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ANÁLISIS
Olivera: Utopía de que Buenos Aires sea viable. Canedo: Cosas raras
16/10/2016

La utopía de que Buenos Aires sea viable

LA NACIÓN

FRANCISCO OLIVERA

El que pronunció el tabú fue Miguel Ángel Lunghi, intendente de Tandil, hace una semana. La gobernadora María Eugenia Vidal escuchaba en Morón los planteos de 69 intendentes de Cambiemos y Lunghi, un pediatra de 72 años que gobierna desde 2003 el distrito de Tandil, preguntó si la administración de la provincia de Buenos Aires tenía pensado reforzar el aguinaldo y los envíos de alimentos para la Navidad. "Manejar diciembre -lo definió él-. Tenemos un problema psicológico en este país: siempre ha pasado algo en diciembre." Después se adentró en los desajustes que Tandil tiene con la salud: un presupuesto de 365 millones de pesos para atender aumentos de hasta 40% en medicamentos y cinco hospitales.

Era una charla privada. Vidal aprovechó entonces la pregunta para exponer un problema más estructural, que es el rojo de cada comuna. "Todos administramos déficit y el endeudamiento no es infinito. Tenemos que estar dispuestos a asumir costos", empezó, y agregó que, por ejemplo, había tomado la decisión de no seguir traspasando hospitales municipales al Estado provincial, con la única excepción del de Mar del Plata. "Los municipios no deberían ampliar la oferta de salud hospitalaria. Lo que les aconsejo es que mejoren el servicio, pero que no aumenten ni el personal ni las camas. Una cosa es poner en valor lo que está, y otra, ampliar servicios. El tema de la salud me toca muy de cerca, pero lamentablemente esta provincia no ha tenido en las últimas décadas un criterio sanitario", se sinceró. Antes de despedirse con un "nos vemos en la calle", les dejó a todos un consejo: "Siempre se los digo a los intendentes que vienen con déficit: el problema no es el rojo de este año, sino la proyección de los próximos cuatro, cuando sea más difícil de manejar. Vi muchos municipios con problemas de arrastre. Es muy lindo inaugurar la obra, pero también hay que saber pagar los costos".

En eso está la gobernadora que, embarcada en la utopía de hacer viable la provincia de Buenos Aires, ayer obligó a los asistentes al coloquio de IDEA a algo infrecuente: quedarse al cierre para escucharla. Los supermercados volverán a ser, como siempre para estas fechas, testigos privilegiados de las urgencias. El gobierno bonaerense tiene previsto convocarlos como parte de un plan que incluye a las iglesias católicas y evangélicas y a diez intendentes del peronismo, Cambiemos y el Frente para la Victoria. Desde esa mesa empezarán en estos días a transmitirse las inquietudes de los municipios más comprometidos, que son 45, pero que abarcan a su vez a cuatro directamente riesgosos: Florencio Varela, Avellaneda, José C. Paz y San Fernando, históricamente más expuestos a los conflictos por estar, afirman los jefes comunales, en el área de influencia de bases de organizaciones trotskistas.

Será apenas un paliativo para un problema más estructural, que es el modo en que funciona económicamente la provincia. Anteanoche, durante un asado que organizó en Lanús el intendente Néstor Grindetti, la discusión se trasladó hacia dentro de Cambiemos. Estaban los intendentes de Quilmes, Vicente López, San Isidro, Pilar, Campana, Luján y General Rodríguez, entre otros, y se trenzaron en una discusión medular: ¿hasta dónde es justo pedir la asistencia del gobierno provincial si un municipio ha hecho populismo con sus impuestos?

Grindetti ya lo había planteado una semana antes en Morón, cuando se preguntó delante de todos, Vidal incluida, si estas cuestiones terminarían siendo gravitantes en los votos. "Es injusto: sepamos qué está haciendo cada uno. No sé si doña Rosa percibirá el resultado final: el que sube los impuestos 10% y administra mal, del que lo hace en 50% y administra bien. La nación prevé en el presupuesto una inflación del 17%, pero nosotros tenemos que hacer otro tipo de ajuste", dijo, y pidió entonces unificar criterios en una reunión con Hernán Lacunza, ministro de Economía de la provincia.

