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ANÁLISIS
Escribe Eddy Lavandaio: Las dos minerías
13/02/2019

EDDY LAVANDAIO*

A principios de la década de los ’90, en una conferencia que dicté en el Teatro San Martin de Buenos Aires, al presentar la estadística de la producción minera por provincias, tuve que explicar algo que sorprendió a muchos de los presentes: por qué la mayor producción minera del país correspondía a la Provincia de Buenos Aires.

En aquel momento eché mano a una división poco utilizada cuando se clasifican a las materias primas minerales, relacionada en este caso con sus precios y con la actividad demandante. Vale la pena repetir aquella explicación y su relación con los cambios que se hicieron en la política minera en los ámbitos nacional y provincial.

1.- Por un lado tenemos una "minería inducida” que opera siempre cerca de los grandes núcleos urbanos porque produce los materiales más elementales y más baratos que usa la industria de la construcción. Es la producción, por ejemplo, de arcillas, arenas, calizas, yeso, gravas, cantos rodados, piedras lajas y otras piedras. Hay muchos yacimientos porque son materiales relativamente abundantes y fáciles de encontrar, pero su ubicación geográfica es la que determina que uno se explote y otro no. Por ejemplo, en Mendoza hay una gran cantidad de yacimientos de calizas pero solo se produce en el Cerro de la Cal porque la industria de la construcción del Gran Mendoza es la gran demandante que “induce” a aprovechar el yacimiento más cercano.

Hasta la década de los '90 ésta era la única minería realmente desarrollada en nuestro país. Si bien había establecimientos que producían minerales metalíferos y no metalíferos, no eran muchos y tampoco tenían una gran influencia en la economía nacional. Por eso, tanto por el volumen como por el valor comercializado, en aquellos tiempos Buenos Aires era la principal productora minera de la Argentina por encontrarse allí la mayor demanda de la industria de la construcción.

El hecho a destacar en este caso es que, por ser una proveedora imprescindible de la industria de la construcción ningún gobierno tuvo que promover esta "minería inducida" para que se desarrolle ni tampoco tomar medidas para protegerla.

2.- La otra minería es la que produce los minerales metalíferos y no metalíferos llamados “commodities” que son materias primas para la industria cuyos precios, en la mayoría de los casos, son fijados diariamente en unos pocos mercados internacionales (por ejemplo Londres o Nueva York) y esas cotizaciones son tomadas como precios de referencia a nivel mundial. Tales precios por lo general son suficientemente altos como para soportar costos de flete y responder a demandas de cualquier parte del mundo. Por ejemplo, los concentrados y productos semielaborados de la actual minería metalífera argentina (cobre, molibdeno, oro y plata) se venden a destinos tan lejanos como Suiza, Japón o China.

Esta minería requiere millones de dólares para invertir en exploración a lo largo de muchos años para lograr, en caso positivo, un volumen de reservas minerales económicamente explotables que justifiquen una inversión posterior (muchísimo mas grande) para construir y operar un establecimiento productivo. El tiempo para llevar adelante todo este ciclo se mide en "décadas".

Por eso, a diferencia de lo que ocurre con la "minería inducida", esta "minería de los commodities" requiere que los gobiernos diseñen políticas que alienten a invertir en exploración y que tengan una gran estabilidad en el tiempo para asegurar que lo invertido en exploración no se pierda después de una o dos décadas por un cambio en las reglas de juego.

Cambios en la política nacional

En la Argentina, hasta los años '90 la producción de este tipo de minería era poco significativa a punto tal que en el intercambio comercial de estos "commodities" las importaciones superaban holgadamente a las exportaciones, con un déficit que alcanzó los u$s 310 millones en 1996 (Estadística Secretaría de Minería de la Nación). Como se comprenderá, éstas eran divisas que perdía anualmente nuestro Banco Central.

No era nada fácil explicar que otros países grandes como Australia, Estados Unidos o Canadá estuvieran en los primeros puestos de la producción minera del mundo mientras que la Argentina, con una geología variada y hasta cierto punto comparable con la de esos grandes países, ostentara una producción insignificante. Desde 1974 se había intentado promover la inversión de capitales argentinos mediante la Ley 20.551 pero sus resultados no fueron satisfactorios porque los inversores argentinos en general no mostraron interés por la actividad minera. La exploración, que es el motor lento y costoso de la "minería de los commodities", siguió ausente.

Fue en ese contexto, en 1993, que los gobernantes de todas las Provincias, a través del Consejo Federal de Minería, y todos los legisladores de los diferentes partidos representados en el Congreso Nacional decidieron diseñar una nueva política minera mediante la Ley de Inversiones Mineras Nº 24.196 promoviendo de manera indistinta a la inversión argentina o extranjera fundamentalmente para desarrollar la etapa de exploración.

