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DEBATE
Analistas: "La foto del mínimo no imponible y la película del Impuesto a las Ganancias"
15/04/2014

La foto del mínimo no imponible y la película del Impuesto a las Ganancias

Ámbito Financiero. Por: Javier Milano y Mauro Solano (*)

En estos días observamos un renovado interés por parte de diferentes actores políticos en reclamar una suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias para los ingresos de la llamada cuarta categoría. Hemos escuchado y leído argumentos que sostienen que, por medio de este tributo, el Estado atrapa de manera voraz gran parte del salario de los trabajadores. El inconveniente detrás de estas afirmaciones consiste en quedarse mirando una fotografía distorsionada del instante, perdiendo de vista el argumento de una película mucho más interesante.

Para comenzar, no podemos dejar de mencionar que si en las Ciencias Económicas existe algún consenso casi pleno, quizá sea el que nos permite señalar al Impuesto a las Ganancias como el gravamen más progresivo del sistema tributario argentino. Más aún, a partir del año 2003 se ha propiciado un aumento sostenido de la recaudación de este impuesto progresivo, que lo llevó a alcanzar en 2012 un 6,40% del PBI, principalmente explicado a partir del impulso dado desde entonces a políticas que promovieron el crecimiento económico. De ese 6,40%, sólo el 1,80% corresponde a personas físicas.

No obstante, este peso del impuesto sigue siendo inferior al que se encuentra en otros países, por lo que estamos todavía en condiciones de mejorar su participación sobre el total de lo recaudado, teniendo además la obligación de concentrar esfuerzos para terminar con el trabajo precario y en negro.

Por lo general, cuando se formulan en los medios de comunicación propuestas destinadas a aumentar el mínimo no imponible, en realidad se suele hacer referencia a las deducciones personales del artículo 23 de la Ley de Ganancias, que incluye en sus incisos el mínimo no imponible, las cargas de familia y la deducción especial. Al incorporar todos estos elementos, debemos reconocer que el supuesto carácter innovador de la iniciativa queda desdibujado ya que, desde el año 2003 a la fecha, se han llevado adelante diversas modificaciones que afectan los montos que deben tributar los asalariados, concretamente en 2006, 2007, 2008, 2010, 2011 y 2013. Durante 2012 se incorporó de manera excepcional y por única vez una deducción para el cálculo del impuesto a la cuarta categoría. Estamos, por tanto, en condiciones de afirmar que únicamente en 2009, atravesando una de las peores crisis económicas internacionales de las que el mundo tenga registros, no se efectuó alguna modificación al impuesto.

Incluso es importante recordar que en el año 2007 fue el propio Néstor Kirchner quien instruyó al exministro de Economía Miguel Peirano, actual asesor de Sergio Massa, a elaborar el proyecto de ley que luego se envió al Parlamento. Más aún, en el año 2008 fue el propio Sergio Massa, como jefe de Gabinete quien, a pedido de la Presidente, elaboró la actualización para ese año junto con el Ministerio de Economía. Como puede observarse, el Gobierno nacional nunca estuvo ajeno ni ausente respecto de este tipo de políticas públicas.

Pero la trama de la película tiene una variante más. Resulta a esta altura innegable que la mayor participación de los asalariados en la recaudación del impuesto tiene lugar en medio de los aumentos que permitieron una recomposición del salario real de los trabajadores formales, para el período 2003-2013, cercana al 30%. No se comprende entonces cómo el Estado se transforma, al decir de algunos malintencionados, en el monstruo despiadado y perverso que le arrebata los ingresos al trabajador.

La instantánea del mínimo no imponible que pretenden instalar queda relativizada todavía más cuando se la enmarca en la historia completa: a partir de la última modificación introducida en septiembre de 2013, la cuestión involucra únicamente a cerca del 10% de los asalariados. Es inconcebible que se intente manipular a la opinión pública intentando sostener que éste es el principal problema de la clase trabajadora, pidiendo por correcciones que, como ha quedado demostrado, nada tienen de creativas e incluso se vienen haciendo en forma reiterada.

De todas maneras, hay posibilidades para mejorar la equidad en el Impuesto a las Ganancias, dando un debate fundado y responsable en torno a las escalas y alícuotas máximas, la situación de los autónomos, y determinadas exenciones. Pero todo ello debe hacerse asegurando y fortaleciendo la progresividad, poniendo bajo análisis tanto las deducciones y desgravaciones como también la evasión y la renta financiera. Pero para ello es necesario ganar cierta perspectiva, comprender la trama completa de la historia, apuntar a la equidad, y discutir con seriedad y responsabilidad, cuidando los logros alcanzados en estos años, considerando la sustentabilidad fiscal y el desarrollo del país a mediano y largo plazo.

Hay que dejar de lado el oportunismo político y pensar en una Argentina donde no siempre se defienda exclusivamente a los sectores de mayor poder adquisitivo, acentuando las inequidades del mercado laboral.

(*) Economista y politólogo, respectivamente.


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