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ANÁLISIS
Pagni: Conflicto y mapa de poder. Bercovich: Estado low cost y despidos
02/01/2017

Un conflicto que puede alterar el mapa del poder

MINING PRESS/ENERNEWS/La Nación

CARLOS PAGNI

Antes de partir, 2016 dejó planteadas algunas incógnitas políticas de primera magnitud. Esos enigmas, que se irán despejando a lo largo del año que comienza, afectan la identidad del oficialismo y la de la oposición. Comienza a vislumbrarse que, en octubre, el país podría ir a elecciones con un nuevo mapa de poder.

Durante los últimos días de diciembre, Cambiemos fue sacudido por una crisis delicada.Mauricio Macri y Elisa Carrió ponen lo mejor de sí para disimular la irremediable tensión que hay en su vínculo. Pero esta vez quedaron al borde del conflicto. El motivo es recurrente: Ricardo Lorenzetti .Carrió amplió su denuncia contra el magistrado, involucrándolo con una cooperativa que traficaría dinero negro con cheques de la AFA. La diputada recurrió al juzgado de María Servini de Cubría, que investiga esa institución. Al mismo tiempo, Carrió emitió un tuit en el que pide que se investigue en qué condiciones conducía Lorenzetti cuando, el 13 de noviembre, chocó con un motociclista en Rafaela. La pregunta de Carrió es inquietante: el joven que, según Lorenzetti, atropelló su auto con una moto falleció el martes pasado como consecuencia del accidente. La carátula del caso pasó de lesiones graves a homicidio culposo. Carrió insinuó que podría ser doloso, pero que en Rafaela nadie se anima a investigar al juez.

Envuelto en llamas por esas imputaciones, Lorenzetti envió un mensaje al oficialismo: renunciaría a la presidencia de la Corte, que podría pasar a Horacio Rosatti. Este ministro, que tiene buena relación con Carrió, hace tres semanas creyó necesario declarar que "el liderazgo de la Corte debe ser, además de jurídico, moral".

Apenas se enteró del malestar de Lorenzetti, Peña le prometió un pronunciamiento de Macri. Horas más tarde, el Presidente declaraba que ni el Gobierno ni Cambiemos suscriben las denuncias de Carrió contra el magistrado. Esas definiciones provocaron la reacción del diputado Fernando Sánchez, íntimo de Carrió, quien dijo en un comunicado que "por suerte en Cambiemos la inmensa mayoría decidió luchar contra la corrupción y terminar con la impunidad". Por primera vez un dirigente del oficialismo corregía al Presidente.

Habrá que ver cuántos almuerzos se necesitan para restaurar la relación de Macri con Carrió. La diputada había prestado un servicio valiosísimo a la Casa Rosada al bendecir el reemplazo de Alfonso Prat-Gay, quien milita en la Coalición Cívica, por Nicolás Dujovne. Pero hay otros ruidos en la línea. El enfrentamiento con Susana Malcorra por las tratativas con el Reino Unido recrudeció. Además, Carrió protesta por el intento de desplazar al procurador del Tesoro, Carlos Balbín, quien consiguió lo que se creía imposible: que lo auspicien a la vez la diputada y Daniel Angelici.

Hay otra escena en la que Macri aparece cerca de Lorenzetti y distante de Carrió. El Presidente pretende el reemplazo de Juan Cubría como administrador del Consejo de la Magistratura. Cubría ha sido un crítico severo de Lorenzetti por el control del presupuesto judicial. Lo acusó de implantar una cultura monárquica. Cubría es el hijo de la jueza Servini, en cuyo juzgado Carrió conectó al presidente de la Corte con los cheques de la AFA. No hace falta advertir que Servini y Carrió comparten una antipatía. Servini tiene otros motivos para estar inquieta con Lorenzetti.

