IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
WEGTGN
SECCO ENCABEZADOALEPH ENERGY ENCABEZADO
PRELASTKNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SACDE ENCABEZADOINFA ENCABEZADO
RUCAPANELMETSO CABECERA
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
PIPE GROUP ENCABEZADGRUPO LEIVA
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
BANCO SC ENCABEZADOPWC ENCABEZADO ENER
WICHI TOLEDO ENCABEZADOJMB Ingenieria Ambiental - R
WIRING ENCABEZADOCRISTIAN COACH ENCABEZADOCINTER ENCABEZADO
BANCO SJ ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
OMBU CONFECATSERVICIOS VIALES ENCABEZADO ENER
ANÁLISIS
Oña: Tarifas a la medida de los inversores. Sica: Dilemas económicos en año electoral
07/02/2017

Luz, gas, combustible: un ajuste a la medida de los inversores

MINING PRESS/ENERNEWS/Clarín

ALCADIO OÑA

Hay varias maneras de leer los sacudones, anunciados y prontos a salir, que van sobre el costo de los combustibles, la electricidad y el gas natural. Una de esas lecturas es que se trata de un ajuste hecho y derecho, con independencia de cómo sea revestido.

Otra, pariente directa de la anterior, dice que el Gobierno ha resuelto arriesgar en un año electoral, metiendo toda la artillería en el primer cuatrimestre y con la esperanza de que pasado el chubasco podrá remontar la cuesta. Seguramente, apelando a otras herramientas que no sean sólo la herramienta económica.

La tercera lectura tiene forma de apuesta fuerte a las inversiones en hidrocarburos. De eso habla un analista: “El Gobierno les ha dado un sendero de precios, flexibilización laboral y garantías de recuperar la plata. Después de pagar el costo que le tocaba, incluida la posibilidad de audiencias públicas tormentosas, ahora las compañías deben ponerse en serio y pronto”. Evidente, la joya se llama Vaca Muerta.

Podría añadirse que la Casa Rosada ha dado pasos concretos contra promesas de inversiones. O que lo ha hecho sin exigir contrapartidas, como habría sido un plan con compromisos calzados.

La de los hidrocarburos es una actividad que crea poco empleo, pero que ingresa divisas en cantidad y, llegado el punto más alto, puede garantizar el abastecimiento de insumos clave para sostener el crecimiento de la economía. O, en ausencia de ellos, capaz de trabarlo.

Se diría, pues, que detrás de los ajustes existe una jugada estratégica del Presidente proyectada incluso hacia un segundo mandato. Mauricio Macri se ve, o cuenta que se ve, gobernando hasta 2023 y poniéndole la lápida a la crisis energética heredada.

Falta desde luego que las mejores expectativas coincidan con la montaña de dólares que demanda recuperar el autoabastecimiento. Nada menos que US$ 10.000 millones anuales a lo largo de unos ocho años, estiman expertos del sector.

“Entiendo y comparto lo de la apuesta a las inversiones petroleras, pero yo no proyectaría movimientos grandes este año”, opina alguien que recorre ese espinel y ha recibido consultas de compañías extranjeras interesadas en explotar Vaca Muerta.

En el remachado “esperar hasta que aclare”, computa el riesgo de que cautelares de la Justicia frenen los aumentos, tal cual ocurrió el año pasado, y el aún difuso horizonte electoral, o sea, el como le vaya al macrismo en octubre. Algunas, prevenciones muy difundidas en el circuito de los negocios.

Varios datos ya conocidos le permiten ser optimista, en cambio, con las inversiones en energías renovables. Las de origen eólico y solar, sobre todo.

Esos datos hablan de un buen número de empresas que se han presentado a las licitaciones, tanto de afuera como de aquí y en muchos casos asociadas a provinciales. Existe, además, un escenario internacional con grandes jugadores moviéndose al compás de una fuente de recursos a tono con las políticas no contaminantes del ambiente.

Las renovables son además una vía directa hacia la reconversión de la matriz energética nacional, hoy muy dependiente del petróleo y del gas. El Gobierno espera que efectivamente aparezcan los fondos anotados en la primera ronda de ofertas adjudicadas: alrededor de US$ 4.000 millones. Del otro lado aguardan reglas de mercado aún indefinidas.

Recortar los subsidios y contener la disparada del déficit fiscal significa, también, una señal a quienes ven allí un peligroso foco de desajustes extendidos a toda la economía; entre ellos, inversores del color que sean. Tarea para el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que para eso fue elegido.

En el fondo de la movida completa late la decisión de ir por el camino del medio. No habrá todo el ajuste que, según los manuales ortodoxos, manda poner la inflación rápidamente en el sendero del dígito. Ni se bombeará tanto consumo como el que ordenaría el año electoral.

“Tendremos un poco y un poco”, dice un ex ministro de Economía. En sus pronósticos, la inflación no será el 17% de la pauta oficial sino 22 o 23% y el crecimiento no mayor a 3%, modesto viniendo de una caída del PBI cercana a 2,5% y de un estancamiento prolongado.

Bajo la presión de la política y de los reclamos salariales, previsibles dada la magnitud de los ajustes, todo suena parecido a un equilibrio inestable. O a “un año movido”, dice un asesor de gremios y empresas.

Sobre este mundo si se quiere más terrenal y en varios sentidos complicado, algunas consultoras ya han sacado cuentas del posible impacto de las tarifas en el índice de precios. Combustibles, electricidad y gas, más agua, les dan un 5% en el primer cuatrimestre, bastante por encima del cálculo oficial.

