MARCELO CANTÓN

"Esto va a ser exponencial; es que ya no hay ninguna solidaridad”, diagnostican en el máximo nivel del Gobierno cuando se pregunta cómo evolucionará el proceso de exposición, delación y enjuiciamiento de la corrupción kirchnerista. Creen que se romperá el pacto de silencio implícito que aún existe entre los ex funcionarios de la gestión anterior. “Ya hay pibes de La Cámpora llamando para contarle negociados a gente de nuestro espacio”, cuentan. Igual creen que los plazos no pueden ser apurados y que el mayor impacto es en la condena social, antes que en lo político o lo judicial.

Ayer los funcionarios de Presidencia trabajaron en la Quinta de Olivos, entre jardines y bajo el sol invernal tamizado por árboles centenarios. Se podía ver, por caso, al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, hablando por teléfono por las calles adoquinadas de la residencia. Allí se siguió la discusión del proyecto de ley del Arrepentido. “Ya está, acaban de darle dictamen”, le dijo al mediodía un altísimo funcionario a otro, mostrándole la pantalla de su celular.

En el macrismo reconocen una contradicción propia respecto al proyecto: un mes atrás lo frenaron, ahora lo impulsan. “Es que no había consenso para sacarlo, como sí lo hay ahora -señalan, destacando el cambio que significó el Caso López-. Además fue una promesa nuestra de campaña, teníamos que cumplirla”.

Esperan que parte del kirchnerismo apoye la iniciativa. Pero no creen en la sinceridad de ese gesto: diagnostican con dureza que es “un intento de un nuevo blanqueo, de blindarse mostrando un perfil anticorrupción, cuando son parte del problema”. Pero eso no resultaría, estiman, porque “están subestimando a la gente, como cuando dijeron que iban a echar a José López del Parlasur para poner distancia con la corrupción que se les viene encima”. Las encuestas, aseguran, ya muestran una sociedad más crítica de Cristina Kirchner, aunque ésta mantenga su intención de voto dentro del kirchnerismo más cerrado y las causas judiciales sigan sin grandes avances. “Porque no hay que engañarnos -analizan-, jueces que no hicieron nada en 10 años, hoy buscan que parezca que se mueven, pero siguen sin hacer gran cosa”.

Igualmente creen que “ahora la situación se va a potenciar, la gente empieza a perder el miedo, va a empezar a contar cada vez más cosas”. No responden cuando se pregunta si la ley de Arrepentido tiene nombre y apellido. ¿Será para Lázaro Báez? ¿O para José López? No contestan.

Creen que deben respetarse los tiempos que requiera el proceso de cambio que -analizan- está haciendo la sociedad respecto a la tolerancia a la corrupción. Pero que éste es imparable. Están seguros de que habrá primero una “condena social”. Y que eso será lo que les permitirá avanzar luego en cambios en la Justicia. Pero eso ya será otra etapa.

RICARDO ROA

Muy rápidamente la cloaca se transformó en show. Por José López y por Ibar Pérez Corradi, que está aprovechando su cuarto de hora para desfilar sin temor al ridículo.

Corradi habla como una celebridad. Para que se entienda mejor: como una celebrity (en realidad un celebrity) en un reality show pero con guión pensado y ensayado. Grabó: - Hola, soy Ibar Esteban Pérez Corradi. Estoy detenido en este momento en Paraguay... Me negué al trámite abreviado de extradición hasta que tenga garantías del juicio justo y las garantías de seguridad a mí y a mi familia. Y tengo que solucionar unos temas acá, de reconocer los hijos que tengo y todo.

Cuando él no habla lo hace su abogado Carlos Broitman, socio de Juan José Ribelli, ex comisario bonaerense y preso en la escandalosa causa AMIA. Broitman amenazó que “puede involucrar a gente y puede desvincular a gente”. Un chantaje, casi una licitación en busca de sponsor.

Corradi pide protección y como moneda de cambio hace anunciar que puede dar o quitar protección. El hombre que no tuvo miedo antes en cuestiones que dan miedo a cualquiera dice tener miedo ahora.

Daniel Rafecas, fiel a su estilo, participa de esta saga. Los jueces hablan a través de sus decisiones y de eso habla que no haya hecho nada con la denuncia contra López por ocho años. ¡Ocho años sin investigar!

El juez quedó desnudo por obra de la fiscal Rodríguez, que investiga el arma que tenía López: ordenó enseguida una batería de medidas. El juez no tuvo más remedio que mover un dedo: mandó a examinar llamadas y billetes de López.

Otro que entró en el desfile es el jefe de los diputados kirchneristas. Héctor Recalde se pretende un ejemplo en la lucha contra la corrupción. Aunque sería mejor decir que tiene solo uno y a falta de otros lo repite sin descanso desde hace nueve años. Fue cuando, dice, proveedores de tickets canasta quisieron sobornarlo.

Lo volvió a desempolvar para explicar las coimas de López. En el mismo acto quiso proteger a De Vido, jefe de López. Dijo: “puede haber responsabilidad administrativa y política pero no delictual”. Según la interpretación de Recalde, a De Vido únicamente lo pegaría a López si también le encontraran bolsos llenos de dólares.

Recalde debiera hacer un esfuerzo de memoria sólo que inverso. Habría hallado que cuando era abogado de Armando Cavalieri en el gremio de Comercio en 1971 fue procesado y se le dictó prisión preventiva por “estafa reiterada a la administración pública”. Fue por un pedido de coimas a una empresa constructora.

No todos somos López ni Pérez Corradi. Pero hay quienes se les parecen