunales locales. Lo han logrado en los últimos años países con economías más pequeñas que las de la Argentina.

Tal vez era eso lo que querían Cristina Kirchner y Axel Kicillof cuando quisieron primero "pesificar" el mercado inmobiliario y luego, ante el fracaso reconocido hasta por Ricardo Echegaray, fueron al blanqueo con el Cedin. Echegaray admitía que la medida era adoptada porque las anteriores, lejos de pesificar la construcción y el mercado inmobiliario, "se paralizaron". Pero, tampoco lo arregló el Cedin.

Los economistas de los entonces candidatos decían que la medida se diseñó mal y que con la confianza de una nueva gestión y un esquema bien hecho el resultado sería diferente.

Uno de los cuestionamientos para el Cedin era que fuera obligatorio traer el dinero y entregarlo al Banco Central. Opinaban, todos, hasta cerca de Daniel Scioli, que quien quería blanquear y en adelante pagar los impuestos al patrimonio debía poder dejar los ahorros donde quisiera, incluso en bancos en el extranjero.

Las normas también debían garantizar que los capitales no fueran producto de actividades ilícitas ni generarlas o financiarlas. Para eso, decían, había que seguir un manual en la materia bastante conocido de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a los países más desarrollados.

Problemas políticos

Es probable que pronto el actual gobierno esté más interesado, buscando recursos para reactivar la construcción y recuperar allí el empleo, que está mal, tanto para obras privadas como públicas, desde que los K lanzaron su terremoto cambiario y su huracán pesificador. Habrá que ver si los problemas políticos y los "bolsos" de la "ruta del dinero K" no se transforman en escollos. Pero, en todo caso, no deberían ser obstáculos originados en el sector K. Sería increíble verlos tratar de frenar proyectos del macrismo argumentando que ayudará a sus socios eventualmente corruptos.

Pero si hay algo que crean los huracanes y los terremotos es confusión.

La hermandad Echegaray, Lázaro Báez, Cristóbal López

Clarin

Marcelo Bonelli

Ricardo Echegaray fue clave para que avanzaran sin control las maniobras irregulares de los grupos empresarios kirchneristas: durante su gestión, la AFIP apañó y protegió a Cristóbal López y al propio Lázaro Báez.

Al “zar” del juego le permitió tener –en forma interrumpida en los últimos cinco años– permanentes planes de privilegio para cancelar impuestos.

A Lázaro se le armó un equipo especial en la DGI, para tratar de “emprolijar” y “ordenar” el desorden total que tenían sus presentaciones fiscales de Austral Construcciones a causa de las facturas truchas y el investigado lavado de dinero en Hotesur.

Ahora la AFIP estaría analizando el comportamiento de otro grupo kirchnerista: el mediático de Sergio Szpolski-Matías Garfunkel. Los sabuesos quieren saber si este dúo de empresarios también logró beneficios fiscales como los que Echegaray les concedió a López y a Báez. Ya la AFIP   tuvo problemas para ubicar a Szpolski: estaba escondido en un country, para eludir la notificación de la inspección fiscal.

Para explicar todas las ayudas, el ex titular de la AFIP recurre a un salvoconducto político: actuó por orden de Cristina Kirchner para beneficiar al “rey de las tragamonedas” y al ex bancario.

Cristóbal López tuvo dos planes para empresas al borde de la quiebra –artículo 32–, como denunció La Nación y después el Gobierno. Pero también se mantuvo en forma sistemática anotado en todos los beneficios de programas preferenciales de pago dados a contribuyentes en problemas. Así logró estar cinco años con planes especiales de pago y durante ese período expandió sus negocios. Clarín confirmó que obtuvo esos extraordinarios beneficios sin que existan en la DGI expedientes que justifiquen semejante ayuda fiscal. Tampoco Echegaray envió inspecciones para determinar la realidad de sus pedidos. No se hicieron, porque de concretarse hubiera ocurrido lo siguiente: la AFIP no habría podido otorgar semejantes beneficios.

