A partir de la Revolución Industrial el mundo comenzó a demandar de una manera creciente más materias primas, particularmente minerales. Es así como en el último siglo la utilización de minerales se multiplicó 10 veces y todo indica que, particularmente en las naciones en desarrollo, año a año crecerán la demanda y también las importaciones de minerales. Las tendencias productivas hoy vigentes indican que se acentuará una creciente utilización de los metales requeridos por los sectores de alta tecnología, tanto en los países industrializados, pero también en las grandes naciones emergentes en Asia que hoy lideran el crecimiento económico mundial.

La explotación de la minería tiene una particularidad política muy importante, ya que esta actividad productiva requiere la aceptación de la sociedad, se trata de una condición necesaria y previa para el desarrollo de cualquier actividad económica. Pero en el caso de la minería, este consenso de la opinión publica es aun más importante para movilizar las grandes inversiones.

El amplio acceso a la información sobre los costos y los beneficios de la actividad minera es útil y esencial; esto exige asumir las responsabilidades corporativas de carácter social, que comienzan por ofrecer a la opinión pública información amplia y veraz sobre las ventajas del desarrollo productivo de este recurso natural, pero preservando el medio ambiente. No es raro que la opinión pública este fuertemente influida por prejuicios que, en muchos casos, impiden tener una clara idea de las ventajas netas que las industrias extractivas pueden aportar al país.

Este aporte de las industrias extractivas es muy importante para un país como el nuestro que viene desde hace décadas padeciendo crisis recurrentes estrechamente vinculadas a su incapacidad de generar divisas con sus propias exportaciones. Cabe aquí la comparación con nuestro vecino Chile, con el cual compartimos nada menos que 5.100 kilómetros de la Cordillera de los Andes.

Del gran potencial minero a nuestro país le corresponde bastante más que a Chile, sin embargo son considerables las diferencias en cuanto al grado de aprovechamiento. Baste señalar que las exportaciones mineras chilenas son 9 veces mayores a las nuestras, y algo parecido ocurre cuando comparamos con Perú, cuyas exportaciones son ya 7 veces mayores que las nuestras.

El potencial minero argentino esta claramente subexplotado, una importante oportunidad lo ofrece el litio, ya que participamos del denominado Triángulo del Litio junto a Chile y Bolivia; nuestras reservas de este crecientemente demandado mineral, por los avances tecnológicos en la producción industrial, nos ubican en el tercer lugar en el mundo.

Once provincias, ubicadas en nuestra región andina, ofrecen buenas perspectivas para un proceso inversor de envergadura capaz de generar empleo genuino y fortalecer nuestra comprometida balanza de pagos.

Además, la renta tributaria generada por el aumento de nuestra producción minera puede contribuir a nuestras débiles finanzas públicas, como hoy ocurre en varios países sudamericanos.

Si aumenta la producción minera es previsible que aumenten los recursos fiscales, lo cual es importante en momentos como estos en los cuales tenemos un considerable déficit fiscal.

No son muchos los países que tienen la dotación de recursos naturales mineros como nosotros, y por esta razón es hora de encarar una política minera que apunte a incrementar la producción. Preservar y cuidar el medio ambiente es un mandato universal, pero no debe ser distorsionado y convertirse en un bloqueo productivo que impida crear genuinas fuentes de trabajo, fortalecer nuestra débil balanza de pagos con el exterior y generar más recursos fiscales, gracias a una equitativa captación de las rentas generadas por las explotaciones mineras.

* Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente.