El metal, que durante mucho tiempo ha sido visto como un control de salud para la economía mundial debido a su amplia gama de usos industriales, cotizaba cerca de un mínimo de dos años de $ 5,635 por tonelada el viernes. Los datos publicados en lo que va de este mes apuntan a un deterioro en la actividad manufacturera global a medida que la guerra comercial entre Estados Unidos y China retumba.
"Gran parte de la acción del precio del cobre este año ha sido determinada por el deterioro del sentimiento macro global", dijo Richard Knights, analista de la correduría Liberum, con sede en Londres. “Los inversores en productos básicos son muy [negativos] y parecen asumir lo peor. Los datos recientes respaldan esta opinión ". Las encuestas de esta semana mostraron que la actividad manufacturera de los EE. UU. Cayó a un mínimo de más de 10 años en septiembre, mientras que en la zona euro el sector disminuyó más en casi siete años.
El cobre se usa en casi todos los proyectos de construcción y electrodomésticos, y puede ofrecer información incomparable con otras materias primas y materias primas, o eso dice la teoría. Eso también hace que la venta del metal sea un mecanismo predeterminado para los inversores que tienen opiniones bajistas sobre el crecimiento y China, el mayor consumidor mundial de cobre.
Citigroup estima que la demanda de cobre crecerá solo un 0.2 por ciento en 2019, debido a un menor gasto en redes eléctricas y una caída en las ventas de automóviles. Desde que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, comenzó su disputa comercial con China en junio del año pasado, el precio del cobre ha caído más del 20 por ciento. "El cobre ha sufrido el 2019 más frustrante de todos los metales básicos", dijo el analista de Deutsche Bank Nick Snowdon.
La caída de casi el 2 por ciento de este año en el suministro mundial de minas generalmente habría llevado a precios más altos, agregó Snowdon. Pero una combinación de "demanda lenta" fuera de China y una reducción significativa en el inventario del país "ha limitado los efectos de ajuste durante la mayor parte del año", dijo. Muchos analistas e inversores son optimistas sobre el cobre a largo plazo, argumentando que jugará un papel clave en el cambio hacia una economía baja en carbono. Una turbina eólica capaz de generar un megavatio de energía, suficiente para abastecer a 500 hogares, requiere más de tres toneladas de cobre.
El metal también se necesita en las baterías de iones de litio que alimentan los vehículos eléctricos , así como en sus motores, inversores y puntos de carga. Al mismo tiempo, es cada vez más difícil para los mineros encontrar grandes proyectos de cobre de alta ley.
Es por esa razón que los analistas esperan que se abra una brecha enorme entre la oferta y la demanda a mediados de la próxima década a menos que se pongan en marcha nuevos proyectos. "La industria del cobre de hoy todavía depende de los descubrimientos y desarrollos de nuestros bisabuelos", escribió el analista de Bernstein Research Paul Gait en un informe, que proporcionó una estimación del precio del cobre necesario para incentivar el suministro fresco.
"Nuestra conclusión es que para cumplir con los objetivos de emisiones del gobierno para 2030, el cobre debe tener un precio de $ 8,000 por tonelada, o un aumento del 40 por ciento de los precios actuales".
