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ANÁLISIS
Morales Sola: Gobierno detrás de los acontecimientos. Ferreres: Meta inversión
11/05/2016

Un gobierno que corre detrás de los acontecimientos

LA NACIÓN

JOAQUÍN MORALES SOLÁ

Nadie la vio venir. Nadie oyó los preparativos. Nadie, en fin, imaginó en el Gobierno la colisión con legisladores y sindicatos peronistas en estado de sublevación. Algo está sucediendo en la administración de Mauricio Macri para que se haya perdido la sensibilidad frente a la dinámica política. Un ejemplo es más elocuente que mil palabras. Si la firma del compromiso empresario del lunes hubiera sucedido al principio de todo, no habrían ocurrido ni el acto de las centrales obreras ni la votación del Senado que arrasó la posición presidencial. El compromiso empresario se produjo, en cambio, cuando ya el proceso opositor estaba demasiado avanzado.

Un gobierno a la defensiva es la peor receta para una administración tan frágil en la relación de fuerzas parlamentaria. La conclusión inevitable del lunes es que el Gobierno reconoció que existe el temor de muchos trabajadores a perder el empleo. Si lo sabía, ¿por qué no puso en práctica mucho antes, y sin que nadie lo obligara, el mecanismo que involucró a los empresarios? No haberlo hecho a tiempo dejó la imagen de un gobierno que corre detrás de los acontecimientos.

En verdad, los senadores peronistas le asestaron al Gobierno su primera derrota parlamentaria por cosas que no tienen que ver con los trabajadores, aunque éste haya sido el pretexto. La primera información a tener en cuenta es que los gobernadores peronistas dejaron hacer a los senadores. Nunca fueron tan indiferentes frente a Macri desde el 10 de diciembre pasado. ¿Qué les pasó? ¿Acaso ya no tienen urgencias económicas? Las tienen, tantas como los reproches que le hacen al gobierno federal. La administración nacional no les giró nada de lo acordado sobre el aumento de la coparticipación, un pacto que sellaron para devolverles en cinco años a las provincias el 15 por ciento que les descuentan para financiar a la Anses. Este año debían recibir un 3 por ciento más en efectivo y otro 3 por ciento en bonos. No llegó nada al interior. "Había que mostrar los dientes", concluyó un gobernador.

La segunda razón es más política. Muchos peronistas que militan en el bando racional le atribuyen al macrismo la resucitación de Cristina Kirchner. Y fijan el momento del supuesto renacimiento en la citación a indagatoria por parte del juez Claudio Bonadio, que la ex presidenta convirtió en una multitudinaria fiesta cristinista. Se equivocan. A Bonadio no lo maneja Macri, como no lo pudo manejar Cristina en su momento. Es un juez que ni siquiera tiene mucha relación con los otros jueces federales. Bonadio es Bonadio.

Es cierto, sin embargo, que la reaparición de Cristina Kirchner fue bien recibida por el macrismo. En el fondo, Macri quiere que el peronismo pague por los casi 25 años de gobiernos peronistas que dejaron el país con más pobres, con menos riqueza y con niveles nunca vistos de corrupción. El problema que tiene es que los sindicatos y el Senado son peronistas. Y también lo es la Cámara de Diputados si se suman todas las expresiones sueltas del peronismo. En esa contradicción entre estrategia y realidad, Macri corre a los peronistas moderadores avisándoles que la línea del medio no existe. O se está con Cristina Kirchner o se está con un proyecto moderno y democrático. En otras palabras: o el peronismo se redefine de manera clara e inconfundible o deberá compartir la carga del pasado.

Sergio Massa es la primera víctima de la estrategia que borra la línea del medio. El ex alcalde de Tigre pensó siempre en una posición neutral entre Cristina y Macri y se imaginó haciendo equilibrios entre el peronismo pankirchnerista y Cambiemos. Hay más definiciones en el bloque escindido del Frente para la Victoria que lidera Diego Bossio; éste está más cerca de acompañar al kirchnerismo con el voto al proyecto de ley antidespidos tal como llegó del Senado. No obstante, seguirán faltando unos diez diputados que debería aportar Massa, pero éste adelanta que no votará ese proyecto si no se le agrega un capítulo especial sobre las pymes. En el bloque de Massa hay dirigentes de extracción sindical que podrían desertar hacia la aprobación de la ley. La moneda está en el aire en la Cámara de Diputados.