López ni siquiera respetó las mínimas formas tributarias. Todas las petroleras están inscriptas –como corresponde– en la DGI Grandes Contribuyentes. Pero Echegaray le autorizó otro artilugio: que su mega-grupo eludiera esa oficina de fiscalización y esté anotado en una laxa repartición de la DGI Palermo.

López –durante ese período de privilegios– adquirió parte de Petrobras en Argentina. Una operación que es investigada por retornos en Brasil.

El ex titular de la DGI, Angel Toninelli, creo un “grupo de apoyo contable” para tratar de ordenar las facturas truchas, el dinero oscuro en Austral y presunto lavado de Hotesur, del Grupo Báez.

La orden a la AFIP se la dio Carlos Zannini. Etchegaray le transfirió la operación a su segundo, Toninelli, quien a su vez colocó a su hijo, Federico, en el entorno de Báez para controlar las presentaciones y respuestas en el expediente de Hotesur. Ambos –el ex jefe de la DGI y su hijo– se trasladaron a Río Gallegos varias veces, utilizando el propio avión de Lázaro Báez. Clarín anticipó que Toninelli hijo viajó varias veces en el avión matricula LV-ZSZ, el mismo que se utilizaba para trasportar el dinero sucio a “La Rosadita”. Una de las excursiones de Fernando Toninelli habría sido aprovechada por Báez para traer bolsos con plata que la DGI nunca controló.

En otras palabras: los encargados de fiscalizar a Báez y a Hotesur habrían viajado en los aviones del supuesto testaferro de los Kirchner.

Ahora Echegaray es el Auditor General de la Nación. Su primera decisión, sin éxito, fue tratar de no auditar puntos clave de la administración de Cristina.

Su presencia ahí es llamativa después del favoritismo que tuvo hacia los empresarios K. En el Congreso dicen que su poder radica en que desde la AFIP ayudó a varios políticos, incluso algunos importantes en el actual gobierno, haciendo lo que mejor hizo: tratos preferenciales y fiscalización laxa.

Sus voceros señalan que actuó bien en el caso López y argumentan que la AFIP de Alberto Abad también le dio al “zar del juego” un plan de facilidades por deudas de octubre-diciembre.

Etchegaray llevó a la AGN a todo su equipo íntimo de la AFIP. Todas figuras cuestionadas: Silvana Quinteros, Roberto Propato y Julián Coronel. 

Pero se destaca el nombramiento de Guillermo Michel: ocupa la Secretaria Ejecutiva de la Auditoría. Michel se ocupó –en la AFIP de Echegaray– de liderar un grupo de tareas para perseguir a empresarios, periodistas y jueces que no se alineaban con la Casa Rosada. El caso más conocido fue el del titular de la Corte Suprema y el del presidente de IDEA, Miguel Blanco.

Hace unas semanas hubo un encuentro exclusivo de los “ceo” de todas las firmas que apoyan el Coloquio de IDEA. Fue en el Sheraton y allí se cerraron herméticamente las puertas para evitar filtraciones.

Estaban los hombres más importantes del movimiento empresario. Hubo definiciones trascendentes.

En lo político, satisfacción con Mauricio Macri. Pero en lo económico hablaron en forma descarnada de la realidad.

Se reconoció la fuerte caída de ventas y la desaceleración en la actividad; y se describió un panorama inflacionario que genera inquietud.

También del problema laboral y de la preocupación por la ausencia de un plan antiinflacionario.

Ocurrió algo similar el martes en la Unión Industrial. Ahí el temor tiene nombre: Brasil.

En la UIA sostienen que la crisis política de Brasil va a impactar fuerte en la Argentina: puede ahogar la reactivación que la Casa Rosada promete para el segundo semestre. 

