El 5 de septiembre último se produjo un hecho histórico en la Argentina: se completó la primera ronda de ofertas para la provisión de Energías Renovables en nuestro país, con propuestas por 6.366 megawatts, cuando el total requerido era de 1.000.

Muchas veces, la cercanía con un hecho o circunstancia nos impide ver con claridad su nivel de importancia. Pero tal vez, en un futuro, recordemos a este como el año del inicio de la revolución energética argentina. Luego de esa ley votada casi por unanimidad en el Congreso de la Nación en septiembre de 2015 (ley Guingle), y la exitosa licitación llevada adelante por el Ministerio de Energía y Minería de la Nación, la diversificación de nuestra matriz energética pareciera haberse puesto en marcha.

La oferta verde viene a aportar soluciones a la crisis que enfrenta el país en materia energética y, contra todos los mitos, lo hace a un precio competitivo. Se presentaron proyectos por 3.468 MW en energía eólica (cuando el cupo era de 600 MW), de 2.834 MW en solar fotovoltaica (con cupo de 300 MW) y, si bien no se conocen los precios ofertados, ya se puede confirmar –por el nivel de competencia– que serán menores a otras fuentes de generación eléctrica, y permitirán un ahorro muy relevante de importaciones.

La insuficiencia de gas natural local obliga a importar gas y a utilizar gasoil y fuel oil para la generación térmica. El desarrollo de las energías renovables permitirá entonces ampliar la oferta de energía eléctrica y sustituir, al menos parcialmente, otras fuentes de energía más onerosas.

Y lo hace de manera sustentable, limpia, rápida y segura. Con la ventaja adicional de combatir el cambio climático evitando emisiones de CO2. Y, como si esto fuera poco, no se agotan ni declinan como los fósiles.

Sin embargo, algunos sostienen que, en el desafío de recuperar el autoabastecimiento energético, la única solución pasa por desarrollar Vaca Muerta, principalmente en gas, que representa el 60% de las importaciones. Está claro que los no convencionales son una riqueza potencial con la que la naturaleza ha bendecido a los argentinos. Pero aun nos falta ser capaces de ponerla en valor. Necesitamos ser más eficientes, competitivos, bajar los costos de explotación o que vuelva a cotizar más alto el barril del crudo, para lo cual, según todas las consultoras mundiales, resta un tiempo.

Pero tampoco el sol brilla las 24 horas del día ni el viento sopla todo el tiempo. Por eso, y hasta que podamos generar (y almacenar) la energía renovable necesaria, es imprescindible que pongamos en valor el total de nuestros recursos energéticos, para lograr el autoabastecimiento y la seguridad energética.

No es Vaca Muerta versus las energías renovables. Son Vaca Muerta y las energías renovables.

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