En su momento tuvimos la oportunidad de advertir, en el Consejo Provincial de Ordenamiento Territorial, sobre cierta deformación conceptual acerca de la actividad minera originada en los informes sectoriales tomados como base para la formulación del Plan Provincial de Ordenamiento Territorial (PPOT).
Al solo efecto de mostrar un ejemplo de esas deformaciones mencionemos la ubicación de las actividades mineras en el mapa de la Clasificación del Territorio (Minas y canteras Ley 24.498, del Anexo Cartográfico) contenido en el PPOT presentado ante la Legislatura, en el que se han graficado solamente los establecimientos mineros en explotación.
Tal vez por la costumbre de hablar de "actividades extractivas" se cae en el error de considerar que los lugares donde se "extraen minerales actualmente" son suficientes para representar en un mapa a la actividad minera, pero eso no es así.
Para planificar hay que saber dónde están las actuales explotaciones pero es mucho más importante prever dónde van a estar las futuras explotaciones. La actividad minera tiene una gran movilidad en el espacio y en el tiempo debido a que sus establecimientos productivos extraen un recurso no renovable. Cuando ese recurso se agota se cierra el establecimiento. Por eso, mientras se explota un yacimiento, en otros lugares se hacen trabajos de investigación, prospección y exploración, para tratar de encontrar otros yacimientos que remplacen a los que hoy están en producción.
Al contrario de la explotación, que es un hecho puntual cuya extensión se reduce al área del yacimiento y de sus instalaciones, la búsqueda de nuevos yacimientos se hace en grandes áreas sobre la base de sólidos conocimientos científicos (geológicos, geofísicos, geoquímicos, etc.) y con un importante despliegue tecnológico. Más aún, a medida que aumenta la demanda de minerales, la investigación científica abre nuevas posibilidades y nuevas regiones para la búsqueda de yacimientos. Esto hace que el mapa de las actividades mineras tenga una gran extensión y una importante movilidad.
Para planificar no es bueno sacar una "foto" de los centros productivos actuales y pensar que eso seguirá igual a través del tiempo. Las explotaciones actuales, a corto o mediano plazo, agotarán las reservas de sus yacimientos y los establecimientos cerrarán. No habrá más producción y la gente se quedará sin trabajo. Como plan para el futuro no es el adecuado.
Para hacer una correcta planificación de este tipo de actividades y asegurar su sustentabilidad económica y social hay que contar con la información necesaria para saber dónde y de qué manera se pueden desarrollar nuevos centros de producción y trabajo en el futuro.
Producción y trabajo son palabras clave para sostener un futuro con más población y más necesidades a satisfacer.
Cuando hoy se habla de diversificar la matriz productiva en realidad se entiende que hay que sumar nuevas actividades a las ya existentes, sin eliminar ninguna. Se trata de agrandar la economía sin cambiar una actividad por otra.
El enorme potencial geológico de Mendoza y la capacidad de sus recursos humanos permiten ilusionarse con un futuro en el que la minería vaya aumentando su aporte al desarrollo provincial, siempre y cuando se planifique su integración y compatibilización en el contexto productivo general. Esto es coherente con el artículo 9° de la Ley N° 8.051 de Ordenamiento Territorial que impone elaborar el Plan Estratégico de Desarrollo a los efectos de combinar y compatibilizar planes sectoriales bajo una estrategia integradora.
Para ello, la planificación no debe tomar a la actividad minera en forma aislada, como algo que sólo interesa al dueño del negocio, sino que debe incluirla dentro del contexto político, económico y social del territorio. La consideración de cada proyecto minero debe ser hecha mediante una evaluación estratégica que incluya todas las variables de su área de influencia (ambientales, económicas y sociales) y las respectivas externalidades para hacer un análisis que permita comparar la situación actual y lo que ocurriría con proyecto o sin proyecto, sumando y compatibilizando su proyección en el tiempo con las demás actividades económicas existentes.
La estrategia integradora es la que se observa actualmente en San Juan con su incipiente desarrollo minero. Allá, los emprendimientos mineros producen un gran movimiento económico y social a su alrededor con consecuencias positivas como el aumento significativo en la recaudación de regalías, impuestos y otros aportes, la realización de obras de infraestructura, la incorporación de miles de puestos de trabajo directos e indirectos, y la creación de cientos de pequeñas empresas proveedoras de toda clase de insumos, repuestos y servicios.
En definitiva, esos emprendimientos, además de aportar directamente a la producción y al trabajo, movilizan a otros sectores de la economía en beneficio del progreso de la provincia en su conjunto. Un buen ejemplo a tener en cuenta.