Sobre todo desde que le dijeron que él está interesado en disponer cuanto antes que los jueces deben retirarse al cumplir 75 años. La cuestión está planteada por un amparo de un amigo de Carrió, el camarista Leopoldo Schiffrin. Si la Corte sigue el criterio de Lorenzetti, Servini, que cumplió 80 años, debería dejar su juzgado. La magistrada tuvo suerte, porque hace una semana la jueza de la Corte Helena Highton recurrió a la Justicia para quedarse más allá de los 75 años, que cumplirá en diciembre. El problema del retiro de los jueces tardará un poco más en resolverse.

Los radicales también sostienen al hijo de Servini. Razonan así: "Si lo vamos a sacar, saquemos también a la madre del juzgado. Si la dejamos herida, nos volverá locos todo el año". Tal vez Servini ya empezó. El miércoles pasado dictó la falta de mérito de Ibar Pérez Corradi, acusado de ser el autor intelectual del triple crimen de Quilmes/General Rodríguez. Corradi había amenazado con ventilar vinculaciones de la SIDE de los tiempos de "Jaime" Stiuso con el narco. Su absolución fue un golpe duro para el Gobierno, que al repatriarlo había anunciado el final de varios kirchneristas, con Aníbal Fernández a la cabeza.

El impulsor del reemplazo del administrador Cubría es el nuevo gerente judicial del Presidente: su amigo José Torello. A Torello se atribuyen numerosas negociaciones desde que Angelici, herido por las acusaciones de Carrió, comunicó que se desentendía de esos trámites. Entre las iniciativas de Torello estuvo el reemplazo de Servini por Juan Manuel Culotta como subrogante del juzgado electoral de la provincia de Buenos Aires. Culotta es un ex Newman, como Torello y como Macri. También se advierte la mano de Torello en el intento de desplazar al procurador Balbín. Macri quizá deba interrumpir las vacaciones de Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, como él en Cumelén, para una mediación urgente entre Carrió y Torello. "Pepín" es amigo de ambos.

La crisis entre Macri y Carrió pone en tela de juicio la agenda de Cambiemos. Y se proyecta sobre el campo electoral. Carrió planea competir en la provincia de Buenos Aires, tal vez como diputada nacional. Lorenzetti será uno de sus temas de campaña. Acaba de obtener un respaldo interesante: Julián Ercolini procesó a Cristina Kirchner en una causa que ella había iniciado hace casi una década. El lanzamiento de Carrió bloquearía a Jorge Macri, el primo del Presidente, a quien ella ha acusado de ser cómplice, junto con Sergio Massa y Gustavo Posse, de una mafia judicial vinculada al narcotráfico. Jorge Macri es el candidato predilecto de María Eugenia Vidal para encabezar la fórmula de senadores. Lo secundaría Gladys González, quien de intervenir el sindicato del "Caballo" Omar Suárez pasó a encargarse del saneamiento del Riachuelo. Una responsabilidad del ministro Sergio Bergman, quien seguirá en el cargo, bajo la supervisión oficiosa de Carlos Grosso.

El papel de Carrió en las elecciones bonaerenses es estratégico. Allí el Gobierno juega buena parte de su suerte. La importancia que Macri asigna a este torneo se expresa en un solo dato: está por girar a María Eugenia Vidal $ 25.000 millones, para actualizar el Fondo del Conurbano. Rogelio Frigerio deberá explicar esa transferencia con los demás gobernadores. El año pasado Macri elevó la coparticipación porteña y el resto del país se amotinó.

El ecosistema bonaerense está mutando por otro proceso que se aceleró en los últimos días de diciembre. El jueves pasado, el PJ del distrito confirmó en un congreso que, en agosto, kirchneristas y ex kirchneristas dirimirán sus candidaturas en una interna. Daniel Scioli se postulará por el bando de los leales a Cristina Kirchner. Todavía no se sabe si ella competirá. En la otra orilla, esperan que Florencio Randazzo se defina. Si no, hay otros tres candidatos a la senaduría: el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde; el de San Martín, Gabriel Katopodis, y Fernando "Chino" Navarro, del Movimiento Evita. Esta novedad plantea interrogantes significativos sobre el destino del poder. ¿Qué hará Massa si su base peronista acepta el argumento de un PJ renovado? ¿Qué plan tiene Cambiemos para enfrentar a ese PJ?

