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OPINIÓN
Editorial La Tercera: El limitado impacto de capitalizar empresas públicas
29/08/2014

El limitado impacto de capitalizar empresas públicas

La Tercera

“Al CAPITALIZAR a BancoEstado apuntamos a dos objetivos al mismo tiempo, apoyar a nuestros compatriotas, especialmente a quienes más lo requieran, pero a la vez dinamizar nuestra economía”, señaló la Presidenta Bachelet en la ceremonia de firma del proyecto de ley que suma US$ 450 millones a la entidad estatal e incrementa en otros US$ 50 millones el capital para el Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios (Fogape). 

El impacto económico de este traspaso de recursos, originados principalmente de los impuestos que pagan los contribuyentes, es discutible y su efectividad en la tarea de apuntalar el crecimiento del país queda supeditado a la correcta asignación de estos dineros por parte de las entidades estatales, así como al éxito de los eventuales proyectos privados que reciban financiamiento. 

Pero la idea general de que el aporte de recursos adicionales del Estado a las empresas públicas, mediante capitalizaciones, puede generar un efecto dinamizador de la economía subyace también en las iniciativas anunciadas para Codelco y Enap. No obstante, la realidad indica otra cosa. La creación de empleo, la inversión, la innovación y hasta las mejoras en productividad corren mayoritariamente por cuenta del sector privado, el mismo que hoy experimenta un deterioro en las condiciones económicas generales, así como una mayor incertidumbre derivada de reformas que cuestionan desde el ordenamiento político hasta las regulaciones en materia tributaria, laboral y de aguas.

Cabe recordar, asimismo, que capitalizaciones como la anunciada para Codelco guardan escasa relación con el impulso económico y se explican, principalmente, por los problemas estructurales que enfrenta la compañía estatal. De hecho, llama la atención que el Estado considere aportes a la corporación sin mediar compromisos explícitos en asuntos tan relevantes como disminución de costos o racionalización de activos. Por el contrario, una solución más innovadora para añadir recursos a Codelco, como hubiese sido una apertura al ingreso de capitales privados, tal como lo hicieron países como Brasil en situaciones similares, habría efectivamente significado un aliciente importante para el mercado de capitales chileno.

El problema de fondo es que el objetivo político que se busca al pretender infundir confianza en los agentes económicos mediante estas capitalizaciones de empresas públicas termina aportando a la impresión general de que hoy prevalece una visión estatista de la economía al momento de privilegiar las políticas públicas, restando aún más ánimo al alicaído sector privado. Bajo este panorama, el valioso llamado a que “todo aquello que sea financiable por privados que se libere”, como señaló el ex Presidente Ricardo Lagos, aparece como una señal de advertencia frente a las reformas que otros países de la región siguen impulsando.

Nuestro país ya conoce y ha puesto en práctica la fórmula que permite avanzar en crecimiento, derrota de la pobreza y disminución de la desigualdad. En ella, el dinamismo del sector privado juega un rol esencial, mientras que las empresas públicas, muchas veces sometidas a criterios políticos para la designación de sus directivos, apenas consiguen mantenerse competitivas frente a sus pares mundiales. En otras palabras, la llave de la capitalización, aunque pueda ser necesaria para asegurar la subsistencia de algunas compañías fiscales, no guarda relación con el necesario impulso económico.


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