Orlando J. Ferreres

Siempre vivimos pensando en lo que fuimos y llorando nuestro pasado perdido. No sabríamos como recuperarlo y eso nos amarga. "Llora y llorarás solo, ríe y el mundo reirá contigo" como dice el proverbio popular, que no puede ser más cierto que en este caso. Debemos abandonar todo el pensamiento imaginario sobre nuestro pasado que suponemos tan extraordinario y ponernos a pensar sobre lo que podemos hacer concretamente en los próximos 30 años. Eso sí que será productivo.

Un país que tiene alta productividad agropecuaria lo que se comprueba observando que sólo con 43 millones de habitantes ya alimentamos a 300 millones de personas y podemos alimentar a 500 millones. Un sector así no puede ser castigado permanentemente como lo hemos hecho nosotros con altos impuestos y persecuciones. Solo hemos retrasado nuestro desarrollo y nada más. Con esa gran cantidad de alimentos no podemos permitirnos que haya hambre y pobres en nuestro país, pero es lo que tenemos. Hemos aplicado teorías productivas no comprobadas en el mundo y el resultado fue el opuesto al que esperábamos.

La minería, tan perseguida en los últimos años, cuando no hay nadie que no use algo de la minería, es otro problema muy serio. Tenemos oro, plata, cobre y otros metales, pero hay problemas para atraer las grandes inversiones que estas explotaciones requieren. Perseguimos a las mineras y eso retrasa también nuestro crecimiento.

Nuestras nuevas reservas de shale gas y shale oil se estiman que son la segunda y cuarta del mundo respectivamente, pero muchos se oponen a la exploración y al desarrollo de las mismas por los efectos ecológicos no deseados que podrían implicar esos desarrollos.¿Necesitamos algo más? Sí, por ejemplo tenemos una de las plataformas submarinas más grandes del globo y podríamos explotar la pesca, pero sólo lo hacemos de una manera muy limitada. Barcos de otros países pescan alrededor de esa zona y vienen desde muy lejos, pero nosotros, que las tenemos aquí, no hacemos esfuerzos para explotarlas. Hay muchas más actividades en las que tenemos ventajas, y de las que sólo sacamos un rendimiento pequeño.

Pero, en definitiva, si tenemos alimentos, energía y oro ¿cómo no podemos crecer en este mundo tan necesitado de esos elementos? Es fundamental darse cuenta de que algo más nos falta y que el problema somos nosotros mismos.

Tenemos el más bajo capital institucional per cápita del mundo o al menos, uno de los más bajos. Hemos dilapidado nuestras instituciones, cosa que podemos resumir en que hemos tenido una inflación promedio anual de 70 % desde 1944 hasta ahora, algo incomprensible. Este capital institucional es lo que tenemos que reconstruir y con ello volverá el país a encontrar su senda perdida. Claro que cada ítem de ese capital, por ejemplo, la inflación, es sólo el síntoma de la falta de consistencia de nuestros planes con la realidad.

Hay que arrancar con humildad y esperar con el tiempo los resultados. Estos no van a llegar de inmediato, tardan años en verse los frutos. No es un camino fácil, pero hay que hacerlo y todos estaremos en un país mucho más cercano al que queremos. Miremos todo a largo plazo y cambiará nuestra perspectiva.