La única reacción que hubo hasta ahora es difícil de entender. Vidal, que se propone como una novedad casi absoluta, fue a buscar refuerzos a los sótanos del PJ bonaerense. De ese averno, convocados por Eduardo Duhalde, salieron en su auxilio Mario Ishii, Aldo Rico y Alejandro Granados. Cuando Emilio Monzó recomendó, para irritación de Macri, atraer a figuras del PJ, tal vez no pedía tanto. Esta galería de celebridades es capaz de destruir, en un solo minuto, la obsesiva vigilancia de Marcos Peña sobre la imagen de Cambiemos. ¿La gobernadora fue asesorada por Gustavo Ferrari, que ya lidiaba con estos dinosaurios cuando servía a Francisco de Narváez? ¿O siguió un consejo de Jaime Durán Barba? Estos dilemas no irían más allá de la estética si no fuera porque, en su pragmático viaje hacia la prehistoria, la gobernadora está reivindicando la peor política de seguridad que hayan conocido los bonaerenses. Granados fue el último responsable de esa área durante la gestión de Scioli. Al convalidarlo, Vidal envía un mensaje muy contradictorio hacia la policía.

La aproximación de Vidal a estos dirigentes del PJ provoca reacciones en Cambiemos. Algunos se preguntan si, en la búsqueda de apoyos electorales, esa coalición tiene algún límite. Para otros el problema es menos teórico: cuantas más facciones participen, menos lugar habrá en las listas. Estas inquietudes están estimulando una convergencia entre sectores del oficialismo que se sienten excluidos de las decisiones del poder. Hay conversaciones entre Monzó y el radical Ernesto Sanz. También, contactos con Martín Lousteau. El embajador en Washington ya recibió un ultimátum de Peña: "Si volvés para competir en la ciudad, olvidate de participar en la interna de Cambiemos". La coartada de Peña es que el bloque de Lousteau en la Legislatura no apoyó la aprobación de varios proyectos, sobre todo de uno en el que está empeñado Macri: el barrio privado que la empresa IRSA proyecta en la antigua Ciudad Deportiva. Los legisladores de Lousteau contraargumentan: "¿Por qué a Carrió, que no autoriza esos proyectos, no le niegan el derecho a ser candidata de Cambiemos?". El reparto de candidaturas dirige la política. Por eso los radicales se autoconvocaron el 16 y 17 de febrero, en Córdoba, para discutir su inserción en la Coalición.

Estas fracciones del oficialismo entendieron que Macri les envió un mensaje de fin de año. Una advertencia. Fue el tratamiento que aplicó a Alfonso Prat-Gay en su salida. El jefe de Gabinete puso un empeño especial en que Luis Caputo, íntimo amigo de Prat-Gay, continuara en el equipo. Caputo sintió que le exigían una traición y resistió cuatro días. Pero cedió cuando lo llamó Macri, que lo premió con un ascenso. El aparato de comunicación oficial machacó con que el Presidente había echado a su ministro. Prat-Gay no cometió irregularidades. Y prestó servicios importantes al Gobierno. Igual le hicieron bullying. "No se dejaba coordinar". Inadaptados de Cambiemos: a poner las barbas en remojo.

Los próximos despidos del gabinete y el Estado “low cost” que Macri le encargó a Dujovne

DIARIO BAE

Alejandro Bercovich

Se terminó, ya está. Con estos pelotudos no podía hacer más nada.

Por si quedaban dudas de quién eligió el momento para la eyección más anunciada del gabinete, el propio Alfonso Prat- Gay se ocupó de aclararlo el mismo lunes ante el variopinto puñado de confidentes que cultivó en los quince años que lleva dedicados a la política. Los aludidos por el epíteto que Fontanarrosa juzgó irreemplazable para la lengua castellana eran casi todos los demás ministros, ante quienes jamás ocultó ese parecer, pero estaba dirigido especialmente a dos: Juanjo Aranguren y Rogelio Frigerio.

