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ANÁLISIS
Olivera: La irreverencia de Carrió. Scibona: El "tarifazo" tan temido
03/04/2016

La irreverencia de Carrió sacude el sistema

La Nación

Francisco Olivera

Apenas se enteró de que Macri había volado a Río Negro en un helicóptero de Joseph Lewis, accionista de Pampa Energía (controlante de Edenor), y que había pasado además unos días en la estancia que el empresario inglés tiene sobre el lago Escondido, Amado Boudou, procesado hace un mes en una causa por dádivas, soltó entre íntimos una sentencia provocadora: "Con esto zafé". Su argumento es temporal. "Yo volé cinco minutos y él hasta pernoctó en la estancia", explicó.

a discusión sigue. Mientras varios especialistas en la materia y todo el oficialismo sostienen que son casos distintos porque Macri no hizo más que alojarse en lo de un amigo y Boudou viajó en cambio por una empresa que se promocionaba a través de esa gentileza, Martín Doñate, diputado del Frente para la Victoria, denunció al jefe del Estado en la Oficina Anticorrupción por el delito de dádivas, presunción que también comparten Ricardo Monner Sans y Pino Solanas.

El episodio representa una alerta para el Gobierno. La Argentina es un país poco exigente para estos límites durante el comienzo de las gestiones, pero bastante menos laxo con quienes abandonan el poder. Tiempos que marca la Justicia. Y que vienen desencadenando las reacciones de Elisa Carrió, una de las fundadoras de Cambiemos, para con la administración a la que por ahora llama "mi gobierno".

Es difícil que la diputada no elija confrontar. En realidad, hace 10 días, una semana antes de que sorprendiera en el programa de Luis Majul volviendo a señalar a Daniel Angelici como operador en la Justicia e instando a Nicolás Caputo a vender sus empresas por una cuestión de responsabilidad hacia el país, la líder de la Coalición Cívica había adelantado la estrategia entre sus colaboradores: hay que hacer estas advertencias en el principio del gobierno, dijo, porque es el único modo de evitar que se consoliden. La postura supone por lo pronto una autocrítica de su paso por la Alianza: entonces, durante la primera etapa, ella no hizo los cuestionamientos en público, sino en privado y sólo a algunos dirigentes. "Nos traicionaron", llegó a decirle a Alfredo Bravo.

Ahora tiene la idea opuesta. Y así se lo transmitió el miércoles a Macri, que la había convocado a la Quinta de Olivos con un doble propósito: pedirle explicaciones y aliviar la tensión que aquellas críticas venían provocando en Cambiemos. Carrió ya venía hablándole del tema en privado. Tres meses antes, por ejemplo, le había hecho al Presidente una advertencia muy similar: "Un día la SIDE va a tener una foto de Angelici hablando con un juez y eso te va a costar toda tu legitimidad". Pero esta vez la reunión fue más áspera. Porque Macri estaba molesto y porque la diputada se endureció al llegar y ver que, contra lo que esperaba tener allí, un encuentro a solas con el jefe del Estado, la aguardaba también Ernesto Sanz. Entendió entonces que no estaba invitada a discutir sino a ligar un reto. Macri le reprochó que hubiera acusado sin pruebas a dirigentes que, para peor, no eran siquiera funcionarios. Carrió le contestó entonces con una referencia al operador del kirchnerismo en la Justicia: "Javier Fernández tampoco lo era -dijo-. Con ese criterio, yo mañana pongo a mi modista a hablar con jueces". El Presidente defendió también a Caputo, su amigo de la infancia: "Todo lo que ganó lo hizo de manera legal".

Ninguno cedió demasiado. Carrió le comunicó sin embargo que no pensaba romper la coalición, e insistió en lo que tenía pensado desde el principio: no estaba haciéndole al Presidente otra cosa que un favor. Gracias a esa especie de sobreactuación propia en los medios, explicó, él mismo estaría en el futuro más atento y su gestión sería recordada como la de un gobierno que se despidió sin corrupción. No pudo convencerlo: Macri salió de ahí enojado.

El conflicto parte de una conclusión largamente meditada por Carrió, que ve en la justicia federal la raíz de todas las pesadillas argentinas. Y esa noción la obliga a desoír algunos dogmas de Pro. Por ejemplo, el que prohíbe hablar de las causas del kirchnerismo porque eso remite al pasado y no suma popularidad. No fue entonces inocente que, con Majul, ella hablara de "el señor Durán Barba, personaje que yo detesto, como a todos los asesores de imagen".

