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ANÁLISIS
Granado Cosio: La nacionalización, un mito
03/10/2017
ENERNEWS/Los Tiempos

HUGO DEL GRANADO COSIO*

La realidad económica está poniendo al descubierto la falsedad de la nacionalización de los hidrocarburos. El mito creado por el Gobierno como base política de su accionar. De acuerdo a la versión oficial todo lo bueno que pasó y pasará en Bolivia desde el 2006 se debe a la nacionalización y a la genialidad de los “estadistas visionarios” del Gobierno; desde la gran disponibilidad de dinero que posibilitó la construcción de todo tipo de obras hasta las grandes plantas de industrialización.

Sin embargo, a partir del año 2014, cuando el precio del petróleo empezó a caer, las estadísticas económicas afloraron una versión diferente. De acuerdo al INE el crecimiento más alto del PIB durante el actual Gobierno se dio en el tercer trimestre de 2013 con 7,08% y decreció continuamente hasta llegar a 3,34% el primer trimestre de este 2017, especialmente debido al decrecimiento del sector hidrocarburos que el año 2016 menguó en -14,1%, siendo el mayor decrecimiento de todas las actividades económicas aunque el Gobierno, en ningún momento, dejó de tener el control total de la industria petrolera, (la minería decreció -1,6% y resto de la industria -1,1%).

Este desastre macroeconómico no puede ser atribuido sólo a la caída de precios, la producción también se fue para abajo. Esta afirmación se evidencia en la producción de gas que cayó de 61.34 MMM3/D el año 2014 a 56,6 MMM3/D el 2016 y a 53 MMM3/D el primer semestre de 2017 cuando la meta era producir 70 MMM3/D. La caída de la producción tampoco se puede atribuir a que Brasil haya nominado menos volúmenes porque éste fue un fenómeno reciente, del año pasado, y la producción empezó a caer a fines del año 2014.

Otro indicador negativo es el de la evolución de las utilidades de YPFB. De acuerdo al Ministerio de Economía, las utilidades de YPFB cayeron de 976,6 Millones de Dólares el año 2014 a 188,3 MM$us el 2015 y a 36,5 MM$us el año pasado y sus subsidiarias reportaron pérdidas. Es difícil explicar esta hecatombe sólo por los bajos precios del gas. Los precios a Argentina y Brasil cayeron menos de la tercera parte entre los años 2014 y 2016, pero las utilidades de YPFB, en el mismo periodo, cayeron en veintisiete veces. Sólo una empresa con pésima administración o con vida artificial, podría mostrar esta semejante asimetría de precios contra utilidades.

Si el año 2014 YPFB estuvo en el puesto 57 de las 500 mayores empresas de América Latina, fue gracias al artificio de acumular para sí el trabajo y la producción de todas las otras empresas petroleras porque a partir de los nuevos contratos del año 200, ellas sólo figuran como contratistas y no como productoras por cuenta propia. Este año YPFB descendió tanto que salió de la lista.

La ausencia de empresas privadas interesadas en invertir en exploración así como la caída del nivel de reservas de gas y de líquidos, son factores ya conocidos ampliamente por la opinión pública y no vale la pena insistir en ello, pero son también los efectos negativos de un proceso mal llevado y perjudicial para el país.

La industrialización de los hidrocarburos, que el Gobierno sostiene que es también fruto de la nacionalización, tiene resultados negativos hasta la fecha y basta citar algunos factores en común de los cuatro proyectos en funcionamiento para constatarlo, (incluyendo la planta de Bulo Bulo):

– Todos tienen sobreprecios.

– Ningún proyecto puede operar a la capacidad para la que fue diseñado.

– Ninguno ha sido emprendido con participación de socios privados.

– Todos han sido financiados con créditos concesionales del BCB.

– Ninguno tiene vías expeditas de evacuación de su producción.

– Sólo una de las plantas tiene mercado para la totalidad de su producción.

La nacionalización que fue permanentemente acompañada de un estatismo asfixiante, sólo ha contribuido al aislamiento de Bolivia, al extremo de que ni siquiera las empresas que se decían de Gobiernos aliados como Venezuela, Irán, Ecuador o Argentina tuvieron inversiones significativas o exitosas.

Por lo expuesto se puede concluir que la bonanza de los 10 últimos años se debió únicamente al extraordinario ciclo global de precios altos de las materias primas y no a la genialidad nacionalizadora de los actuales gobernantes.

La nacionalización no es un proceso sostenible porque no ha sido capaz de reproducir la riqueza, pero el discurso en contrario está tan arraigado que sus portavoces no optaran por un cambio de rumbo.

Lo que sí se les puede conceder, es la habilidad que tuvieron y los recursos que invirtieron durante tanto tiempo para hacer creer a gran parte de la población esa invención y fantasía, que el punto de partida del auge económico fue “la nacionalización de los hidrocarburos”. Será que ellos mismos llegaron a creerse ese mito?

 *El autor es ingeniero químico y petroquímico


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