Es atacado como un monje negro del liberalismo, pero lejos de desalentarse, el multimillonario húngaro multiplica los esfuerzos de su fundación para apoyar a las democracias en Europa del Este
Lo único que trae la fama son problemas, le advirtió a George Soros su padre. Al ocultar la identidad judía de su familia, Tivadar Soros ayudó a que se salvaran de la deportación de Hungría a los campos de exterminio nazis. El joven Soros, que hoy tiene 87 años, adoptó un enfoque diferente, aceptando un alto perfil público como un inversor multimillonario y más tarde como filántropo liberal. Pero tuvo su costo.
El año pasado, Soros y la Open Society Foundations (OSF) que fundó fueron el blanco de una campaña de difamación cada vez más intensa y en ocasiones orquestada por parte de los opositores a la agenda liberal que promueve.
Entre las innumerables teorías de conspiración difundidas por los críticos de derecha, Soros fue acusado de organizar ataques con armas químicas contra niños sirios, derrocar al gobierno de Macedonia mediante una guerra psicológica y pergeñar la migración de millones de inmigrantes musulmanes a Europa.
Pero algunos de los ataques fueron más graves. En Hungría, Soros fue objeto de una multimillonaria campaña de publicidad negativa financiada por el Estado. En diciembre, un miembro del parlamento del partido gobernante, Fidesz, publicó una foto en Facebook del cadáver quemado de un cerdo con la frase "Esto era Soros" grabada en la piel. En diciembre admitió que la Universidad de Europa Central, la universidad de investigación de elite que estableció en 1991, quizá se vea obligada a abandonar Budapest a raíz de nuevas leyes que los críticos consideran un ataque a la libertad académica.
Entretanto, en Rumania, el líder del partido gobernante advirtió la intervención de Soros en las manifestaciones anti corrupción, y dijo que había "financiado al diablo".
Los ataques contra Soros son una de las manifestaciones más llamativas de las cambiantes arenas políticas, especialmente en Europa Central y del Este. Tras la caída del Muro de Berlín, las bases de Soros encarnaron el optimismo respecto de la expansión de la democracia de estilo occidental en el antiguo bloque soviético. No obstante, las mismas bases se han convertido en un pararrayos de las voces nacionalistas y, a veces autoritarias, que ejercen una influencia mucho mayor en toda la región en medio del marchitamiento del atractivo liberal.
"Se trata de nuevo de un déjà vu con un gran cambio: la ideología dominante en el mundo actual es el nacionalismo", dijo Soros en una entrevista al Financial Times en su casa del estado de Nueva York. "La UE es la institución que está al borde del colapso. Y Rusia es ahora la potencia que vuelve a resurgir, fundada en el nacionalismo".
Según la historiadora Anne Applebaum, un multimillonario judío es un enemigo conveniente para líderes como el húngaro Viktor Orban: "No quieren ser abiertamente antiamericanos o antieuropeos, por lo que han identificado a Soros como un cuco que representa los aspectos de Occidente que no les gusta", señala, y agrega que los críticos juegan con metáforas antisemitas. "Es una táctica clara porque evita las críticas a la UE y Estados Unidos. Y es un estilo de mensaje más simple y antiguo".
En el seno de la OSF se dio un debate angustioso sobre si responder a la campaña solo impulsaría más iniciativas para demonizar a Soros. Algunos se preguntaban si publicitar la fundación provocaría aún más ataques contra los grupos que Soros apoya.
Pero Soros insiste en que va a defenderse. Originalmente había previsto cerrar la OSF antes de su muerte. En cambio, está redoblando su proyecto para fomentar el crecimiento de democracias en lugares donde los gobiernos fomentan el pluralismo y la rendición de cuentas.
En noviembre, confirmó que había donado otros u$s 18.000 millones el grueso de su fortuna personal a la OSF, que lidera como presidente de la junta mundial, convirtiéndola en una de las fundaciones benéficas más grandes de la historia. Sus transferencias totales hoy ascienden a u$s 32.000 millones.
"Creo que se puede decir que soy bastante afortunado con mis enemigos", comenta alegremente de los ataques. "Me hace sentir más que listo para luchar y defender lo que es correcto".