¿Qué decisión tomar en un país que acaba de enfrascarse en una discusión de meses por tarifas energéticas atrasadas, y en la víspera de un año electoral? Por el momento, el gobierno bonaerense parece coincidir con las proyecciones de la Casa Rosada, que apuesta a que la población perciba los primeros efectos de obras públicas que, suponen, cambien para bien la vida cotidiana de los usuarios. Entre ellos, el Metrobus de La Matanza o la instalación de cloacas. Marcos Peña discutió ese timing la semana pasada con ocho economistas que había invitado a su despacho: su previsión es que las bondades de estas inauguraciones estarán listas un trimestre antes de los comicios de octubre. Lo que en el Gobierno llaman "obra pública de calidad", algo que, dijo el jefe de Gabinete, le permitió a Macri diferenciarse de Aníbal Ibarra en la gestión de la ciudad de Buenos Aires.

Vidal optó además por acelerar esos trabajos descentralizándolos. Edgardo Cenzón, su ministro de Infraestructura, les envió 10.000 millones de pesos a los intendentes para que sean ellos los ejecutores en cloacas, asfalto y reformas sanitarias. La jugada se completa con una decisión que ya genera tensiones con el Sindicato de Obras Sanitarias bonaerense, que conduce Julio Castro: para varias de las extensiones de la red de agua potable se contratará directamente a AySA, la empresa nacional, que el macrismo considera más eficiente que ABSA, la firma provincial. Un oportuno gesto de buena voluntad hacia un aliado sindical, José Luis Lingeri, conductor de los lineamientos de AySA.

Algunas de estas cuestiones requieren, como se planteó aquí en uno de los paneles de IDEA, de un drástico cambio cultural. Ayer, a pocas cuadras del coloquio, durante una conferencia de prensa que dio en el hotel Sasso con Francisco Cabrera y Jorge Triaca, el ministro de la Producción bonaerense, Joaquín de la Torre, puso como ejemplo el abastecimiento energético: "En esta ciudad hay 35 edificios que no tienen gas. Muchas inversiones no se pueden hacer ¿y saben por qué? Porque durante muchos años no hubo precio para el gas. Cuando hablamos de tarifas no estamos hablando de la totalidad del problema. Los intendentes de Lobería, Tres Arroyos y Necochea acaban de plantearnos acá ese problema. Hacer política no es sólo dar buenas noticias".

Esa admisión pública del costo de administrar, camino al que obliga el estado de la provincia, representa tal vez la principal diferencia de Vidal con Jaime Durán Barba. Semejante choque de estilos, que ambos suelen exponer con frecuencia en la casa que el ecuatoriano tiene en Recoleta, es el meollo de una dialéctica que apenas empieza a percibirse y que acaso termine de saldarse en octubre, con el resultado puesto.

Pasan cosas raras en esta economía

CLARÍN

DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO

El Tesoro consiguió el jueves $76.387 millones por la colocación de un bono a 10 años a una "tasa fija" de 15,5% anual.

Ese dinero lo consiguió porque, previamente, siete u ocho fondos de inversión grandes del exterior se desprendieron de unos US$ 3.000 millones para pasarlos a pesos y conseguir esos fondos a diez años.

Cosas raras: inversores del exterior vendiendo dólares para pasarse a pesos para comprar un bono a diez años y a una tasa fija. Eso no pasaba en la Argentina.

Otra cosa rara,desde el punto de vista de los inversores, es comprar un bono del Tesoro a 15,5% anual cuando el Banco Central está ofreciendo tasas de 26,75% anual por letras a 35 días de plazo.

Cómo suelen decir los economistas "la curva está invertida". El estado argentino paga tasas más altas por colocaciones a poco más de un mes que a 10 años de plazo.¿En que piensan los inversores?.

La primera respuesta es que apuestan a que se cumpla el objetivo oficial de bajar la inflación en el corto plazo.

Incluso, deben creer que esa baja se inscribirá dentro de la pauta inflacionaria  de entre 12% y 17% para el año próximo sobre la que el viernes insistió el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger al hablar en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata.

Desde ya que este baño de dólares sobre la Argentina no puede separarse de que el mundo desarrollado viene trabajando con tasas de interés cercanas a cero y que eso incentiva a fondos e inversores a salir por el planeta a  la caza de rentabilidad. Y hoy los bonos argentinos le resultan muy atractivos a esos compradores.

