El presidente Michel Temer rescindió ayer su orden de desplegar fuerzas militares en las calles de Brasilia después de enfrentar críticas de que la medida era excesiva y un simple esfuerzo por mantenerse en el poder tras las crecientes exhortaciones para que renuncie.
En un decreto emitido en el Diario Oficial, Temer revocó la orden emitida el miércoles, “tomando en cuenta el alto en los actos de destrucción y violencia y el subsecuente restablecimiento de la ley y el orden”. Ayer, los soldados empezaron a abandonar las calles de la capital, según indicó el Ministerio de Defensa.
Las tropas fueron emplazadas el miércoles por la noche tras una jornada de choques entre la policía y manifestantes que exigen la destitución de Temer, quien enfrenta acusaciones de corrupción. Hubo incendios en dos ministerios y varias dependencias fueron evacuadas. Algunas personas provocaron destrozos en edificios del gobierno y prendieron hogueras en las calles.
Mientras tanto, imágenes en la prensa mostraron a los agentes de policía mientras disparaban sus armas, y la Secretaría de Seguridad Pública inició una investigación. Se registraron 49 heridos, uno de ellos de bala.
La popularidad de Temer está en caída libre desde que asumió hace poco más de un año tras el juicio político y destitución de su predecesora Dilma Rousseff. Algunos brasileños lo consideran ilegítimo por la forma como llegó al poder, y sus proyectos de reformas económicas con recortes presupuestarios, flexibilización de las leyes laborales y reducción de las pensiones lo han hecho aún más impopular. Además, algunos de sus colaboradores han sido vinculados con una enorme pesquisa por un escándalo de corrupción conocida como Operación Lava Jato.
Ahora, como parte de esa investigación Temer enfrenta acusaciones de que respaldó el pago de un soborno al ex titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, actualmente preso por corrupción. El Supremo Tribunal Federal (STF, corte) está investigando al mandatario por presunta obstrucción de la justicia y participación pasiva en la corrupción al conocerse una grabación de audio en la que parece aprobar el soborno. Temer rechaza todas las acusaciones.
Muchos brasileños quieren su salida como sea: que renuncie o sea sometido a juicio político. Los reclamos se han multiplicado desde la difusión del audio, hasta el punto de que 45.000 personas salieron a las calles el miércoles a reclamar que se vaya. En el Congreso, legisladores de la oposición presentaron varias solicitudes para que sea sometido a un juicio político. El Colegio de Abogados interpuso un pedido similar, lo que tiene gran peso simbólico dado el prestigio del que goza y el hecho de que es apartidario.
El uso de soldados en la capital es un tema muy polémico en Brasil, donde despierta recuerdos de la represión desatada por la dictadura militar de 1964 a 1985. Las imágenes de los soldados mientras patrullaban las calles reforzaron la impresión de que Temer está perdiendo el control de la situación e incrementaron la presión sobre él.
Temer dijo que la decisión fue necesaria para restaurar el orden y que él tenía autoridad para tomarla.
La tensión por la crisis política en Brasil se ha desbordado en el corazón político del país, convertido en un campo de batalla. Una multitudinaria protesta contra el Gobierno de Michel Temer en Brasilia ha desembocado en violentos incidentes, con 49 heridos, ocho detenidos y actos vandálicos en siete edificios ministeriales, además de una contundente respuesta de las fuerzas de seguridad. Ante la situación, el Gobierno desplegó tropas del Ejército por el centro de la capital, una decisión que suscitó fuertes críticas tanto en la oposición como en diputados afines al Ejecutivo. Mientras, dentro de la Cámara de Diputados, parlamentarios del Gobierno y de la oposición casi llegaron a las manos tras un tumulto que forzó la suspensión de los debates.
Convocadas por sindicatos y movimientos sociales, decenas de miles de personas tomaron Brasilia a primera hora de la tarde de este miércoles para protestar contra las reformas liberales del Gobierno y exigir la renuncia del presidente Temer, bajo sospecha de graves delitos de corrupción. Era una de las mayores protestas de los últimos años en la capital del país,en la inmensa explanada de los ministerios. Todo acabó en un paisaje casi bélico, con columnas de humo negro, piedras y balas de goma volando entre el sonido de las detonaciones de fusil. El diario O Globo ha publicado un impactante video en el que se ve a varios policías disparando con armas de fuego contra los manifestantes.
La situación se desbordó por la actuación incontrolada de grupos anarquistas, vinculados a los Black Block, que en los últimos meses ya han provocado graves incidentes en ciudades como Río de Janeiro. Las barricadas de fuego y el lanzamiento de piedras contra la policía dieron paso al intento de asalto de algunos edificios públicos. Los manifestantes más violentos lograron prender fuego en las sedes de siete ministerios, que tuvieron que ser evacuadas. Los asaltantes a los edificios llegaron a usar mobiliario y ordenadores para levantar barricadas de fuego. Los daños más graves se han producido en el de Agricultura, donde las llamas han destruido un auditorio y grupos de manifestantes han destrozado la planta baja.
Temer, acorralado por las acusaciones de corrupción y cada vez con menos apoyos entre sus propios aliados políticos, ha lanzado otro gesto de que no está dispuesto a amilanarse. Ha activado la ley que le permite decretar una alerta especial y movilizar el Ejército en defensa del orden público. El Gobierno había usado esa ley para reforzar el despliegue de seguridad en los Juegos Olímpicos y para garantiza el orden durante recientes huelgas de la policía en el propio Río y en el vecino Estado de Espírito Santo.
Dentro del Congreso, los diputados de la oposición de izquierdas criticaban la actuación de la policía y trasladaban la protesta a las instituciones. A gritos parlamentarios opositores hicieron todo lo posible para interrumpir los debates. Y se acabó organizando un tumulto con forcejeos y empujones entre diputados en medio del hemiciclo de la Cámara de Diputados.
Con el Ejército ya desplegado en Brasilia, la violencia ha estallado también en Río, donde empleados públicos furiosos por los recortes aplicados por el Gobierno estatal -en situación de quiebra- se han enfrentado duramente a la policía.