Nada personal. Lo que convenció a Prat-Gay de que en el quinto piso del Palacio de Hacienda tenía menos poder que en el Banco Central en 2004, cuando se divorció de Néstor Kirchner algo más tensamente que ahora de Mauricio Macri, fueron dos decisiones del último mes: la de flexibilizar su proyecto de reforma del impuesto a las Ganancias y la de pactar con las petroleras cuatro subas de combustibles para 2017. El Presidente no lo consultó para ninguna. Y como se apuntó en esta columna el viernes pasado, el acuerdo para seguir aumentando el precio de la nafta y el gasoil (ya los más caros de Latinoamérica, excepto Uruguay) terminó de demoler la pauta inflacionaria del 17% que figura en el Presupuesto 2017.

Lo advirtió el martes casi sin eco mediático la Federación del Transporte de Cargas (FADEEAC): la primera de las subas que acordó Aranguren con sus excolegas petroleros para Reyes (8%) incrementará al menos un 3% el costo logístico para todas las empresas del país. Sin contar las paritarias, claro. El contexto no es floreciente. Entre enero y octubre de este año, aun con un alza menor que la inflación promedio, la venta de gasoil se derrumbó un 9,5%. El jubileo impositivo para el campo no llegó a compensar el desplome del transporte, asociado al ajuste del consumo. En esos mismos diez primeros meses de 2016 se patentaron 15% menos camiones cero kilómetro que en igual lapso de 2015.

Macri nunca soportó las ínfulas de Prat-Gay ni que se sintiera un primus inter pares dentro del gabinete económico. Llegó a retarlo en editoriales de columnistas amancebados. Pero lejos de amilanarse, el ministro saliente empezó a vengarse de sus enemigos en el gabinete con golpes bajo el cinturón que el kirchnerismo aplicaba a gobernadores díscolos: a Interior, por ejemplo, le cortó el chorro de fondos para obras y viviendas apenas arrancó diciembre. Así aceleró otro choque inexorable: el de Frigerio con el secretario de Obras Públicas, Daniel Chaín, un ex- SOCMA que acompañó a Macri desde 2007 en la Ciudad y que ya empezó a desalojar su despacho en el piso 11 de Economía. El mismo que ocupó durante largos años el lanzador de bolsos José López.

¡Next!

Aunque le dieron un año, Chaín no llegó a aprender a manejar la botonera de la patria contratista que heredó de la mano derecha de Julio De Vido. Forma parte del grupo de funcionarios que el tridente coordinador Peña- Quintana-Lopetegui considera los peores, una vez desplazado Prat-Gay. La pesada herencia del viejo gabinete de Macri en el gobierno porteño, que el propio Presidente pareció ayer empezar a despedir por radio. Uno es Jorge Lemus, cuyo mayor mérito como sanitarista fue haberlo rescatado cuando casi se ahoga con un bigote de Freddy Mercury. Su gestión en Salud se resume en dos datos: apenas ejecutó la mitad del presupuesto para la lucha contra el SIDA y redujo en un 30% la entrega a provincias de botiquines del Plan Remediar.

Otro al que no ven demasiado futuro en la Rosada es al latin lover Francisco Cabrera, como lo llama burlonamente Macri desde aquellas portadas de revistas del corazón que compartió con Juana Viale. En su cartera de Producción funciona la secretaría de Comercio, que no logró poner en marcha un solo programa que mitigara la inflación récord de este año o apuntalara el consumo. También la de Industria, un sector que venía estancado desde 2011 pero que no se derrumbaba un 5% (como este año) desde la crisis mundial de 2009.

