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ANÁLISIS
Escribe Sica: Argentina y Brasil, sintonía posible
04/10/2016

Argentina y Brasil: sintonía posible

CLARIN

DANTE SICA*

Todo nos une. Nada nos separa”, así finalizó su discurso, Roque Saénz Peña en su visita a Brasil antes de asumir la presidencia en 1910. En tiempos del Centenario, la relación bilateral se reducía a escasos encuentros entre presidentes y un comercio exiguo. Un siglo después, esta alianza natural entre vecinos adquiere nueva significación. La relación entre los procesos económicos y políticos de Argentina y Brasil y el nuevo impulso a la integración bilateral es una prioridad para sus protagonistas que consideran que la estrategia es un paso directo en el tránsito que estos países experimentan hacia el crecimiento.

Así, hoy se presenta una oportunidad extraordinaria para los dos principales socios del MERCOSUR: luego de muchos años, Argentina y Brasil se encuentran en una instancia política en que las visiones de integración externa son similares, por lo que podrían establecer líneas estratégicas de un frente de negociación que busque imprimir la armonía perdida en el proceso de integración.

Esta sintonía contemporánea tiene como antecedente un escenario global que durante las dos últimas décadas ha generado profundas transformaciones. El sistema de producción se desplazó hacia los países asiáticos, que con epicentro en China, se convirtieron en una referencia global a nivel productivo, comercial y financiero. Este esquema, dirigido por multinacionales y en el cual todos los países pujan por lograr una mayor participación, impone nuevas estrategias de política internacional que generen oportunidades de inserción y sean promotoras del desarrollo económico para la región. Vale la pena recordar que antes de los 80, las economías en desarrollo sólo representaban el 34% de las exportaciones mundiales, pero en 2011, su participación había ascendido a 47%. Hoy esta tendencia se mantiene, pero ha perdido impulso.

Este nuevo tablero internacional presenta mercados más desafiantes, un exceso de oferta y caída generalizada de precios. Una combinación que aumenta las dificultades de inserción de economías como las de Argentina y Brasil, con sectores industriales que sufren la pérdida de plazas externas y la reducción de la demanda interna por una mezcla de ciclo recesivo y presión importadora.

Actualmente, tanto Argentina como Brasil se plantean volver a crecer y los mercados externos son sus principales aliados en ese propósito. Pero para multiplicar las exportaciones, ambos países deben dejar de lado la dependencia de los precios de los commodities y asumir que tampoco la herramienta cambiaria, en un esquema que busca contener la inflación, será una respuesta a la ineficiencia productiva.

La clave será recrear las condiciones para que la inversión, tanto pública como privada, retorne a ambos países y permita mejorar las condiciones de competitividad. Estamos hablando de una política bilateral que contemple reformas de infraestructura coordinadas, esquemas tributarios y aduaneros armónicos, un sistema de transporte y logístico que optimice costos y normativas que potencien el intercambio. Esta será la única manera de sobrevivir exitosamente a la competencia de los países asiáticos y ganar inserción en nuevos mercados.

Y para conquistar este objetivo es necesario incrementar los escasos vínculos económicos-comerciales con el mundo que se han construido desde el MERCOSUR. Esto implica fortalecer las alianzas, para que nuestros sectores productivos no se vean relegados en el acceso a los mercados externos de las preferencias que sí poseen nuestros competidores.

Los dos países necesitan del bloque para desplegar esa estrategia: Argentina no tiene el peso suficiente para negociar en condiciones equilibradas y, Brasil, por su parte, necesita a la Argentina para legitimar su gobernabilidad luego de una etapa de crisis política y sobre todo, para validar su liderazgo regional.

En los últimos diez años, Argentina y Brasil, socios naturales y estratégicos, no han podido definir una agenda de integración sólida y consensuada. La actualidad hace indispensable un acuerdo comercial ambicioso, la búsqueda de objetivos comunes y sobre todo, la decisión política de las principales economías del MERCOSUR para llevarla adelante.

La buena noticia es que la coyuntura presenta un escenario favorable para un quiebre estructural. El gobierno argentino ha establecido la necesidad de impulsar las inversiones y las exportaciones como motores de crecimiento para los próximos años, y ha definido la necesidad de avanzar proactivamente en acuerdos con terceros países, especialmente los de la Alianza del Pacífico. Los lineamientos coinciden con la base de la política brasileña: establecer un proceso acelerado de integración al mundo, acercamiento a los principales bloques, tender puentes con los mercados desarrollados y trabajar en la menguada competitividad regional. Es tiempo de que los socios muestren una visión convergente sobre la estrategia internacional y desarrollen una agenda unificada que, por fin, potencie la sintonía, el crecimiento y el desarrollo de las economías. 

*Director de ABECEB. Ex secretario de Industria y Comercio


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