Cuando Jorge Bergoglio regrese a la Argentina convertido en Francisco, en mayo de 2016, tendrá una parada obligada en el distrito bonaerense de Ezeiza. Con $30 millones aportados ayer por el ministro de Planificación Julio De Vido, el intendente (de licencia) y actual ministro sciolista de Seguridad, Alejandro Granados, cumplirá su sueño de culminar su mandato con una catedral que espera que reciba la bendición del líder de la Iglesia Católica.

En el Vaticano por ahora sólo anticiparon el desembarco de Francisco en San Miguel de Tucumán, a 200 años de la declaración de la Independencia, donde presidirá el Congreso Eucarístico Nacional de la Conferencia Episcopal Argentina.

“Esta es la catedral que Ezeiza se merece para recibir al Papa cuando nos visite”, se entusiasmó De Vido ayer en el acto, acompañado por el ministro de Seguridad y su esposa, Dulce Granados. Claro que no será Cristina Fernández de Kirchner la anfitriona papal. El oficialismo no aplaudió al ver a Bergoglio asomarse desde el balcón a la Plaza de San Pedro. Pero luego, como la mayor parte de la clase política, cayó bajo los encantos de la papamanía.

Si bien su construcción comenzó antes, desde la entronización de Bergoglio que Granados imagina que la Iglesia de San Agustín sea la frutilla del postre de sus 20 años de gestión. Con una planificada capacidad para 650 fieles sentados, su planta (con una típica forma de cruz), tendrá 17 metros de ancho por 35 de largo. Y un campanario lateral de 30 metros de altura. A modo de comparación, las torres de la Catedral de Luján tiene 106 metros.

En el discurso de ayer sobre los cimientos de la futura Catedral, que formalizó la entrega de los fondos nacionales, De Vido citó varias veces a Francisco. “La misión del Santo Padre tiene nuestra Presidenta, que no pierde oportunidad de dialogar con él”, destacó el ministro.

A pesar de la licencia (renovada por un año hace poco), Granados retomó ayer el traje de intendente. “Es un orgullo seguir inaugurando obras para los vecinos de Ezeiza”, sostuvo. Cerca del “Sheriff” confiaron que el ministro ya tiene planeado retomar las riendas del municipio en los últimos meses de su mandato. Y que no se presentaría como candidato en 2015. “Va a postularse a presidente...del Club Tristán Suárez”, anticiparon. Habrá una interna familiar: esa institución la preside hoy su hijo, Gastón Granados.