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ANÁLISIS
Fernández Canedo: Pequeño Dujovne ilustrado. Cachanosky: Política económica y círculo y vicioso
04/01/2017

Pequeño Dujovne ilustrado: apuntando a los mercados

MINING PRESS/ENERNEWS/Clarín

DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO

Su debut como vocero del área económica fue intenso. El flamante ministro de Hacienda brindó en seis entrevistas periodísticas los objetivos de su gestión en el intento de marcar, no sólo un cambio de clima en la relación entre el Palacio de Hacienda y la Casa de Gobierno sino, también, el inicio de una nueva etapa en política fiscal.

Como saldo de los anuncios de Nicolás Dujovne quedan dos mensajes. Uno para su antecesor, Alfonso Prat-Gay, y otro para los mercados de crédito que habían comenzado a percibir que eran necesarias señales en materia fiscal.

Sin decirlo abiertamente, el mensaje de trasfondo que intentó Dujovne, al decir de un experimentado operador del mercado financiero, fue: "El desapego fiscal de 2016, se terminó". ¿Será verdad?

A lo largo de los reportajes, el ministro planteó tres objetivos simultáneos y ambiciosos para su gestión : bajar impuestos, aumentar el gasto público en infraestructura y reducir el déficit fiscal. Además, fue especialmente enfático en la necesidad de reducir el costo laboral para combatir el trabajo en negro, que en la Argentina alcanza al 35% de la población y que determina que esos trabajadores ganen $ 6.500 en promedio, que es la mitad de los sueldos de los empleados en blanco.

En lo que se presentó como el objetivo más arriesgado, dijo que apuesta a bajar el déficit fiscal por debajo de lo que ya está previsto en el Presupuesto. Según la cifras oficiales, el déficit de 2016 terminaría en 4,8% del PBI (economistas privados lo calculan en un 6%) y el Presupuesto de este año es que baje a 4,2%.

El ministro dijo que habrá un aumento de la recaudación impositiva que le permitiría ahorrar fondos para bajar ese déficit por debajo de ese 4,2 por ciento.

Tal vez, como ocurre con el cumplimiento del déficit 2016 en el que los fondos del blanqueo le habría aportado 0,6% del PBI, Nicolás Dujovne esté pensando en separar otra parte de los fondos del blanqueo para computarla este año.

El tema del blanqueo merece un punto aparte por la importancia del resultado. Repasando datos, hasta el momento, el blanqueo dejó lo siguiente:

*Hay activos declarados por US$ 90.000 millones que aportaron una recaudación adicional de $ 82.000 millones.

*Se computaron 234.500 declaraciones juradas y hubo bonos suscriptos (especialmente el de 7 años) por US$ 560 millones.

*Las propiedades declaradas fueron 40.000, de las cuales 20.800 están en el país a un valor promedio de US$ 93.000 y 19.200 están en el exterior con un valor promedio de US$ 200.000 Más allá de los datos, el resultado del blanqueo, lo señala un paper reciente de Dante Sica, "revela un nivel de confianza en la estabilidad futura de las reglas de juego que no es menor para remontar los problemas de credibilidad" que atentan contra el crecimiento.

Si Dujovne ya cuenta plata del blanqueo, también estaría apostando a ganar credibilidad fiscal,aunque se mostró prudente a la hora de fijar objetivos fuertes para 2017.

Habló de bajar el cuestionado impuesto a los Ingresos Brutos, que afecta a los exportadores argentinos pero que los gobernadores defienden con uñas y dientes por tratarse de un gravamen que se cobra en sus territorios.

También proyectó la eliminación del impuesto al cheque que se trata de un impuesto claramente regresivo pero aporta y en forma pareja a las cuentas públicas.

Por tratarse de definiciones del primer día de gestión casi nada se dijo de la utopía que puede representar hablar de la necesidad de bajar el gasto público en un año electoral.

En 2016, la política de "gradualismo" fiscal para ganar gobernabilidad tuvo como denominador común el aumento del gasto que, en parte, se esmeriló por una inflación del 40% , se amortiguó con el aumento de la deuda y el blanqueo final tuvo un efecto salvador para moderar el déficit fiscal.

En 2017 quedará menos del blanqueo y en materia de endeudamiento externo el Gobierno dice que necesitará US$ 22.000 millones, una búsqueda que el ministro Luis Caputo comenzará a ejecutar en las próximas semanas en un contexto financiero mundial más agitado que el del comienzo del año pasado.

Ayer se reanudaron las operaciones en los mercados después del Año Nuevo y el arranque fue como lo esperaban los analistas: subió la tasa de interés en EE.UU., se fortaleció el dólar y el electo presidente de los EE.UU. desafió a General Motors a que desarme una inversión en una planta en México con la amenaza de aplicarle aranceles altos para sus autos.

