Javier Corcuera*

La audiencia pública sobre las tarifas del gas marcó un hito en el debate de ideas sobre una de las medidas más difíciles del nuevo gobierno: el problema del retraso en las tarifas de las fuentes de energía y los efectos de su actualización sobre nuestra población.

La audiencia, con su diversidad de actores, mostró un alto nivel de compromiso con las reglas de juego y fue una prueba del respeto creciente por las opiniones de los otros, aún si eran duras o simplemente catárticas. Este modo de debate -más frío que el que esperaban varios grupos opositores, pero también más participativo de lo que imaginaban- aventó temores de desmanes entre algunos miembros del oficialismo y con ello ayudó a mejorar, contrariando la tradición política local, la capacidad de escucha del área de gobierno involucrada, que al finalizar las maratónicas sesiones incorporó algunas modificaciones a la propuesta original.

Tanto es así que, pese a escuchar diversos tipos de críticas repetidamente, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, ha decidido volver a estar presente durante todo el tiempo que dure la próxima audiencia pública, que comenzará
mañana, en la que se van a tratar las tarifas y servicios de distribución eléctrica.

En efecto, una vez más, habrá otra audiencia pública en la que el gobierno nacional (en este caso, el ENRE) escuchará la propuesta de las empresas que distribuyen la electricidad en el área metropolitana de Buenos Aires (Edenor y Edesur) y la opinión de defensores del pueblo, asociaciones de consumidores, legisladores, intendentes, representantes de partidos políticos y ciudadanos.

En esta oportunidad probablemente haya menos efervescencia que la generada en torno a la audiencia anterior. La primera apaciguó aguas que hoy parecen estar más calmas para debatir estos temas. Pasada una gran discusión sobre tarifas, los medios no parecen demasiado interesados en darle tanta cámara a otra discusión similar. Aun así, algunos de los ejes de la nueva audiencia pública –la calidad del servicio de las empresas citadas y cómo mejorar su control- probablemente generen observaciones ácidas y discursos encendidos, dados los múltiples cortes de luz que ha sufrido la población bonaerense a lo largo de estas décadas. 

Esta audiencia no tiene por otra parte la misma génesis que la anterior: no es posterior a la elaboración de un plan tarifario. El ENRE, en este sentido, llega a ella mucho más relajado que cuando el Enargas llegó a la primera.

Todo indica que la audiencia de las tarifas eléctricas, que se alojará entre los magníficos murales de Quinquela Martín en el Teatro de la Ribera, será menos tensa que la del gas. Habrá, entonces, otra oportunidad para que dirigentes y ciudadanos de todos los sectores demuestren a los ciudadanos jóvenes que para hacerse escuchar no es necesario gritar ni actuar con violencia. Si esto se cumple, ambas audiencias habrán logrado dar una misma, sana señal a la sociedad. Y ojalá haya muchos expositores con propuestas que puedan enriquecer los planes del ENRE en el delicado objetivo que le toca administrar.

*Lic. en Ciencias Biológicas. Secretario de Medio Ambiente del Municipio de Pilar. Fue el moderador de las audiencias públicas del gas en septiembre y cumplirá el mismo papel mañana en la audiencia pública sobre tarifas eléctricas.