Elizabeth Ventura*

En el marco del lanzamiento del proyecto Qanchary Llaqta, que busca que familias y comunidades rurales del país generen su propia energía a partir de los residuos de actividades agropecuarias y forestales, Elizabeth Ventura Egoavil explica cuál es el panorama de acceso al financiamiento de negocios agrícolas que apuesten por las tecnologías renovables.

-¿Por qué el mercado de bioenergía resulta una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las zonas rurales?

Este mercado puede transformar la vida de miles de familias y comunidades a través del acceso a la tecnología necesaria para contar con energía limpia y a bajo costo en sus hogares. La implementación de estas tecnologías limpias facilita la promoción de negocios agrícolas y forestales inclusivos a partir del uso de biocombustibles generados localmente.

-El cambio climático y la reducción de la pobreza son dos desafíos que deben afrontar los gobiernos, las empresas y las familias. ¿Cuál es el papel que están jugando las instituciones microfinancieras en estos dos problemas?

La sociedad, a lo largo de los años, ha tenido un modelo de desarrollo principalmente industrial y de consumo sin un ordenamiento y una relación adecuada con la naturaleza. Por ello, es necesario apostar por proyectos de negocio que trabajen con las tecnologías renovables. Desde las instituciones microfinancieras, todavía hay una fuerte concentración de la prestación de servicios microfinancieros en las áreas urbanas y en determinados sectores, como el comercio y servicio, dejando de lado al sector rural agropecuario, la población más vulnerable en el país.

-¿Cómo el uso de las energías renovables en negocios agrícolas protege a la población rural pobre de los vaivenes del mercado de combustibles fósiles?

Si se incrementa la seguridad energética, se reducirá la dependencia de combustibles fósiles y el fortalecimiento del mercado local a través de la producción de biocombustibles. Existen experiencias como Qanchary Llaqta, un proyecto que ha sido probado con éxito por diversas experiencias a nivel internacional; incluso ya están a disposición de varias familias y comunidades en las regiones de Cajamarca, Arequipa, Ucayali y Madre de Dios, donde se implementa el plan a través de experiencias piloto.

-En el sector rural, los pequeños y medianos proyectos que usen energías renovables aún no tienen el total apoyo del sector financiero por considerarlos riesgosos a causa de los problemas climáticos de la zona. ¿Qué se debe hacer para cambiar esta percepción?

La energía renovable sí es un buen negocio en el área rural. Se debe resaltar que el pequeño y microempresario, y el pequeño productor agropecuario, sí tienen alternativas de crecimiento como los productores de la costa. Ahora, para hacer frente a la problemática del cambio climático, ya existen puentes de cooperación unilateral y bilateral que canalizan los recursos, aunque todavía son proyectos muy puntuales. Sería ideal, si hay intervenciones más efectivas, que apunten a brindar asistencia técnica a estos emprendedores porque no todas las entidades de microfinanzas están preparadas para dar este apoyo.

-¿Cuál es la propuesta de financiamiento de su institución para apoyar estos negocios?

Desde hace muchos años venimos trabajando con un crédito rural agrario que nos ayuda a comprender lo que está pasando con las familias agropecuarias frente a contextos de cambio climático. En base a esa experiencia, plantearnos el uso de tecnologías renovables con la aplicación de biodigestores, el cual promovemos por medio de un producto crediticio para llegar principalmente a más familias agropecuarias.

-Desde su entidad se está promoviendo un Plan Nacional de Biodigestores en el Perú, ¿cómo este proyecto promoverá la inclusión económica de las poblaciones de bajos recursos? 

Al promoverse un mercado de biodigestores de bajo costo a familias rurales de pequeños productores, tendrán un gran impacto en su economía. En realidad, las bondades de la aplicación de esta tecnología abordan diferentes aspectos. Mirándolo desde una perspectiva de inclusión, las familias agropecuarias pueden ayudar a una mejor conservación del medio ambiente al no hacer uso de la leña que, de alguna manera, fomenta la deforestación de los campos. Además, desde una perspectiva de género, las mujeres ya no contarán con una sobrecarga de trabajo al recoger y almacenar esta leña.

*Vicepresidenta del directorio Financiera Confianza. Especialista participó en la presentación de Qanchary Llaqta, un modelo de autogestión energética para familias rurales