La inflación obliga a revisar la teoría

La nación

Francisco Olivera

Por orden de Rogelio Frigerio, ministro del Interior, el diputado oficialista Daniel Lipovetsky se subió ayer al avión del gobernador tucumano, Juan Luis Manzur. La agenda del viaje no puede definirse necesariamente como protocolar: pasaron por Chaco, donde Macri participó de un acto en el que anunció una ampliación de la asignación por hijo, pero recalaron después en Yerba Buena, Tucumán, en la casa del gobernador, donde Lipovetsky permanecerá hasta esta noche. El macrismo está en etapa de ablande. Habrá un referente de Pro por caudillo provincial. Frigerio pretende mejorar esta relación pensando en la votación para derogar las leyes cerrojo y de pago soberano en el Senado. A eso dedicó parte de su noche del martes en la Cámara de Diputados, tomando nota de cada necesidad de infraestructura en los distritos.

La salida del cepo resultó exitosa, pero algunas proyecciones iniciales habían sido excesivamente benévolas. Las cerealeras, por ejemplo, no liquidaron la cantidad de divisas que el Gobierno esperaba. Esa lluvia de dólares que nunca sobrevino fue un mal pronóstico no sólo del Gobierno, sino de analistas que la venían augurando sólo porque el kirchnerismo dejaba el poder. Son los mismos que ahora, como el Banco Central siguió perdiendo reservas, juzgan demasiado ortodoxas las primeras decisiones de política monetaria.

Como se rehusó de entrada a intervenir en el mercado y eso llevó a los ahorristas a prever una devaluación mayor y a volcarse hacia el dólar, Federico Sturzenegger, jefe del organismo, tuvo que corregir luego la tendencia subiendo las tasas de interés en pesos. Estos diagnosticadores lo consideran un descuido que atribuyen a que faltan más directivos con experiencia en mesas de dinero en el directorio del Banco Central. Se habría subestimado, según esta idea, la capacidad de reacción sobre los precios.

Esta leve corrección del rumbo supone también una delimitación de tareas entre los ejecutores. Cansado de que le reclamaran soluciones que corresponden a otras áreas, Alfonso Prat-Gay le contestó semanas atrás a un colega de Cambiemos que él no era ni se sentía el ministro de Economía, sino el de Hacienda y Finanzas. Su interlocutor insistió con un consejo: "No tomes esa postura porque la gente piensa que lo sos: te lo van a imputar igual".

Nadie lo dice, pero algunos empresarios han empezado a intuir la nueva lista de prioridades. Es probable que, una vez percatados todos, las reacciones dividan al establishment entre corporaciones con capacidad para aguantar varios meses y empresas urgidas. Por ahora las quejas no se oyen en voz alta ni siquiera en la Unión Industrial Argentina (UIA), donde sueñan con que el éxito del plan económico frustre para siempre el regreso del kirchnerismo al poder.

A eso obedeció la algarabía del establishment tras la votación del miércoles en la Cámara baja. Pero el estado real de la situación pudo percibirse en reuniones cerradas, como la que el Grupo Industriales, una de las corrientes internas de la UIA, había tenido horas antes en un hotel ubicado a la vuelta de la sede fabril. "La factura de luz me subió a 100.000 pesos", se exasperó Andrés Kasimis, de Ris Bionutrición y el parque industrial de Pilar, y el reclamo fue apuntalado por el metalúrgico Carlos Garrera.

Es inevitable que estos apuros choquen contra una administración que piensa que no habrá industria competitiva mientras no se atenúe la inflación. En ese orden. Una faena de seis meses por lo menos, calculan en el Banco Central. Sturzenegger llama "cadencia" a esa demora. El larguísimo plazo, a los ojos empresariales. E incluso para militantes macristas que, desde la campaña, vienen recomendando y regalando a sus contactos un libro de Eckhart Tolle con título sugestivo: El poder del ahora. Hasta la bajada de tapa de ese ensayo parece una ironía sobre lo único que, por ahora, están en condiciones de ofrecerle al ansioso hombre de negocios: "Un camino hacia la realización espiritual".


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