La impasse de tolerancia que el Ministerio de Economía pidió a los importadores en los tiempos de escasez de dólares, para evitar una mayor caída en las reservas, parece acercarse al final y poner un límite al regreso de las divisas que necesita el Central. El organismo estudia ahora volver a autorizar al menos u$s 4.500 millones en pagos a proveedores del exterior que, desde fin de enero pasado había pedido al sector posponer hasta la llegada de la época de la cosecha y la liquidación del agro. Se trata de importaciones que ya fueron realizadas y aprobadas por la Secretaría de Comercio Exterior, a cargo de Paula Español, luego de que se presentaran las declaraciones juradas, pero con pagos pendientes por trabas, no escritas, que se les impusieron en el mercado cambiario. Entre las compañías de la industria automotriz calculan hoy que se encuentran congelados unos u$s 3.000 millones de compras de divisas por compromisos con sus proveedores, si bien desconocen cuáles va a ser los mecanismos y los tiempos que utilizará Juan Carlos Fábrega para autorizarlos en estos tiempos de holgura cambiaria. En el sector energético, mientras tanto, estiman otros u$s 1.500 millones. "Se les dijo que por 90 días debían pagarlas con dólares propios, o posponerlas. Y ese tiempo se terminaría a fines de abril o mayo", comentó una fuente de diálogo diario con las compañías del sector. Desde la oficina de prensa del organismo no respondieron ayer a los reiterados llamados de este diario.

Las autorizaciones que aún están pendientes les ponen un freno a la recuperación de reservas que intenta mostrar el Central. En el sistema financiero consideran que la liquidación de dólares por la cosecha puede llegar a ubicarse entre los u$s 10.000 y u$s 15.000 millones durante el segundo trimestre. Pero que la mejora que percibirá el organismo difícilmente pueda superar los u$s 3.000 millones y llevar el stock actual a los u$s 30.000 millones. Sucede que, sobre esta oferta de divisas, se deben descontar también unos u$s 2.000 millones que las cerealeras ya "adelantaron" en el mercado cambiario desde mediados de diciembre a cambio de las letras en pesos que les entregó el Central.

El escenario sirve para muchos como una garantía de que el organismo no subirá el tipo de cambio, al menos, hasta junio: en primer lugar, porque una expectativa alcista podría alentar a los exportadores a demorar su venta de divisas en el mercado y en segundo lugar, porque un encarecimiento del dólar complicaría los planes de los importadores que deben poner al día sus cuentas con proveedores.

"Se sabía que por la restricción externa, la economía este año no iba a crecer. Pero el Gobierno exageró el ajuste macro al pisar los dólares y, en su obsesión por cuidarlos, indujo a una recesión", comentó a este diario el economista Luis Secco.

"Ponerse al día" con las importaciones podría provocar otros dos efectos indeseados para el Gobierno: una acumulación de reservas menor a la esperada ante el ingreso de divisas por la cosecha, y mayores complicaciones en algunos sectores de la economía real en un momento en que la actividad encuentra pocos estímulos para despegar.