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ANÁLISIS
Obra pública en Argentina x 2: Deficit frena pagos. Sica: Sin brotes
19/12/2016

Por el déficit fiscal, frenan pagos de la obra pública

MINING PRESS/Clarín

MARCELO CANTÓN

El Gobierno pisó los pagos de la obra pública para poder cerrar las cuentas del déficit fiscal. Es un reclamo que hacen hoy las grandes constructoras, que en el último mes no están cobrando sus facturas. Y lo reconocen los funcionarios. Pero ese es sólo uno de los temas dentro de la compleja puja que hay hoy entre los popes de la construcción y los hombres de los ministerios de Interior, Transporte y Energía. Indexación de contratos, descuentos de precios y atomización del negocio suman presión.

El ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay se comprometió a que 2016 cerraba con un déficit del 4,8%. Pero en los últimos meses el Gobierno resolvió muchos conflictos con la chequera y eso impactó en las cuentas. Desde reducir la suba de tarifas al incremento de planes sociales, pasando por ayudas a provincias y municipios.

“Desde principio de mes no están pagando las facturas que vencen, no tienen plata”, dice el presidente de una de las mayores constructoras del país. “Esto es en off the record, no? -pregunta un empinado funcionario, de los que firman contratos de obra pública-. Si, es así, dejamos de pagar, hay que cerrar los números del año. Pero esto siempre se hizo así, no? Para principios de enero empezaremos otra vez a pagar con normalidad; esto es sólo deuda flotante. Y no estamos frenando el ritmo de las obras, para nada”.

“Eso es cierto -añaden en otra constructora-. Se han puesto muy exigentes con los plazos. Nosotros estamos haciendo una ruta en el norte del país y nos volvieron locos para que la terminemos antes de fin de año”. Pero en tanto, las facturas sin pagar se acumulan, se cancelarán con los fondos del año próximo.

Hasta ahí, es un problema de caja. Como tuvieron otros gobiernos. Pero en esta ocasión hay además una agenda más profunda, con enojo marcado de los dos lados. Los empresarios critican con dureza a los funcionarios, los tratan de “inoperantes”. Los funcionarios devuelven gentilezas, y escupen epítetos como “corruptos”. Aunque los repiten ante este cronista, seguramente no se dirían esos adjetivos unos a otros en la cara. Pero sirven para mostrar la tensión del ambiente. Entre las grandes constructoras y los tres ministerios que manejan la obra pública hoy el aire se corta con un cuchillo.

Uno de los temas que más críticas privadas concentra es la actualización de los pagos. O sea, la indexación. Hasta abril pasado regía el decreto 1.295. A partir de mayo, el 591. Pero este último no fue reglamentado. Los funcionarios aseguran que “está en trámite”. “Nos están pagando con actualizaciones a mayo, con lo que ha sido la inflación”, se queja una constructora local. “Te dan los certificados, te atienden, son prolijos -agrega el mismo empresario-. Pero el ajuste no aparece”.

Los empresarios se quejan de muchas cosas más. Que no hay un interlocutor único, porque las obras están repartidas en varios ministerios, con distintas formas de trabajo. Que el Gobierno no avanza con los organismos multilaterales: uno asegura que en el Banco Mundial le dijeron que por esa razón todavía no pudieron terminar de adjudicar los US$1.500 millones de dólares que tenían previstos para el país para este año. Es dinero para infraestructura, la misma que el banco se negaba a financiar al anterior gobierno. Y hasta el segundo semestre de 2017 no se pondrá en marcha el sistema PPP, de alianza público prívada, que puede dinamizar el sector.

Pero el fondo es la batalla que cruza a empresarios y funcionarios y que hace a tratar de establecer una forma de relacionarse. Veamos algunas definiciones.

“Argentina está enferma de corporativismo -dice un ministro nacional-. La corrupción está en la sangre de los empresarios. Se enojan porque ahora, por primera vez, hay competencia. Y las empresas más grandes hace mucho que no van al gimnasio. Son más lobistas que ingenieros”.

“En los últimos 10 años se contrataba pero no se construía, el negocio era ganar la licitación, no hacer la obra. Entonces no había ingenieros ni máquinas, se perdió ingeniería”, conceden desde una empresa de gran porte.

