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ANÁLISIS
Navajas (Ámbito F.): "Subsidios: exaltando al modelo y con el mazo dando"
01/04/2014

Subsidios: exaltando al modelo y con el mazo dando

Ámbito Financiero. Por Fernando Navajas

El anuncio de quita de subsidios en gas natural y agua realizado la semana es el primer ensayo o esbozo (de muchos por venir) de la estrategia de quita de subsidios que recién empieza a revelar el Gobierno. Se demoró por el tembladeral experimentado desde enero pasado y que viene acompañado -aunque el Gobierno lo disimule- de cambios sustanciales en el régimen macroeconómico. En este contexto el Gobierno ha empezado a corregir el atraso tarifario más largo y profundo de la historia económica argentina, un error grave que ahora la sociedad va a pagar en onerosas cuotas, es decir con intereses y punitorios. Pero el Gobierno no piensa de esta manera. Más bien sigue vociferando que la política de precios de la energía fue, y todavía es, un logro excepcionalmente bueno de la década. Es tal su grado de entrampamiento en el discurso del elogio de la locura de los subsidios, que en el anuncio de la semana pasada se volvió a incurrir en errores técnicos de diseño muy graves, por seguir insistiendo con errores conceptuales que mucho daño le han hecho a la economía del país. Digamos que si bien sabemos y aceptamos que una quita de subsidios (en la práctica, no en el pizarrón) es una operación muy complicada en cualquier contexto económico y político, lo que el Gobierno hizo fue empezar innecesariamente con el pie izquierdo. Y no existe una justificación de "naturaleza política" que pueda decirse que domina y corrige lo que sería un buen diseño de quita de subsidios. Tampoco vale el argumento que todo esto es desprolijo porque es parte del arte político de ocultar ajustes o hacer política o socialmente viables los cambios. Tampoco vale la complacencia de decir que "por lo menos se movieron". Lo que eligió el Gobierno es malo y peor que otras alternativas mejores en lo técnico y también superiores en materia de sostenibilidad política. Es decir que, como en otros intentos espasmódicos de cambiar los subsidios que luego debieron ser revertidos, este anuncio tiene altas chances de fracasar en su implementación.

Para peor, una quita de subsidios bien pensada, bien hecha y bien comunicada es mucho más importante ahora que a fines del año pasado porque la devaluación y los desarrollos contractuales que el mismo Gobierno impulsó en 2013 han generado una suba importante de los subsidios. En el caso del gas, que es relevante para lo que analizamos en esta nota, en una nota de enero pasado en este diario, dijimos que el impacto iba a ser importante y con el dólar en 8 pesos como punto imaginario, lo cuantifiqué en 23 mil millones de pesos adicionales (respecto de los más de 30 mil millones que reportan los subsidios explícitos presupuestariamente en 2013). Esto es producto de que el costo del gas se encareció por la devaluación, tanto por el efecto de la devaluación en el gas importado (que por sí solo va a agregar más de 15 millones de pesos en 2014) como por su efecto sobre el costo del gas doméstico. Este gas doméstico no es uno solo, sino que son al menos dos o tres tipos de gas y con precios distintos, pero todos en dólares y que no pueden congelarse en pesos. Esto agrega el resto de los 23 mil millones de mayores subsidios. Pero además, existe otro fenómeno que obedece al corrimiento de la oferta de gas doméstico desde gas a precios viejos hacia gas a precios nuevos y más altos, que proviene de contratos promovidos y firmados por el Gobierno. Este corrimiento va a agregar en 2014 otros 6.500 millones de subsidios adicionales, llevando la cifra de salto en los subsidios a casi 30 mil millones de pesos. Es decir que el Gobierno encaró esta operación de reducción de subsidios al gas con nada menos que una duplicación (de 30 mil a 60 mil millones de pesos) en los subsidios.

Frente a este panorama complicado el Gobierno debería haber buscado ampliar lo más posible la base sobre la que se iban a implementar la reducción de subsidios. No fue así y en cambio se terminó encerrando en un ajuste que termina dando muy pocas nueces y va a estar haciendo demasiado ruido sobre la gente. ¿Qué principios básicos y simples se deberían haber seguido y que el Gobierno no siguió? Existen cuatro objetivos en cualquier operación de política económica como la que involucra un ajuste tarifario o quita de subsidios. Estos son: financiamiento (la medida tiene que juntar plata), eficiencia (no tiene que introducir distorsiones de precios graves), equidad (tiene que cuidar aspectos distributivos y de equidad regional y sectorial) y sostenibilidad política (tiene que evitar ser vista por grupos de expresión y acción como algo excesivo y oneroso además de injusto o injustamente distribuido). El anuncio del 27 de marzo no cumple con ninguno de estos cuatro objetivos. Va a terminar juntando menos de un tercio del aumento de los subsidios al gas que ya ocurrieron automáticamente desde enero (y un sexto del total de subsidios), por cometer el error de excluir al sector industrial con el argumento falaz de que más subsidios (estrafalarios, porque eso es lo que va a ocurrir en una economía más inflacionaria en 2014) promueven el crecimiento industrial y la estabilidad de precios. Y por el error de excluir a los usuarios residenciales del sur, que son el 7% de los usuarios pero el 22% del consumo residencial, y en donde existe evidencia abrumadora de trabajos científicos que muestran que hay una dilapidación alevosa de consumo de gas en el sur argentino. La medida anunciada no es equitativa, a pesar del ropaje de presentar reasignación de partidas, porque impacta de modo desigual entre sectores y regiones, pero además es una reducción de subsidios muy desiguales que, al no estar sostenido en una tarifa social más explícita, va a generar errores y reclamos para los cuales no se ha preparado nada concreto y que van a dar lugar a escenas televisivas de casos individuales que van a causar indignación en mucha gente. Finalmente, la medida anunciada no está bien en materia de sostenibilidad política porque al estrechar la base de quitas de subsidios, los aumentos caen excesivamente en los hogares urbanos lo que, junto a los errores de impacto distributivo, va a hacer demasiado ruido. Lo vamos a ver el día que el Gobierno termine recalculando, como el GPS, el haber tomado por un camino incorrecto.


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