Son ópticas casi excluyentes. A diferencia del que se ensaya en el Gobierno, el discurso de la diputada no parece dirigido a vender el proyecto político, sino más bien a crearle tensión. Algo incómodo para funcionarios que se escandalizan ante la sola mención de la palabra "interna". Carrió se lo explicó a su equipo al salir de la Quinta de Olivos: como la sociedad argentina viene de un período de "componente fascista", dijo, no está acostumbrada a que se discuta.

En realidad, más que a nombres o a políticas, ha resuelto quedar enfrentada con todo un sistema. No es casual que su imagen sea más digerible dentro de compañías multinacionales que entre empresarios argentinos. Será difícil encontrarle en la Unión Industrial Argentina un votante o alguien que la elogie. Con excepción de Cristiano Rattazzi, uno de los pocos que llegó a hacerlo público. "El poder juega a que termine preso Boudou", azuzó ella el domingo. Interpelaba al Partido Justicialista.

Así pareció entenderlo Miguel Ángel Pichetto, que le dedicó en la sesión de anteayer un párrafo entre múltiples elogios al pago de la deuda. "La verdad es que, cuando leo a la diputada Carrió, me preocupa. ¡Me preocupa! [...] Todos los gobiernos tienen que tener un cierto nivel ético. Indudablemente, hay ejes centrales que tiene que tener la democracia. Pero ¡cuidado con esto, eh!, porque cuando los moderados y el centro pierden gravitación aparecen estos puritanos que se llevan puesto todo. El proceso de mani pulite en Italia determinó la construcción y el liderazgo de Berlusconi. En la Alemania de la etapa del 30, de la crisis del 30, la degradación del sistema político alemán, de la democracia cristiana, del PC y de los partidos tradicionales determinó el nacimiento del nazismo. ¡Cuidado con lo que está pasando en Latinoamérica! ¡Cuidado con lo que pasa en Brasil!, porque hoy hay nuevas formas."

La mención al socio del Mercosur no es antojadiza. Gracias a la ley del arrepentido, aquí todavía una promesa de campaña macrista, cruje en Brasil un esquema de prácticas que, de tan enquistadas, eran ya parte del paisaje institucional. Ese terremoto de consecuencias incalculables que ya condenó a prisión a más de 40 políticos y empresarios empezó de repente, con irreverencias similares a las que pretende aquí iniciar Carrió. Entre ellas, la inflexibilidad de Sergio Moro, un ignoto juez de Curitiba de 43 años que, en medio de la recesión, tal como puede verse en YouTube suele retirarse ovacionado de restaurantes y shoppings. Hay hombres públicos que no necesitan asesores de imagen.

El "tarifazo" tan temido

La Nación

Néstor Scibona

El gobierno de Mauricio Macri buscó aprovechar el éxito político que significó la rápida sanción de la ley que este mes permitirá poner fin al default parcial de la deuda y reabrir el acceso al crédito externo, para remover otro escollo pendiente en el frente interno. La fuerte suba simultánea que duplica y hasta cuadruplica las tarifas de servicios públicos (transporte, agua, gas, que se suma a la ya aplicada en electricidad) apunta básicamente a achicar la abultada cuenta de subsidios que presiona sobre el déficit fiscal. Pero, además, a concentrar su impacto inflacionario en el trimestre abril-junio, para poder mostrar tasas mensuales decrecientes en el resto del año. De ahí que el ministro Alfonso Prat-Gay haya anticipado que no habrá nuevos ajustes en lo que resta de 2016.

Aunque los incrementos son directamente proporcionales al fenomenal atraso tarifario real heredado de la era K (una de las principales causas de inflación reprimida, junto con el atraso cambiario de los últimos años), la Casa Rosada debió asumir el costo político del "tarifazo", que fue título de casi todos los medios. Precisamente el que buscó evitar durante años el kirchnerismo, a costa de catapultar los subsidios como segundo rubro en importancia del gasto público (detrás de las jubilaciones) y transformarlos en un virtual derecho adquirido, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Aquí, sólo el mayor número de votantes explica que hayan sido beneficiados con tarifas entre dos y seis veces más bajas que en el resto del país.

En esta materia, el Gobierno optó por abandonar el maquillaje kirchnerista (ocultar el abaratamiento artificial de tarifas con subsidios indiscriminados e insostenibles) y reemplazarlo por cirugía selectiva. Pero no logró evitar problemas de coordinación, comunicación y oportunidad.