Fueron señales del principio de un nuevo escenario financiero internacional cuyo denominador común sería el aumento del costo del crédito para los países emergentes del cual la Argentina no podrá quedar al margen.

Por último ayer se conocieron los datos del Relevamiento deExpectativas del Mercado (REM) que confecciona el Banco Central con la opinión de un conjunto de estudios económicos.

El promedio de las opiniones resultó que la inflación de este año será del 21% (para enero esperan 1,7%), que la actividad económica crecerá 3% y que las tasas de interés rondarán en 23,8%. ¿Y el dólar? Según el REM, el dólar terminará el año en $ 18,50 con un aumento de casi 17%. Todo está bastante alineado con los pronósticos oficiales y con la proyección de que un aumento salarial de 25% logre superar a la inflación y al dólar.

Un resultado soñado para el año electoral.

La política económica en un círculo vicioso

Roberto Cachanosky

 

Uno de los argumentos que más se escucha para no reducir el gasto público es que hasta que no crezca el sector privado y pueda absorber la mano de obra que quedaría desocupada del Estado (nacional, provincial y municipal) es imposible avanzar en la reforma del Estado. Si se hiciera algo al respecto habría una crisis social producto de la desocupación hasta tanto no haya crecimiento.

Como primer dato es importante resaltar que el impacto social se está sintiendo en el sector privado. Mientras el sector público mantiene constante la cantidad de empleados públicos en nombre de la paz social, el sector privado ha perdido 96.282 puestos de trabajo comparando octubre contra noviembre del año pasado de acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo. De manera que el ajuste existe, lo que ocurre es que se produce sobre el sector más eficiente de la economía.

El segundo punto a considerar es que el gobierno está enredado en su propio argumento. Por un lado dice que no puede tocar al sector público hasta que no crezca el sector privado, pero el sector privado no puede crecer porque la carga tributaria y la legislación laboral imperantes hacen imposible que se produzca un tsunami de inversiones que permitan traspasar gente del sector público al sector privado. Dicho de otra manera, el gobierno está girando en círculos y no sabe por dónde salir.

La Argentina tiene uno de los impuestos a las ganancias de las empresas más altas del mundo de acuerdo al informe que publicó KPMG. En la Argentina el impuesto a las ganancias es del 35% para las empresas, mientras que el promedio de América latina es del 27,29%, el promedio de la Unión Europea es del 22,09%, el promedio de los países desarrollados del 24,81%.

Suecia, que todos lo miran como un país socialista, tiene una tasa de impuesto a las Ganancias corporativas del 22%. Irlanda, que hizo profundas reformas económicas bajando el gasto público en términos nominales a mediados de la década de los 80, tiene una tasa de impuesto a las ganancias para las empresas del 12,5% con un ingreso per cápita de U$S 61.000 anuales de acuerdo a datos del Banco Mundial.

La Argentina necesita crear 250.000 puestos de trabajo por año para incorporar a los jóvenes que quieren entrar al mercado laboral. Además tiene que generar nuevos puestos de trabajo para los que viven de planes sociales y los empleados estatales que, por lo menos, sobran 2 millones. Es decir, necesitan un tsunami de inversiones para resolver el problema de la ocupación, la pobreza y traspasar crear puestos de trabajo genuinos y no simulacros de trabajo en el estado. Pero no podrá hacerlo mientras tenga la fenomenal carga tributaria que hoy tiene que es producto de un gasto público gigantesco. No seamos ingenuos. Con el llamado gradualismo no llegamos ni a la esquina. Una profunda reforma del Estado y del sistema tributario para atraer inversiones se impone como prioridad.

¿Qué hacer en el mientras tanto? En vez de tomar deuda para financiar el déficit fiscal hay que tomar deuda para financiar la reforma del estado y del sistema tributario. Esto mejorará el flujo de ingresos y egresos del sector público y permitirá el repago de la deuda. Al bajar la carga impositiva atraerá inversiones. Y las obras púbicas no tienen que ser financiadas con deuda pública, sino convocando al sector privado para que invierta en energía, puertos, rutas, etc.

La combinación de inversiones del sector privado en infraestructura más la baja de impuestos que atraerá inversiones son dos de los factores que pondrán en funcionamiento la economía en una senda de crecimiento de largo plazo.

Si a esto se le suma un Banco Central que deje de toquetear la tasa de interés y deje que flote libre el tipo de cambio, el gobierno podrá romper el círculo vicioso en que está metido.

La salida de crecimiento de largo plazo está y es posible. Todo el problema económico se limita a un problema de decisión política, recordando, finalmente, que el gobierno de Irlanda logró la reforma del estado siendo un gobierno en minoría. Como se ve, se puede. La pregunta es: ¿se quiere cambiar este nefasto sistema populista que hundió a la Argentina?


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