De ser una de las mayores fuentes de energía hace un siglo a perder el 50% de su valor en un año.

Hoy el carbón está en una difícil y extraña coyuntura: su consumo sigue al alza, pero su precio no para de bajar. ¿Por qué? Desde Barclays explican que esto se debe a que, por motivos ambientales, los grandes mercados internacionales han recortado su uso como fuente energética.

Incluso China, quizá la potencia más compradora de materias primas y con uso más intensivo en combustibles fósiles, anunció hace una semana que sus ciudades de la zona norte deberán frenar el consumo de carbón para reducir la contaminación del aire.

Todo, tras la advertencia de científicos que anunciaron que para evitar un aumento de 2 °C en la temperatura del planeta no se debería extraer el 80% del carbón, el 50% del gas y el 30% del petróleo.

Esto ha afectado duramente el precio del mineral, que en cinco años ha perdido un 75% de su valor, y prácticamente ningún mes ha repuntado en su cotización: la baja es "constante y consistente", como dice en un informe el Banco HSBC en Australia.

A pesar de esto, nunca antes se produjo ni consumió tanto carbón como en estos años: su baja en el precio lo ha llevado a ser más accesible, por lo que las economías en desarrollo han apostado por él para sostener su crecimiento, pero además la producción del carbón también se ha ajustado, y en su mayoría viene de minas en donde los costos son muy bajos, por lo que la producción sigue siendo rentable.

Así, la Agencia Internacional de Energía proyectó la semana pasada que para el año 2019 la demanda mundial de carbón subirá hasta los 9 mil millones de toneladas anuales, gracias a que la zona del sudeste asiático compensará la baja en el consumo de EE.UU., Europa y China.

"Hemos escuchado muchas promesas y políticas encaminadas a mitigar el cambio climático, pero en los próximos cinco años no lograremos detener la demanda de carbón", explica la directora ejecutiva del organismo, María van der Hoeven.

Es que, por ahora, explica el Instituto de Recursos Naturales de Australia, de la mano de un traslado de la demanda, los productores también han ido cambiando: pasaron desde los países desarrollados a ubicarse en naciones del Tercer Mundo, como Corea del Norte y el sudeste asiático.