RAÚL PARISI*

La visita del presidente Mauricio Macri a Vaca Muerta, resulta muy oportuna para esta columna.

Neuquén tiene 583 millones de pies cúbicos (TCF) de recursos técnicamente recuperables de gas, de los 802 millones de TCF de la Argentina; potencialmente suficientes para 290 años de consumo.

Y 19.900 millones de barriles de petróleo (Lira, el yacimiento más grande del presal y del mundo, tiene 10.000 millones); riqueza suficiente para atraer a los mayores inversores del mundo.

Tenemos mucho gas y debemos extraerlo antes de 2050; porque, según The Economist, hacia la segunda mitad del siglo empezará a perder valor porque el “carbón imposible de quemar” por el Cambio Climático hará que muchos recursos queden bajo el subsuelo sin poder producirse. Y la mayoría pertenecerá a los Estados.

Nuestra opción es ser uno de ellos o poner esa riqueza en superficie y evitarlo, para que contribuya al desarrollo y bienestar de los argentinos.

Pero eso requiere inversión, también necesaria para aumentar la producción de gas, salir de la crisis, dejar de gastar 10.000 millones por año en importaciones y convertirnos en exportadores de gas, convirtiendo la balanza comercial en positiva.

¿Este objetivo es voluntarista o tiene base y fundamentos sólidos que lo hacen posible?

La respuesta la dio Estados Unidos, que desarrolló la tecnología y lidera la producción de shale gas: su Departamento de Energía y más altos funcionarios dijeron que los recursos shale de la Argentina son tan prospectivos en calidad y cantidad como los de EEUU.

Y que si la Argentina se decide, puede reproducir el “boom” energético y económico que transformó la economía y energía de EEUU e impactó todo el mundo.

¿Y con qué contribuyeron para hacerlo posible?

Firmando un Acuerdo de Asociación Energética Estratégica y Cooperación Tecnológica con la Argentina que expresa su interés de invertir y participar en la explotación de nuestra riqueza con sus empresas.

Excelente oportunidad para un país como el nuestro que carece de capital; el mejor expertise en EEUU y su segunda generación de mejoras tecnológicas en el Permian, a las que también podríamos acceder para mejorar nuestra productividad y eficiencia si ponemos operativo el Acuerdo que no se implementó en 2014 por razones “ideológicas” del anterior gobierno.

La inversión necesaria para extraer toda esta riqueza, según una estimación del Financial Time, sería del orden de u$s 300.000 millones; que se reducen a u$s 220.000 millones si se limita el objetivo a los recursos de Neuquén: u$s 96.000 millones para todo el gas de Los Molles y u$s 124.000 millones para el petróleo y gas de Vaca Muerta (en Lira, se invierten u$s 280.000 millones).

¿Qué debemos hacer para atraer esa inversión y poner en superficie esa riqueza? ¿y en cuántos años podemos plantearnos lograrlo?

Son preguntas importantes que merecen reflexión y un análisis comparativo profundo. Brasil desarrolló la tecnología de aguas ultra profundas (5 a 8000 metros de profundidad debajo del manto de sal del mar), y descubrió el presal con 100.000 millones de barriles equivalentes de petróleo -Boe- (la publicidad de Petrobras dice “Todo empezó como un sueño de quienes no ven dificultades, sino oportunidades”, pese a los problemas conocidos).

Su Plan de Inversiones fue de u$s 352.000 millones en 10 años (2007-2016); e invirtió u$s 210.000 millones entre 2009 y 2013 (4 años), en condiciones muy desfavorables y adversas: 300 kilómetros costa afuera, sin infraestructura y un costo por pozo de entre u$s 80 y u$s 120.

Eso demuestra que con rentabilidad retributiva del esfuerzo y riesgo, y condiciones favorables, también es posible en Sudamérica (México, por la reforma petrolera, espera u$s 175.000 millones de inversión). Los 170.000 millones Boe de recursos shale de la Argentina on shore son un 70% mayores que el Presal, en yacimientos con infraestructura y rentabilidad más fácil de alcanzar. Por lo que u$s 300.000 millones de inversión en 10 años son posibles.

¿Cómo lograrlo?

Si tenemos presente que “el costo de oportunidad” son u$s 10.000 millones por año en importaciones y el Régimen de Excepción de Tierra del Fuego exime de impuesto a las Ganancias, IVA y Aranceles aduaneros a las empresas que rearman equipos electrónicos sin agregar valor, que significan $ 30.000 millones/año para 8000 trabajadores, el problema se simplifica.

Ahora la excepción se aplicaría por 5-10 años, con un fin transformador y productivo. En EEUU, producir esta riqueza generó más de un millón de empleos, transformó la economía más grande del mundo, generó proyectos petroquímicos por u$s 217.000 millones y una enorme posibilidad de desarrollo. Y seguramente generará su equivalente en Argentina.

El precio del gas es más importante que el petróleo, porque el 85% del recurso es gas; y el petróleo se irá incorporando a medida que sea rentable, como ocurre en EEUU y el mundo. Pero por falta de rentabilidad, el “boom” de la producción aún no ocurrió -si se quiere una respuesta extraordinaria, la rentabilidad a la inversión debe ser también extraordinaria-.

¿Qué hace falta?

La decisión de hacerlo, y generar una rentabilidad extraordinaria con medidas económicas, impositivas y aduaneras simples, “con tanto mercado como sea posible, y tanto Estado como sea necesario”: permitir la importación temporaria por 5 años sin impuestos ni gravamen (IVA, Ingresos brutos, aranceles, etc) de todo equipo con menos de 3-5 años de antigüedad, y automática de todo material, tecnología e insumo necesario, con inmediata liberación a plaza, renovable por otros 5; un horizonte de precios firme de u$s 5,5 por millón de BTU (unidad inglesa para medirlo) para el gas, libre de impuesto a las Ganancias por 5 años, o hasta que se alcance la autosuficiencia y un régimen de amortización acelerada a 5 años; regalías variables del 10-18%, flexibles para promover la inversión y ayudar a recuperar el capital antes, con diferimiento de pago del primer al cuarto año de producción, el 50% en el segundo y recién el 100% a partir del tercero, cuando la producción sea más.

En este marco favorable, empresas como Exxon, Shell, Total y Tecpetrol, con el 46% de las áreas concesionadas, darán seguramente buena respuesta. Para asociar a YPF con socios tecnológicos en el 54% de sus áreas, hay que poner activo el Acuerdo Energético específico con EEUU.

Y para facilitar esos contratos, aprobar por Ley un Contrato tipo de asociación con YPF (Farm inn) para dar certezas y despejar incertidumbres. Como hizo Brasil en el Presal. Y demostrar el poder transformador de estas inversiones, disponiendo por ley que una vez generada esta riqueza, por su magnitud extraordinaria, el Estado se apropie de parte de esta riqueza para el desarrollo social de las clases más necesitadas (salud, educación, vivienda e infraestructura).

Durante el piloto y con apenas u$s 1360 millones de inversión en Vaca Muerta, Loma Campana se convirtió en el segundo yacimiento de petróleo en importancia. El país ahora necesita lo mismo, para el gas. elevada y el flujo de caja más generoso, y compartir así el esfuerzo.

* Consultor independiente