La estrategia política y electoral de Macri de enfrentarse con Cristina (y opacar al resto del peronismo) necesita de una estrategia parlamentaria. En el acto del lunes, un empresario le deslizó a un ministro su temor por la elección macrista de Cristina. "Me preocupa la reacción del peronismo y, sobre todo, lo que pueda hacer en el Congreso", le dijo. Respuesta del ministro, seca y clara: "A mí también". Los voceros más confiables del Presidente no descartan los pactos parlamentarios. Pero los acuerdos deberán ser puntuales y "con distintos grupos parlamentarios". Es decir, no se encerrarán a solas con el peronismo de los gobernadores, con el de los senadores, con el de Massa o con el de Bossio. Irán cambiando de aliados según las circunstancias y los asuntos.

Una sensación

El peronismo mostró algo más que los dientes. Armó un escándalo político sobre una sensación: el temor de los que trabajan a perder el empleo. Los propios líderes sindicales aceptan que lo que existe es el temor a perder el empleo, no el desempleo. Pero ellos mismos se han enroscado en una dinámica en la que sólo se puede ganar o perder. Peor: salieron un tanto enojados de la reunión con el Presidente el lunes pasado; aseguran que el jefe del Estado no los trató bien en algún momento de la reunión. Cristina ni siquiera los trataba. Por eso, esperaban más cordialidad de parte de Macri, pero el Presidente no estaba para zalamerías.

Una fuente empresaria se asombró por el tamaño del problema. Asegura haber hablado con muchos empresarios y no haber recibido la información de que existen despidos masivos. "Creen, más bien, que habrá creación de puestos de trabajo en el segundo semestre", asegura. De hecho, la central empresaria más importante, AEA, está haciendo un informe sobre el estado del empleo y su evolución, que estima favorable, hacia fin de año. Se lo entregará al Gobierno en los próximos días.

Macri está decidido a vetar la ley de la doble indemnización. Esa ley no existirá como tal. Cuatro de las cinco centrales obreras que hay se comprometieron a llamar a un paro general si Macri hiciera uso de su derecho de veto. ¿El primer paro general a un presidente no peronista cinco o seis meses después de haber asumido? ¿Sólo, además, para resolver una sensación, una impresión como tantas otras? Parece demasiado; expondría obscenamente la condición ingobernable del peronismo cuando éste está en la oposición. El peronismo moderado asegura que bien leído el texto del Senado no significa nada: ni resuelve el problema ni lo complica aún más. Pero también para Macri es ya una cuestión en la que se dirime la victoria o la derrota. Su gobierno dejó crecer innecesariamente el conflicto. Ahora tiene márgenes escasos, casi inexistentes, para resolverlo sin vencedores ni vencidos.

La estrategia de la Argentina: la inversión

LA NACIÓN

ORLANDO FERRERES*

¿A dónde ir? ¿Cómo llegar? A estas dos preguntas, que son el resumen de lo que llamamos estrategia, debemos responder para ir avizorando el futuro que nos tocará vivir en los próximos años. Estamos invirtiendo alrededor del 20 % del PIB desde 1930 y el crecimiento resultante del Producto es paupérrimo, alrededor del 2,5 % anual. Cuando invertíamos casi el 50 % del PIB en promedio desde 1880 hasta 1914, crecimos al 9% anual. Ese fue un cambio sustancial. Tenemos que recuperar esas tasas, como lo ha hecho recientemente China y otros países, países que lograron resultados espectaculares en los últimos 30 años.

¿Hacia dónde vamos?

Hacia lo que da resultados tangibles en el mundo y, dentro del mundo, hacia las políticas de los países que han obtenido mejores resultados.

Hemos tenido un cambio total de orientación y esto nadie lo duda: ya no estamos más con Chávez-Maduro ni con el modelo venezolano, ni con Correa, ni con Evo, ni con Dilma, especialmente después de todo lo que salió a la luz en Brasil en los últimos tiempos, ni con Cuba y su gobierno autoritario donde nunca hubo elecciones en los últimos casi 60 años ya que el poder se trasmitió al hermano de Fidel Castro, como en los reinados más absolutistas y tiránicos. Ya no estamos más en ese bloque que también incluía a otros países del mismo estilo.

