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ANÁLISIS
Oña: Obras inconclusas. Cabot: Chanchuyo de López y Sueños Compartidos
05/08/2016

Las obras públicas, en cámara lenta

CLARÍN

ALCADIO OÑA

Hay planillas de la Secretaría de Hacienda que son lo más parecido a una radiografía sobre cómo y en qué se gasta la plata del Estado, donde el uso de los fondos públicos está discriminado por ministerios y por programas. Transcurridos ya siete meses de gobierno macrista, las del 24 de julio pasado revelan todo eso y más que eso: notorias diferencias de manejo de los recursos entre algunos organismos.

Pero valen unas cuantas aclaraciones antes de entrar al ciclo macrista.

Una regla general dice que no siempre gastar menos es igual a ahorrar, pues detrás puede haber fallas de gestión. También, que gastar más no equivale a despilfarro y, finalmente, un par de requisitos que pocas veces se cumplen: eficacia y transparencia con el empleo de los recursos disponibles.

Varias de las precisiones que siguen empiezan a rozar al tiempo del macrismo. Después de la era K, del Estado convertido en apéndice del poder político y en fuente de corrupción, el nuevo gobierno decidió dedicarse a limpiar un terreno lleno de malezas.

Encaró una revisión completa y no sin obstáculos de la herencia. Que incluyó, entre otras cosas, descubrir sobreprecios y contrataciones infladas, licitaciones oscuras y adjudicaciones también oscuras y, finalizada la tarea, pagar el muerto que le habían dejado. En el medio, los funcionarios preferían no arriesgar sus firmas en cuestiones que podrían comprometerlos a ellos mismos.

Todo justifica demoras, pero si la medida de la performance de cada organismo es el uso de la plata disponible, Vialidad Nacional se lleva las palmas. Según las planillas de Hacienda, ha gastado el 60% de un presupuesto anual de $ 26.000 millones; sobre todo en contrucción y mantenimiento de rutas y caminos. Vialidad depende del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.

Sobre lo mismo, pero en sentido inverso, hablan gastos del ministerio que conduce Rogelio Frigerio. Aquí las cuentas cantan que en el plan de viviendas Techo Digno sólo se usó el 26% de una partida anual fijada en $ 11.900 millones. El 25% en el programa Más Escuelas y Mejor Educación y un 6,6% –sobre $ 4.725 millones– en otro destinado a Mejorar el Hábitat Social Las denominaciones de esos emprendimientos vienen de cuando Julio De Vido controlaba o descontrolaba el Ministerio de Planificación.

Un dato común a Vialidad y a Obras Públicas es que se trata de inversiones en actividades socialmente esenciales, o vitales para el despliegue de las fuerzas productivas. Justamente allí donde el país enfrenta déficits enormes.

De una especie similar son otros números de Hacienda. Cuentan que durante el primer semestre la inversión pública total creció apenas 11% respecto del mismo período del año pasado, un registro bajísimo contrastado con una inflación del orden 40%.

Más de lo mismo, entre enero y junio las transferencias del Gobierno a la provincias para gastos de capital aumentaron 18%: nuevamente inversión en cámara lenta.

Queda claro en cualquier caso que aquello que se haga o deje de hacerse se traslada bajo la forma de actividad y empleo al interior. Así, existen gobernadores e intendentes tocando las puertas de Frigerio porque a la rastra corren proyectos políticos personales y partidarios, incluidos los que miran a las elecciones de octubre de 2017.

Explican consultores acostumbrados a leer estos datos en perspectiva: “Licitaciones hay, a veces dos o tres por día sumando Nación y provincias. El problema es que como no hay precios y los contratistas tienen dificultades para cotizar, las adjudicaciones se demoran”.

Ya consumidos los meses que llevó revisar la maraña de la era kirchnerista, los especialistas advierten ahora problemas de gestión.

Pero el tiempo apura al Gobierno y apura a Mauricio Macri, que cada vez más pone la lupa en la demora en ejecutar gastos de efectos tangibles al ojo de la gente.

Ocurre, sencillamente, que una de sus grandes apuestas a la recuperación de la actividad económica, si no la mayor, ancla en la obra pública. Y tratándose de eso, no va a faltar plata aunque las cuentas fiscales y los gastos imposibles de recortar aprieten. Mandan las necesidades de la política, manda entrar al año próximo con los motores bien calientes.

Nada nuevo dice afirmar que a corto plazo el eje del operativo pasa por levantar la construcción, que reacciona tan rápido a los estímulos como su propia reacción hace mover el empleo.

Hasta ahora, el sector viene circulando a contra mano. Acumula caída tras caída –19,6% en junio y 12,4% durante el primer semestre–, arrastra a las producciones vinculadas, como cemento, hierro y sanitarios, y finalmente le pega a la ocupación: en los últimos doce meses acumula arriba de 62.000 despidos.

En el mientras tanto hay lo que hay. Y entre lo que hay, las planillas de Hacienda muestran partidas de gastos subejecutadas junto a otras que lucen muy avanzadas o al borde de agotarse.

Una, que reúne el grueso de los subsidios energéticos, cuenta que se ha usado el 92% de un presupuesto anual de $ 67.400 millones. La destinada a financiar gastos corrientes de Aerolíneas Argentinas dice 77% y la que subvenciona el transporte automotor, o sea, los colectivos, un 65%.

Claramente, en las tres será necesario ampliar los recursos a través de los superpoderes o de un decreto de necesidad y urgencia. Aunque en verdad el macrismo opera sobre un presupuesto dibujado, tal cual fue costumbre durante la era K.

