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OPINIÓN
Editorial La Tercera: Exceso de gasto fiscal y su efecto en la economía
22/09/2014
La Tercera

EL INCREMENTO del gasto fiscal para paliar la desaceleración de la economía es altamente riesgoso, y amenaza socavar aún más la disciplina fiscal que fue determinante en el progreso que experimentó la economía chilena. 

Efectivamente, junto con la profunda revisión institucional orientada a incentivar el esfuerzo y la inversión de privados, el rediseño de la política fiscal fue un componente fundamental del nuevo orden que posibilitó el éxito económico de las tres últimas décadas. Así, al crearse las AFP, el sector público cedió ingresos previsionales que desde entonces se capitalizaron en las nuevas instituciones. El Fisco podría haber mantenido su nivel de gastos, emitiendo deuda para captar los recursos que fluían hacia las AFP. Pero en vez de aquello redujo su gasto, aumentando paulatinamente el ahorro fiscal y con ello el del país, en una magnitud que llegó a ser 6% del PIB. Ese ahorro fiscal creó la base de recursos que el sector privado transformó en el surgimiento de una nueva economía chilena. 

Esa economía, con mayor potencial de crecimiento, posibilitó el empleo, las remuneraciones y la creciente recaudación fiscal, que  mejoraron a un nuevo ritmo las condiciones sociales en el país.

El fundamento fiscal, clave en las políticas pro crecimiento chilenas, está hoy seriamente debilitado. El gasto fiscal, que se mantuvo por largos años en torno al 18% del PIB hasta 2007, creció sobre 23% del PIB en 2009, para luego revertirse sólo lenta y parcialmente, quedando en el 21,5% actual (2014), 3,5% del PIB sobre su norma previa. A partir de este nivel, la reforma tributaria recién aprobada traspasaría otro 3% del PIB a manos fiscales, un gran cambio en el potencial de ahorro nacional que llevó al florecimiento de la economía chilena. 

El crecimiento del PIB depende estrechamente de la fracción de los recursos que el sector privado puede manejar con mayor eficiencia. Por cierto, otro elemento clave es el nivel educacional de la fuerza de trabajo, lo que da gran sentido económico a la inversión en educación y al gasto fiscal con este propósito. Pero lo que se observa en la economía chilena no es una tendencia a mayor gasto fiscal para financiar mejor educación; la tendencia al mayor gasto es previa y excede el actual interés por enfatizar educación. Más bien, puede decirse que la pérdida de disciplina fiscal en años recientes -directamente, porque absorbe recursos en otras áreas de gasto, e indirectamente por su efecto negativo sobre el crecimiento- constituye en sí misma una limitante mayor para las posibilidades de potenciar la educación en forma sostenible.

La verdadera reactivación de la economía chilena pasa por restaurar la confianza empresarial en el futuro de la institucionalidad chilena, por concentrar al Fisco en lo que son sus tareas esenciales, y por liberar recursos para la actividad privada productiva. Dar carácter coyuntural a la desaceleración de la economía y aumentar por razones de reactivación el gasto fiscal, mientras se limita en forma creciente la participación privada en la provisión de servicios educacionales, nos adentra un paso más -eventualmente no reversible- en el territorio menos propicio para el progreso económico y social sostenido.


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