Los jóvenes Martín Etechegoyen y Fernando Grasso son los únicos dos funcionarios de la cartera productiva cuya tarea ponderan los atribulados dueños de fábricas grandes y chicas. Ambos vienen de la UIA. Allí empezó a picar en punta uno de los dos finalistas para suceder a Adrián Kaufmann en abril: el jefe de la poderosa cámara alimentaria (COPAL), el laboralista Daniel Funes de Rioja, quien por ahora suma más adhesiones que el aceitero Miguel Acevedo. Paradojas: Funes no amasó su fortuna entre tuercas y bulones sino como abogado patronal en conflictos laborales. La famosa “industria del juicio” que los manufactureros quieren desarticular y que Cambiemos busca limitar con la nueva ley de ART que logró media sanción en la última sesión del año del Senado.

Ahorrativos

Nicolás Dujovne desembarcará el lunes en Economía con un mandato simple: ordenar y recortar. Lo que no tuvo este año Macri, según las fuentes de su mesa chica consultadas por BAE Negocios, fue alguien que hiciera lo que Juan Carlos Pezoa con Cristina o el difunto Carlos Mosse con Néstor Kirchner: reportar diariamente los flujos de caja y alertar al vértice del poder si un gasto empezaba a desmadrarse o un ingreso a flaquear. Una lid monótona, de secretario, que Prat-Gay despreciaba.

En las notas que escribió Dujovne en La Nación en el último trimestre se lee nítida su intención de que el Estado haga el ajuste que ya hizo este año el sector privado, estrangulado por las altas tasas de interés que fijó el Banco Central, con los consecuentes desplomes del consumo y la inversión. Haría bien en revisar recovecos como las “unidades retributivas” que reparten discrecionalmente los ministros entre sus funcionarios o empleados. Aranguren, por caso, concedió el 22 de diciembre mediante ese mecanismo un bono de $119.286 al subsecretario de Energías Renovables, Sebastián Kind. Más llamativo resultó el premio de $162.000 para Marta Elsa Zaghini, una empleada con categoría A-8.

Lo difícil, por supuesto, será llevar adelante ese ajuste en un año electoral. Y el flamante ministro lo sabe, porque su relación con la política no nació cuando Ernesto Sanz lo convocó como asesor part-time al Senado, hace ya cuatro años y por el equivalente a $34.000 mensuales de hoy. De adolescente, en la acomodada Vicente López pero lejos de la vida VIP de los muchachos del Cardenal Newman, llegó a militar en el Frente Secundario Intransigente.

Todo se juega en octubre. Cuando mañana alcen sus copas, las principales espadas del oficialismo brindarán para que en 2017 el peronismo siga convenientemente dividido y el Frente Renovador todavía goce de buena salud. En la estratégica provincia de Buenos Aires, según las encuestas que lee Macri, Cambiemos tiene la mejor marca pero no los mejores candidatos. No puede jugar a María Eugenia Vidal, la única dirigente con mayor imagen positiva que la del mandatario y que hoy le ganaría seguro a Cristina Kirchner. La misión de enfrentar a la exmandataria y su casi 60% de intención de voto en secciones como la populosa tercera (Oeste y Sur del Conurbano) se le encomendará a Elisa Carrió, aunque Jorge Macri no pierde las esperanzas. Lo mismo le ocurre en la Ciudad con Horacio Rodríguez Larreta, quien hoy le ganaría fácil al ambiguo Martín Lousteau pero quien deberá dejar esa batalla en manos de su vice, Diego Santilli.

En la intimidad de Cumelén, Macri quizá brinde exclusivamente por la salud de su antecesora. Sabe que la perspectiva de su regreso y la ausencia de otras alternativas firmes es lo único que le garantiza la gobernabilidad tras un año para el olvido como el primero de su gestión. En el empresariado, por caso, en lo único que coinciden es en no extrañarla. Y de los 37 miembros de la Comisión Directiva de la CGT, solo tres no sienten un profundo rencor hacia ella: Omar Plaini, Víctor Santamaría y el “Barba” Gutiérrez. Es lo que explica que hayan ido a sacarse una foto con él a Olivos, aun rumiando bronca por cómo quedó Ganancias y mientras los científicos tomaban el Ministerio de Ciencia y Técnica contra los despidos en el CONICET.


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