El Gobierno ya ha comenzado a trabajar en su propio presupuesto, que es como imaginar que, si aún no arrancaron, los tironeos por la plata que tocará a cada ministerio ya están en zona de largada. Ahí quedarán definidas las prioridades de Macri pensando en las parlamentarias.

De todos modos habrá un lado ciego o una tarea de aproximación importante, porque el Presupuesto de 2017 debe estar en Diputados a mediados de septiembre cuando los recursos que puede aportar el blanqueo aún serán una incógnita. Por más amplio que sea el menú de ofertas.

El primer vencimiento del régimen cae a fin de año y la experiencia cuenta que la mayoría tiende a esperar hasta último momento. Ese es un lado ciego que se mide en miles de millones.

 

El "Aquaman" criollo, José López y Madres: cómo se gestó una caja de $ 765 millones para obras que no se licitaron

LA NACIÓN

DIEGO CABOT

José López preso y con Hebe de Bonafini citada por la Justicia, reverdeció el caso de la Fundación Sueños compartidos y el particular método de construcción de viviendas sociales en el que es Estado involucró a organizaciones sociales.

a cofradía de la vivienda tenía al tándem López-Julio De Vido en el vértice. Pero detrás de ellos aparecen Abel Fatala, el primo de Néstor, Santiago Kirchner e innumerables personajes que convivían dentro de un sistema que eclosionó primero con la denuncia a los hermanos Shocklender y finalmente, con los bolsos llenos de dólares en el convento.

El verano tuvo de 2001 tuvo una característica: fue uno de los más lluviosos en la historia de Buenos Aires. Belgrano, Villa Devoto, Villa Pueyrredón y Palermo habían estallado de la mano del agua que no escurría.

Fatala se puso una campera impermeable amarilla, botas de goma, un casco que no desentonaba y tomó cartas en el asunto. Entonces sí, seguido de periodistas y fotógrafos, se sumergió en las entrañas porteñas. Unos minutos después emergió con una cantidad de botellas de plástico en la mano. "Esto no lo hace la lluvia, lo hacemos nosotros", dijo el entonces secretario de Obras Públicas del gobierno de la Ciudad durante la gestión de Aníbal Ibarra.

Nació así la leyenda del "Aquaman" criollo, como le decían por aquellos convulsionados días. En 2011, Fatala se convirtió en el brazo gestor que tuvieron las Madres de Plaza de Mayo para manejar ciertos asuntos. En 2006, López lo convirtió en secretario de Obras Públicas del Ministerio de Planificación Federal. Fue el funcionario que gestionaba en nombre de las Madres después de que la fundación se convirtiera en un actor principal en el mundo de las viviendas sociales. Su relación cercana con la Fundación lo llevó a ser, junto con Luis Bontempo, el primer funcionario llamado a declarar ante el Congreso en 2011 para responder por el entuerto que envolvió a Sergio Schoklender, a las Madres y al Gobierno. Bontempo falleció en 2012.

Fatala y una caja millonaria

Aquella traumática relación que hoy la Justicia investiga empezó en 2006. El gobierno porteño que dirigíaJorge Telerman fue el mentor del emprendimiento constructor de las Madres. La Corporación Sur, el Instituto de la Vivienda de la Capital (IVC), la Fundación Madres de Plaza de Mayo y el Ministerio de Planificación Federal firmaron un convenio (número 46) mediante el que le daban a la Fundación la tarea de construir 480 viviendas en Los Piletones, un barrio del sur porteño.

Esa fue la génesis que idearon los funcionarios municipales Fatala, Gabriela Cerruti -entonces ministra de Derechos Humanos y Sociales- y Claudio Freidin -presidente del IVC-. La obra se financiaría con recursos del Plan Federal a través de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Ministerio de Planificación Federal. La supervisión técnica del proyecto y el proceso de adjudicación de las unidades estaría a cargo del IVC.

El 29 de diciembre de 2010, mediante la decisión administrativa 961, Cerruti ingresó en el ministerio que manejó De Vido, puntualmente en la subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda.

Después del casco y las alcantarillas, en 2006, Fatala llegó a la Nación. Se convirtió en el número dos de José López. Junto con el primo del entonces presidente, Néstor, Carlos Santiago Kirchner y Luis Bontempo, Fatala se convirtió en la tercera pata de ese trío de influyentes hombres de la obra pública.

En 2010, el IVC, ya en manos del macrismo pero con varios funcionarios que responden a la Nación, se impacientó por los retrasos que tenían las obras que estaban a cargo de las Madres. Se había pagado por el 80% y estaba terminado sólo el 40. Las quejas y las amenazas de rescisión de los contratos llegaron al Ministerio de Planificación. Entonces, desde esos despachos, se encomendó a Fatala la tarea ser una suerte de colaborador para destrabar la situación. Para esa tarea sumó a su colaborador Freidin. El vínculo con las Madres y con el propio Sergio Schoklender se estrechó.

La relación entre Madres, Schoklender y el Gobierno, que López y Fatala manejaban, manejó 765 millones de pesos que fueron adjudicados a obras públicas y que nunca se licitaron. La sociedad no sólo se complementaba con ladrillos. Muchas de las casas que se entregaban ya contaban con muebles, ropa de cama u otros accesorios fabricados confeccionados en alguno de los emprendimientos de la Fundación.

La relación caminó sin sobresaltos, hasta que los aviones y la Ferrari que se le atribuyeron en su momento a Sergio Schoklender pusieron sobre la mesa una trama compleja.

Diez años después, aquella compleja trama empezó a ser investigada. Vaya paradoja, impulsada por la verborragia de López preso, uno de los hombres que más hizo para ocultarla cuando encarnaba el poder.


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