Podría afirmarse que la OSF es un nuevo tipo de actor internacional, con una escala de recursos más comúnmente asociada con organizaciones internacionales de socorro, como la Cruz Roja, pero desplegada sin reparos al servicio de una cosmovisión liberal.
Gastó casi u$s 14.000 millones en los últimos 35 años, mayormente en programas de educación y salud. En la década de 1990, la OSF ayudó a reconectar los suministros de agua y electricidad para la sitiada capital bosnia de Sarajevo y otorgó subvenciones a científicos rusos con dificultades. Hoy aboga por oportunidades sanitarias y económicas para grupos marginales, incluida la comunidad romaní de 10 millones de personas de Europa, discapacitados y drogadictos.
Trabaja activamente en 140 países, también presta apoyo a grupos que alientan a los gobiernos, iniciativas a favor de la democracia de las que otros donantes rehúyen. Soros, mediante sus donaciones personales, es también uno de los mayores patrocinadores del partido demócrata de Estados Unidos.
Esa cosmovisión siempre lo convirtió en una figura polémica para la derecha, pero en los últimos años sus actividades generaron acusaciones que él niega de que ayudó a derrocar a los gobiernos de Georgia, Ucrania y, más recientemente, Macedonia.
La fundación fue expulsada de Rusia y Uzbekistán y Soros afirma que quienes recibieron subvenciones también enfrentan amenazas en Hungría, miembro de la UE, donde Orban ordenó a las agencias de inteligencia investigar un "imperio Soros" que, según él, amenaza los intereses nacionales.
Casi 20 juntas directivas semiautónomas deciden cómo se gasta el dinero de la OSF y los beneficiarios informan las donaciones de manera pública. Pero los críticos afirman que Soros dirige todos los movimientos, lo que la convierte en una superpotencia liberal que no rinde cuentas. Breitbart News, el sitio web de ultraderecha, lo llama la "Estrella de la Muerte".
Zoltan Kovács, portavoz del gobierno húngaro, sostiene que el debate sobre la OSF surge de "dos visiones encontradas de la democracia". Si bien Soros considera que la sociedad civil debería actuar como un freno al poder ejecutivo, Kovács sostiene que solo los representantes electos pueden legítimamente "hacer política".
"Soros nunca fue elegido por nadie; las organizaciones (ONG, agrupaciones de derechos humanos, etc.) nunca fueron elegidas por nadie", declaró al FT. "Están claramente participando en definir cómo se deben tomar las decisiones políticas. Y eso está mal".
Un funcionario de la OSF responde que los políticos populistas creen que son "dueños" de la política: "Si apoyas a la gente local que expresa puntos de vista contrarios, lo ven como una intromisión en su territorio".
Soros considera que Rusia es el origen de los ataques en su contra. Y es personal. "A Putin no le gusto", señala y describe un rencor que cree que fue avivado por sus críticas al líder ruso y su apoyo inicial al ex presidente de Georgia Mikheil Saakashvili, que asumió el poder después de la Revolución de las Rosas de 2003.
Rusia instó a los líderes autoritarios vecinos a evitar el efecto dominó de las revoluciones tomando medidas contra la sociedad civil y presionando a la OSF, según Alisher Ilkhamov, que dirigió la oficina de la OSF en Uzbekistán antes de que los obligasen a cerrarla en 2004. En 2015 las autoridades rusas siguieron su ejemplo y la OSF se vio obligada a abandonar Moscú, luego de que las autoridades restringieran sus actividades de financiamiento, invocando riesgos de seguridad.
En mayo de 2017, a los destinatarios macedonios de subvenciones de la OSF se les cayó el mundo encima cuando los partidarios del gobierno los culparon del colapso del gobierno de derecha liderado por el partido VMRO, que había sido acusado por un informe de la UE de la "vulneración masiva de derechos fundamentales", incluyendo escuchas telefónicas ilegales e interferencia judicial.
Cvetin Chilimanov, fundador de la organización Stop Operation Soros lanzada por partidarios del derrocado gobierno macedonio, afirma que la OSF, con la ayuda de diplomáticos occidentales, ayudó a pergeñar su desaparición, valiéndose de grabaciones falsas de escuchas telefónicas y a secuaces de la sociedad civil.
"No defiendo limitar el derecho de los multimillonarios poco fiables de financiar medios de comunicación o grupos de activistas para impulsar sus gustos políticos, pero me reservo el derecho de señalar estas conexiones y criticarlas".