¿Coinciden? No. Es que se están refiriendo al que es el punto central de las divergencias, la tasa de descuento. El Gobierno licita obras y gana quien presenta un descuento mayor sobre el precio. Así los funcionarios luego pueden decir “Esta obra se contrató un 30% más barata que lo que la hacían los K”. “Pueden bajar los precios, ahora no pagan coimas como antes”, añaden en los ministerios.

Para los ministros, eso es ganancia: dicen que con ese sistema hay más competencia. Los empresarios dicen que por ese camino sólo habrá obras sin terminar. “Se las adjudican a empresas que no tienen la calificación ni espalda para hacerlas, sólo porque ofrecen mucho descuento. Pero es gente que no sabe de este negocio”, señalan. A la hora de poner ejemplos en esta discusión, dos empresarios señalaron hacia el que sería el mayor constructor nacional y se preguntaron: ¿por qué él no se presenta en ninguna licitación?. Y se responden: porque sabe que con esos precios no se puede hacer la obra. Curiosidad: el ministro antes citado también se refiere a este hombre: “Me llamó personalmente, me pidió que cambiara una condición de una licitación, lo hicimos, y después no se presentó ni me atendió más el teléfono”. Pequeñas anécdotas de la vida cotidiana.

Con ese ambiente como fondo, volvamos al principio: los pagos empiezan a atrasarse. “No hay ningún problema, las obras no se demoran”, dicen en un ministerio. “A partir de enero nos vamos a ordenar y poner en término”, dicen en otro. Por ahora, sólo cuenta cerrar las cuentas.

Dante Sica: “La falta de brotes es por las demoras en la obra pública”

ABECEB

Tras el 10° Encuentro Anual de ABECEB, realizado en YACHT Club de Puerto Madero ante una gran concurrencia, El Economista dialogó con su director, Dante Sica, sobre las perspectivas para la economía argentina en 2017.

El 2016 ya está jugado. No hubo brotes verdes y la recesión fue mayor a la esperada. ¿Mantiene su pronóstico de crecimiento para 2017 de 3-4% o tuvo que recortarlo?

Todo el proceso está demorado y el arranque es más lento del esperado. Había tres grandes drivers para apuntalar el crecimiento en el cuarto trimestre: el complejo agropecuario, y todas sus ramificaciones; la construcción, tanto la pública como la privada y, por último, el consumo, con alguna recuperación del salario real y el impacto del aguinaldo y demás. El gran ausente y el motivo del retraso del arranque tienen que ver con la obra pública. No es un tema de plata sino de gestión administrativa. Quienes esperábamos un cuarto trimestre positivo, postergamos el pronóstico para el primero de 2017. No cambia mucho el número final y seguimos esperando entre 3% y 4%, pero quizás el efecto se sienta hacia finales del año que viene.

¿Va a ser homogénea esa recuperación y se va sentir en la calle?

En la industria va a ser heterogénea. También vas a tener una recuperación del consumo por una suba del salario real con un empleo estabilizándose, con mejoras en el sector privado. Igualmente, el consumo no va a crecer más que el PIB.

Pero es un modelo más sustentable…

Debería serlo en la medida en que la inversión empiece a aparecer. Algo ya estamos viendo en los sectores de energía y telecomunicaciones. En 2017 eso se va a potenciar, y también va a aparecer la obra pública.

No mencionó a Brasil como un driver. ¿Nos defraudará una vez más?

No, creo que va a mejorar. Aunque todavía no ha pegado la vuelta, ha dejado de caer y eso es positivo. Lo peor ya pasó en 2016 y en 2017 los sectores exportadores que miran hacia Brasil van a colocar más producción allí. Si Brasil crece 1%, aporta 0,25 punto de crecimiento a Argentina. Recién en 2018 vamos a ver un Brasil creciendo con más fuerza.

Se habló mucho del “efecto Trump”. ¿Qué es lo que más le preocupa?

Hay que esperar un poco más y que termine de armar el gabinete, y sobre todo cubrir los puestos económicos, como el secretario de Tesoro y el de Comercio. En el corto plazo vamos a ver tasas más altas. Con las cuestiones más vinculadas con el proteccionismo y demás, es mejor ser más cautelosos. El nivel de comercio con EE.UU. es bajo y lo que se había logrado en limones y carne creo que no se va a perder. Hay que ver cómo se relaciona Trump con México y China, que incluso puede abrir algunas oportunidades para nosotros.


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