Han visitado la Argentina tres mandatarios de países importantes (Italia, Francia y Estados Unidos) en uso del poder y también han visitado al país, en pocos meses, muchos expresidentes. En Davos, donde se reúnen los principales líderes del mundo, Argentina fue lo nuevo, lo que viene. Nos señalan como el posible nuevo liderazgo de América del Sur.

La Argentina ha tomado en los últimos 4 meses muchas medidas para integrarse al mundo.

También está reordenando las variables macroeconómicas para que se vea claro en qué conviene invertir. Con ello vamos a crecer mucho más y, al crecer, vamos a ocupar productiva y formalmente a gran parte de la población que hoy, desde hace muchos años, esta marginada. También hace falta mucha modernización de la infraestructura de base para que sea la plataforma de lanzamiento que permita crecer en forma sostenida.

La inversión, solamente en energía, debe llegar a los u$s 20.000 millones por año si queremos recuperar el autoabastecimiento energético perdido en los últimos 13 años.

La tecnología está desarrollándose en nuestro país en forma importante y silenciosa. Ya exportamos por ese rubro alrededor de u$s 8.000 millones por año, mucho más que lo que exportamos en muchos productos primarios. En estos productos tecnológicos sí que hay alto valor agregado.

Falta hacer muchas cosas, hay muchas variables desviadas de la lógica por muchos años y décadas que hay que ir corrigiendo. Por ejemplo, entre otras cosas, necesitamos saber cómo se ordenará el sector público (Nación, Provincias, Municipios) y qué se hará con los 18.000.000 de personas que cobran del Estado. No esperamos que se resuelvan los errores de 85 años en 4 meses, pero sí saber hacia dónde vamos. Necesitamos crear una mística del país para luchar todos juntos por el mismo objetivo.

¿Cómo llegar?

El Gobierno eligió el camino del gradualismo, es decir, el de llegar a las distintas metas a lo largo de varios años. Es un camino difícil, pero hay que transitarlo y debemos corregirnos a nosotros mismos cuando veamos que nos equivocamos, cuando los desvíos nos muestren que debemos retornar la senda desde otro ángulo. No es cuestión de decir ¡vamos mal! sino, como el mismo gobierno pidió, señalar los errores para poder enmendarlos.

¿Qué tendremos al final del mandato? Un país con mucha mayor ocupación formal, con mucha mayor productividad por persona ocupada, con mayores salarios reales y sin inflación. Esto se reforzará si logramos convencer a los argentinos de que traigan sus ahorros del exterior para hacerlos trabajar aquí.

¿Cuál será la clave del éxito? La tasa de inversión, que es la proporción que ésta ocupa en relación al PIB. Esto es fundamental monitorearlo, pues todas declaraciones y buenas intenciones, como por ejemplo que "la inversión va crecer en el segundo semestre", no servirán de mucho si el esfuerzo inversor no se verifica. La historia de la inversión en la Argentina es la siguiente:

 

Los grandes ciclos de altos recursos de la Argentina fueron tres: Desde 1880 hasta 1914, desde 1945 hasta 1950 y desde 2005 hasta 2014. Estos ciclos fueron consecuencia de los altos precios de los productos que exportamos. El de 1880 a 1914 lo aprovechamos y la inversión bruta interna fija llegó hasta 60 % del PIB en algunos años y el crecimiento del país fue tan extraordinario que nos convertimos en la octava potencia mundial.

Los otros dos ciclos los destinamos al consumo y a crear movimientos políticos básicamente populistas, pero no se invirtió mayormente, no quedó nada, pues el consumo es el de cada momento. Hemos llevado esta experiencia hasta el extremo en los últimos años, donde incluso se prohibieron muchas exportaciones claves, a otras se les puso altos impuestos adicionales (retenciones) y muchas trabas más. Esta experiencia llegó hasta límites impensados y por culpa de eso hemos tenido que comprar, por ejemplo, enormes masas de energía en el exterior pues perdimos el glorioso autoabastecimiento, logrado con muchos años de gran esfuerzo, desde el impulso que Frondizi y Frigerio le dieron a esa idea desde 1958.

Para cambiar el rumbo de la Argentina, como pasó con todos los países que crecieron significativamente, tenemos que aumentar el esfuerzo inversor hasta casi el 30 % del PIB. Esto es posible porque ya lo han logrado en los últimos años al menos 32 países. Nosotros también podemos.

*Fundador y presidente de OJF & Asociados s.a.. Ex Viceministro de Economía 


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