Creo que se puede decir que soy bastante afortunado con mis enemigos. Me hace sentir más que listo para luchar y defender lo que es correcto.
Los funcionarios de la OSF se niegan a describir los ataques como parte de un plan coordinado. Sin embargo, los líderes de Hungría, Rumania y Macedonia mantienen vínculos estrechos. Incluso presentaron el caso al senador estadounidense Mike Lee, uno de los seis senadores republicanos estadounidenses que en 2017 solicitaron una investigación sobre las subvenciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos a los proyectos de la OSF. Presentó la demanda luego de reunirse con delegaciones de los tres países por separado, confirmó un portavoz del FT.
Los lazos también se extienden a Israel. Eli Hazan, director de relaciones exteriores del partido gobernante Likud, señala que le dio a Orban información sobre los concesionarios israelíes de Soros semanas antes de que el primer ministro húngaro revelara su campaña contra Soros. Más tarde, Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, respaldó públicamente las críticas de Orban antes de hacer una visita de tres días a Budapest. Los miembros de Likud propusieron reglas más estrictas sobre la financiación por parte de grupos como la OSF y acusan a Soros de proteger a los terroristas al apoyar ONG palestinas.
Luchar contra las actividades de Soros es "un placer", dijo Hazan al FT. Según Hazan, como Soros no puede ganar en las elecciones nacionales, opta por promover sus ideas por otros medios.
"Si puedo ayudar a otras organizaciones o gobiernos a trabajar contra Soros, lo haré con gusto porque es una lucha de ideas que puede moldear el futuro a nivel mundial", comenta.
Soros admite que ha cometido errores. Saakashvili, el ex líder georgiano al que apoyó, "terminó siendo mucho menos ejemplo de los valores de la sociedad abierta de lo que fue en la oposición", escribió en 2011. La relación de Soros con Saaskashvili que fue exiliado a Ucrania, donde se convirtió en gobernador de Odessa, pero actualmente es objeto de una investigación penal le enseñó una "lección dolorosa" para "mantener mayor distancia de la política interna de los países donde tengo fundaciones".
Eso es más fácil en la teoría que en la práctica, admite. Sus beneficiarios estuvieron involucrados en la revolución de 2014 en Maidán, Ucrania, aunque insiste en que la OSF no desempeñó un rol directo. "No participamos en la lucha real, eso va en contra de nuestras directrices y principios. Pero apoyamos a los que luchaban y eso fue también durante Maidán".
Patrick Gaspard, el nuevo presidente de la OSF, sostiene que la organización cuenta con procedimientos para asignar fondos que son independientes de Soros. Los errores políticos fueron sumamente extraordinarios, agrega: "Se hicieron todos los esfuerzos para evitar el otorgamiento de subvenciones a partir de campañas políticas partidistas", señala.
Pero los errores son inevitables, especialmente con las actividades de financiación a grupos en 140 países. "Hay que sentirse cómodo con eso [los riesgos], pero también aprender de los errores que se cometen", dice.
Los funcionarios de la OSF reconocen que el nombre de Soros y la fundación son indisolubles en el imaginario colectivo. Esto se condice con lo que sostienen los críticos, que describen la OSF como una mera herramienta de su fundador, a pesar de su estructura descentralizada.
"La mayoría de las fundaciones y donantes quieren mantenerse en un segundo plano y dejar que el trabajo de los grupos que financian hable por sí mismo", afirma un activista que recibe apoyo de la OSF. "Pero eso es más difícil cuando tienes un fundador que hace ruido y que es blanco de una vil campaña de difamación".
En lugar de adoptar una postura defensiva, Soros dice que seguirá siendo presidente de la junta mundial por otros cinco años, o tal vez más tiempo, siempre que su salud lo permita. Pero la OSF durará más que él. El nombramiento de Gaspard aporta indicios sobre los planes futuros. Como ex director político de la Casa Blanca de Obama, [Gaspard] aporta una formación política más afilada que su predecesor Christopher Stone, ex académico de Harvard.
Según la lista de prioridades de Gaspard, la OSF no evitará las controversias políticas: corrupción, los desafíos planteados por la migración masiva, el uso abusivo de tecnología por parte de los autócratas y garantizar los derechos de voto "de Cleveland a Kinshasa".