Pero, también es cierto, que desde hace años el mundo se viene moviendo con tasas bajas y eso no se traducía en inversiones y menos aún en colocaciones en pesos a plazos largos y tasas fijas.

El nuevo escenario, de crédito externo y la estabilidad cambiaria, aparece dominando el corto plazo y genera dos polémicas en torno a tema central: ¿debe el Gobierno intensificar la toma de deuda para cubrir el déficit fiscal éste año y el que viene? y a eso se agrega : ¿ no debería recurrir a hacer un "shock" fiscal en vez de tomar más deuda e insistir en un camino gradualista para bajar el rojo de las cuentas públicas?.

El debate de hoy de los economistas Luciano Cohan y José Luis Espert va al centro de esa polémica y presenta dos posturas claramente definidas sobre cómo entender lo que pasa y puede pasar en materia económica en el corto y mediano plazo.

La necesidad de los políticos de tener esquemas de recuperación salarial y del gasto público y retraso cambiario en los años electorales cobra vigencia frente a un Gobierno que busca crecer en el terreno legislativo el próximo año para encarar con más aire los dos posteriores.

Para la política, la decisión de no hacer un ajuste fiscal pronunciado a partir de conseguir financiamiento fluido del exterior recrea los cuestionamientos por parte de quienes creen que la Argentina se encamina a una nueva fiesta de consumo de corto plazo que terminará costando cara.

Aunque hoy siguen lloviendo dólares: Buenos Aires consiguió crédito a 4,5% anual cuando antes había pagado 7,4%. 

Sobre ese punto giraron las exposiciones de Miguel Bein, Dante Sica y Eduardo Levy Yeyati el viernes en IDEA.

Bein habló sobre la necesidad de que haya un fuerte aumento de la inversión para impulsar la economía y permitir que el gasto público siga creciendo pero que, a la vez, baje en términos del PBI.

Yeyati sostuvo que en la Argentina hay una tríada que la caracteriza no querer tener déficit fiscal,  tampoco querer subir los impuestos ni el endeudamiento. Y que la economía enseña que dos de esos tres deben quedar fuera de la discusión.

Si no se baja el déficit, como se viene perfilando, las opciones son subir impuestos o aumentar la deuda.

La decisión de corto plazo por parte del Gobierno parece tomada y afianzada, por lo menos, desde ahora hasta las elecciones de 2017 y en la apuesta de una reactivación.

Para Dante Sica el arranque de la economía ya se está dando y el año próximo la mejora del PBI será del 4% después de cinco años de estancamiento.

También Sica sostuvo que el aumento de las importaciones no alarma ni muchos menos y planteo que la Argentina debe priorizar la agenda de la mejora de la competitividad sin esperar a lo que pueda pasar con el tiempo de cambio.

La necesidad de mejorar la competitividad gana espacio en los tiempos de menos inflación y calma cambiaria y pone sobre la mesa la situación impositiva que, en muchos casos, deben enfrentar los empresarios argentinos.

Las largas colas de autos hacia Chile la semana pasada y los viajes de compras a Miami de integrantes de la clase media, reavivan el debate sobre un eventual retraso del dólar y la carga impositiva de algunos productos.

Pero en ese mix, los impuestos pesarían más que el dólar.

Un importador de textiles define las diferencias entre las cargas que enfrenta un argentino y un chileno que trae el mismo producto. 

En la etapa de importación hay una tasa sobre el valor fob (siglas inglesas de"libre a bordo") de 45% acá y de 5% allá.

A eso se suman 5% de ingresos brutos acá contra 0% allá. . También está el impuesto al cheque de 1% en Argentina contra 0% en Chile. Y eso sin tener en cuenta el mayor costo financiero y otros derechos de aduana que podría duplicar el peso de los gravámenes.

En la etapa del comercio se mantiene la diferencia de ingresos brutos y le adicionan el costo de las tarjetas de crédito que es de 11% contra 3,5% en Chile. Además está el 21% de IVA contra el 16% y el costo laboral que, también es de 21% contra 16%

Con ese marco, el importador concluye: "el problema no es el dólar sino la falta de competitividad de la Argentina". Los políticos no deberían mirar para otro lado.


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