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ANÁLISIS
Terror en Bruselas: Cantelmi: Pesadilla anunciada. Irujo: “Estado fallido”
23/03/2016

Ataque en Bruselas: Una pesadilla anunciada

Clarín

MARCELO CANTELMI

El círculo se cierra todo el tiempo. Comienza con la guerra cada vez menos fría que sostienen las potencias regionales disputando el control de espacios estratégicos en Oriente Medio y más allá. El escenario central de esa puja por ahora es Siria y el terrorismo es un arma de esa batalla estimulado por cada contendiente según sus necesidades. El circulo sigue con las células dormidas u organizadas, con lobos solitarios o acompañados que producen en Occidente atentados como el de ayer, montados en la estela del éxito militar de esas sangrientas organizaciones fundamentalistas.

 Los ataques en Bruselas eran una pesadilla anunciada en todos los areneros. Sería ahí o en cualquier otra ciudad occidental porque están dadas las condiciones para que sucedan. La principal de ellas es la inexistencia de un acuerdo efectivo de los países involucrados para desbaratar al ISIS y los otros grupos extremistas. En tanto ese nudo no se desate, estas bandas sanguinarias seguirán siendo necesarias para los jugadores de esta competencia. Es básico que de no lograrse una derrota visible de estas organizaciones modificando las condiciones que las hacen posibles, su permanencia y desafío seguirán generando efectos reproductivos cada vez más letales. 

Abu Bakr al-Baghdadi, el lider de la banda terrorista ISIS. AFP
 

Si esto existe es porque existe aquello. Como hoy en Bruselas, así sucedió antes en París con el ataque de enero de 2015 contra el semanario Charlie Hebdo y los de noviembre del año pasado, también en la capital francesa; el golpe en las playas de Túnez o el más reciente en San Bernardino en EE.UU., entre muchos otros. Detener esa barbarie, sin embargo, sigue siendo un ideal. Hace meses que opera una coalición de medio centenar de países entre ellos Arabia Saudita y EE.UU. con el supuesto propósito de acabar con las bandas terroristas, en especial el califato del ISIS, que han crecido precisamente en Siria como en ningún otro sitio. Pero nada ha ocurrido al menos desde ese frente.

Lo que impide cualquier avance serio es la desinteligencia sobre el destino del país árabe que tiene a Riad y Teherán como sus actores principales. El escenario sólo lo modificó la acción militar rusa que sirvió para consolidar al régimen de Damasco que logró avances impensados hasta hace poco. En esa estrategia, Moscú contuvo al ISIS pero se cuidó de mantener viva a la banda para que sea exhibida como el real enemigo del dictador sirio y diluir en ese monstruo cualquier sentido alternativo de una oposición con derecho al poder.

Los sauditas, antiguos aliados de EE.UU., no están dispuestos, a su vez, a aceptar una victoria de esa entente con el país persa coronado. Tampoco Qatar. Esas dos naciones desplegaron aviones en Turquía para intervenir en ese frente y tratar de volver las cosas al sitio en que estaban antes de la participación del Kremlin. Días atrás el gobierno de Tayyip Erdogan confiscó el poderoso diario crítico Zaman que había investigado el trasiego de armamento desde ese país a los grupos terroristas. La necesidad es tan hereje que ese impactante avance sobre la libertad de prensa, y lo que pretende ocultar, quedó diluido en las bambalinas del pacto entre Bruselas y Ankara para colocar bajo la alfombra turca el drama de los refugiados.  Los migrantes que huyen de la guerra es el otro, pero no el único, efecto de esta anarquía. Son victorias andantes del terrorismo y sus patrones. Europa no sabe qué hacer con esos centenares de miles de desesperados que lo han perdido todo, incluido su futuro. La presencia de esa gente, pujando por un destino inalcanzable, multiplica la aparición de liderazgos xenófobos y una represión contra las minorías cada vez mayor que retroalimenta la máquina de la furia. 

El monstruo en un “Estado fallido”

El Pais

JOSÉ MARÍA IRUJO 

Se está convirtiendo en demasiado habitual que en los últimos años cada vez que se produce un atentado en Europa los responsables de los servicios de información e inteligencia lo anuncien en sus informes confidenciales con una antelación escalofriante. Cuando el Estado Islámico (ISIS) atacó en París el pasado mes de noviembre y causó 130 muertos, los zares de la lucha antiterrorista europea habían alertado de un ataque antes de Navidad en las principales ciudades del continente, Madrid incluida.  

Ahora, la historia se repite. Desde la matanza en Bataclan y en las terrazas de sus aledaños todas las miradas de los responsables de la seguridad europea se dirigían a Bélgica, el país al que pertenecía la mayoría de los terroristas que protagonizaron aquel atentado, el lugar en el que se refugió Salah Abdeslam, el único superviviente capturado tras cuatro meses de búsqueda.

No miraban a Bélgica por capricho u oportunidad, lo hacían porque consideraban que era el escenario más débil y mejor sembrado para la yihad. “Bélgica es un Estado fallido”, con esta rotundidad se manifestaba el pasado martes en su despacho oficial uno de los principales responsables de la lucha antiterrorista española al analizar la situación en Europa del terrorismo yihadista y el formidable desafío al que nos enfrentamos

¿Por qué una frase tan contundente? Desde que las células salafistas comenzaron en los noventa a planificar atentados en las principales capitales europeas —casi siempre sin éxito en sus primeros intentos y más tarde con la precisión de París, Madrid o Londres— un sinfín de huellas han conducido a Bélgica, a Molenbeek u otros barrios de Bruselas parecidos de donde procedían algunos de los autores de los últimos atentados. Y ¿cuál fue la reacción de las autoridades de ese país? La de un Estado adormecido y confiado en su sociedad de bienestar y seguridad, una reacción lenta, pesada y muy tibia a juicio de los analistas de los servicios españoles, teniendo en cuenta la ebullición y actividad del hormiguero salafista que se cuece desde hace veinte años en sus mezquitas, cafetines, carnicerías y locutorios.

Nadie está a salvo de la amenaza yihadista, toda Europa está en el centro de la diana del ISIS, Al Qaeda Central, AQMI y la larga lista de satélites del salafismo; es una obviedad que la seguridad total es una quimera frente a esta clase de terrorismo, pero los belgas han reaccionado ante el monstruo demasiado tarde cuando estaba bien identificado y crecía cómodo en sus entrañas.

 


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