La estadística del INDEC dirá cuál fue realmente el efecto tarifas en los meses de los aumentos. Otra cosa dirán los consumidores, porque ellos los sentirán esos meses y durante los que les siguen.

No un riguroso 17% sino alrededor del 23% es la cota salarial que se habría puesto la Casa Rosada para el sector privado. Aún así, flota en el ambiente la eventualidad no tan eventual de que los gremios resistan

Los dilemas de la economía en un año electoral

LA VOZ

DANTE SICA*

El término trade off es utilizado habitualmente por los economistas y describe una situación en la que nos vemos forzados a elegir entre dos opciones con distintas cualidades. Algo así como la historia de la manta corta que solamente puede cubrir los pies o la cabeza. 

Los trade off abundan en la política y la economía de cualquier nación, pero adquieren una importancia mayor durante los procesos de cambio, como el que actualmente está viviendo nuestro país. El Gobierno nacional debe elegir entre combatir la inflación o realizar una política más laxa de tasas de interés para reactivar la actividad; entre un ordenamiento rápido del sector energético o una mayor gradualidad en los aumentos tarifarios; entre aplicar medidas para reducir el impacto de la importación o permitir la entrada de productos para reducir los precios del mercado interno; entre bajar el déficit fiscal u optar por un mayor gradualismo aún a coste de aumentar el endeudamiento. Y podríamos seguir. 

El Gobierno ya ha dado señales de que piensa encarar los trade off con un enfoque gradual y pragmático, esto es, “comprar un poco” de un objetivo sin sacrificar demasiado de otro. Así, por ejemplo, buscará bajar la tasa de inflación y las expectativas inflacionarias con política monetaria restrictiva pero no tan contractiva como para inhibir la recuperación de la economía ni para compensar el impacto inflacionario del ajuste de tarifas. Siempre, mirando los resultados en función de la marcha de la economía, y sobre todo, de las necesidades políticas, especialmente en un año de elecciones. 

Toma de decisiones

Las decisiones que se tomen respecto de estos dilemas se adecuarán a la evolución de la coyuntura económica y fundamentalmente, a la necesidad de lograr un clima favorable antes de los comicios. Esto ya es un clásico en las democracias.  

Pero lo que debe quedar en claro es que este tipo de trade off no son inalterables. Por el contrario, las decisiones que se tomen en el presente definirán en gran parte las que habrá que adoptar en el futuro. El ejemplo más ilustrativo en economía es el de la famosa curva de Phillips: en el corto plazo, el gobierno tiene margen de decisión para optar entre una menor tasa de desempleo a costa de una mayor inflación; pero si nada cambia la inercia inflacionaria exigirá aumentos de precios cada vez mayores para mantener el nivel de actividad. 

Con esto en mente, la pregunta que surge es si hay algo que se pueda hacer para aliviar los costos de estas decisiones.

Precisamente, este es uno de los roles de la política microeconómica. Ella permite hilar fino e incrementar la efectividad de las políticas macro, decidiendo, por ejemplo, en qué sectores aplicar una mayor o menor protección o cuáles se encuentran cohibidos por fallas de coordinación, deficientes servicios u otras cuestiones que caen bajo la responsabilidad del sector público. 

Las políticas micro

El Gobierno parece haber entendido la importancia de estas políticas. De hecho, poco después de asumir presentó su plan productivo nacional, dejando claro las intenciones de política para los distintos sectores. Pero la sensación es que la aplicación de varias medidas se está retrasando y que, todavía, falta afinar detalles no menores de la política industrial. 

Por un lado, en varios sectores restan definir cuestiones relacionadas al marco regulatorio. Pasados cuatro meses de la (ya demorada) audiencia pública, aun no se definieron los senderos de precios para la distribución, lo cual impide cualquier planificación de inversión a las empresas. 

También se demora la reglamentación que habilitará contratos de compraventas de electricidad entre privados, anunciada en un principio para diciembre y, ahora, para abril. 

Y, en minería, todavía no se definió el Acuerdo Federal Minero ni se completó el inventario de glaciares, que algunos anunciaban para fines del año pasado. Por otro, en la política industrial parecen hacer falta objetivos más concretos. 

Está claro que nos encaminamos hacia una economía más abierta, pero ¿a qué ritmo? ¿dónde persistirán las restricciones? 

Sin estas definiciones, no puede esperarse una reacción de los sectores involucrados. Para aquellos que tengan oportunidades de reconvertirse o adaptarse mediante la inversión, la mejor estrategia seguirá siendo esperar. La falta de definiciones tiene un efecto muy negativo sobre la llegada de inversiones a la economía real, uno de los pilares de la estrategia gubernamental y, precisamente, la variable que debería ayudar a sortear los trade off mencionados. 

Lo interesante es que muchas de estas medidas no requieren, necesariamente, una aplicación inmediata. Como la inversión precede en el tiempo a la producción, puede alentarse fijando objetivos claros a futuro y, así, acortar el período de transición sin dejar de lado la gradualidad. 

Mayores precisiones desde la micro pueden terminar aliviando problemas fundamentalmente de la macro y, de esta manera, apuntalar el crecimiento. Habrá que tomar nota.

* Director de Abeceb, exsecretario de Industria, Comercio y Minería de la Nación.

 


Vuelva a HOME


;