El más notorio es que los aumentos acentúan el deterioro del salario real de los últimos meses, especialmente en los trabajadores de ingresos medios para abajo por más que no paguen Ganancias. Como los servicios públicos no son de uso optativo, cada aumento equivale en la práctica a pagar otro impuesto en detrimento del consumo de otros bienes.

Es cierto que la "tarifa social" cubre parcialmente a los sectores más vulnerables (jubilados con haber mínimo, beneficiarios de la AUH, empleados domésticos, etcétera), sobre todo ahora que la pobreza se ubica en 34,5% según la UCA. Y que, en pesos, los aumentos promedio en cada servicio pueden significar gastos extras de $ 200 a $ 300 mensuales, equivalentes a una compra mínima en supermercados, o individualmente a dos kilos de asado, tres docenas de facturas, ocho botellas de cerveza o dos entradas de cine sin promociones. El problema es que todo suma: estos precios ya sufrieron subas y deben pagarse con los sueldos de 2015. Aquí hubiera sido preferible acordar un aumento a cuenta de paritarias o bien anticipar las negociaciones colectivas para evitar presiones adicionales.

Por otro lado, la suba del gas natural recaerá ahora sobre los mayores consumos invernales, con lo cual será más difícil alcanzar el ahorro mínimo de 15% para reducir el impacto de las nuevas tarifas (de 50 a 20%, según las categorías), por más que el pago de facturas pase a ser mensual (con lectura bimestral de medidores) como ya ocurre con la electricidad. Como contrapartida se simplifica el cuadro tarifario en tres categorías y se elimina el cargo por gas importado vigente desde 2008. En el GNC, el precio promedio para las estaciones de servicio pasará de $ 1,00 a 3,20 por metro cúbico (220% más).

Además, los ajustes tarifarios involucran otros efectos menos visibles. Uno es que, pese a su magnitud porcentual, en general no alcanzan a cubrir los costos (por ejemplo, ahora llegarían a 46% en colectivos y a menos de 20% en trenes), tampoco auditados debidamente en los últimos años. Por ende, los subsidios para compensar la diferencia se reducen, pero no desaparecen, y en parte se reorientan hacia la "tarifa social". En el caso del gas se incluye a unas 350.000 familias con una bonificación de 100% en el costo del fluido. También se mantiene el Plan Hogar, que transfiere fondos a 2,8 millones de personas sin acceso a redes para la compra de garrafas de gas licuado. De todos modos, el Ministerio de Energía prevé para 2016 un ahorro en subsidios a la oferta mayorista (productores) y demanda (importación vía Enarsa) del orden de 4000 millones de dólares anuales con respecto a los 6218 millones de 2015.

Otro es que la nueva suba de 6% en naftas y gasoil difícilmente sea la última del año, ya que todavía no compensa la última devaluación dentro del esquema vigente desde 2015 de ajustarlos en función del dólar. Así incrementa los costos del transporte de pasajeros, cargas y producción agrícola, además de transferir ingresos de los automovilistas al sector petrolero, debido al precio sostén interno 50% más alto que el internacional para apuntalar la actividad y el empleo.

En otras palabras, el proceso de readecuación de tarifas, reducción o quita de subsidios todavía está lejos de ser completado. De hecho, las subas de la electricidad y el gas natural son a cuenta de la revisión tarifaria integral dispuesta por el kirchnerismo hace ocho años, y que ahora se dispuso completar para fines de 2016 y comienzos de 2017, respectivamente. Para más datos, un informe elaborado por el Ceres (Universidad de Belgrano) indica que las actuales tarifas eléctricas (promedio con subsidios) en el AMBA para un consumo residencial de 300 kWh, todavía resultan 34% más bajas que las de Córdoba y Santa Fe. Y que la Argentina mantiene, junto con Venezuela y Paraguay, las tarifas residenciales, comerciales e industriales más bajas de la región en términos de dólar, aunque esto obedece, en parte, al fuerte aumento del tipo de cambio a partir de diciembre de 2015.

En lo inmediato, el impacto de la suba de tarifas agregará -por única vez- no menos de 2 puntos a la inflación de abril y en los meses siguientes es previsible un traslado parcial a precios. Para contrarrestarlo, el gobierno de Macri se dispone a apurar la devolución del IVA (10,5%) en las compras de productos de la canasta alimentaria que realicen los sectores más vulnerables y un régimen de promoción del primer empleo, con reducción de costos laborales. Aun así, el efecto sobre paritarias del sector privado y público, así como su repercusión sobre el déficit fiscal, se mantiene con final abierto.


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