Desde la sanción de ese nuevo régimen las inversiones en exploración, antes insignificantes, mantuvieron un promedio superior a los u$s 100 millones por año, estimándose un total de u$s 3.500 millones desde 1993 hasta 2018. Como resultado de la exploración las reservas minerales del país se incrementaron, en muchos casos, de manera exponencial.

Hasta ahora se pusieron en producción unos 15 yacimientos en la zona de la Cordillera y en la Patagonia. Además, como la exploración continúa, ya hay otros tantos yacimientos con reservas cubicadas en condiciones de factibilizar su puesta en producción ya sea para reemplazar a los que se agotan o para aumentar la producción del país.

A partir de esta nueva minería, el valor de la producción que hasta 1996 rondaba los u$s 500 millones pasó a superar los u$s 5.000 millones en los últimos años, alcanzando un record de u$s 7.000 millones en 2011.

También se incrementaron las exportaciones, que alcanzaron un récord de u$s 5.400 millones en el 2012. El balance comercial que ostentaba el crónico déficit antes señalado se cambió por un superávit a partir de 1998, con un promedio de unos u$s 2.000 millones en los últimos años, y esto significa ingreso de divisas a nuestro Banco Central.

Con respecto a la creación de puestos de trabajo para los argentinos, es muy importante destacar que en 1994 (Censo Nacional) los empleos directos eran 14.000 y los indirectos no superaban esa cifra. Veinte años después, los empleos directos y los indirectos (en pymes proveedoras y contratistas) sumaban 94.000 personas (Consultora ABECEB,2015).

Todas las cifras indican con claridad que la multiplicación de los valores de la producción, la de los puestos de trabajo y la de las exportaciones fue el resultado de la promoción de la exploración y la puesta en marcha de esta "minería de los commodities". Aún asi, el valor de nuestra producción anual es todavía pequeña comparada con las de los tres países mencionados como ejemplos ya que la de Australia supera los u$s 100.000 millones; la de Estados Unidos es de unos u$s 80.000 millones y la de Canadá es de u$s 35.000 millones.

El caso Mendoza

El Gobierno de Mendoza decidió dejar de lado a la "minería de los Commodities" y se quedó solamente con la "minería inducida". Para ello provocó la retirada de las empresas exploradoras ya establecidas anunciando públicamente ..."la intención de ampliar las áreas protegidas en torno a reservas naturales con la intención de desalentar la explotación minera.” (Diario UNO, 08/09/05). Esa intención de desalentar a la minería fue confirmada y ratificada por leyes como las Nº 7.422, 8.308 y 8.400.

También, mediante la sanción de la Ley Nº 7.722 se prohibió el uso de las sustancias químicas que se iban a utilizar en las plantas de tratamiento de las tres minas que estaban en condiciones de iniciar la producción a corto plazo. Así abortaron los proyectos Sierra Pintada, Don Sixto y San Jorge. Además, hubo otros proyectos posteriores (Hierro Indio, San Jorge 2 y Cerro Amarillo) que también fueron descartados utilizando la misma legislación.

Ante las firmes decisiones del Gobierno, los inversores internacionales tomaron distancia y ubicaron a Mendoza como uno de los lugares menos atractivos del mundo para las inversiones mineras en el ranking que anualmente elabora el Instituto Fraser de Canadá (año 2017). En ese escenario, aunque tal vez sea una simple coincidencia, llama mucho la atención que la empresa norteamericana Mosaic (Cargill en Argentina) le haya comprado a Vale do Rio Doce todos los activos relacionados con la producción de fertilizantes pero no le haya comprado el único establecimiento ubicado en Mendoza que es Potasio Río Colorado.

No hay ninguna duda de que la política parece estar por encima de todo. En efecto, las decisiones políticas son las que nos gobiernan. Por eso, una vez explicada la enorme importancia que la "minería de los commodities" tiene para la economía de los tres países usados como ejemplo, cabe hacer una sugerencia.

Sería conveniente que los actores de la política (funcionarios, legisladores, asesores, etc.) procuren conseguir asesoramiento e información sobre la forma en que funciona la minería en esos países, que son mas desarrollados que el nuestro, y en los cuales la actividad minera fue y es uno de los pilares de ese desarrollo. Adquiriendo ese conocimiento tal vez nuestros políticos consigan los atributos necesarios para explicar y promover la actividad minera de la misma manera como lo hicieron hace poco tiempo cuando salieron a explicar y defender a la actividad petrolera.

Así como la exploración y producción de hidrocarburos contribuye al crecimiento económico de la provincia, la "minería de los commodities" puede sumar mucho mas porque el potencial geológico de nuestro territorio, tal como se lo conoce desde hace mas de 50 años, es muy favorable para promover esa actividad y está virgen.

 

Eddy Lavandaio - Geólogo


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