FABIÁN RUOCCO*

Argentina es un país en construcción. El consumo de energía es uno de los grandes medidores del progreso y bienestar de una sociedad. El concepto de crisis energética aparece cuando las fuentes de energía de las que se abastece la sociedad se agotan. Un modelo económico como el actual, cuyo funcionamiento depende de un continuo crecimiento, exige también una demanda igualmente creciente de energía.

Abordar el dilema de la energía y el clima no es fácil, pero ya se están perfilando muchas innovaciones prometedoras. El vínculo entre la energía, el medio ambiente y el cambio climático es muy fuerte. De hecho, según el consenso científico mundial, ha sido el altísimo consumo de energías fósiles una de las principales causas que ha provocado el calentamiento del clima

La mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo son el desafío clave del siglo XXI. En el núcleo de estos retos se encuentra la cuestión de la energía; más concretamente, nuestro consumo global de energía y nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Para tener éxito en limitar el calentamiento global, la Argentina necesita con urgencia utilizar la energía de manera eficiente, así como cambiar a fuentes de energía limpias para transportar, calentar o enfriar.

La generación de energía suele exigir grandes inversiones, y una central de producción de energía, una vez en marcha, se espera que esté operativa durante décadas.

El reto más importante del país, de acuerdo con la organización internacional es diversificar su matriz energética, aumentar la oferta de energía eléctrica proveniente de fuentes no convencionales de energía renovable y disminuir el consumo de combustibles fósiles.

Resulta alentador saber que a la fecha el programa RenovAr de energías alternativas lleva adjudicados 147 proyectos por una potencia de 4.466,5 megavatios, según la información del Ministerio de Energía y Minería de la Nación. Estas políticas son concordantes del compromiso argentino con el Acuerdo de París, con la convicción de que es posible alcanzar el objetivo de una temperatura global.

China y Estados Unidos son responsables del 40% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo. En diciembre de 2015, la Casa Blanca señaló que el documento de París era "el acuerdo más ambicioso sobre el cambio climático en la historia" y destacó que el mismo establece "un marco duradero y de largo plazo" para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Al llegar Donald Trump al gobierno anunció que su país se retiraría de dicho Acuerdo. Sin embargo, ante la firmeza del resto de las naciones y el rumbo emprendido por las propias empresas americanas ha flexibilizado su postura. Ahora, dijo que su gobierno podría no retirarse del Acuerdo Climático de París de 2015 si se alcanzan términos más favorables para Estados Unidos.

Esta situación ha confirmado el correcto camino emprendido por "La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático".

En el último año, en Argentina el uso de energías renovables (excluyendo la hidráulica) representó sólo el 2% de la energía total muy lejos de los valores que se manejan en países de la Unión Europea, donde la energía procedente de fuentes renovables representa ahora el 16,9% de total.

Entre tanto, la situación tiende a revertirse con el Programa RenovAR y si como país aprovechamos las fuentes renovables disponibles podríamos llegar a ser un fuerte exportador de energía para latinoamérica.

*Director Ejecutivo del Cedyat. Experto en Energía y Cambio Climático.